|699 días después|

Mis manos temblorosas sostenían el vidrio empapado en sangre.

En el suelo, yacía inerte el cuerpo de Minerva; sus largos cabellos decoraban la madera pintada de rojo y sus ojos abiertos se encontraban clavados en mí.

Estaba llena de tajos, su garganta abierta de par en par, su corazón muerto.

Me acerqué al cuerpo y un instinto repentino me obligó a acariciar su mejilla con suavidad mientras le cantaba una canción de cuna.

De repente, el arma resbaló de mis manos hasta estrellarse en el suelo.

Una idea vagaba por mi mente, sin embargo no lograba concentrarme en ella. Comencé a sentir un sonido agudo que me lastimaba los oídos. Imágenes confusas acudían como recuerdos lejanos, como un millón de fotografías superpuestas delante de mi.

Y entonces lo comprendí todo...

A esa mujer le pagaban para estar conmigo. Ella no era la verdadera Minerva, ¡me engañó!. Otra vez me engañaron, ¡Otra vez todo era mentira! ¿Por qué jugar conmigo de esa forma?

Tomé mi cabeza con ambas manos y la sacudí manchando mis orejas con sangre.

-¡Van a intentar encerrarme! ¡NO, NO!

No estoy loco, no estoy loco, no estoy loco...

Corrí hasta la nevera desesperado y encontré una botella que contenía poca cerveza, coloqué en un vaso lo que quedaba, y bebí ansioso.

-Por todas las Minervas - logré susurrar antes de que la policía derrumbaba la puerta de mi casa y apuntaran con sus armas hacia mí.

FIN

Muchísimas gracias por terminar de leer...