35 - ¿Dónde está Matteo?

No sentí dejar ahí a todos los que tenía a mi alrededor, camine rápido y de inmediato me subí a mi camioneta.

¡Sylvana ya estaba bien! ¡Qué diablos esta pasando! ¡Qué diablos había pasado!

Hablé a Matteo, pero no respondía. Después de tanto Simón me respondió y llegué al hospital.

¡Y la misma cosa de siempre! Las cámaras ya estaban ahí de a montones y tenía que pasar rápido pero parecía difícil eso. Entonces llame a mis hombres y abrieron paso.

—¡Ámbar!—no dije nada más, la vi y de inmediato la abracé y ella soltó el llanto—. Lo siento demasiado, yo no sabía nada.

Ella no respondió, se aferró más a mí y yo también hice lo mismo.

Entonces mientras tenía a Ámbar en mi brazos, ví a Dylan Smith. Y no podía creer lo que veía, el mismo chico que rechacé hace un tiempo, hoy estaba completamente distinto. Se veía, bien, muy bien.

«Pero no tan bien cómo Matteo».

Quedé sentada un rato con Ámbar, que tenía la vista fija en la pared en blanco del hospital, acariciaba su cuidado cabello rubio mientras escuchaba sus sollozos. ¿Se dan cuenta?

¿Que tan rápido la vida termina? ¿Que en realidad no somos nadie a la hora de morir? Vaya, ahora me doy cuenta de todo lo que Ámbar perdió, y sé que eso se lamenta ahora mismo; tuvo a su madre para disfrutarla, sin embargo el dolor y saber que no estuvo con ella cuando más sentía que le faltaba ese cariño maternal, la convirtió así. ¿Por qué no actuamos y vivimos al momento? Creo que si tenemos algo, debemos aprovechar al máximo porque no sabemos cuando Dios nos los quitara.

En la puerta aparecen Fernanda y Thiago, que inmediatamente se acercan a nosotras.

—Ámbar—dice Fernanda, la rubia la observa.

—Fernanda—dijo Ámbar—. Fernanda, ella se fue.

Me hice un lado para que ahora ella hablase con Ámbar, y entonces me senté a lado de Thiago, que no tenía para nada un buen rostro.

—¿Ya saben algo del hombre que llegó a la mansión?—me preguntó.

—Ni idea, las cámaras no logran captar su rostro, pero tengo a mis hombres pendientes por si llega alguien extraño nuevamente.

—¿Dónde están ellos ahora?

—Están en casa de Nina, con la madre de Nina y Andy quedó junto a Sharon en la mansión—dije.

—Es lindo.

Arrugue la cara, «nada es lindo ahora».

—¿Qué cosa?

—Tener hijos—dijo él.

Me partía el corazón cada vez que Thiago hablaba de eso, es horrible intentarlo y no lograrlo; más si es lo que han anhelado toda la vida que llevan juntos.

—Sí—respondí.

Y lo recordé...

—Matías, no, eso no se hace—dijo mi padre cuando jalo el mechón de cabello de su hermana.

Matías saco un sonido extraño de los labios porque no podía ser una palabra, no tenía sentido en ningún idioma.

—¿Quieres más, bebé?—pregunté a Sol que me veía recostada, sus ojos verdes se iluminaban—. Ven con mamá, ¡ven hermosa!—dije y la levante en mis brazos.

—Mamá.

Mi padre observó a Sol.

—¿Que ha dicho?—preguntó.

Yo observaba a Sol que sonreía.

—¿Sol?—dije demasiado emocionada.

—Mamá—esta vez fue Matías.

Mí padre sonrió.

—¡Lili, mira a este par!

—Mamá—volvió a decir Sol, y le sonreí.

—Así es cariño, yo soy mamá.

—Lu.

Mis padres tomaron un poco más de atención a Sol en ese momento, ¿Lu? Que trataba de decir.

Mi corazón saltaba de gusto pues mis hijos no tenían ni un año y ya sabían decir; mamá.

Su primera palabra fue; mamá.

—Lu—volvió a decir Sol y sonrió—. Mamá.

Dijo de nuevo, y estuvo así un gran tiempo.  Lu y Mamá, éranse sus nuevas palabras favoritas.

—Lu—dijo Sol—. Lu, Luna.

Y ese momento fue uno de los más hermosos de mi vida.

—Sí Thiago, los hijos son lo más hermoso que pueda existir en el planeta.

—Y tú tienes a dos—dijo él.

—La mansión sin Sol, Alex y Matías no sería la misma. Ellos son la luz de ahí.

Él agachó la cabeza.

—Espero que por fin, Fernanda logré... Ya sabes.

Mi corazón empezó a latir fuerte cuando vi que en la misma puerta donde anteriormente entró Fernanda, apareció Emilia tomada de la mano con Benicio. No, a mí no me molesta en lo absoluto que la ex de Matteo estuviese acá, pero si sabía que había una rivalidad entre Fernanda y Emilia, y cuando ví que Thiago se puso de píe y llegó a lado de Fernanda que ya tenía su mirada de veneno puesta encima de Emilia, me puse de pie para llegar hasta ella, pero un Simón diferente se atravesó en el camino.

—¡¿Qué diablos pasa contigo?!—le susurré—. Estas... ¡Simon estás ebrio!

—¿Enserio?—dijo—. No me había dado cuenta, ¡Matteo también está así! Asi que no me regañes.

—¿Sabes qué esta pasando justo ahora? ¿No tienes vergüenza?

—¿Que es eso? ¿Vergüenza? ¿Se come?—dijo y apenas le entendía—. ¡Ya sé! ¡Vergüenza es una chica guapa, con un trasero enorme!

—¡Simón cállate la boca! ¿Sabes que esta ocurriendo?

—Sí lo sé—dijo—. Se mamá de Ámbar la murió, digo... Se murió la mamá de Ámbar.

—Simón eres un descarado, ¡mira cómo esta Ambar y tú acá pensando en una chica de trasero grande!

—Se llama Vergüenza, no "una chica dé trasero grande" respeta que es una dama.

—Simón, ¿que bebieron?

El cerro los ojos, y reconocí ese gesto.

Alguien los tenía drogado.

—La prima de Ámbar, cómo se llama esta...

Claro, claro.

—¿Anorexia?

—Alexa, Simón, ¡Alexa!—dije y mis instintos reaccionaron.

¡Claro! Alexa Smith. La misma que ha estado estupendamente enamorada de Matteo los últimos años; ¿Cómo lo sé? Ámbar me ha dicho.

Ahora la pregunta es.

¿Dónde está Matteo?

—¿Dónde esta Matteo?

—Con la Anorexia.

Mierda, y mil veces mierda.

—¡Alexa, Simón! ¡Alexa! ¿Dónde están?

—No sé,  a la cafetería creó, pero la de arriba.

¡Claro! La cafetería que justamente está más silenciosa; malditos.

Tome mi bolso y camine hasta el elevador, prensé los botones y subí hasta ese piso, salí de ahí y solamente estaban un par de ancianos tomando café, y justamente cuándo giró la mirada.

Ahí estaban, la misma cara de Chucky con esas tetas que son más falsas que mi cabello rubio, arriba de...

Cuándo me acerqué, solamente logre que mi corazón se partiera en mil pedazos, que un nudo en la garganta se formará y me sintiese tan mierda cómo nunca antes me había sentido.

Estaba abierta, encima el regazo de Matteo, besándolo.

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Pd; no me odien jaaaa'

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