5 - Sueños

Ya es de noche, recién acosté a los niños y me dirijo a mi habitación pensando únicamente en el beso de Michel.

Es cierto que Michel es una persona que adoré desde que lo conocí, es demasiado idéntico a mí, pero aunque intenté corresponderle no podía.

Siempre seguía pensando en Matteo.

Por mi cabeza siempre pasó que la supuesta "boda" de Emilia y Matteo jamás existió, pero no pensé que fuese cierto. Tal vez fue solamente una ocurrencia de Emilia para que me pusiese furiosa, porque ella tendría el lugar que Matteo tantas veces me prometió a mí. En fin, no quería pensar más en las palabras de Matteo, pues si él sigue con Emilia, es por algo, por su hijo tal vez, o simplemente porque Emilia si lo conquisto–definitivamente la primera, por su hijo–.

Después de acomodarme la ropa de dormir, me cepille el cabello y me recosté en la cama. Cerré los ojos, y dormí.

Adiós mamá—escuché la voz de Sol.

—¡No te quiero volver a ver!—¿Dónde estaban?

—¿Por qué me ocultaste a mi padre?—ese era Matías.

Seguía buscando en cada rincón de la mansión dónde carajo venían esas voces, necesitaba encontrarlos, explicarles todo.

—¿Por qué lo hiciste, Luna?—giré y logré ver a Matteo en el final del pasillo.

—Matteo...

—¿Por qué me hiciste esto?—dijo nuevamente—. Me iré con ellos, jamás volverás a saber nada ni de Sol ni de Matías.

—No... ¡Matteo! Por favor no—dije mientras lloraba.

—Ahora te toca sufrir lo que vos me hiciste a mí—dijo él.

—Perdóname, Matteo.

Ví como Sol y Matías tomaron las manos de Matteo, los tres me observaban como si fuese la cosa más mala del mundo. Matteo quién tenía a cada niño en una mano, me observaba.

—¡Niños! Perdónenme, por favor—dije y empecé a correr en su dirección.

—Le mentiste a mi papá, no pensaste en nosotros.

—Matías, por favor—dije y seguía caminando.

—Hasta nunca, mamá—escuché a Sol.

Corrí lo más rápido que pude, y cuando estaba cerca. Ellos desaparecieron.

—¡Sol! ¡Matías! ¡Matteo!—gritaba.

Lágrimas sin control se escapaban de mis ojos mientras escuchaba pasos, pero no sabía dónde estaban.

—¡Regresen! Perdónenme—grité.

Caí de rodillas al suelo, esperando que ellos volvieran.

—Hasta nunca mamá—escuché la voz de ambos, y en ese precisó instante los pasos desaparecieron, y el fuerte ruido de una puerta me alertó. Camine y era el cuarto de los gemelos, abrí la puerta esperando que estuviesen ahí pero no.

En la habitación no habían dos camas, era una habitación normal vacía y con una cama solamente.

—¡No, no!—grité y salí corriendo cuándo choque con mi madre—. ¡Mamá! ¿Los viste? ¡¿Dónde están?!

—¿Dónde están? ¿Quiénes?

—¡Sol y Matías mamá! ¿Dónde están?

—¿Quienes son ellos?

Entré abrí los labios, no podía ser cierto.

—Mis hijos, mamá. Mis hijos.

Ví como ella sonrió.

—Cariño, vos no tenes hijos—dijo—. Ellos no existen más para vos, te odiaron, te botaron, te dejaron. Olvídate de ellos.

¡No! ¡No!

—¡Sol! ¡Matías!—grité.

—No volverán Luna, se fueron. Para siempre.

Para siempre.

Para siempre.

¡NO!

—¡No!¡No!—grité—. ¡Sol! ¡Matías!

Corrí por toda la mansión.

—¡Sol! ¡Matías!—ya no podía más—. ¡Sol! ¡Matías!.

—¡Sol!—me levanté de la cama, agitada, estaba sudando, ví a mi alrededor.

«Es solo un sueño».

—¡Maldita sea!—dije y me deje caer en la cama nuevamente—. Tengo que darme una ducha.

Después de eso, caminé hasta el cuarto de ellos, lentamente abrí la puerta y me acerqué a la cama de Matías.

Él dormía, su respiración lenta. Me recordaba tanto a Matteo.

—Ma—escuché, era Sol. Caminé hasta su cama que estaba algo retirada de él.

—¿Que pasa, pequeña?—pregunté pensando que ella estaba despierta, quedé helada cuando ví que estaba completamente dormida.

—Ma—dijo nuevamente.

—Acá estoy—dije, y tome su manita.

—Mat—comprendí que no me llamaba a mí, ¿Llamaba a Matías?

La observé, su respiración estaba normal, su cabello rubio descansaba en una cola. Pero quería saber que pasaría.

—Papá—dijo y trague duro.

¿Sol estaba soñando? ¿Con su padre? Imposible, no lo conoce.

—Matt—dijo en otro susurro.

Y me puse atenta.

—Papá—su respiración empezó a acelerarse.

Seguía ahí, escuchándola. No podía despertarla, seguía susurrando cosas cuando lo escuché.

—Matteo—dijo ella.

Abrí los ojos como platos. Y observé a Sol, ahora ya estaba tranquila, y su respiración era normal, me alejé un poco y empecé a caminar.

—¿Mamá?—era la voz de Matías.

Giré y me acerqué a él.

—¿Que haces acá?

—Solamente vine a verlos.

Él sonrió.

—¿Podes quedar a dormir conmigo?—preguntó él.

Y me gustaba que ambos hablaban español con acento mexicano, pero también se les salía lo argentino.

—Claro que sí, cariño.

Y un segundo, quedé completamente dormida.

(...)

—¿Tu crees que ella, sepa algo de Matteo?—pregunté.

—Es imposible Luna, casi nadie sabe que el verdadero padre de los gemelos es Matteo—me dijo Ambar—. Es solamente noción de Sol.

—¡Es como tú!—musitó Simón—. ¿Te acuerdas? Soñabas mucho con la mansión cuando llegaste, con el jardín y...

—Y resultó que vos sos Sol Benson.

—Tienes razón—dije, y si tenían razón.

—Creó que es momento de hablar con la verdad, Luna—dijo Simón—. Si empiezas a ocultar las cosas, se volverá algo mayor.

—Matteo entenderá, todo lo hiciste por él, pensaste solamente en él, y no en vos. Tiene que ser muy estúpido para odiarte sabiendo que todo fue por él.

—¡Es que no se que decir!

—Se te ocurrirá.

—El primer concierto de Matteo es mañana, yo creó que será buen momento decirle después de eso—dijo Simón—. Si le dices antes, quién sabe.

—¡Luna!—Nina entró corriendo—. ¡Sol y Matías están hablando con Matteo!

«Y que me caiga un rayo, que digo un rayo, ¡Toda ma maldita tormenta!».

—¿Qué?—gritó.

—En recepción del tercer piso.

«No, no, no, no».

—Iré yo—dijo Ambar—. Esperemos que los niños no hablen más—dijo y salió de ahí, Nina la siguió.

—¿A dónde vas?—Simón me detuvo cuando estaba por salir.

—¡Con ellas!

—¡Oh, claro! ¿Y que los niños te llamen "mamá" frente a Matteo y los planteamientos de que él es el padre comiencen? ¡Te quedas acá! Le dirás, pero ahora no. Tiene que estar muy concentrado para el show de mañana.

Bufé, y tenía razón. Ir solamente empeoraría las cosas.

Me tranquilicé cuando los ví entrar.

—Solamente hablaron de Italia, así dijeron ellos—dijo Ambar.

—¿Enserio? Sí ustedes ya conocen Ita...—lo recordé—. ¡Claro! Ahí no.

—¡Queremos conocer Italia! ¡Es maravilloso!

«Y lo más maravilloso son los Italianos».

—Sí, algún día iremos—dije—. ¿Que más hablaron con el señor?

—Pues de nada más, solamente de eso, tía Ambar llegó y nada más paso—dijo Sol—. Es bueno, me cayó bien.

—¡Tiene mucha onda!—dijo Matteo.

Ámbar sonrió y Simón también.

—¡Seria tan cool tener de papá a ese chico!—«¡Díganme que no dijo eso!»—. ¿Tendrá hijos?—«Oh, vamos».

—Ojalá vuelva a verlo—dijo Matías—. ¿Cual era su nombre? ¡Oh, sí! Matteo.

—¿Matteo?—preguntó Sol—. ¿Seguro que Matteo? No sé dónde escuché ese nombre.

Se olvidaron de eso, cuándo la puerta sonó.

—Abro yo—dijo Simón.

Yo observé a Ambar que me sonreía por la forma en que ellos hablaban de su padre. Era lindo y gracioso a la vez.

Espero y algún día perdonen esto, y que Matteo no me vea con ellos, al menos no ahorita.

—¡Matteo!—dijo Simón y yo me aventé de la silla al escuchar su nombre.

Ambar me vió, yo la ví y luego ví a mis hijos.

—¡Matteo!—gritaron Sol y Matías con una sonrisa en el rostro.

«Y cojones hago ahora».

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top