³· la casa del profesor

—El profesor Kirke no está acostumbrado a niños en esta casa, por lo tanto, deberemos poner algunas reglas en la casa -comenzó a decir la Sra. Macready cuando entraron en aquella hermosa y gran casa de campo que sería su hogar temporal»


«—. Regla número uno, está prohibido gritar y correr, no se permite hacer uso indebido del montacarga -dijo aquella mujer de avanzada edad, mientras que la joven Pevensie le llamó la atención una hermana escultura y estaba a punto de que sus dedos rodarán aquella escultura -. ¡No toquen las reliquias históricas que tenemos, el profesor no gastó todo su dinero para que unos simples niños vengan a romper una de sus esculturas!


Los hermanos Pevensie restantes contuvieron las risas mientras se miraban entre sí, la joven Backer los miro mal por reírse de su mejor amiga, Peter dejo de ir cuando vio que Isabella no se reía, prefirió dejar de reír para solo mirarla a ella, él sabía que con tan solo mirarla lo hacía sentir bien, lo hacía sentir vivo, pero regresó a la realidad cuando aquella señora de edad avanzada -. Y por, sobre todo, está estrictamente prohibido molestar al profesor por alguna razón.


Los niños siguieron a la señora Macready a sus habitaciones, pero Lucy se quedó observando por un momento la puerta que llevaba a la oficina del tío de Isabella, el profesor Kirke cuando vio una el reflejo de unas pisadas cerca de ella, lo que la hizo correr un poco para alcanzar a sus hermanos y a la amiga de su hermana mayor.


Isabella iba detrás de Peter mirando sus pies con tal de no tropezar con él, Edmund iba de su lado mientras sostenía su mano, para ser sinceros la joven Backer tenía miedo, aquella casa era oscura y un poco tenebroso por aquellas cortinas y ventanas que entraba a duras penas la luz del sol, fue entonces que sintió a Lucy ponerse a su lado y se giró a verla.


—¿Está todo bien Lu? -preguntó mirándola con duda, pero Lucy le sonrió asintiendo la cabeza mientras tomaba su mano para seguir caminando.


—«Aviones de la fuerza aérea Alemania vuelve a atacar Gran Bretaña anoche, los bombardeos que duraron horas dejaron...»


Isabella apagado el radio rápidamente, seguido de mirar mal a Peter, como que le dio un poco de miedo, Susan lo miró con una de reprimenda a su hermano mayor, cosa que no lo inmutó pues le señaló con la cabeza a la pequeña Lucy que ya estaba recostada en la cama, mientras que Isabella volvía a mirar su libro en donde se había quedado.


—Las sábanas están duras... Extraño a mamá—dijo finalmente Lucy mientras miraba a sus hermanos.


—Las guerras no son eternas Lu... Pronto estaremos en casa—dice Susan, Isabella se giró haberla, puesto que le había recordado a su madre, sin embargo, ella acercó a Lucy mientras se sentaba en su cama simetrías la arropan para que durmiera un poco mejor.


—Si es que sigue cuando volvemos—hablo Edmund mientras entra a la habitación, Isabella lo miró y tomó una almohada y se la aventó a la cara para que guardara silencio y no dijera cosas imprudentes.


—Ya vete a dormir, Edmund—le pido Susan mientras dejaba su libro a un lado para mirar a su hermano.


—Claro, mamá...—contestó sarcásticamente y mirando a Susan burlón.


—¡Ed!—exclamó Peter mirando de mala manera a su hermano quién se mordió la lengua para no contestar y se giró hacia otro lado para encontrarse con la mirada de Isabella quien le sonrió, pero fue ignorada por el azabache.


—Ya verás que mañana, todo será mejor, este lugar es enorme... Podemos hacer lo que queramos, será fantástico ya lo verás—dijo Peter sonriendo a Lucy y levantándose de la cama para irse a dormir.


—Hasta mañana Isabella... chicas—dice el rubio al salir de la habitación sin darles tiempo de contestar a la pelicastaña o a alguna de sus hermanas de responder, Edmund se quedó parado hasta que Susan lo miró indicando que debía salir para poder dormir.


—Hasta mañana cariño—dijo Isabella mientras se acercaba a él y le daba un beso de buenas noches—. Quieres que vaya a arroparte o quieres hacerlo solo -el azabache tomó su mano hasta su habitación, si alguien los viera pensaría que era una extraña amistad, pero Isabella sabía que aquel niño extrañaba a su madre, pero no quería admitirlo.


—Podrías darme otro beso antes de irte—podio el azabache mientras se recostaba en aquella cama dura, la cama era fría, pero no le importaba a mientras que Isabella lo arropaba.


—Claro—empezó a arroparlo y le hacía cosquillas, el azabache reía por lo bajo para molestar a Peter—. Un besito por aquí y otro por acá -dijo mientras dejaba un beso en sus mejillas y otro por su frente.


—Buenas noches, Bella—mencionó el joven azabache mientras le daba un beso a ella en el cachete igual que lo había hecho ella.


—Buenas noches, descansa cariño—dijo por último la castaña mientras cerraba la puerta tras de ella.


La joven Backer volvía a su habitación compartida por las Pevensie, Susan seguía en su libro, mientras que la pequeña Lucy se encontraba durmiendo, Isabella se acercó a su cama que estaba aún lado de la su amiga, trato de no hacer ruido mientras conseguía llegar a aquella cama dura y fría.


—Ya le disté el beso de buenas noches a Peter—dice Susan en un tono burlón.


—No juegues Susan—contestó Isabella mientras reía por lo bajo y negaba con la cabeza—. Solo fui a arropar a tu Ed, cuando llegué Peter ya estaba dormido así que no había oportunidad —bromeó la castaña de cabello rosado.


—Claro, pero te encantaría haberlo hecho -terminó de decir Susan mientras apagaba la lámpara que se encontraba a su lado—. Buenas noches, Isa o debería decirte cuñada.


Susan sintió como algo suave había golpeado su cara mientras oía cómo se reía su amiga, ambas están listas para ir a dormir, todas las luces apagadas, lo único que iluminaba aquella casa era la luz de la luna que entraba por las ventanas que traspasaba aquellas cortinas color café.


Las horas pasaban, pero Isabella no podía dormir, daba vueltas en la cama pensando en cómo estaría su madre, la puerta de aquella habitación se abrió lentamente dejando ver una sombra que se escabulle hasta llegar a la cama de la joven Backer.


—Bella—dijo Edmund en un susurro mientras veía que su amiga seguía despierta.


—¿Qué pasa cariño?—preguntó Isabella mientras pasaba su mano por la cara del joven Pevensie —. ¿Te duele algo?, ¿tienes fiebre?, ¿Te cayeron mal las galletas?, O tuviste alguna pesadilla.


—Tuve una pesadilla y quizá mojé un poco la cama—contestó apenado el azabache, a Isabella le había dado un poco de ternura aquella escena.


—¿Quieres dormir aquí conmigo?—pregunto la pelicastaña mientras se hacía un lado, Edmund susurro un sí—. Pero antes ve a cambiarte de pijama, no vayas a dormir incómodo.


—Ya lo hice, antes de venir, no quería incomodarte por haber mojado un poco la cama y mi pijama.


—De acuerdo cariño, ven—movió las sábanas para que Edmund pudiera entrar y dormir—. Quieres que te abrace hace un poco de frío.


—Si por favor y podrías cantarme aquella canción Something Stupid—dijo el azabache mientras se ponía cómodo en los brazos de su amiga.


—Claro Ed -contestó Isabella mientras dejaba un beso en la cabeza de aquel niño—. I know I stand in lineUntil you think you have the timeTo spend an evening with meAnd if we go someplace to danceI know that there's a chanceYou won't be leaving with meThen afterwards we drop into a quiet little placeAnd have a drink or twoAnd then I go and spoil it allBy saying something stupidLike I love youI can see it in your eyesYou still despise the same old linesYou heard the night beforeAnd though it's just a line to youFor me it's trueAnd never seemed so right beforeI practice every day to find some cleverLines to sayTo make the meaning come trueBut then I think I'll wait until the eveningGets lateAnd I'm alone with youThe time is rightYour perfume fills my headThe stars get redAnd oh the night's so blueAnd then I go and spoil it allBy saying something stupidLike I love youI love you... —termino de cantar, escucho un pequeño ronquido cerca de ella, el sueño empezó apoderarse de ella lentamente mientras cerraba los ojos.


El crujir de la madera se hizo presente, pero la castaña pensaba que solo era parte de su sueño, las pisadas se hicieron cada vez más cerca de aquel cuarto, quiera era el ama de llaves o quizá el Profesor que daba una caminata a medianoche, pero la puerta se abrió y con ella un joven rubio preocupado.


—Susan, Susan despierta—dijo el mayor de los Pevensie mientras movía de un lado a otro a su hermana.


—¿Qué pasa?, ¿Está todo bien?—cuestionó la joven Pevensie mientras veía a su hermano preocupado.


—No encuentro a Edmund por ningún lado.


—A ver Peter, como está eso que no lo encuentras, pues a donde fuiste para perderlo -preguntó su hermana.


—Fui al baño y no lo vi en su cama, pensé que estaba en el baño, pero al momento de ir no había nadie, volví a la habitación y su cama estaba vacía—contesto Peter, por su tono de voz se podría decir que estaba preocupado por no saber dónde se encontraba su pequeño hermano, su madre le había pedido solo una cosa cuidar a sus hermanos, pero al parecer el destino le había jugado chueco.


—Cálmate Peter, exaltándote no llegarás a ningún lugar, tal vez fue a la cocina por un poco de agua, debe de estar bien no te preocupes—trato de calmarlo, pero aquel rubio no podía calmarse, como le diría a su madre que había perdido a uno de sus hermanos.


—Vamos a despertar a Isabella, para que nos ayude a buscarlo.


—Isa acaba de dormirse, la escuché cantar, si no la conociera diría que no podría dormir.


—Susan debemos buscar a Edmund.


Por el amor Dios por qué tanto escándalo, trato de dormir y ustedes hacen ruido, van a despertar a Bella y ustedes saben batalla para dormir en casa ajena —dijo el menor de los Pevensie mientras asomaba su cabeza, ya que el brazo de Isabella se encontraba casi por su barbilla, a él no le molestaba, en cambio lo hacía sentir cómodo.


—Maldito niño del demonio, pensé que te había pasado algo, por qué tienes que ser tan egoísta —cuestiono Peter a regañadientes al ver a su hermano dormir con aquella castaña de pelo rizado.


—Basta, Peter, ve a dormir mañana resolveremos esto, por el momento vayamos a dormir eso sería lo más razonable—intervino la joven Susan mientras que veía las intenciones de su hermano mayor.


—Bien, pero escuchaba bien niño del demonio mañana me las pagarás—Peter había amenazado a su hermano menor, por estar en la misma cama de la chica que le quitaba el sueño.


—Como sea, ya vete necesitamos dormir—contesto finalmente Edmund mientras volvía a colocar el brazo de Isabella por su barbilla.


La respiración de Isabella su haciéndose cada vez más ligera, liberando la presión de aquel abrazo, se escuchaban pequeños ronquidos de parte de ella, Edmund miró por su hombro para verificar si estaba dormida y efectivamente ella ya se encontraba en el quinto sueño, ahora era el turno de los demás Pevensie.


—Buenas noches, Bella te quiero—susurro el pequeño Pevensie.



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