56 - Todo va a estar bien
Luna
—¡Este es un mejor lugar!—escuché su voz, pero no la conocía.
Giraba para buscarla pero no, no hay nadie en este lugar.
—Es mejor que de dónde vienes—vuelvo a escucharlo.
Mi cuerpo tiembla pero me siento segura, sé que tengo miedo pero no sé a qué.
—Vos no sabes quien soy—giro para encontrarme con una mujer, jamás en mi vida la había visto.
Pero se me hacia conocida.
Sentía que la conocía.
Que era parte de mí.
—Lo temible es que nadie, nadie ha hablado sobre mí.
Me acercó a ella. Trae un vestido blanco elegante, es mayor que mi madre, incluso mayor que Sharon, es más. Se parece a ellas.
—Creo que una madre jamás debería ser olvidada.
¿Madre?
¿Es la madre de Lili? ¿Es la madre de Sharon?
—Soy tu abuela.
Quedó estática, lo único que puedo llegar a pensar es... ¿Estoy muerta?
—No hija, aún no lo estás. Tú muerte va en contra de tu naturaleza, y no todos podemos elegir que hacer...
Me acerqué a ella, tanto que la abracé.
Era tan cálida, cómo mamá.
—Ellos te necesitan...
—Sol... Matías...
—No puedes quedarte acá—dice ella—. Tienes que ver crecer a tres niños...
—Alex...
—Lo que brilla no siempre es oro, ten calma. Alex tiene a sus padres... y tú, tú tienes a tus hijos.
Una luz fuerte me aciega.
—Eres fuerte Luna, tan fuerte cómo no tienes idea.
Su imagen se va borrando y logro ver cómo se limpia una lágrima. Sus palabras solamente me han llenado de dudas. ¿Dónde estoy? ¿Voy a morir? ¿Estoy muerta?
¿Qué?
Esperen, ¡Yo...
—Es bueno recordar de donde vienes—dice de nuevo pero entonces todo desaparece, la luz llena por completo el lugar entonces cierto los ojos, un fuerte viento me llega, todo parece estar violento entonces todo se detiene.
Todo.
No hay nada.
O tal vez eso creí.
Las olas del mar se escuchan, abro los ojos y me encuentro caminando frente al mar rodeada de gente, reconozco este lugar, este lugar es Cancún.
Camino tratando de saber donde voy a llegar, pero en eso... mi corazón se quiere detener...
—¡Cuidado!
—¡Ey ey ey! ¡La próxima vez pide permiso! ¿Okay?
—Perdón, dije cuidado.
¿Soy yo? Es Matteo, me estoy viendo a mi misma, ¿Qué carajos es esto?
—Eres Luna, y brillas cómo el sol...
Ahora la fuerte luz del sol me llega en los ojos, estoy en el final de un edificio viéndome con aquel vestido Azul.
—Te voy a extrañar chico fresa...
¿En que momento llegué acá?
—¡Luna! Tus padres... están vivos.
Mi abuelo me abraza y lágrimas me salen, ¿Cómo puede estar dos versiones de mi? ¿Cómo puede retroceder el tiempo?
—Ámbar... estoy embarazada.
Veo como la rubia me abraza mientras lágrimas salen de mis ojos a la par que aprieto su cintura mientras escondo mi rostro en su cuello.
Tengo la prueba de embarazo en mis manos, y ni siquiera puedo creerlo.
—Tranquila, tranquila por favor—me dice Ámbar mientras siento su palma acariciarme la espalda.
—Lo he jodido todo—digo—. ¡Fui tan estúpida!
—¡Luna basta! ¡Esto esta hecho!
Vuelvo a ver en blanco y estoy parada frente a una pared de cristal, me acercó y ahí están mis padres...
Frente a mi hay muchas cunas, pero en particular una tiene el nombre SOL en una tarjeta rosa, y el nombre MATÍAS en una tarjeta azul.
Son tan pequeños, son mis pequeños.
Momentos que pase con Matteo desde la vez que nos reencontramos empezaron a pasarme por la cabeza, los recuerdos me llenaban y sentía una nostalgia.
Sentía miedo.
¿Y si no podía salir de acá?
¿Si quedaba en el tiempo?
—NO LUNA—Me grita una voz—. Esto no es nada absolutamente fuera de lo normal. Es un sueño, estás dormida.
¿Quién esta hablando?
—Y ahora despertaras.
Las cosas suceden más rápido y esa luz blanca se va desvaneciendo para ser solamente un foco en el techo...
Solo eso...
—¡Luna!—escucho la voz de Matteo.
—¡Oh my gosh!—esa de seguro es Ámbar—. ¡Ha despertado!
—¡Llaméis al doctor, de prisa!
Me siento un poco mareada, sin embargo, con el tiempo cada vez es menos. Observo a mi alrededor, estoy en el hospital y Matteo esta en la puerta llamando a alguien. Me veo a mí y tengo miedo de empezar a sentir algún dolor, pero no, nada. Cómo si todo hubiese estado normal, cómo si nada hubiese pasado... cómo si Michel no me hubiese...
¿Dónde esta él? ¿Dónde esta Michel?
Observo cómo Matteo se acerca a mí con una sonrisa en el rostro.
—Mi amor—dice él.
—Hola—respondo y me da un beso en los labios.
—He llamado al doctor, justamente acaban de realizar los últimos exámenes para saber si no hay nada malo en vos, si todo esta bien.
Yo sonreí.
—Todo va a estar bien.
—Lo sé cariño, lo sé—Matteo beso mi mano.
—¿Cuanto tiempo he estado así?—pregunté.
—Desde ayer por la tarde cuando recibiste los disparos, casi veinticuatro horas—dice él.
¿Qué?
—¿Dónde están los niños?
—Fernanda los ha llevado a un parque, tenían mucha ansiedad—dijo.
—¿Fer está acá?—pregunté.
—Y Emilia también.
Sonreí de nuevo.
Pero borre la sonrisa al instante.
—¿Y Michel?
Matteo arrugó la cara.
—¿Enserio Luna?
—Matteo, anda.
—No tenemos ni queremos noticias de él. Y si tu segunda pregunta es que si le disparaste, ¡Sí! Le diste uno cerca de las pelotas.
—¡Júralo!—dije divertida.
—Luna, odio al tipo pero... no es divertido.
—¡Claro que sí!—dije empezando a reír.
El negaba con la cabeza.
—Señorita Benson—entra Patrick, el doctor de la familia con expediente en mano.
—Hola Patrick—saludo.
—Diría que me agrada verte, pero... para tenerte en una cama de hospital prefiero no hacerlo...
Matteo y yo reímos.
—Bien, al parecer las balas no hicieron un gran daño—dice él—. Eso sí Luna, deberás alimentarte bien porque has perdido mucha sangre...
Asentí.
—Fue una pequeña fisura, pero ni siquiera rozó la placenta.
¿Placenta?
—¿Placenta?—pregunto.
Matteo se acerca a mí.
—¿Qué es placenta?
¡Oh Dios mío! ¡Tan estúpido eres Balsano!
Ignoro la pregunta de Matteo y solo concentro mi atención en el doctor.
¿Placenta? ¿Acaso estoy...
—Señorita Luna, esta embarazada.
.
.
.
¡SOLO NOS QUEDAN DOS CAPITULOS!
¡La segunda temporada está lista para ustedes!
💛
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