36 - Esta noche, mando yo
Antes de que yo pudiese hacer cualquier cosa, pensé dos cosas.
La madre de Ámbar acaba de morir, y Matteo esta drogado. Entonces respiré profundo y me acerqué hasta ella, la jale del brazo y la saqué de ahí.
—¡Oh Luna!—dijo ella—. Luna lo lame...
—No digas eso, porque sabes perfectamente que no lamentas nada—tome su bolso y se lo di—. Puedes largarte antes que te arroje por esa puta ventana y termine con tu maldita vida de golfa—dije y sin más ella se fue de ahí.
—Matteo—dije, pero al parecer estaba completamente dormido, camine hasta la barra y compre una botella de agua fría, lo puse en su mejilla y pareció reaccionar—. ¿En que demonios estabas pensado Balsano?
El me vió confundido, lo entendía. Pero estaba molesta.
—¿Qué pasa?
—Pasa qué Alexa Smith, les dió unas copitas de "bájame las bragas" a Simón y a ti.
—¿Bájame las bragas? ¿Qué es eso?
—¡Te drogo, Matteo! Y estaba besándote justo ahora—dije y el se puso de pie de inmediato.
—¡Está loca!—quiso caerse, pero lo tome de las manos—. ¡No es cierto! ¿Por qué? ¡Oh maldita sea! Le dije a Simón que no traería nada bueno.
Él tomó un poco de agua y yo quedé ahí sentado junto a él un gran rato, y ya era momento de bajar, pues ya estaría lista la mamá de Ámbar para el funeral. Entramos al elevador y el tomo mi mano asegurándose que no estaba molesta con él.
Pero entonces quizo besarme.
—¡Oh no! Lávate la boca primero—dije, y él empezó a reír.
Una semana después...
—En tres días nos veremos, ¿verdad?—me preguntó Sol antes de subir al auto.
—Sí pequeña, en tres días llegarás a España con la tía Ámbar—dije—. Luego iremos a Paris para estar todo el día en Disneyland ¿te parece?
—¡Sí!—dijo y me abrazó.
—Mi mamá ya sonríe más—llegó corriendo Alex—. ¡Tía Luna, mi mamá ya se ríe!
Dijo y lo abracé, Ámbar había tenido una semana muy difícil, después de todo tenía que salir adelante, pero saber que no estuvo con su madre el tiempo que pudo, la cegó un poco de culpa.
—¡Todo estará mejor, ya verás!—dije.
—¿Tía Fernanda irá con ustedes?—preguntó Matías acercándose.
—Así es pequeño, ¿me extrañarán?
—Mucho—dijo Sol y la abrazó—. ¿Me comprarás algo en España?—Sol empezó a reír.
—¿Qué quieres? ¿Un niño guapo?
—¡Noooo!—gritaron Alex y Matías al mismo tiempo.
—Sol no puede tener novio—dice Alex.
Todos empezamos a reír, entonces llegó corriendo Dustin.
—¡Pensé que llegaba tarde!—dijo para después abrazarme—. ¡Buen viaje!
Admito que este niño se robo completamente mi corazón, es tan lindo.
—¡Nos veremos en tres días!—dije y el sonrió.
Después de eso, Matteo Y yo subimos al auto que nos llevaría al aéreopuerto, esta vez decidimos usar un vuelo comercial porque no queríamos usar el Jet, pues en ese viajarían todos dentro de tres días, pero antes, pasamos a la empresa por unas cuantas cosas. Llevaba tomada la mano de Matteo, Fernanda y Thiago nos seguían y entonces la ví.
¿Qué hacía Alexa Smith, en mi empresa?
Estaba sentada, tan falsa cómo siempre. Entonces solté la mano de Matteo y me encaminé hasta ella.
—¡Luna!— dijo con sus maldita sonrisa más falsa que sus tetas, mientras se puso de pie, entonces aproveché.
Preparé mi palma, y me aseguré de darle la bofetada que jamás olvidará en su vida. Ella terminó sentada nuevamente en el sillón, se llevó su mano hasta su mejilla y con los ojos abiertos como platos me miro ofendida.
—¿Que te pasa?—me preguntó—. ¿Estás loca?
—Eso debí preguntar yo, el día que drogaste a Matteo y lo estabas besando inconscientemente—dije—. ¿No te da pena? ¿Tener que dormir a los hombres para poder besarlos? ¿Tan necesitada andas? ¿Acaso tu marido no te complace?—me acerqué a ella—. Conmigo no te vuelvas a meter, porque contigo si se me olvida que eres prima de Ámbar y puedo hasta sacarte los bonitos ojos que tienes. Quiérete, valórate, y deja de andar de zorra.
—Luna vámonos—llegó Matteo—. Por favor amor.
Tome la agarre de Mateo y salimos de ahí, la cara de Fernanda era para morirse.
—¿Ella es Anorexia?—me preguntó riendo—. Simón ebrio es todo lo que esta bien.
—Y Matteo ebrio es todo lo que esta fácil.
—¡Hey! Más respeto señorita—dijo—. Que agresiva.
Yo solamente empecé a reír.
En cuestión de minutos ya estábamos en el avión, Fernanda llevaba un sin fin de comida porque no había desayunado y tenía demasiada hambre.
—Fernanda, él queso te hace daño—dijo Thiago.
—¡Solamente es un poco!—dijo ella—. Exagerado que sos, mira, solamente llevan los nachos y las papas.
—Cómo digas, solamente espero y tus nauseas no te den arriba del avión, cómo hace dos meses.
—¡Ay ya!—lo calló—. ¿Tienes alguna idea de dónde iniciar tu búsqueda?
Asentí.
—Tengo una dirección localizada en google maps, me la pasó el hijo de un señor que trabajo muchísimo tiempo con mi familia, era el mejor amigo de mi abuelo—dije—. Espero que si ayude de algo.
—¿Tienes alguna idea de cómo sea él?
—No, ni siquiera estoy tan segura que se llame Freddy—cerré los ojos—. Espero y no sea tan difícil.
—Ya verás que no, me tendrás a mí para lo que necesites—dijo—. En estos tres días al menos un poco de información obtendremos.
—Mañana no podrás ni salir del baño del hotel, ¡por comer queso!
—¡Tanto odio por un poco de queso Thiago!
—Mejor dame esos nachos a mí—dijo Matteo y se los quitó—. Muchas gracias.
Él empezó a reír.
Fernanda lo observó con la boca abierta.
—Ni siquiera intentes quitárselos—advirtió Thiago.
(...)
—Mañana tendremos un largo día, ya son las tres de la madrugada—dije mientras veía a Fernanda en la puerta de su habitación—. Descansa Fer.
—Igual, dulces sueños—dijo y sin más me di la vuelta y cerré la puerta, la habitación era demasiado linda y amplia.
Estaba acomodando la sabanas, y las almohadas para dormir ya.
Entonces siento como Matteo se acerca y me besa el cuello, yo me jadee cuando lo sentí.
—¿Estás cansada?—me susurró.
Y sabía cuales eran sus fines.
Sentí también cómo empezó a acariciar mi trasero bajo la pequeña bata que traía, cada vez se acercaba más a mi intimidad y cerré los ojos mientras solté un pequeño gemido cuando sentí sus dedos moverse tan bien.
—Esta noche—me susurró—. Mando yo.
Y sin más me tumbo a la cama.
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¡HOLA HOLA!
¿Qué queréis que suceda?
Dejen sus comentarios, claro que los leeré; (si sus ideas son buenas, claro que las escribo)
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