especial de noche buena
24 DE DICIEMBRE
Primera navidad sin el.
Isabella se encontró en su habitación admirando el lugar vacío en la cama que alguna vez compartió con el amor de su vida.
Había una silencio que le traía paz, pero a la vez la nostalgia, pues sería la primera navidad desde que la pequeña Sofía había llegado a su vida. Pero aquel trágico día su media naranja había sufrido un accidente.
Los pequeños Pevensie se encontraban con su tía, comprando adornos para el árbol de navidad y uno que otro regalo, la primera navidad de la joven pareja había sido tranquila.
Isabella aún la recuerda, pues había convencido a Peter a estar todo el día en pijama y beber chocolate caliente con bombones y por supuesto no podía faltar sus famosas galletas de chispas de chocolate, no solo era su primera navidad juntos sino también la de la otra parejita.
Pues Chloe y Edmund ha acordado pasar navidad con los Pevensie y año nuevo con los Bennett, desde que ellos comenzaron esa relación era casi inseparables al igual que Isabella y Peter.
En la mente de la joven Backer todo tenía que ser perfecto, era su primera navidad como recién casados, pues a pesar de llevar un mes de casados todo había sido felicidad, claro una que otra pelea, pero no era nada que no pudiera resolver hablando.
El sonido de la cerradura hizo que la pelicastaña saliera de su pequeño trance, escuchando de fondo las risas de sus hijos.
–Niños porque no van con su madre y le dan esto –dijo la ojiazul entregándole a los gemelos una pequeña bolsa de regalo –. Tengan cuidado que se puede romper.
Theodore y Adrián fueron directo a las escaleras corriendo y gritando "Mama" "Mama", al llegar a la puerta de la habitación de su padre el menor de ellos estuvo a punto de tocar la puerta, pero el pequeño Theodore se adelantó abriendo la puerta de un golpe.
–¿Sabes que primero se debe tocar la puerta antes de entrar verdad? –dijo el pequeño Adrián adentrándose a la habitación de su madre detrás de su hermano.
–Claro que lo sé, pero no tenemos tiempo –respondió su gemelo mientras le sacaba la lengua.
–Mama y tía Su tiene razón, te pareces al tío Ed.
–Gracias –contesto simplemente con una sonrisa, ocasionando que su gemelo solo rodara los ojos y siguiera con lo suyo.
–¿Cuándo dejarán de pelear? –susurro su madre acomodando su vestido acercándose a ello.
Los gemelos extendieron la bolsa de regalo hacia su madre, junto con una gran sonrisa.
–Esperemos y te gusté –dijeron al unísono los pequeños.
Isabella hizo aún lado la envoltura, dejando ver un pequeño portarretrato con una foto familiar el día de la boda de Isabella y Peter.
La pelicastaña admiro la foto frente a ella, pero al mirar los detalles pudo encontrar a dos pequeños, vio a tres pequeños junto a sus tíos.
Las lágrimas comenzaron a salir, ocasionando que el vidrio se comenzara a llenar de las lágrimas de la misma.
Un sollozó salió de su boca, alarmando a los pequeños, corrieran al baño de su madre en busca de pañuelos.
Susan entró a la habitación viendo a su joven amiga llorando, se acercó lentamente a ella.Como si un movimiento en falso ocasionara que dejara de llorar para ponerse a la defensiva.
–Isa –dijo la ojiazul en voz baja acercándose un poco más a su amiga –. ¿Qué pasa cariño? ¿No te gusto el regalo?
–Si –murmuro la pelicastaña –. Es solo que -un nudo en su garganta hizo que fuera difícil ejecutar alguna palabra –. Nunca pensé tener esta foto después de todo este tiempo.
–Por un momento pensé que no te gustaría -contesto su amiga con un ligero suspiro.
–De verdad lo extraño –quito una de sus lágrimas pasando uno de sus dedos por la figura de Peter.
–Lo sé Isa –volvió a decir su amiga poniendo su mano en su hombro.
Los gemelos se han quedado viendo desde la puerta del baño. Puesto que no querían interrumpir.
–Que tal si vamos por un poco de chocolate con bombones y galletas como te gusta mami –propuso el menor de los gemelos a su madre, poniendo un pañuelo en una de sus manos.
Isabella sonrió ligeramente ante la propuesta de su hijo, tomo sus manos de sus hijos para salir de su habitación.
La pequeña Sofía se había quedado dormida en la segunda cuna que estaba en la sala. Isabella veía como un hilo de saliva saliendo de la boca de la menor de la misma manera en la misma manera en la que Edmund y Lucy.
La pelicastaña se acercó más a la cuna para admirar aún más a la pequeña Pevensie, Susan imito su acción compartiendo una mirada de complicidad pues ella sabía que pensaba lo mismo que ella.
–Dios, se parece tanto a Edmund y Lucy cuando dormían –aclaro la Pevensie entrelazando su brazo con su amiga.
–Venga dejémosla dormir –Isabella comenzó a caminar junto con Susan en dirección a sus hijos.Los niños comenzaron a comer galletas con leche fría, Susan puso leche a calentar junto con un poco de chocolate.
–¿Y al final que compraron?
–Pues compramos adornos de navidad, dulces, los regalos para todos –dijo el pequeño Adrián viendo como su hermano se quitaba un bigote ocasionado por la leche que había bebido.
–Estaba pensado si mañana tú y yo ir a comprar la comida para la cena de mañana y hacer una casa de jengibre, para hacer una nueva tradición entre nosotros.
–Claro, me encantaría hacer una casa de jengibre con los niños.
–¡Si! ¡Casa de jengibre! –gritaron los gemelos ocasionando que la pequeña Sofia se asustara.
Isabella y Susan miraron a los gemelos con cierto enfado, puesto que la pequeña Pevensie había tenido pesadillas las últimas tres noches.
–Yo voy, tú sigue con los niños –dijo la ojiazul dejando a su cuñada con sus hijos.
La pelicastaña suspiro cansada, al igual que su hija ella no había podido dormir, normalmente dormía una o dos horas, Susan le decía que se fuera a dormir, pero al momento que acostarse el sueño se le iba, ocasionando que rodara por la cama cinco veces hasta quedarse dormida.
–Mamá -hablo el pequeño Adrián, llamando a la atención de su madre –. Mami porque no vas a dormir un poco, Theodore y yo le ayudaremos a la tía Su con lo que necesita.
–Si mama, ve a descansar.
–No se preocupen mis soles, no tengo sueño.
–Mama sabes que a los mentirosos Santa no les dará regalos.
–Lo se Abrían, pero de verdad es que no tengo sueño, mejor vayan a ver películas, mientras que yo hago más galletas para Santa.
Los niños no estaban muy convencidos ante la idea de su madre, pues realmente se veía mal y aquellas bolsas bajo sus ojos era la clara prueba que le hacía falta dormir.
Adrián tomó la mano de su madre dirigiéndose a la sala donde se encontró su tía intentando dormir a la pequeña pelicastaña.
Un pequeño bostezó salió de la boca de Isabella ocasionando que Susan negara con la cabeza.
–Lo ves mamá, tiene sueño –señalo nuevamente Ardían a su madre.
–Está bien, quizás tenga un poco, pero está bien –aclaro su madre bostezando una vez más.
–Isabella Pevensie –llamo su amiga a la pelicastaña –. Ve a dormir, yo me encargo de los niños.
–Está bien -murmuro mientras subía las escaleras dirigiéndose a su habitación.
[...]
–Por un momento pensé que las pesadillas se han detenido –dijo Edmund mirando a su amiga desde la ventana.
–Yo pensé lo mismo –aclaro Lucy haciendo lo mismo que su hermano.
–Las pesadillas volvieron hace tres días, prefiere no dormir para cuidar a Sofía –contesto su Peter viendo como Isabella se dirigía a su habitación.
–Al menos tu bebe si duerme por las tardes –hablo esta vez Caspian viendo como Susan trataba de arrullar a su pequeña sobrina.
–Solo dura una o dos horas dormida, creo que tiene pesadillas al igual que Isa –aclaro Eustace a lo que sus primos y Caspian asintieron con una pequeña mueca.
–¿Creen que podamos meternos a sus sueños y ver que pasa? –cuestiono Edmund asomándose una vez más a las ventanas viendo como los pequeños Theodore y Adrián jugaban a las espadas de juguete.
–No lo sé, tendríamos que hablarlo con Aslan.
–Lucy tiene razón, que tal si entramos y ya no podemos salir.
–O quizá sea peor y desaparecemos –dijo Caspian con cierta tristeza por su amiga.
–Caspian tenga razón, quizá puede que no volvamos.
–Quiero saber que es lo que le atormenta tanto –confeso Peter acercándose un poco más a uno de las ventanas.
Veía como Susan arrullaba a su hija, de nada la pequeña lo miro desde la su poción y soltó una pequeña risita, extendió sus brazos para que si padre pudiera cargarla.
Susan no entendía el porqué ella reía, pero eso le alegraba, por un momento la ojiazul pensó que le extendía los brazos a sus hermanos que seguían en la cocina, así que se acercó a ellos.
–Baba –dijo la pequeña, haciendo que sus hermanos y tía se alegrarán, pues esa era su primera palabra con su corta edad –. Baba.
El rubio al ver aquellas palabras no dudo en sonreír y soltar una lágrima, pues Sofía sabía quién era.
Todos los que estaban con Peter no pudieron contener su felicidad, se abrazaron unos a otros pues después de todo no sería una mala navidad.
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