⁴· cosas de niños

Al día siguiente al contrario de lo que había dicho Peter había un diluvio, dejando a los cincos chicos sin poder hacer algo en el césped, todos estaban en el estudio, escuchando como Peter trataba de adivinar la procedencia y significado de las palabras, Edmund se encontraba "arreglando" una silla floja e Isabella trataba de leer un libro que mientras le acariciaba el pelo a Edmund.

-Gasto, vascular -decía Susan a Peter, mientras que el mayor miraba a Isabella que acariciaba el cabello de su hermano menor -. Pon atención Peter, gastrovascular.

-¿Es del latín? -pregunta finalmente el mayor

-Sí.

-Si y significa el peor juego jamás inventado -dijo Edmund burlonamente, haciendo enojar nuevamente a Susan y llamando la atención de Isabella.

Susan cerró el libro molesto. Isabella dejó de leer el libro y lo puso a un lado y respondiendo la pregunta que Peter había dejado sin contestar.

-De hecho, gastrovascular viene de la zoología y significa que se aplica a la cavidad de los animales en la digestión de los alimentos.

Edmund la miro mal, Susan le mostró una sonrisa inconsciente por saber que era correcto, Lucy sin entender nada y el chico rubio sonreía divertido porque corrigieron a su hermano menor, Edmund se había quitado de donde se encontraba para poder alejarse de Isabella, la pelicastaña se sintió un poco mal por haber dicho aquel comentario, intentó acercarse al azabache, pero él volvió a alejarse de ella.

-Solo lo sabía -Isabella se encogió de hombros, al sentir la tensión en el ambiente.

-¿Y si jugamos a las escondidas? -propuso Lucy mientras se acercaba a Peter.

-Pero lo que estamos haciendo es muy divertido -se burló Peter sarcásticamente por lo que Isabella dio una risilla y Susan bufo y volteo los ojos.

-Por favor una vez Peter, ¿solo una? -rogó Lucy, Isabella moría de risa por ver la cara de Edmund cuando Lucy empezó a hacer sus pucheros, la pequeña Pevensie hizo unos hermosos ojitos de los que nadie en su sano juicio se resistiría ante ellos.

-Anda Peter, yo también quiero jugar -dijo Isabella mientras se acercaba a Peter sentándose a su lado mientras ponía su mano en su muslo intentando convencerlo, el rubio se puso tenso ante el toque de la joven de cabello rizado, Susan se dio cuenta de que su hermano no podría resistirse ante aquella chica que lo volvía loco.

Edmund miro como las dos chicas le pedían a su hermano mayor jugar a las escondidas y no pudo estar más de acuerdo con Isabella, las escondidas era un juego que realmente le divertía, pero su poco afecto hacia sus hermanos no le permite expresarlo abiertamente, pero quería ver feliz a Isabella.

-1 ... 2 ... 3 ... 4 ... 5 ... 6 ... 7 ... 8 -Peter comenzó a contar y luego se fue a la pared a contar mientras, Susan se levantaba rendida el sillón y se iba en busca de un escondite al igual que los demás.

-Vamos Ed será divertido -dijo Isabella mientras tomaba de su mano tratando de animarlo.

Isabella corrió fuera de la habitación, sabía que solo era un juego, pero Isabella y Susan eran muy competitivas. La mayor de las Pevensie le hizo una señal a Isabella para que la siguiera y eso hizo. Corrieron por todas partes desesperadas por encontrar un lugar para ambas.

-25 ... 26 ... 27 -se escuchaba al mayor de lo Pevensie a lo lejos.

-Ven por aquí -señaló Susan un baúl lo suficientemente grande para que las dos pudieran entrar, Susan abrió el baúl y después de que ella entrara Isabella. Aguantando la risa, pues era inevitable.

-99 y 100 listos o no allá voy -dijo finalmente Peter mientras se escuchaban los pasos alejándose poco a poco.

Isabella se tapó la boca para evitar una traicionera carcajada no saliera, Isabella se sentía patética por momentos como estos en los que debes estar serio, Y sin quedarse atrás, Susan también tuvo que tapar su boca, pues parece que la risa de la joven Backer lograba contagiar y no querían ser descubiertas.

-¡Regrese! ¡Estoy bien! ¡No pasó nada! -Isabella miró a Susan sin entender nada, ¿Era Lu la que estaba gritando a todo pulmón? La joven Backer creía que al igual que ella no servía para estos juegos.

Salieron corriendo del baúl para ver qué ocurría, llegaron corriendo con los chicos para ver la ligera discusión que tenían.

-¿No se preguntaron dónde estaba? -preguntó Lucy inocentemente.

-De eso se trata este juego -le responde Edmund mientras sale por completo de su escondite.

-¿Significa que ganamos? -dijo Susan mientras miraba a Isabella y compartía una sonrisa de victoria.

-Lucy no quiere que juguemos más -dice Peter mientras miraba a sus hermanos y a la joven Isabella.

-Estuve lejos por horas -cuando esas palabras salieron de la boca de la pequeña, los otros cuatro niños no pudieron evitar mirarse extrañados.

[...]

Susan e Isabella se metieron dentro del ropero, Peter le apartó algunas prendas, Edmund golpeó la madera trasera de afuera del mismo, ninguno obtuvo señal de que había dicho que la pequeña fuese real.

-Lucy no hay nada más que un ropero, lo único de bosque que tiene es la madera -dice Susan una vez que todos terminaron de verificar el ropero.

-Un juego a la vez Lu, No tenemos tu imaginación -dijo Peter, Isabella tomó el hombro de Lucy y le dio una sonrisa de compasión mientras los hermanos de esta se iban dejándolas solas.

-¡Pero no lo imagine, sé lo que vi! -dice Lucy mientras que las lágrimas empezaron a abandonar sus hermosos ojos.

-Lu -susurró Isabella viendo a la pequeña Pevensie.

-Lucy, ya basta -hablo Susan, rompiendo el corazón de la pobre Lucy quien contuvo las lágrimas en sus ojos.

-¡Pero no mentiría sobre eso!, yo no miento -Isabella no pudo hacer más que abrazar a su pequeña amiga cuando estaba bajo su mirada.

-Yo te creo -se escuchó la voz de Edmund, Isabella se giró a verle, sabía para donde iba su comentario, lo conocía tan bien que sabía que lo decía sarcásticamente.

-¿En serio? -preguntó inconscientemente Lucy, cuando todos los presentes se giraron a ver al azabache.

-Claro que sí, yo vi un campo de fútbol en el gabinete del baño -contesto burlón el pequeño azabache.

-Edmund ya déjala en paz, siempre tienes que empeorarlo todo -dijo Peter sorprendiendo a la misma Isabella.

-Solo fue un chiste, no tienes por qué exagerar -dice Edmund mientras se recarga en la puerta.

-¿Cuándo vas a crecer? -preguntó Peter ante la respuesta de su hermano.

-¡Déjame, tú te crees nuestro padre y no lo eres! -le gritó Edmund, mientras salía corriendo de la habitación, Isabella quiso seguirle, pero se detuvo una vez que la mirada envenenada de le lanzó Susan al rubio.

-¡Que bien arreglas las cosas, muy maduramente -dijo la mayor de las Pevensie antes de salir tras su hermano!

-Pero no mentí, estaba ahí-volvió a decir Lucy y Peter suspiro girándose a verla.

-Susan tiene razón Lu, fue suficiente -después de decir eso Peter se giró y salió de la habitación.

-¡Peter! -grito Isabella, corrió hasta la puerta y se giró a ver a la pequeña Pevensie quien bajaba la mirada -. Ya vuelvo cariño.

-Vete Isabella, no estoy de humor -contesto Peter mientras giraba por una de las esquinas de la casa.

-Detente Peter, te estoy hablando -dice Isabella mientras trata de tomarlo del brazo -. Mierda Peter detente.

-Déjame solo -Peter se había detenido para mirar a aquella joven, el rubio no podía resistirse ante aquellos hermosos ojos, pero no quería tratarla mal.

-No Peter, no voy a dejarte solo, quieres que Edmund te respete, pero te comportas como un niño.

-Solo te pido una cosa y es que te vayas, por favor.

Isabella se acercó a él y lo abrazó, la joven podría escuchar el latido de su corazón, el rubio quedó estático ante su acción, Peter no sabía qué hacer, así que paso un brazo por su hombro y la otra en su cabello, el rubio comenzó a aspirar su aroma el olor a vainilla y café se hizo presente.

-¿Crees que lo que dice Lucy es verdad? -preguntó el joven rubio mientras se separaba de la pelicastaña.

-¿Lo del armario? -cuestionó la joven, a lo que el rubio asintió -. Pueden existir diferentes mundos, realidades o universos tal vez lo que dice es cierto, pero no podemos verlo hasta creer en él o no lo sé.

-¿Dice que tenemos que creer en ese cuento que Lucy inventó sobre un mundo para poder verlo?, Es una completa locura lo sabes.

-No creo que sea una locura, todo puede ser posible.

-Por dios te estás escuchando, pareces una loca con todo eso de otros mundos, realidades y universos, suenas igual que Lucy -termino de decir el mayor de los Pevensie, pero sintió como su mejilla comenzó a arder, puesto que la joven Backer lo había golpeado.

-No te atrevas a decirle loca a Lucy una vez más, por qué la próxima vez no solo te dejaré la mejilla roja, a mí dime lo que quieras, pero no permitiré que le hables así a Lucy, te quedó claro Pevensie -hablo finalmente la pelicastaña mientras giraba sobre sus talones para volver con Lucy, mientras que dejaba a un joven rubio mientras que pasaba su mano por su mejilla.


[...]

-Lu cariño qué te parece si vamos a la cocina por unas galletas y un poco de leche -Isabella lleva rato tratando de convencer a la pequeña Lucy de salir de aquella habitación donde se encontraba el ropero.

-¿Y podemos ir a la chimenea mientras comemos galletas? -preguntó la pequeña de las Pevensie mientras trataba de limpiar las lágrimas.

-Claro cariño, podemos hacer eso y puedo leerte un rato hasta que tengas sueño -terminó de decir la joven Backer mientras se ponía de pie y extendió su mano a la de su amiga pequeña.

Ambas niñas fueran a la cocina con esperanza de poder encontrar aquellas galletas de chocolate que el ama de llaves había preparado en la mañana, pero no tuvieron suerte, la pequeña Lucy se sentía decepcionada, tenía ganas de poder comer unas galletas y un poco de leche mientras estaba enfrente de la chimenea.

-Lo siento Lu, no sé dónde las pudo haber guardado las galletas la señora Macready, pero yo sé una receta de unas galletas con chispas de chocolate.

-¿Podrías hacer unas? -preguntó inocentemente la pequeña Lucy.

-Claro que sí cariño, ayúdame a buscar la harina y el chocolate, mientras que yo saco los demás ingredientes -dijo la pelicastaña mientras se acercaba a lo que podría decirse que era un refrigerador, tratando de buscar la mantequilla y los huevos.

-Aquí están -contestó la menor mientras ponía la harina en la mesa de madera con un poco de dificultad.

-Muy bien, ¿Quieres aprender a hacer galletas? -preguntó Isabella mientras veía que de los labios de la pequeña salía una sonrisa inconsciente.

Aquellas dos niñas llevaban unos pocos minutos intentando hacer aquellas galletas de chocolate, cuando escucharon unos pasos acercándose a la cocina, detuvieron lo que estaban haciendo por temor de que fuese el ama de llaves, pero una melena azabache se hizo presente, haciendo que las dos amigas siguieran en lo suyo sin prestar atención a aquel intruso.

-Bella te estuve buscando por toda la casa -dijo finalmente Edmund al darse cuenta de que ninguna de las dos jóvenes le prestaba atención -. Bella te estoy hablando -volvió a hablar el menor, pero Isabella no se inmutó en ningún momento, siguió con lo suyo mientras llenaba la nariz de Lucy con un poco de harina.

El azabache se acercó un poco a ellas quedando enfrente de la gran mesa de maderas, Isabella no lo miraba quizá no le había hecho dado a ella, pero había lastimado los sentimientos de la pequeña Pevensie, por el momento ella no quiera saber nada de aquellos dos hermanos, solo quería centrar su tiempo y atención a la pequeña Lucy, ya que ella lo necesitaba más que nadie.

-Bella te estoy hablando, solo mírame aún que sea -no hubo respuesta de la pelicastaña -. ¡Lo siento! ¡De acuerdo, no debí haber dicho eso! De verdad lo lamento, perdóname si -un nudo se hizo presente en la garganta del azabache, Isabella lo miró por un segundo para volver a lo que estaba haciendo -. Sé que no debí hacer eso y lo lamento Lu, sé que herí tus sentimientos -se dirigió a su pequeña hermana, pero ella ni lo miro, hizo como si nadie más estuviera en aquella cocina -. Me estoy disculpando y ustedes me están ignorando ¡qué es lo que quieren que haga!

Las dos amigas pusieron la masa en una bandeja para poder meterlas al horno y esperar para que las galletas estuvieran listan, habían terminado llenas de harina por haber jugado con ella.

-Lucy cariño ve a lavarte la cara mientras que yo limpio aquí -la pequeña siguió las instituciones y se fue al baño a limpiar el rato de harina que había por toda su cara.

Isabella seguía limpiando mientras que un azabache intentaba ayudarla para poder disculparse por la actitud que había tenido hacer rato con su pequeña hermana.

Edmund era un niño que no mostraba arrepentimiento en nada, era un poco soberbio y orgulloso, pero cuando se trata de Isabella dejaba todo a un lado, ella lo hacía sentir vulnerable y seguro a la vez, solo ella había ganado su confianza y él sabía que sería difícil que Isabella volviera a hablar con él, no era la primera vez que pasaba, pero cada vez que Isabella se enojaba con él le dejaba de hablar por días, hasta él hacía algo que llamará realmente su atención.

Ya había pasado el tiempo en que las galletas estuvieran listas, Isabella las saco del horno y las puso en la gran mesa de madera, la pequeña Lucy venía corriendo desde el baño lista para poder comer unas galletas recién horneadas, el aroma de las galletas se hizo presente en toda la casa llamando la atención si no solo de una Pevensie sino de toda su familia.

Susan llegó a la cocina y saco la leche del refrigerador, ella sabía que su mejor amiga hacía galletas cuando para liberar la tensión en el ambiente o simplemente para animar a alguno de sus amigos, normalmente hacía galletas una vez al mes, los Pevensie amaban sus galletas caseras, reconocerías su olor donde fuera, el mayor de los Pevensie fue acercándose lentamente a la mesa de madera esperando tomar una galleta, pero un manotazo en su mano impidió que lo hiciera.

-No vayas a agarrar galletas de unas locas -dijo la joven Backer mientras ponía las galletas en un gran plato, los demás Pevensie miraron a su hermano mayor esperando una respuesta de su parte, tomó las galletas dispuestas a irse con la pequeña Lucy llevando dos vasos de leche -. Vienes con nosotras Susan.

La joven Pevensie sigo a su mejor amiga y a su hermana con un vaso de leche en una mano, pasando de lado de sus hermanos susurrando un "lo siento", aquellas jóvenes llegaron al estudio sentándose enfrente de la chimenea.

Susan había ido a su habitación por unos libros, uno para ella, otro para su hermana y para su mejor amiga, las tres jóvenes se sentaron en un profundo silencio, aquel silencio no era incómodo al contrario las reconfortaba, los dos hermanos las habían seguido, sentándose lejos de ellas mientras las veían leer y disfrutar de aquellas galletas.

Peter admiraba la belleza de Isabella, de cómo arrugaba la nariz en cada párrafo que leía, en cómo mordía los labios ligeramente por qué algo no le gustará de su lectura, o como sonreír inconsciente ante una escena de aquel libro, pero por dentro se sentía mal por haberle dicho loca, si de locura se trataba, él era el mayor loco, loco por estar enamorado de ella.

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