40 - Tenemos que volver
—Que estúpida—dije tapándome el rostro cuando el chofer me dejo frente a la casa de Roma—. Nunca fue número sesenta y siete, todo el tiempo fue número setenta y seis, en otra calle—negué con la cabeza.
Matteo tomó mi mano.
—Lo importante es que ya sabemos lo que queríamos, ¿no?—dijo y me volteó para darme un beso en los labios.
Sonreí y bajamos del auto, ví a mi izquierda y mi madre bajaba junto a mi padre, ahí también venía mi abuelo.
—Esperen un minuto—dijo Livia mientras abría la puerta.
Freddy tenía la mirada puesta en el suelo y su pequeño hijo que llevaba entre los brazos le preguntaba porqué lloraba.
Entramos, y la chica nos llevo hasta un cuarto en la segunda planta.
—Matteo—dije antes de entrar—. Yo no tengo nada que hacer ahí.
Todos pasaron a mi lado y se adentraron al cuarto donde seguramente estaba Roma. Me asomé al pequeño balcón que había ahí y note que varios del vecindario estaban en sus puertas observando las camionetas que habíamos traído cómo si fueran gran cosa.
Solo son autos, autos de doscientos mil dólares.
—Quiero salir de acá—dije—. No... pued...
Sentí una nostalgia que me hizo querer salir corriendo de ahí, quería estar en casa, con mis hijos.
—¡Ey!—dijo Matteo—. ¿Porqué estás así? Amor, si no quieres estar acá, vamos a la casa.
Yo asentí lentamente y salimos de ahí junto a Matteo.
—¿Crees que el acepte vivir con nosotros?—pregunté.
—No tengo idea, el ya tiene una familia... creó que sí.
—¿Te das cuenta? Toda mi vida ha sido una total mentira.
—Cariño, basta—dijó abrazándome.
—¿Cuantas cosas más faltan por descubrir?
—Estoy seguro que ya no habrá más secretos en la familia—dijo—. No estás sola, amor.
«¿Qué haría sin Matteo?»
—Me temo que el viaje para los niños, no será en estos meses—dije bajando del auto.
—Sabrán esperar, ¿Sabes? Aveces siento que en realidad no tienen seis años.
—Son demasiado extrovertidos—dije y tomé su mano—. Sol es más.
—Mi niña esta rodeada de demasiados niños—soltó Matteo sonriendo.
—Matías, Dustin, Alexis... Andy pronto crecerá—dije.
—Y si tu hermano, acepta ser parte de nosotros, será un niño más—dijo.
Comencé a reír.
—Al menos no tendré que cuidar a Sol yo solo, tendrá a muchos hermanos que no la permitirán estar con cualquier engendró que quiera estar con mi princesa.
Yo solté una gran carcajada.
—De eso se encargaran Alex y Matías—dije—. Ahora podrás dormir más tranquilo, eh.
«Hablando del rey de roma».
—¡Papá, Mamá!—llegó Matías—. ¿Han visto a Sol?
Negamos con la cabeza.
—Llevo buscándolos todo el rato—dijo—. Definitivamente estoy más ciego que Dora la exploradora.
¿Qué?
—Matías, ¿ves Dora la exploradora?—preguntó Matteo.
—Eh, en realidad lo ve Alexis—dijo—. Aveces lo vemos por Sol.
Ajá.
—¡Tenemos las maletas listas para ir mañana a Disneyland!—gritó—. Chao—y se fue corriendo.
Quedé sería y ví cómo él se fue corriendo totalmente entusiasmado.
—Lo entenderán—dijo Matteo—. Vos estate tranquila.
No respondí solamente bajé la mirada y seguí mi camino, sabía que mis hijos podían entender pues ellos siempre fueron muy entendidos cuando no podía hacer las cosas, pero me sentía mal con el hecho que era una promesa que iríamos junto a Matteo a Disneyland este mes.
—Sabes que para nada me gusta verte de esta forma, Luna—Matteo se puso frente a mí—. Vos no sos así, y...
—Tengo demasiadas cosas en la cabeza Matteo—dije—. Es todo un laberinto.
—Gastón ha llamado hoy por la mañana—dijo–. Eric ya se llevo a Elena.
Maldita sea, Nina debe estar tan jodida cómo yo.
—Elena es tan...—dije—. Siempre creí que todo se arreglaría.
—Nina no esta tan... Gaston dijo que ella no quería llorar, pues fue decisión de la niña y además Georgia está ahí.
—Es tan frustrante esto, lo juro.
—Lo gracioso de esto es que, Gastón me comentó sobre un posible adelanto de boda—abrí los ojos—. Quiere casarse lo más pronto con Nina para que pueda tener a Georgia como su hija.
—¿Cuando es eso?—pregunté.
—Supuestamente en las próximas dos semanas.
—!No! Es demasiado pronto—dije—. ¿Dos semanas? ¿Ya cancelamos el viaje a Disneyland y ahora también lo haremos con Venecia?
—¿Ya no iremos a Disney?—preguntó Sol tras de mí, cuando logramos entrar a la casa.
Matteo me vió, y yo lo ví a él.
—¡Si porque tío Gastón y tia Nina adelantarán su boda!
—¡Enserio! ¡Que padre!
Yo sonreí aliviada.
—Señorita Luna—se acercó Dan, El encargado de la seguridad de la mansión de acá, en España–. Alguien ha estado entrando a la mansión de Buenos Aires—dijo llevando consigo la tableta digital—. Se desconoce la identidad del tipo que ha estado adentrándose en la mansión, siempre ha llegado muy cubierto para que ninguna de las cámaras logre identificarlo.
—Sol ve a jugar—dije, pero fue demasiado tarde. Sol ya había escuchado.
—¿Cuándo fue eso?—preguntó Matteo.
—Fue ayer por la noche aprovechando que la familia estaba tomando el vuelo para acá.
—¡¿Cómo es posible que no logren detenerlo?! ¿Están viendo que esta un tipo dentro y no hacen nada?
—Justamente ese es el problema señorita Luna—dijo—. El tipo va armado, y ha disparado al perro en él intento de evitar que este entrase a la habitación de los niños.
—Rex—dijo Sol y empezó a llorar—. Papá, yo quiero a Rex.
—¿Cómo esta?
—Afortunadamente el perro pudo salvarse, la bala no era de alto calibre y no perforó ninguna parte de mayor importancia. Fui hasta tres horas después que lo sacaron de ahí.
—Maldita sea—dije.
—Solamente va a la habitación de los niños—dice Matteo.
—No—responde él—. También va a la habitación de ustedes—dijo Dan—. Pero tarda mucho más tratando de abrir la puerta de lo pequeños.
—Al parecer no tiene idea que nadie de nosotros está ahí.
—El no es ningún desconocido—dijo Luna—. Sabe perfectamente dónde está cada cosa, y la habitación de cada quien.
—Los hombres ya están listos por si vuelve a aparecer hoy por la noche, Rex está en la clínica, grave pero va a salvarse.
—Tenemos que volver pero ya—dije.
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¿Que creen que sucederá?
La muerte esta taaaaaaaaaan cerca de TLHPT!
Voten mucho y comenten mucho para el próximo capítulo.
¿Qué quieren que suceda?
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