¹⁴· coronación
Al día siguiente los cinco príncipes y princesas se encontraban en Cair Paravel, junto a los Narnianos y Aslan, era el momento de la gran coronación. Edmund y Lucy estaban en los extremos, en medio iba Peter ya sus lados Isabella y Susan.
—En nombre del océano del Oriente, les presento a la Reina Lucy ... La valiente —hablo el gran León viendo a Lucy que llevaba un vestido plateado con una capa roja, mientras era coronada por el señor Tumnus con una corona del mismo color que el de su vestido.
—En nombre del gran bosque del Occidente, el Rey Edmund ... El Justo — el pequeño azabache llevaba un traje plateado celeste, digno de un príncipe azul con una capa plateada al igual que su corona.
—En nombre del radiante sol del sur, la Reina Susan ... La Benévola — la mayor de los Pevensie llevaba un traje entre celeste y plateado, con detalles dorados, su capa era azul oscuro y su corana dorada.
—En nombre del fuego eterno de la vida, la Reina Isabella ... La guardiana — la pelicastaña llevaba un vestido blanco con detalles dorados y una capa verde oscuro, mientras que su corana color cobre.
—Y en nombre del claro cielo del Norte, les presento al Rey Peter ... El magnífico — el joven rubio llevaba un traje azul oscuro con destellos dorados, combinaba con los de Isabella, su capa era color doraba al igual que su corana.
Los Reyes y Reinas de Narnia, se sentaron en sus propios tronos mirando atentamente al gran león con una enorme sonrisa en su rostro. —Una vez Rey o Reina de Narnia, Siempre Rey o Reina, que su sabiduría nos guía hasta que las estrellas caigan del cielo — después Aslan de decirle esto a los niños, el león se giró a los Narnianos.
—¡LARGA VIDA AL REY PETER! ¡LARGA VIDA AL REY EDMUND! ¡LARGA VIDA A LA REINA SUSAN! ¡LARGA VIDA A LA REINA ISABELLA! ¡LARGA VIDA A LA REINA LUCY!
Los niños no pueden estar más felices, Narnia al fin era libre de la malvada bruja.
[...]
Fueron muchos años en los que los Pevensie y la chica Backer gobernaron Narnia, durante este tiempo, Peter e Isabella eran considerados los mejores Reyes que alguna vez tuvo Narnia, Susan era considerada la más bella de las reinas y Lucy era bien sabido que la menor de los gobernantes era muy enamoradiza pues varias ocasiones juraba amar a algún príncipe, pero al día siguiente cambiaba de opinión, por su parte Edmund se convirtió en un joven reservado, a menos que Isabella estaba con él.
—¡Tendrías que agradecer que estés viva en vez de quejarte Isabella! —Grito Peter mientras viraba a Isabella, dejando su espada en su cama.
—¡Tú sigues vivo, porque le hice una promesa a tu hermano, solo por eso! —Isabella regreso el grito a su amado.
—¡Si le hiciste esa estúpida promesa entonces porque quisiste ser mi novia, mejor dicho, porque aceptaste casarte conmigo!
—¡Aún TE HE DICHO QUE SI! ¿¡Qué es lo que pasa contigo!? Estoy intentando ayudarte después de todo lo que has hecho y tú sigues queriendo hacer las cosas sin consultarlo con nadie, ¡Por Aslan!, siento lástima por ti — Isabella estaba a punto de irse a su habitación.
—¡ISABELLA BAKER NO ME DES LA ESPALDA, MIENTRAS QUE TE HABLO! Yo soy tu Rey y me debes respeto — dijo Peter mientras detenida a Isabella.
—¡Debí darte la espalda hace años!–finalmente marchándose al fin de su habitación.
[...]
—Ese fue como mi primer, bueno, tú sabes ...
—¿Amor? —Concluyo el joven Edmund al ver a su mejor amiga llorando por su hermano.
–Si
—Lo siento mucho — dijo el azabache mientras la abrazaba y acariciaba su pelo, escucho cuando escucho sus sollozos, sabía que se sentía mal por la pequeña discusión que había tenido con Peter.
—Creo que iré a caminar para despejarme.
—Iré con los chicos a casar un ciervo más tarde ¿Vienes? —Pregunto el Rey Edmund mirando como su amiga se acercaba a su escritorio para escribir unas cartas.
—No cariño, primero terminaré con primero con las cartas y quizá camine un poco y tal vez vaya más tarde con ustedes.
—Bien, cuando estemos a punto de irnos te avisaré — el azabache se despidió de su mejor amiga con un beso en el frente para cruzar la puerta de su habitación y marcharse.
[...]
—Ed, has visto a Isa la estuve buscando, pero no sé donde está —pregunto el rubio, su hermano solo desvió su mirada—. Por lo que veo ya te lo contó.
—Solo te diré que estaba en su habitación y por favor, Peter, deja de ser un idiota —dijo su hermano finalmente dispuesto a irse.
El joven rubio se dirigió a la habitación de su amada, pero al entrar no la pudo encontrar, misma historia se había repetido, encontró su frasco de tinta derramarse sobre sus cartas, se acercó al escritorio y vio un montón de cartas, pero una en especial llamo su atención.
Querido Peter:Siento dejarte solo una carta, pero no creo que hubiera sido capaz de enfrentarme en persona con lo que necesito. Me conoces mejor que nadie, así que sabes que las despedidas nunca ha sido mi fuerte. Decírtelo porque siento que te vas a decepcionar de mí, pero me voy a casa. Mi madre tenía razón al decir lo que sintió por ti. Disfrute el tiempo que pase contigo, solo estaba evitando mis propios problemas, fingiendo que no existían. Pero yo no puedo permitirme vivir de mis problemas, y por eso vuelvo al origen de todo.Vuelvo a mi casa para confortar mis miedos, como dijo mi madre para convertirme en damas en la que debía haberme convertido. Intente muchas veces amarte, pero después de todo creo que he fracasado en cada uno de ellos era solo una señal de que no debiéramos estar juntos y para poder encontrar mi verdadero amor, pero realmente no creo que haya nada para mí a partir de tus hermanos. No puedo seguir siendo un fracaso entre nuestra relación. No quiero vivir mi vida decepcionando a la gente solo quiero ser feliz y quiero que tú también lo seas.No podrás serlo si estoy metido de por medio todo el tiempo. Pero te prometo que voy a tratar de encontrarte de nuevo a ti ya tus hermanos y voy a hacer que todos estén orgullosos al igual que yo estoy de ustedes. Solo espero que no estés demasiado disgustado por mi marcha. Sé que debería haber esperado a que llegaras de la casería y discutir todo esto en persona, pero siento que no me habrás dejado ir. Y sé que tienes buenas intenciones, sin embargo, esto es lo mejor que podría hacer por mí en este momento espero que me perdones y espero verte pronto a ti ya tus hermanas. Los quiero mucho y nunca olviden eso, lo siento de verdad.Siempre te amararé Peter Pevensie Mi sol y EstrellaAtentamente: Isabella Backer La luna de tu vida.
—No, no otra vez no Isabella —Peter tomo su espada dispuesto a irse, Susan lo miro y se interpuso en su camino.
—¿A dónde vas? ¿Qué pasa Peter? Está todo bien.
—Isabella desapareció, no la encuentro, dijo que volvería a casa y no sé qué hacer.
—Conozco a Isa y sé que no se fue, quizá está paseando por el castillo para despejarse.
—Quizá tengas razón.
—La conoces tanto como yo, dale espacio, quizá cuando volvamos puedas verla.
[...]
Mientras tanto en el bosque Isabella bajaba del su gran caballo blanco, frente a ella había un faro de luz, giro a todas partes hasta que encontró un sendero entre árboles, se acercó quitando las ramas ente su paso, sentí como lo dejo de sentir las ramas de los árboles para sentir algo sube a tocar su cara y sus manos, hasta que por fin sintió la madera, abrió la puerta y salió de un gran ropero de madera, Isabella miraba alrededor de toda la luz entraba por una ventana, la puerta se abrió dejando ver a su Tío —Donde has estado niña.
—Si te lo digo no me lo creerías.
—Tendremos tiempo para eso, pero será en otra ocasión, tu madre vino por ti.
—¿Qué hace mi madre aquí? Tiene noticia de mi padre.
—No lo sé mi niña, ve a guardar tus cosas tienes que irte.
Isabella hizo lo que le indico su tío, guardo sus cosas no sin antes dejarle una nota a los hermanos Pevensie, al bajar encontró a su madre que la esperaba lista para irse, de un momento a otro se encontraban en una cabaña cerca del pueblo, si Lucy estaba con ella admitiría que aquella vista era realmente hermosa, podías ver el amanecer y el atardecer, cuando llovía sentías como el viento recorría todo tu cuerpo, podías estar ahí durante horas sin cansarte.
[...]
Los Pevensie han salido del castillo, por más que Peter quería quedarse para buscar a Isabella, ninguno de sus hermanos se lo encontró, unían a Isabella y necesitaba tiempo para ella sola, los cuatro chicos comenzaron a cabalgar en busca del aquel ciervo blanco, pero el azabache se detuvo
—Chicos donde esta Ed —pregunto la reina Lucy al ver que su hermano no venía detrás de ellos.
—Creo que se quedó atrás —contesto el gran rey Peter.
—Vamos entonces —dijo la reina Susan.
Todos volvieron por el camino, encontrando a Edmund y que hablaba con su caballo Philips —¿Qué pasa Ed? —pregunto la pequeña Pevensie.
—El ciervo blanco se está alejando —dijo la joven Susan mientras veía a sus hermanos.
—¿Qué es lo que dice? —cuestiono el joven rubio.
—Esperen en el castillo, yo solo iré por él cierno —contesto Susan, todos comenzaron a seguir, Lucy miraba un farol, pues se le hacía familiar, pero no sabía de dónde.
—¿Qué es eso? —pregunto el mayor de ellos.
–Creo que lo he visto antes como en un sueño – dijo la pequeña mientras se acercaba a tocarlo –. El ropero.
—¿Qué cosa dijo?
Todos empezaron a seguir a la pequeña Lucy que se había metido entre un sendero de árboles hasta ya no había árboles sino abrigos.
—Estas no son ramas —dijo el mayor -. Son abrigos.
—SUSAN ME ESTÁS PISANDO —hablo el azabache mitras que sintió que alguien lo empujaba.
Entonces todos comenzaron a empujarse entre sí y en eso los cuatro jóvenes caen a piso, ya no eran unos adultos si no niños y parecía que el tiempo no había corrido, ya que tenían la misma ropa y estaban de nuevo en la casa del profesor Kirke y en eso la puerta se abre nuevamente dejando ver a aquel señor de edad avanzada.
—Aquí están ¿Qué hacían todos escondidos en el ropero? —pregunto el profesor mientras miraba a aquellos chicos.
—Si se lo contamos jamás nos lo creía profesor — dijo el joven rubio mientras se incorporaba nuevamente, en eso el profesor le lanza la pelota a Peter, el joven rubio la atrapa, todos miraron al profesor con una gran sonrisa—. Pues hay que averiguarlo.
—Espere profesor ¿Sabe dónde está Isabella? –pregunto el azabache.
—Su madre vino por ella y no sé a dónde se fueron, pero les dejo esto –dijo el profesor mientras extendió el libro favorito de la pelicastaña, realmente si sabía a donde había ido su sobrina, pero ella le pidió que solo le avisara a la mayor de ellos donde se encontraría para mandarle cartas a costas de sus hermanos.
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