16 - Oh, drama
Matteo
—Emilia, creó que estás siendo un poco exagerada—dije mientras la veía.
—¡Matteo! Estoy embarazada—dijo.
—¡Justamente por eso Emilia!—dije, empezaba a sofocarme—. Estás embarazada, no estás muriéndote.
Ella abrió la boca, se había ofendido.
—¡Matteo no estás siendo nada comprensivo conmigo!
—¡No tienes ni cinco centímetros de panza! No te quiero ver cuando tengas ocho meses—dije—. ¡Una dramática!
—¡Matteo!—dijo—. ¡Auch!—fingió sentirse mal.
Me había artado.
—¡No pienso perderme la fiesta por estar encerrado en la cocina con vos!—empecé a caminar hasta la puerta.
—¡Lo que tu quieres es ver a Luna!
«¿Qué? ¿Enserio había dicho eso? ¿Acaso ella es adivina?».
—¡Sí, Emilia! La quiero ver—dije sin pensarlo.
«Mierda».
—¿Qué?
—Nada—digo rápido.
Ella se acercó a mí con pasos cortos y rápidos, me jalo la camisa y me acercó a ella.
—¡Si te vuelve a acercar a Luna, te juro que te hago el escándalo de mi vida!—musitó.
—Emilia estás loca—dije—. Vos no vas venir a darme ordenes, estoy demasiado grande para saber que quiero—observé la puerta—. Y que no quiero—la ví a ella nuevamente.
—¡Te fuiste corriendo hasta ella cuándo bajo de su auto junto a los hijos de Michel!
«¿Hijos de Michel?»
¿Sol y Matías hijos de Michel?
Quise empezar a reír.
—¡No te cansas de envenenar gente Emilia!—dije—. ¡Ahórrate tus palabras!
Intenté salir de ahí.
—Te lo digo muy enserio Matteo—dijo—. ¡Tu no dejarás sin padre a nuestro hijo!
Me ardió, sus malditas palabras me ardieron. Nuevamente las mismas palabras.
Las mismas de hace siete años...
—Rápido que me voy yendo—dije acomodando mis patines en la mochila.
—¿Esa es la forma de tratar a tu novia?—preguntó ella.
Maldito el momento dónde me segue, cuándo me desesperé por perder a Luna.
—Emilia estoy hablando muy enserio—dije—. ¿Cual es tu noticia tan importante cómo para atrasar mi reunión con la disquera?
—¿Irás a la disquera o a verte con Luna?
«brincos diera si Luna aceptará salir conmigo de nuevo».
—¡Disquera! Emilia—dije molesto, tome mi mochila y salí de mi habitación.
—¿No te parece muy raro que Juliana los eligiera nuevamente para pareja protagonista siendo que ahora tu novia soy yo?
—¡Emilia! Basta de celos—dije dándole la espalda—. No es para nada raro, Luna y yo tenemos una conexión que ella no puede tener con otro, y que yo no puedo tener sin ella.
No vi su rostro, le daba la espalda.
—¡Con Luna siempre lindo! ¡Siempre es la más perfecta!—«es la más perfecta»—. ¡Entiende que ya terminaron!
—¡Pero no lo quiero entender maldita sea!—grité.
—¡Pues es mejor que lo vayas haciendo porque ahora estás conmigo!
—No vamos a durar Emilia—dije irónico—. Sabes que solamente estoy contigo para olvidar a Luna.
Se cayó, no dijo nada. Yo estaba buscando mi casco, en algún lugar lo había dejado. Después de la disquera tenía que ir al Roller, y no encontraba mi casco nuevo. Estaba apresurado y entonces lo escuché.
—Estoy embarazada—dijo.
¿Qué? No no, la prisa me confundió.
Escuché mal, tuve que escuchar mal.
—¿Qué dijiste?—pregunté ahora prestándole atención.
—Que estoy embarazada Matteo—repitió—. Vamos a ser papas.
Creó que ese si fue un momento para decir "La cague". Me separé de Luna por nada literalmente, no se si fue un juego del destino. Pero debo decir que si fue así, ganó todo los puntos.
Eso no, eso ya no se va a repetir. Otra vez ya no.
—¡Vos no sos nadie para decirme que hacer y que no!—le tomé la muñeca—. Ya fue demasiado Emilia, fui un cobarde antes ¡pero no volverá a ser lo mismo! Ahora se muy bien lo que quiero, ¿y sabes qué?
Ella me veía con coraje.
—No quiero estar contigo—solté su mano y salí de ahí para dirigirme a la fiesta.
Todo el estrés se fue a la goma cuándo vi a mi hija sonreír junto a su madre, Matías estaba con cara de puchero. Seguramente las dos estaban molestando a mi pequeño.
Matías sonrió al verme y corrió hasta mi, lo alce en el aire y luego lo abracé.
—¡Papá!—dijo después.
—¡Ay papá! Tu hijo es un gallina—dijo la pequeña y se echó a reír. Luna también quería reírse, pero se detenía.
—¡Claro que no!—dijo él en su defensa—. La salsa de las palomitas está demasiado ardiente.
—Definitivamente yo soy más mexicana que vos—dijo Sol, sonreí.
«Es más mexicana y dice "vos"».
—¡No se pasen mujercitas! Ahora Matías no está solo, ¿verdad campeón?—dije, el sonrió y chocamos los puños.
—¡Luna! Ayuda por favor—se escuchó la voz de Nina. Luna rápidamente bajó a Sol de su regazo y se puso de pie.
—¡Haz el trabajo de padre!—dijo antes que se fuera.
Sonreí.
¡No podía creer que tenía dos hijos con Luna! Es maravilloso.
—Bien—baje a Matías—. Vamos allá—dije y ellos de adelantaron corriendo.
Cuándo llegué me senté entre ellos dos, y empezamos a hablar y a reír. Me sorprendía la capacidad que tenían ambos para platicar. No se les hacia extraño nada, ni siquiera el porqué de las cosas.
—Me alegra que ya estén juntos—dijo Ámbar acercándose con Alex tomado de la mano—. Te ves tan bien de papá—dijo y empecé a reír.
—Es algo loco—digo—. Venir por tu gira y resulta que tienes dos hijos con la mujer de tu vida.
«¿Enserio dije esto frente a tres niños que tienen una mente más rápida que un correcaminos?».
—¡Lo sabía!—gritaron los tres.
—¡Mi tía Luna también se muere por ti!—dijo Alex y choco los puños con Matías.
—¡Niños!—dijo Ámbar con una sonrisa—. Demasiada información ¿no?
Ellos sonrieron, menos Sol.
—¿Y a vos que te pasa pequeña?—pregunté.
Ella solamente negó con la cabeza.
—Sol—dijo Ámbar en forma de advertencia.
—¡Deja de ser amargada!—dijo Matías.
—¡No soy amargada!—dijo ella.
—Matías—esta vez habló Alex—. Sol no es amargada.
¿La está defendiendo? Yo a esa edad solamente hacía llorar a mi prima Flor.
Que buenos niños.
—¡Es amargadísima!—dijo el mismo.
Matías y Alex empezaron a reír. Ámbar regaño a su hijo.
—¡Tu no te metas, Alexis!—grito Sol, y empezó a correr tras él.
Pero Alexis es muchísimo más rápido.
—¡Esperen!—Matías pego el brincó y empezó a correr.
Empecé a platicar con Ámbar, por fin conocí al pequeño André, o Andy como le dicen todos. Es un niño muy lindo.
Perdí de vista a los niños, pero sabía que estaban bien.
—¡Matteo, vámonos ya!—me dí la vuelta para observar a Emilia. Quién no se había dado cuenta de la presencia de Ámbar—. Quiero salir de acá ya, ¡me art... Ámbar!
Ámbar sonrió.
—Hablamos luego—dijo Ámbar tomando mi hombro—. Si es necesario que te vallas, no te preocupes. Yo me encargo de tus hijos.
Dijo y se fue.
Emilia tenía una sonrisa en el rostro.
—¡Incrédula! Tu hijo ni siquiera ha nacido y todavía habla en plural—dijo—. ¿Qué? ¿Te emocionaste porqué te dijo que tienes hijos?—ella empezó a reír.
Perdónenme, pero si no fuese un caballero ya le hubiese partido la cara.
—¡Papá!—reconocí esa voz—. ¡Papá, papá!—era Sol corriendo hacía mi.
Matías venía tras ella.
—¡Matías me quiere meter a la alberca!—gritó sin dejar de correr—. ¡Papi!–gritó y cuando estuvo cerca la alce a mis brazos.
—¡Así no se vale!—dijo Matías—. ¡Bájala Papá!
—¿Papá?—me había olvidado de Emilia.
—¡Rayos!—dijeron Sol y Matías.
La cara de Emilia era innombrable. Pagaría por ver eso, lo juro.
Sol se movió indicando que quería que la bajara. Y corrió hasta estar a un lado de su hermano. Sol tenía miedo, sabía quién era Emilia.
Acto de eso, Sol se aferró a la mano de Matías, sin dejar de ver a Emilia que quería sacarse los ojos.
La cara de los niños también era de otro mundo, ambos estaban quietos, sin dejar de ver a Emilia.
—¿Por qué te dicen papá?—pregunto Emilia con los ojos llorosos—. ¿Por qué esta niña te dice papá?
Quedé callado.
Sabía que se aproximaba una discusión, la cual no quería que los niños escucharán.
La tomé del brazo para intentar sacarla, pero esta se safo del agarre.
—¡Te pregunté algo Matteo!—gritó, ahora no solamente tenia la atención de mis hijos. Si no de más personas.
Ví cómo Alex llegó corriendo, tomo la mano de Sol y la jalo para afuera indicándole que tenían que salir de ahí. Sol apretó la mano de Alex, pero al mismo tiempo soltó el agarre de ambos y salió corriendo. Matías no se movió, pero Alex fue a seguirla.
—Matías—dijo Ámbar y levantó al niño en sus brazos—. Ten un poco de educación Emilia, es una fiesta de niños. Ve a hacer tus dramas afuera, y si tantas ganas tienes entra a la casa—gritó Ámbar con Matías en los brazos.
Me sentía tan mierda.
—¡¿Por qué te llaman papá, Matteo?!—gritó nuevamente.
Yam llegó y jaló a Emilia hasta dentro de la casa. Simón tomó a Matías y Ámbar siguió a las chicas.
—¡Suéltame pendeja!—gritó Emilia.
Yam no respondió.
—¿Por qué te llaman pa...
—¡Porqué son mis hijos! ¡Porqué yo soy su padre! ¡Porqué tienen mi maldita sangre!—grité, en fin. Ya estaba adentro.
—¡Maldito estúpido, mentiroso!—gritó y quizo golpearme pero Ámbar la detuvo—. ¡Eres tan estúpido, te tomo el pelo! Tu único hijo es este—señalo su vientre—. ¡Este! Est...
—¡Emilia!—gritó Ámbar cuándo esta se desvaneció en el suelo, logre tomarla—. ¡Llamen a una ambulancia!—gritó Ámbar.
Pero no sabía si esto era cierto, o solamente quería tener la atención de todos y lograr que me fuera con ella.
¿Lo malo?
Ya lo había conseguido.
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Capítulo + largo; 1655 palabras.
Leó sus comentarios, escuchó opiniones; comenten.
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