6 - Él y yo

—¡Hora de irse con mamá!—escuché decir de Ámbar—. Ella los está esperando—dijo después de levantar a Sol y llevarla entre los brazos.

—Adiós Matteo—dijo Sol, cuando paso a su lado.

—Nos vemos luego, Matteo—dijo Ambar, saliendo de ahí.

—¡Vámonos campeón!—gritó Simon y Matías corrió hasta él, lo subió en sus hombros y empezó a caminar en dirección a la puerta.

—Adiós Matteo—dijeron ambos.

—Nos vemos luego—dijo Matteo sonriéndole a los dos.

«Sentí como la tonelada de nervios y miedo bajo de mi pecho cuando ellos ya no estaban acá».

—Simpáticos que son esos niños—dijo Matteo—. Y muy lindos—«Son tus hijos, obvio son lindos».

—Sí, son muy lindos.

—¿El niño es hijo de Ámbar y Simón?

—No—dije—. Es hijo de... bueno en realidad son mellizos, él y la niña.

—¡Wow!—dijo Matteo sonriendo.

—Sí—reaccione—. ¿Necesitabas algo?—pregunté.

—Eh, sí—dijo él—. Vos sabes que mañana es el primer concierto en Pila, quería saber si ya todo esta bien.

—Matteo—dije—. Generalmente yo no me encargo de eso prácticamente, pregúntale a Ámbar, o a Nina ellas tienen a mi gente trabajando.

—Esta bien—respondió él.

Ambos llevamos nuestras miradas a mi celular que empezó a vibrar y a sonar. Matteo se relamió los labios cuando vió que era Michel.

Yo observé el celular y decidí cortar la llamada.

—¿Tenes miedo que tu novio sepa que estoy acá con vos?—preguntó Matteo en un tono sarcástico que hizo que ganas no me faltaran de partirle el rostro tan perfecto que tenía.

—¿Disculpa?—pregunté.

—No me digas que Michel no es tu novio porqué claramente te ví besándolo ayer—dijo.

«Ante ese argumento no podía hacer nada».

Nuevamente el celular empezó a sonar, pero yo nuevamente rechacé la llamada.

—¡Contéstale! Yo ya me voy yendo—dijo Matteo.

—Sabes bien que aún no te vas, y no te dejaré ir—«¿Qué estás diciendo, Luna?»—. Mucho menos si es por Michel.

Él sonrió.

—¿Así qué el ex, vale más que el novio? ¡Vaya! Pensé que solamente yo tenía ese sistema incluido.

—¡Michel no es mi no...—¿Escuché bien?—. ¿Qué dijiste?

«¿Acaba de decir que; importó más yo que Emilia?».

«¿Eso quiso decir?».

—¿Qué dije?—preguntó sarcástico—. La verdad.

La puerta se abrió de un portazo.

—Señorita Luna—entró Andrea agitada—. ¡Le juro que hice todo para que el joven Michel no pasará, pero no me hizo caso!

Suspiré.

—¿Viene ahí?

Ella asintió.

—Retírate y déjalo pasar—dije.

—Creó que yo me vo...

—¡Tu te sientas y te callas!—dije hacía Matteo, a lo que él alzó las cejas y asintió.

—Como usted diga, patrona.

Le hice una mueca y espere que Michel apareciera en la puerta.

Y así paso.

—¿Por qué diablos diste ordenes que no me dejarán pasar?—gritó Michel—. ¡Quiero una respuesta y la qui...—él vio a Matteo—. ¡Claro! ¡¿Es por él?!

Ví como Matteo sonrió sarcásticamente.

—¿Y si así fuese? ¿Qué?—pregunté—. ¿Me vas a pegar?

—¡Claro que jamás haría eso!—gritó—. ¡Solamente decime cuando él esté acá!

«¡Es enserio!».

Solté una carcajada—. ¿Ya vos por qué?

—Luna...

—Michel—dije—. ¡Entre tu y yo no hay nada!

Ví como la mirada de Michel viajo hasta Matteo, y Matteo veía de la misma forma a Michel.

—¡Tenías que regresar, Balsano!—dijo Michel—. Todo iba tan perfecto cuando vos estabas lejos, ¡Siempre jodiendome! ¿No sabes hacer otra cosa? Porque esto no es de primera vez, vos ya tenes esa costumbre desde siempre, desde que te recuerdo.

Matteo sonrió.

—Michel—dijo él—. Créeme que todo esto lo hice sin ninguna intención de nada, ni siquiera sabía que vos estabas acá, mucho menos que estabas conquistando a Luna—él se acercó un poco más a él, solo un poco—. Pero sabes, espere tanto este momento ¿Sabes por qué?

Yo observé la escena, quería correr por callar a ambos, pero mi instinto me decía que debía escuchar.

«Oh, Luna. Te irás al infierno».

—Porqué así como yo aparecí para joderte a vos—dijo Matteo—. Así me jodiste vos la primera vez que apareciste en la vida de Luna ¡En ese momento me jodiste!

«Admito que eso no me lo esperaba en lo más mínimo».

—Y te odio al igual que vos a mí, desde el día que llegue con un ramo de flores para Luna, y vos la besaste—Matteo lo vió con un rostro que jamás había visto en él—. Y ahora dime, ¿Yo te estoy jodiendo? ¿De que manera? Porque no veo ni una.

Michel calló, que observaba a Matteo, y por segundos me observaba a mí.

—Apareciendo, regresando a la vida de Luna—dijo Michel—. ¡Como si vos no notas que Luna aún te ve con los mismos ojos que te veía hace años!

«¡¿Qué que queee?!». Ahora sí te pasaste de la maldita raya.

—¡Te odio porque vos provocas las mil cosas que yo quiero provocar en Luna, sin ningún esfuerzo!—Michel me vió—. ¡Vamos Luna! Tú no podrás deshacerte de mí tan fácil, porque tenemos algo que nos une, algo que por mas que queras, no podrás quitarlo porque es algo fuerte—dijo y sentí mi cuerpo tensarse—. Y sé inteligente por favor. Él ya tiene una familia, ¡Esta casado!

«Quisiera decir que sí, darle la razón a Michel, porque tal vez y sí la tenía. Pero él no sabía muchas cosas, él piensa que Matteo esta con Emilia por amor, que Emilia pasó por todos incluso por mí. Lo que él no sabe es qué yo deje que todo esto pasará, yo deje a Matteo, y también lo deje ir con ella».

—En ningún momento te dije a vos que yo tenía otras intenciones con Luna—Matteo sé puso exactamente frente a él—. Y sí así fuera, créeme que Luna sobre pasaría todo, dejaría todo por ella si algún día decido volverla a tener conmigo.

«Entonces así de bonito se sentía».

—No la tendrás fácil Balsano, yo estaré ahí—dijo Michel—. Porque hasta que eso que dices no pasé—Michel se acercó más a Matteo—. Ella conmigo será feliz—«seguramente»—. Y contigo, será la otra.

Sentí como la rabia empezó a andar por todo mi sistema, tanto fue que ni siquiera aprecié el momento en el que Matteo golpeó a Michel en la cara. Y antes de que él le devolviera el golpe, yo me puse entre ellos que si no fuese por Matteo, el puño de Michel se hubiese estampado en mi cara.

—¡Michel vete!—grité.

—Luna...

—¡Lárgate maldita sea!—grite, deteniendo a Matteo, con una mano en su pecho—. ¡Entiende Michel, lárgate!—grité una última vez, y el se fue dando un portazo.

Por otra parte me di media vuelta, para tratar de calmar a Matteo. Estaba lleno de coraje–igual que yo–pero yo no estaba alterada, y él de plano y su corazón estaba por salir.

—Matteo, tranquilo—dije acercándome a él, para tratar de calmarlo—. Por favor, cálmate—dije en un tono de voz ¿dulce?

«Esté hombre me hace hacer cosas que no quiero y no debo».

—¿Estás bien?—preguntó en un suspiro.

—Sí—respondí en un susurro.

Observando mis manos en su pecho, sentí como su respiración empezó a calmarse, y su corazón empezó a latir con normalidad. Puse una mano en cada uno de sus hombros, y subí mi mirada hasta su rostro, fue cuando me dí cuenta que estábamos muy cerca.

—¿Y, y t-tu, es-estas bien?—pregunté nerviosa.

Ví como poco a poco el se acercaba más, sentí mil cosas cuando su mano se posó en mí cintura y sus ojos viajaron hasta mis labios–yo también ví los suyos–.

—No tienes ni la mínima maldita idea de cuánto espere por este momento—dijo sin responder a mi pregunta.

Y entonces lo sentí, nuevamente éramos él y yo. Nuevamente sentí lo que era sentir eso otra vez, nuevamente me sentí en casa, me sentí bien.

El me estaba besando, y yo lo estaba besando a él.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top