Mailén
🖤
Gigi se ve hermosa con su vestido de novia. No es sólo por la prenda blanca que se ajusta a su cuerpo, sino por su expresión: felicidad.
Berenice, Henrik y Milo revolotean alrededor. La pelirroja está en videollamada con Aura para mostrarle el vestido de la guitarrista; hasta aquí escucho los gritos de alegría de la escritora.
Ha sido una semana complicada y difícil, creo que eso se nota, ¿de qué otra manera habría terminado en la prueba de vestido de la ex de mi novio?
Suspiro hondo y esbozo una sonrisa que me cuesta un poquito. No por lo obvio, sino que estoy considerando con mucha seriedad deshacerme de mi perfil de admiradora. No es que de pronto me sienta mal por esconder algo como eso de Nico, me parece bastante inofensivo, sino que las admiradoras de la pareja de Gigi y Nico han entrado en histeria.
Fueron muchas noticias seguidas, no dejaron que las procesaran. Unos días antes ya me mencionaban como la novia de Nico. Creo que fui de los únicos perfiles de fanáticos se demoró en compartir las fotografías nos hicieron en el centro comercial, no quería leer los insultos que me dedicaban algunas, ¿qué ganan con eso? No me afectan, pero me invaden unos tremendos deseos por revisar sus fotografías y ver si en verdad se parecen a Bárbara Palvin para criticarme así.
Y, después de esa noticia, llegó el compromiso de Gigi y Karam. Las admiradoras han enloquecido, totalmente, no saben a quién odian más, si a Karam o a mí. Claro que no todo es odio, gran parte de sus fanáticos nos apoyan.
Creo que si pudieran ver ahora mismo la alegría que brota de la sonrisa carmesí entenderían que no pueden decidir con quién puede o no tener una relación Gigi o Nico.
Sin embargo, está ese pesado «sin embargo», las palabras de Karam flotan en mi cabeza.
Durante la semana el trabajo hizo que Henrik olvidara o desistiera de preguntarme sobre qué hablé con el prometido de su amiga. Quise olvidarlo también, eliminarlo de mi mente, pero no pude y me duele mucho; porque justo ahora Gigi se ve muy ilusionada con una boda de alguien que desea que no supere a su ex.
Nicolás estuvo tranquilo con el tema del matrimonio. De hecho, a la mañana siguiente del compromiso todos lo miraban con expectación cuando entramos a la oficina de Mike. Él estaba más preocupado por lucir despeinado que por la boda de Gigi.
Intenté ignorar un poco el tema, pero la piedra gigante del anillo de compromiso evitó aquello, ¡todos pueden ver ese anillo a un kilómetro de distancia! Gigi bromea con que siente su mano pesada. Nicolás me descubrió mirándolo y me besó los dedos; creo que ahí me enamoré un poquito más.
El martes fuimos a almorzar a casa de los padres de Nicolás. Su mamá preparó chiles en nogada y poco me faltó para lamer el plato, ¡cocina delicioso! Nico tuvo que regresar a la disquera, pero yo me quedé con su mamá para colocarle sus uñas de acrílico. Las pidió cortas, porque no está acostumbrada, y era la mujer más feliz del mundo cuando quedaron listas. Eligió un color rosa pálido con una discreta piedrecilla en cada una, hasta el papá reconoció que eran bonitas.
Nico fue a buscarme al salir de la disquera y nos quedamos un rato más conversando. No me quedó otro remedio que ver el reality show donde está Claudia, pero lo disfruté porque el señor es un apasionado y actúa como si fuera un reñido partido de futbol. Nicolás estaba un poco avergonzado, fue un día encantador.
Todas las mañanas él pasa por mí para ir al gimnasio, después nos vamos a la disquera donde permanecemos hasta el anochecer y luego me lleva a casa de Mike. Este fin de semana hemos planeado quedarnos en su departamento a holgazanear, nos hace falta. Mi último compromiso laboral de hoy es acompañar a Gigi, después tengo la tarde de mi sábado libre.
Gigi busca mi mirada en el espejo, contesto con una sonrisa y me pide que me acerque. Todavía percibo la expectación cuando los demás nos ven interactuar, como si esperaran que en cualquier momento nos enzarzaremos en una despiadada batalla por el amor de Nicolás.
—¿No crees que es muy simple? —me pregunta cuando llego a su lado.
—¡¿Cómo va a ser simple?! —brama Berenice, quien ya ha finalizado la videollamada con Aura—. ¡Te ves preciosa!, ¡no dejes que te digan lo contrario! —La baterista cruza los brazos sobre el pecho y me dirige una mirada retadora.
Me encanta la amistad que tienen. Nunca tuve una amiga incondicional.
—Creo que te ves hermosa, es cierto —contesto sin borrar mi sonrisa—. El vestido sin mangas o tirantes permite ver tus tatuajes y el corte ajustado delinea tu figura.
—Quiero bajar de peso antes de la boda —confiesa—. Creo que engordé.
—Por quinceava vez en dos horas, no estás gorda, Gigi —dice Henrik—. Si me gustaran las mujeres, ahora mismo me enamoraría de ti.
Milo toma la mano de Gigi y deposita un beso en ésta. La chica se sonroja y nos agradece con una sonrisa.
—Yo quería elegir mi vestido con calma, ya saben, pero Karam y sus prisas...
La sonrisa me flaquea mientras los demás se deshacen en halagos por el amor desmedido de su prometido por ella... ¡La ama tanto que quiere casarse en febrero! O sea, en cuatro meses.
El aire pesa en mis pulmones. Me disculpo y escapo de la exclusiva tienda de novias que maneja vestidos de los mejores diseñadores del país.
Mi mano presiona con fuerza en la boca del estómago. Una ligera molestia se ha desatado con la falta de aire.
El sol del mediodía cae sobre mí. Me recargo en la camioneta de Henrik, inclino el cuerpo y obligo a mis fosas nasales a trabajar; necesito aire. Inhalo con fuerza un par de veces hasta que siento que la molestia se disipa y el oxígeno entra sin tantas complicaciones.
Vic elige ese momento para llamar. Todavía no hemos hablado porque no tengo ganas, así de sencillo. Él sigue enviando mensajes o llamando, incluso Nicolás lo ha visto. No comenta nada al respecto, pero aquello parece despertar un lado primitivo y busca cualquier sitio privado para hacer el amor.
Henrik me observa desde el interior de la tienda, ¿notó mi malestar por lo que dijo Gigi? Sólo por eso contesto la llamada, el vikingo no se acercará si me ve ocupada en el celular.
—¿Qué, Vic?
—Estás agitada —nota a la primera—. ¿Estás bien?
—Sí, ¿qué quieres?
Él suspira. Escucho voces en el fondo, una guitarra eléctrica y los platillos de una batería. Debe estar con la banda.
—Disculparme por millonésima vez... Porque ya lo hice como un millón de veces por mensajes, Mai, pero me ignoras.
—No han sido un millón de veces, sino 137, checa la conversación.
Vic ríe y ese sonido me remonta a un sitio seguro donde no podían herirme porque no sentía algo especial por cierto cíclope ni por nadie.
—¿Y me perdonas?
—No lo sé —espeto y masajeo mis sienes; creo que tendré migraña—. ¿Estás con Indiex?
—Sí, en el estudio, ¿y tú?
—Acompañé a Gigi a probar su vestido de novia.
—Qué moderna —silba—. La novia acompañando a la ex.
¿Cómo sabe eso? Son rumores, pero lo ha dicho con demasiada seguridad.
—No sé de qué hablas, Vic.
—No me digas... No te preocupes, sé que eres leal, no te presionaré a decirme algo que no deseas.
—Eso ni tú lo crees.
—¡Qué poco me conoces!
—O te conozco demasiado bien.
Vic avisa que saldrá un momento y no vuelve a hablar hasta que reina el silencio.
—Este sitio es increíble, Mai.
El tono ilusionado en su voz me hace sonreír. Vic nunca creyó que podría tener un futuro en la música, consideró que tal vez le iría mejor en modelaje y que en unos años sería un desconocido más. Pero se equivocó, ahora está con una de las disqueras más grandes del país, en la misma que The Witcher y su carrera musical escala a pasos agigantados.
—¿Ya conociste a muchos famosos?
—Pues sí... Anoche fuimos a una fiesta con The Witcher.
—¿Y qué tal?
—Toni es mala copa.
Toni es el vocalista de The Witcher, la banda de rock en español más famosa de los últimos veinte años. Ya no es un jovencito, sino que tiene sus años y su abuso de drogas es conocido por todos. Pero sus presentaciones en vivo siguen siendo legendarias y cualquier álbum nuevo que saquen termina por desbancar a MalaVentura, Gray, Indiex y al que sea.
A ellos no los conocí, pero son amigos de Cristal y Mike desde hace muchos años.
—¿La pasaste bien?
—Sí —responde con tanta alegría como Gigi al verse con su vestido—. Te hubiera gustado, ¡estaban personas muy famosas!
Vic se entusiasma contándome sobre la fiesta en la que Toni fue mala copa y arrojó una botella de vodka a un artista de música urbana. Supongo que ya está en las noticias y sólo no he revisado.
—De hecho, cuando está de mala copa habla de más —añade al final de su historia—. ¿Sabes quién me dijo que Gigi y Nicolás salían?
—Toni —deduzco. Eso es malo—. ¿Acerté?
—Sí, Toni... ¿Y sabías que Toni salía con Gigi?
—¿Cómo?
La sorpresa hace que despegue el cuerpo de la camioneta y dirija la mirada hacia Gigi que continúa adentro de la tienda. Ahora lleva otro vestido, uno más pomposo y con mangas de encaje.
—¿No te contó Nicolás?
—No empieces con eso —amenazo. Intenta que desconfíe de él—. No tendría por qué contarme sobre la vida privada de su ex.
—Y por como reaccionas creo que no te ha contado muchas cosas.
—¿Qué quieres decir...?
Vic suspira, pero con tintes melodramáticos, ya lo conozco.
—Joel y Toni se han convertido en buenos amigos —comenta Vic como si fuera motivo de orgullo. Joel es el vocalista de Indiex, otro con pasatiempos cuestionables, era de esperar que fueran buenos amigos—. Toni suelta mucho la lengua cuando está de mala copa y en confianza.
—¿Sabes, Vic? Tengo trabajo, si vas a hacer esto de emoción...
—Claro, supongo que estás ansiosa por elegir el vestido de novia de la ex de tu novio.
La migraña empieza, no importa lo mucho frote mi sien.
—Pues sí, la verdad, quiero ver el vestido de novia, ¿tienes algún problema con eso?
—Cálmate, Mailén —ríe—. Mira, ni sé para qué te cuento esto, no tiene sentido... Y por mucho que presionamos, pues Toni ya no quiso decir más. Sólo añadió que el al final el karma se encarga de todos.
—Parece que su lengua tiene un tope, me alegro.
Vic toma aire.
—Tal vez sólo eran delirios por la mezcla de alcohol y drogas.
—Ya, dilo, Vic... Quiero entrar al aire acondicionado, me estoy sofocando aquí.
—Mai, no debes forzarte, lo sa...
—¡Sólo dilo!
—¡Está bien! —exclama, exasperado—. Espera, saldré al jardín.
Oh, es algo confidencial, eso logra que ignore el calor. No habla por un rato en lo que sale de la disquera. No la conozco, nunca pude ir al lugar de trabajo de Mike, pero me han dicho que es enorme.
—¿Conoces a Karam? —Es la primera pregunta que suelta Vic cuando se encuentra afuera.
—Sí, claro. Me ayudó con su avión privado cuando perdí un vuelo, conversamos un poco y volví a verlo en el cumpleaños de Mike.
Y luego quiso pagarme para embarazarme de Nico, casual. Un tipo de lo más encantador.
—¿Sabes de su accidente?
—Sí, lo sé... Iba conduciendo cuando alguien arrojó una piedra al parabrisas y perdió el control.
—Su hijo lo acompañaba.
—Sí, eso creo, no recuerdo.
Vic vuelve a tomar aire, pero ya no parece exageración.
—Toni dijo que no fue una piedra, sino un celular.
—¿Un celular?, ¿y cómo sabe eso?
—Pues dijo que estaba hospedado en el hotel de los Adem, el que está justo frente de donde sucedió el accidente.
—¿Crees que vio algo...? Si es así, debió ir con la policía...
—No lo sé, ya luego sólo dijo lo del karma y ya, se durmió.
Permanecemos en silencio un momento. Vic quiere decir algo más, lo sé, tiene esos presentimientos extraños que dice heredó de su mamá, pues ella es una persona muy sensible a las energías.
—Tengo un mal presentimiento, Mai —añade, tal como pensé—. Creo que debes tener cuidado.
—Toni está ahí, no aquí.
—Pero trabajas con MalaVentura.
—¿Y?
Vic calla un momento, como si necesitara valor.
—MalaVentura estaba hospedada esa noche en el mismo hotel.
—¿Disculpa...?
—Recuerda, Mai... Tú publicaste esas fotografías en tu página, ¿recuerdas? Cuando todos pensaban que Gigi y Eric tenían algo, hicieron unas fotos frente a un accidente y el hombre de ese automóvil era...
—Karam.
—Exacto.
Nadie lo relacionó, ni yo. Fueron sucesos aislados, o eso creímos, pero transcurrieron en el mismo instante. Cuando esas fotos salieron sólo se mencionó la sospecha de que existía algo más entre Gigi y Eric, que esa era una de las razones para que él tuviera problemas con su matrimonio; casi nadie mencionó el accidente y a los admiradores no les interesó.
En medios de comunicación se habló del accidente de Karam. Es un empresario muy conocido, pero nunca se relacionó con las fotos de Gigi y Eric; hasta ahora.
—¿Crees qué...?
—No sé, Mai, no me atrevo a emitir un juicio por los mal viajes de Toni, pero tampoco siento que estés a salvo.
—¿Y yo por qué?
—No lo sé, Mai...
Karam y su propuesta.
—No te preocupes, ¿sí? Estoy bien, puedo cuidarme, lo sabes.
—Sí, pero Mai... Joel me ha contado algunas cosas que no me provocan confianza.
—Indiex siempre ha hablado mal de Gray y MalaVentura, lo sabes.
—Bueno, tal vez tienen razón, ¿nunca lo has considerado?
—No —digo con seguridad—. Y, en serio, tranquilo. De seguro es una coincidencia extraña y a Toni se le cruzaron los cables.
—No sería la primera vez —ríe Vic un poco más calmado.
Nos despedimos de forma breve, pero animada. Decido perdonarlo para que se le pase la preocupación, pues lo manejo mejor que él.
Regreso al interior de la tienda donde Gigi porta otro vestido que es mi favorito de los que se ha probado.
La prenda es de color marfil con algunas piedras que brillan con las luces del local. Es sin mangas, ajustado sobre el busto y baja sobre su cuerpo hasta formar una cola de sirena en la parte inferior de la falda.
Gigi está frente al espejo con una sonrisa amplia, pero hay algo mal. Esa bonita curvatura se desdibuja, pronto se convierte en un mohín y sus ojos derraman lágrimas que dejan surcos sobre el maquillaje en sus mejillas.
—¡Quítenme esto! —grita—. ¡Rápido!
Tira de la tela con fuerza, está a punto de rasgar el vestido. Berenice se precipita rápido y llama a gritos a las vendedoras que se han quedado tan asustadas como yo. Henrik se apresura a cerrar la cortina de la vitrina delantera, Milo sale del cuarto para interponerse entre un par de curiosas que intentan mirar qué sucede.
Gigi no para de tironear del vestido mientras Berenice intenta abrir rápido los diminutos botones que sujetan la prenda por la espalda. Las manos de la pelirroja tiemblan y se queda a la mitad cuando Gigi pierde la fuerza en las piernas.
La guitarrista se deja caer, cubre su rostro y se convierte en la novia más triste que he visto en mi vida. Es una sirena que parece haber perdido algo más valioso que su propia voz de soprano.
Las vendedoras cierran la puerta del cuarto, pero se quedan afuera para darnos espacio; aunque yo ni sé qué hago en esta escena.
Berenice se arrodilla y abraza a su amiga. Besa su cabello, aparta los mechones negros de la frente de Gigi e intenta obligarla a bajar sus manos, pero ella se aferra a esconder su rostro mientras los sollozos sacuden su cuerpo.
—¿Qué pasa, Giovanna? —pregunta Bere en un susurro—. Si te ves preciosa, ¿qué sucede?
Gigi niega con vehemencia.
—Esto no está bien... —solloza—. No lo está.
—Gigi... Puedes detenerlo... Sabes que te apoyamos.
—No en esto...
—¿En qué...?
Gigi se cubre el rostro, una nueva ola de sollozos la envuelve.
No siento que deba estar aquí, no somos tan amigos como para que presencie esto, pero no me ha visto. Necesito salir de este lugar antes de que se incomode, no deseo provocar algo así.
—No debería ser él, Bere... —dice en medio del llanto.
—¿Qué...?
—No debería ser él...
Sus palabras se quedan clavadas en mi pecho, ahí donde hace un momento percibí una molestia, pero ahora cavan un agujero hondo donde planean vivir.
—Giovanna —llama Henrik. Está a mi lado, ni lo noté, y la potencia de su voz me provoca un sobresalto.
Gigi baja las manos y, entonces, repara en mí.
Sus ojos son tristeza pura. Ya no es la mujer feliz por probarse su vestido de novia, sino la que es miserable por casarse con alguien a quien no ama. Es una mujer infeliz porque el hombre que ama está con alguien más.
—Debo irme —murmuro.
—Mailén... —llama Milo e intenta detenerme del brazo, pero lo esquivo.
Escapo fuera de ese cuarto y de aquella tienda.
El dolor que permanece en mi pecho es más grande que el de mis pies calzados en los zapatos de tacón alto. Las calles son disparejas, me doblo el pie algunas veces, pero no puedo parar de caminar sin importar que comienza a faltarme el aire.
Estuve preparada toda la vida para ser fuerte y no dejarme vencer, pero no para ser partícipe de la miseria de otra mujer.
No sé cómo manejar que Gigi está enamorada de Nicolás.
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