49 - Mal presentimiento
No tenía hambre, ví a Matteo que me observaba y también veía mi plato. No había probado nada de la pasta, a pesar que se veía muy rica.
—Tomaré un vuelo para México—dije.
Todos quedaron boca abiertos.
—¿Qué?—dijo mi madre—. Luna...
—¿Ocurre algo?—preguntó mi padre.
Negué con la cabeza.
—No he visitado a mis padres, además aprovecharé para dejar la invitación del cumpleaños de los niños.
—¡¿Podemos ir Mamá?!—preguntó Matías inmediatamente.
Cierto es que ambos de mis hijos les encanta viajar a México, pero Matías tiene un cierto flechazo y esta obsesionado. Se ha aburrido de todos los lugares, sin embargo México es esa canción favorita que todos tenemos, jamás nos aburrimos de ello.
—Cariño, te cansarás. Es muy rápido esto. Será demasiado agitado.
—Mamá por favor.
—Matt.
—Por favor—dijo con ojos de borreguillo tierno.
—¿Sol, vos querés ir?—preguntó Matteo.
Sol bajó la cabeza.
—Quedé de acompañar a Georgia en su evento de bienvenida, Elena la gritó cuando se lo pidió.
Rayos.
—Elena es ...
—Es una niña que solamente creía ver a sus padres juntos todo el tiempo—dijo mi abuelo—. Pero Geo, no tiene la culpa de nada.
Asentí.
—¿Entonces mamá?—preguntó Matías.
No quería llevarlo, independientemente que es cierto que será un viaje sumamente corto y muy agitado, Matías tiene muchísimo tiempo de no ver a sus abuelos, de no tocar el agua del mar de Cancún.
Estaba pensando seriamente en agregar un día más para que no sea tan pesado para mi hijo, Matteo me acompañará, no le he dicho nada pero sé que el no me dejará sola.
—Alexis, vamos—dije, esperando que Alex asintiera.
Temía que su respuesta fuese negativa, sin embargo de inmediato a vió a sus padres que asintieron indicándole que permiso sí tenía.
—¡Sí, Alex! Vamos.
Alex asintió y sin querer, terminaré llevando a dos niños, dos hijos prácticamente porque Alexis se ganó mi corazón desde que nació, es cómo mi hijo mayor.
—Hoy por la noche saldremos, bueno, tal vez a media noche—dije.
—Avión comercial o llevaras el Jet.
—Por la hora que saldré, el Jet.
—¿Cuantos días tendrás allá, mamá?—me preguntó Sol.
—Cariño, pensaba llegar y estar solamente una noche ahí, pero tus hermanos van y tendré que quedarme otra noche más.
—¿Irás con ellos, papá?
Matteo no dijo nada.
Entonces me vió y me susurró.
—No quiero dejar a la niña sola.
—No estará sola—dije.
—Papi, quédate—pidió Sol, y fue la pieza del rompecabezas para que Matteo decidiese quedarse.
—Quedaré contigo, mi amor.
Sol sonrió.
El día pasó normal, cierto es que este lunes los niños entran a clases,y no quiero cansar tanto a Matías y Alexis. Arreglé la ropa que iba llevar y fui al cuarto de mi hijo para arreglar la suya también, Ámbar se encontraba con Alexis arreglando su maleta. No sé qué pasó en mi mente cuando acepté llevar a los dos niños siendo que la familia no está completamente segura. Me dan escalofríos de sólo de pensar que puede pasar algo malo durante el camino o estando en México.
Llegó la tarde, llegó la noche. Eran las 11:30, y el jefe de seguridad está esperando que nosotros estemos listos para subir al instante que el Jet toque el suelo. Siempre acostumbran a revisarlo, y acomodarlo dos horas antes de salir o así, pero por recomendaciones, el Jet bajará cuando los niños y yo, ya tengamos todo. No podrán evitar notar que salimos, sin embargo ya estaremos yéndonos cuando inicien com sus conclusiones.
El fuerte viento empieza alborotarme el cabello a la par que el jet va bajando, Matías y Alexis toman fuerte mis manos mientras ven hacia atrás que viene el chico con las maletas.
—¡Adiós Mamá, adiós Papá!—gritó Alexis.
Matías dijo adiós a su padre y a Dustin, Sol abrazó a mi padre Bernie. Mi pequeña quedaba triste, sin embargo me sentía orgullosa de ella.
A pesar de ser tan chica, ella se ha comprometido y lo va a cumplir.
Alexis me suelta el agarre y va corriendo hasta su hermanito, Andy, que le da un beso en la mejilla, luego ve a Sol, esta inmediatamente se suelta de mi padre y ambos se abrazan.
—Cuida al menso de Matías—dijo Sol.
Alexis sonrió y volvió a tomar mi agarré.
Ya arriba de este, dimos el último adiós con la mano y nos adentramos bien para tomar nuestros asientos, sería un viaje largo, pero no tan largo como otros que había tomado.
En el camino pensé que Alexis y Matías quedarían completamente dormidos en cuestión de minutos, sin embargo fue todo lo contrario.
Un sonido extraño se escuchó sin embargo el piloto dijo que todo estaba perfectamente.
—¿Te asustaste? Mariquita.
—¡Matías!—regañe.
—¿Yo? Claro que no—se defendió Alex—. Alucinas.
—Sí te has asustado, vos no podes mentirme a mí.
—No me he asustado.
—Delicadito.
—¡Uy! Lo dice el que no quería dormir a lado de Zoe porque se le podía pegar el cabello pelirrojo ayer que Sol estaba enferma.
—Eso es muy diferente—dice Matt—. Tu cara fie de una niña asustada.
—Basta niños.
—Miedoso—repitió Matías.
—¿Lo dice el que va a dormir con su hermana cuando tiene pesadillas?
Matías quedó callado.
—¿Tienen hambre?—pregunté.
—¡Venían hamburguesas y papas! Y yo que pensé que ni agua habías subido Mamá.
Serví a cada uno su cena número dos, esperando que así lograran dormir.
No fueron los resultados que esperaba, pero alrededor de una hora después ambos quedaron dormidos. Estaba rogando que no pasara nada malo, que mi sueño solamente fuera eso, un sueño.
En qué momento empecé a temblar por la seguridad de todos, la familia jamás había vivido esta etapas donde todos tuviésemos que estar demasiados cuidados.
Es estresante.
Es muy estresante saber que gente mala está acechando a los tuyos.
Solamente rogaba que en Cancún las cosas estuviesen calmadas, muy diferentes a como las dejé en casa.
En la tarde envía un mensaje a mis padres para informarle que estaba yendo a la casa y que llegaría por el amanecer, sin embargo no recibí respuesta de ellos por lo que me alarme un poco más, mi sistema se tranquilizó cuando hablé al teléfono de la casa y me dijeron que estaban ocupados atendiendo unos negocios.
Sin embargo cuando me llegó su mensaje... me dejó muchísimo en qué pensar.
¿Acaso no podría estar tranquilo jamás en algún lugar?
Solo tenía un mal presentimiento y era que nada, nada estaría bien.
Que para que esto estuviese tranquilo, tendría que que haber sangre.
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