42 - Si quiero
—¿Segura que será algo sencillo?—me preguntó Livia—. Luna.
Yo sonreí y asentí.
—Sí, cómo te dije—me acerqué—. Esta boda sería hasta dentro de dos meses, pero por situaciones tiene que ser ahora. Será en el jardín de la casa de ellos, íntimo.
—Pero, no tengo ropa para...
—¡Es lo de menos! Puedo prestarte lo que gustes, excepto el vestido amarillo que ves ahí porque ese llevaré yo—sonreí—. Creó que si te queda lo mío, pasa a mi armario y toma lo que te guste.
Ella sonrió y se puso de píe.
—Bueno, tengo que irme porque quedé de apoyar a mi amiga antes de su boda.
Salí de ahí y en la puerta ya estaba Matteo, observándome cómo si me hubiese esperado por años.
—Quita esa cara, Balsano—dije.
—Gaston está insistiendo, y la señorita no bajaba de su habitación—dijo y se dió media vuelta.
—¿Puedo conducir?—pregunté.
Él giró para verme.
—¿Hablas enserio?
Asentí.
—Bien—dijo—. Eh eh, eso tiene que costarte algo.
Se acercó a mí y me dió un beso en los labios.
—Ese precio puedo pagarlo todo el tiempo—dije y sin más subimos al auto.
Encendí el auto y Matteo solamente observaba mis movimientos.
—Mamá sabe conducir, papá.
—¡Santo cielo!—grité—. ¿En que momento entraron? Es más, ¿Quien les dijo que irían?
Sol y Matías se vieron el uno al otro.
—Eh.
—Lo más lógico sería bajarlos y dejarlos en la mansión, saben—dije.
—Pero cómo papá ya dió permiso, los llevaremos.
Giré a ver a Matteo.
—Amor, empieza a andar el auto—dijo.
«Tres vs uno; punto a favor de los Balsano».
Llegamos a la casa de Nina, donde ya estaban acomodando todas las cosas en el jardín, Sol y Matías fueron a buscar inmediatamente a Georgia para estar con ella. Nina había salido hacer unas cosas con Gaston, entonces nos dimos una vuelta por el jardín para ver qué tal estaba quedando la decoración, a pesar de que esto no es una fiesta tan grande por los problemas que hay en esta familia, todo eta saliendo bien y todo esta en orden.
«Hasta las ganas de casarme entraron en mi».
A lo lejos de la casa, divisé que paro un auto color café.
—Pensé que no vendría—dijo Anna, la madre de Nina—. Iré por ella.
No entendía de quien hablaban, pero cuando ví a Eric bajar del auto y luego a Elena, supe que era la niña.
Elena no tenía una buena cara, sin embargo bajo su mochila y se despidió de su padre. Eric saludó a Anna y a Gary que también venía entrando.
—Georgia—escuché a Matías–. No te pongas así.
—Me va a gritar—respondió la pequeña.
Me acerqué a ellos, y Georgia me sonrió.
—Tiene miedo porque ahora Elena está acá—dijo Sol—. ¡Estábamos jugando tan bien!
—Acá estaremos, con vos—dijo Matías—. No tengas miedo.
No dije absolutamente nada, lo cierto es que no sabía que decir. Jamás me había tocado una situación donde alguien le tenga miedo a su hermana mayor.
—Ya quiero que venga mi mamá—dijo Georgia, queriendo llorar.
—¡Ey, pequeña!—apareció Matteo—. ¿Por qué quiere llorar la nena?
—Elena ha venido.
—Tu papá ya está acá, no te preocupes—dijo Matteo.
Y así cómo lo dijo, Gaston apareció saliendo de su auto después de entrar al garage. Inmediatamente llegó a nosotros y vió a su pequeña que de inmediato llevo a sus brazos.
—¿Y mamá?—preguntó.
—Tu hermana estaba en la entrada cariño, quedó ahí para tomarla—dijo.
—Esto no es normal, deberían llevar a esta pequeña con un psicólogo—dijo Matteo.
«¿A Georgia? Matteo esta loco».
—No tiene que llevar a un niño sano, por culpa de otro niño que en verdad tiene problemas—dije—. Geo, no tiene la culpa del carácter tan... tan anormal de su hermana.
Gaston asintió.
—Lo que más me gustaría sería que ellas se llevarán tan bien cómo ellos—señalo Gaston a mis hijos—. Mira la relación que ambos tienen con Alex.
—Es nuestro hermano—dijo Matías—. No llevamos el mismo apellido pero es nuestro hermano.
—Cierto—dijo Sol—. Andy y Theo también.
—¿Theo?—preguntó Gaston.
—Larga historia, hijo de mi hermano.
—¿Hermano?—dijo sorprendido—. De que me he perdido.
—Fernanda está embarazada—dijo Matteo.
Yo empecé a reír.
—¡¿Enserio?! Vaya que si me he perdido de mucho.
—¡Embolia se va a casar!—gritó Sol.
¿Qué?
—¿Quién?
—Embolia, tu ex novia.
Gaston soltó una carcajada.
—Emilia
Después de hablar un rato, vimos la hora y salimos corriendo a la mansión.
Aún faltaba ducharme, y quedar lista para la boda. Era mucho en tan poco tiempo. Y eso me aturdía.
Cuando llegué a la mansión, mi madre estaba casi lista y Ámbar tenía los bollos en la cabeza aún.
—¡No te has bañado!—grito, pero pase corriendo directamente a la ducha.
Hice tiempo récord en secarme el cabello y planchármelo, no me maquille tanto pues es una fiesta de día y no quería mucho contorno, me acomodé de buena forma el cabello y me puse el vestido, busque los tacones que más le quedarán y me lo amarré a los pies. Por último escogí bien los accesorios que llegaría y apliques perfume. Vi que Mateo también ya estaba listo, más bien lo vi en la cama viendo tele desde hace media hora.
«Enserio que están fácil ser hombre».
Llame a los niños que empezaron a bajar,y admito que le quedaba demasiado bien ese vestido que mi tía Sharon le había comprado en Paris.
Sol gozaba de más cosas por ser la única niña.
Entre cinco niños, ella es la única niña.
Llegamos a la boda, todo transcurrió tan bien, Nina estaba demasiado feliz y eso me alegraba demasiado. Me encantó volver a ver a los chicos, Yam y Ramiro ya estaban de vuelta y nuevamente vivirían en Buenos Aires junto a sus hijas, Jim y Nico también hicieron lo mismo.
«Todo toma su lugar, Nico después de irse con Ada, regresó y ahora tienen una niña y un niño, ¡Loco pero cierto!».
—¿Y ustedes no piensan casarse?—preguntó Jazmín.
—Jazmín vos cállate que ni novio tenes—dijo Delfi.
—¡Delfina tu siempre de metiche!—dijo—. Luna, hice una pregunta.
Pero no sabía que responder. En lo más particular no sabía lo que Matteo quería ahora, no sabía si ya estaba pensando en matrimonio o algo así.
—¿Sabes? También yo lo he pensado—dijo Ámbar—. ¿Boda si, o boda no?
No respondí, solamente quedé viendo a Matteo que estaba con los chicos divirtiéndose. Me encantaba cuando me veía y me sonreía.
—¡Jim!—dijo Nina—. Tú tampoco estás casada.
Jim asintió.
—Bien, yo tampoco tengo anillo en el dedo—dijo Yam.
—Osea, solamente yo—dijo Ámbar—. Delfi, y Nina somos oficialmente casadas.
—Yo que no tengo ni novio, ustedes ya tienen mas de un hijo—dijo Jazmín haciendo puchero—. ¡OMG! ¡OMG!
—Bien, tengo que lanzar el ramo—dijo Nina y se puso de pie corriendo a la pista, Ámbar la ayudo a sacar su vestido largo y se fue.
—Yo soy casada, pero para más suerte–dijo Ámbar siguiendo a Nina.
Los chicos empezaron hacer una bulla, sabían de qué se trataba y aunque esto no era algo serio, era divertido.
—Espero que el ramo me traiga un novio—dijo Jazmín y empecé a reír.
Todas las chicas de las diferentes mesas se acercaron a la pista, Las chicas y yo estamos exactamente enfrente. Nina toma el ramo y nos da una sonrisa a todas, pareciera buscar bien el punto donde aventará el ramo.
—¡Suerte chicas!—gritó una chica.
—¿Qué hace Ámbar ahí?—gritó Simón casi ebrio.
Pero solo reímos.
—Tres...
—Dos...
—Uno...
Nina aventó el ramo, y Yam lo tomó. «Tenía que estar demasiado alta».
Yam vió a Ramiro y este sonrió.
—¡De nuevo!—dijeron, y sí.
Nina iba a lanzar otro ramo.
¿Dos?
La cuenta regresiva comenzó, pero esta vez no lo aventó. Se dió media vuelta y me sonrió.
No entendía nada.
—¡Espero una boda pronto!—dijo Nina y me entrego el ramo.
Todas hicieron una bulla y yo abracé a Nina.
—Te amo mejor amiga.
—Y yo a tí, mejor amiga—respondí.
Entonces me separé de ella dispuesta a ir a mi lugar. Pero una bulla más fuerte empezó.
Entonces me di media vuelta y lo ví.
—Esto es hermoso—escuché decir a Ámbar.
Quise llorar.
Matteo estaba ahí, con una rodilla en el suelo y una cajita con un anillo dentro.
No pude contenerme.
Me acerqué más a él.
—Luna—dijo—. Esta de más decir que te amo, porque creó que lo he demostrado... en cada oportunidad que tengo.
Yo asentí con los ojos llenos de lágrimas.
—Luna, mi amor—dijo—. ¿Quieres casarte conmigo?
—¿Te queda alguna duda chico fresa?—estaba tan feliz—. Sí Matteo, si quiero.
Dije y el me acomodó el anillo, después le di un abrazo.
—Te amo chica delivery—me susurró.
—Y yo a ti chico fresa.
🧡
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