xvi
-Vamos -dijo Peter de improviso a Edmund y a Lucy-, es la hora.
-Por aquí -indicó Susan, que parecía estar al tanto de todo-, volvamos a los árboles. Tenemos que cambiarnos.
-¿Cambiar qué? -quiso saber Lucy.
-Las ropas, desde luego -respondió su hermana-. Pareceríamos bobos en el andén de una estación inglesa vestidos así.
-Pero nuestras cosas están en el castillo de Caspian -protestó Edmund.
-No, no lo están -dijo Peter, sin dejar de conducirlos a la zona más frondosa del bosque-. Están todas aquí. Las trajeron empaquetadas esta mañana. Está todo dispuesto.
-¿Sobre eso les hablaba Aslan a ti y a Susan esta mañana? -preguntó Lucy.
-Sí... De eso y de otras cosas -respondió Peter con rostro muy solemne-. No puedo contároslo todo. Había cosas que quería decirnos a Su y a mí porque no vamos a regresar a Narnia.
-¿Jamás? -exclamaron Edmund y Lucy, consternados, el azabache estaba un poco preocupado por dejar de ver a la nueva reina de narnia.
-Ustedes dos sí volveréis -respondió Peter-. Al menos, por lo que dijo, estoy muy seguro de que quiere que regreséis algún día. Pero Su no, ni tampoco yo. Dice que nos estamos haciendo demasiado mayores.
-Vaya, Peter -dijo Lucy-, qué mala suerte. Y ¿qué vas a hacer?
-Nada, ya lo tengo casi asumido -respondió su hermano-. Es bastante diferente de lo que pensé. Lo comprenderás cuando llegue tu última vez. Pero, démonos prisa, aquí están nuestras cosas.
Resultaba extraño, y no muy agradable, quitarse las prendas regias y regresar vestidos con las ropas del colegio (no demasiado limpias por aquel entonces) a la gran asamblea.
Uno o dos de los telmarinos más antipáticos se mofaron; pero las otras criaturas aplaudieron y se pusieron en pie en honor de Peter, el Sumo Monarca, la reina Susan del Cuerno, el rey Edmund y la reina Lucy.
Tuvieron lugar afectuosas y, por parte de Lucy, llorosas despedidas con todos sus viejos amigos; besos de animales, apretones afectuosos por parte de los Osos Barrigudos, apretones de mano con Trumpkin, y un último abrazo hormigueante y bigotudo con Buscatrufas.
Y por supuesto Aria ofreció devolver el cuerno a Susan y obviamente ella le dijo que se lo quedara. Y luego, de un modo maravilloso y terrible, llegó el momento de despedirse de Aslan, y Peter ocupó su lugar con las manos de Susan sobre sus hombros y las manos de Edmund en los de Susan y las de Lucy en los de éste y las del primero de los telmarinos en los de Lucy, y así en una larga fila fueron avanzando hacia la puerta.
-Alto -dijo la azabache acercándose a ellos, Caspian trato de detenerla pero fue muy tarde.
Todos estaban confundidos antes su reacción pero sin previo aviso, la azabache tomo delicadamente la barbilla del pecoso y lo beso sin más.
Al terminar aquel largo y tierno beso juntó sus frentes aceptando así al final sus sentimiento hacia el.
-Espero volver a verte -le confeso el pecoso a Aria.
-Te esperare con ansias tu regreso.
Antes de volver a tomar su camino se soltó de las manos para besarla una vez más, quizá podrían pasar años hasta volver a verla, pero sabían que era tarde para decirse lo que sentían, pero con aquel beso todo quedo claro.
La azabache comenzó a llorar por su despedida, pero no podía hacer nada más que esperar su regreso, volvió con su hermano viento como todos se tomaban de la mano nuevamente.
El pecoso le sonrió una vez más antes de irse, después de eso llegó un momento difícil de describir, pues a los niños les pareció que veían tres cosas a la vez.
Una era la entrada de una cueva que daba al deslumbrante verde y azul de una isla del Pacífico, a la que irían a parar todos los telmarinos en cuanto atravesaran la puerta.
La segunda era un prado en Narnia, los rostros de los enanos y los animales, la mirada profunda de Aslan y las manchas blancas de las mejillas del tejón.
Pero la tercera, que engulló rápidamente a las otras, era la superficie gris y guijarrosa de un andén en una estación de pueblo, y un asiento con equipaje a su alrededor, en el que estaban todos ellos sentados como si jamás se hubieran movido de allí; un lugar un poco insulso y aburrido por un instante tras todo lo que habían vivido, pero también, inesperadamente, agradable a su modo, con el familiar aroma a ferrocarril, el cielo británico sobre sus cabezas y el trimestre de verano a punto de empezar.
-¡Bien! -exclamó Peter-. No digan que no lo hemos pasado bien.
-¡Maldición! -dijo Edmund-. He dejado la linterna nueva en Narnia.
Sus hermanos comenzaron a reir, pero el azabache solo se limito a tocar sus labios aún sintiendo los labios de Aria uniéndose por primera vez y quizá por última vez.
-Vamos Ed -trato de animarlo Peter -. Ella está bien.
-Lo se, solo que me hubiera gustado estar más tiempo con ella.
-No te desanimes, quizá encuentras a alguien más en nuestro mundo.
-No lo entenderías Su, ella es simplemente todo lo que busco.
-Ed -la ojiazul tomo la mano del peco y la entrelazado con las de ella -. Eres muy joven para enamorarte, ni siquiera sabes que es el amor.
-¿Y tú qué sabes del amor? -pregunto el azabache a la defensiva quitando su mano de la de su hermana.
-Los jóvenes se enamoran de las personas equivocadas a veces, a veces se cometen errores y está bien, puedes pensar que estás enamorado, cuando realmente estás sufriendo, al final es mejor para ti, esa es la moraleja de la historia, Ed -Susan trato de clamar a su hermano menor pero sabía que nunca le haría caso.
Lucy en cambió solo se limitaba a hacer muecas y prestar atención, pues ella no tenía mucho conocimiento sobre que era el amor.
-Escucha Ed -Peter puso su mano en el hombro de su hermano para que lo mirara -. Dicen que es mejor amar y perder, que nunca haber amado en absoluto, eso parodia ser un montón de basura, pero necesito, así que escuchen, a veces se comenten errores y eso está bien, si Ed quiere esperarla o no quiere conocer a nadie está bien y yo respeto tu decisión.
-Pero de que vas Peter, no puede esperar a alguien que ni siquiera está aquí, sabré dios si en un futuro ella se case y tenga hijos -respondió exaltada Susan.
Después de eso no se volvió a hablar del tema, pues cada uno tenía sus ideales, tal vez Susan tenía razón o quizá Peter la tenía pero eso nunca lo sabremos
[...]
-¿Esto es lo que realmente somos, dos jóvenes enamorados, que son de mundo diferente? -dijo la ojicafe admirando del cielo y sus tonos anaranjados.
-Eso me temo, Mariam-contesto su hermano viendo como ella derramada una vez más sus lágrimas, la atrajo hacia él y la abrazo.
-¿Por que me tuvo que pasar eso?
-Venga Mariam, el corazón no decide que quien enamorarse.
-Habiendo tanta gente por qué el.
-Vamos no estés así, harás que mi corazón se rompa -Caspian alejó un poco a su hermana limpiando cualquier rastro de lágrimas.
-Su alteza, el doctor humano quiere hablar con usted en la torre más alta -informó un pequeño ratón era Reepicheep, haciendo que Caspian se alejara de su hermano en busca del profesor, el pequeño ratón que venía alegre pero al ver qué su reina lloraba saco su espada y se acercó a ella rápidamente -. Mi reina, quién se atrevió a hacerla llorar, dígame y esa persona conocerá el filo de mi espada.
-Nadie a sido querido Reepicheep, solo son cosas del amor, que no puedo comprender.
-Si me permite majestad, el amor es una cosa extraña y maravillosa a la vez, no deje que una mala experiencia arruine su perspectiva de lo que es el amor, de nada sirve hacer todo el esfuerzo concentrarse solo en un persona. El amor no solo se trata de hacia otra persona de manera romántica, puede ser utilizado en cualquiera, por ejemplo yo los amo a usted y al rey Caspian, por qué son mis reyes y eso no significa que sea de forma romántica, si no como amigos y una gran admiración hacia ustedes.
-Gracias Reepicheep, tienes razón el amor no solo es de manera romántica, ven vayamos a dar un paseo por el castillo.
-¿Y podríamos dar un paseo por la cocina?
Aria sonrió ante aquella petición, entendió su mano para que el pequeño ratón subiera hasta su hombro y admirara todo el castillo desde lo alto -Claro que iremos a la cocina, no está mal dale un paseo mientras comemos y bebemos un poco.
-No se hable más su majestad demos marcha en esta búsqueda de los alimentos.
-Sabes Reepicheep, es bueno que estés aquí conmigo, me haces sentir protegida.
-No se preocupe magestad, mi espada y yo siempre seremos final ente su causa sea la que sea.
La azabache comenzó su camino acompañado del se nuevo y más fiel amigo, durante todo el trascurso todo fue risas y una que otra broma ante los telmarinos y Narnianos que estuvieran por los pasillos del castillo.
Al llegar la noche la ojicafe se dispuso a ir a su habitación, donde se acercó a su mesa, tomando papel y tinta comenzó a escribir todo lo que sentía por dentro.
Pero lo que ella no sabía es que en Londres otro azabache hacia lo mismo, ambos comenzaron a escribir todo lo que tenía dentro de ellos.
Pues esto que sabían que tal vez pasarían años hasta volverse a ver no perdían la oportunidad de escribir sus más sinceros sentimiento en una hoja de papel, que sería más que eso y se convertían en sus más fieles acompañantes hasta volverse a ver.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top