17. UN DÍA COMPLETO


—Hola, Jongdae —la señora Kim lo saludó con una sonrisa al abrir la puerta—. Pasa.

—Buenos días —Jongdae la saludó educadamente ofreciéndole una canasta llena de frutas.

Ella tomó el presente pareciendo sorprendida.

—¿No es muy temprano para visitas? —le preguntó suavemente, intentando no sonar grosera—. Min no mencionó que fueran a salir.

—No hemos planeado nada aún —Jongdae dijo con un toque de incomodidad—, le dije que vendría por la mañana.

—Creo que sigue dormido, parece que se durmió bastante tarde anoche.

—Se comió cuatro algodones en la feria, seguro le costó trabajo dormir con tanta azúcar.

—¿Por qué se comió cuatro?

—Le gustan mucho.

Ella suspiró.

—Deja de comprarle tantos dulces o vas a enfermarlo. La última vez le regalaste una caja enorme de chocolates y se los comió todos en una sola noche.

Jongdae sintió sus mejillas calentarse.

—Lo tendré presente.

Ella le dio una evaluadora mirada y sonrió.

—De acuerdo, ¿lo despierto ya, o dejamos que el olor del desayuno lo despierte?

—Déjelo dormir —Jongdae respondió después de pensarlo por un momento, tal vez no sería sabio lidiar con un malhumorado y hambriento Minseok.



¿Soufflé? —la señora Kim alzó sus cejas—. No, nunca los he hecho de esa manera.

Ils sont délicieux —Jongdae murmuró distraídamente—. ¿Tiene un batidor?

Parlez-vous français ? —ella preguntó mirándolo sorprendida.

Je parle un peu —Jongdae murmuró cohibido con la entusiasmada mirada que le daba su suegra.

Ella sonrió soñadoramente y suspiró. Abrió un cajón de la cocina para buscar el batidor.

—Quería aprender muchos idiomas cuando era joven —comentó.

—Aún es joven.

—Pero mi memoria no es tan buena.

—No deje que eso la desanime —Jongdae le dijo con el ceño ligeramente fruncido—. Mi papá olvida incluso dónde tiene la cabeza, pero siempre intenta cosas nuevas.

Ella lo miró atentamente mientras rompía los huevos justo por el centro antes de echarlos al tazón.

—Jongdae, ¿tus papás están divorciados?

Jongdae negó pareciendo sorprendido con la pregunta.

—No, ¿por qué?

—Curiosidad —ella respondió restándole importancia con un gesto—. ¿Quién te enseñó a cocinar?

—Hice un curso durante las vacaciones del año pasado.

—¿Siempre tomas cursos durante las vacaciones?

—Sí, mi mamá me inscribe en cualquier cosa, nunca me deja estar demasiado tiempo solo en casa. Siempre dice que aprenda todo lo que pueda y quiera mientras no tenga que trabajar, porque luego el trabajo me absorberá.

—¿Tú te harás cargo del negocio familiar? —ella preguntó tentativamente, Minseok había mencionado que Jongdae era hijo de empresarios, pero que no sabía mucho más.

Jongdae asintió, pareciendo de pronto un poco agobiado al respecto.

—Seguro lo harás bien —ella le palmeó un hombro suavemente. Jongdae sonrió un poco más animado. El muchacho tenía una peculiar sonrisa, amplia y retorcida, era muy bonita—. ¿Y de qué va el negocio familiar?

—Bienes raíces.

—¿Bienes raíces?

CinquoKims —Jongdae murmuró, esperando que no supiera de qué hablaba, aunque era algo difícil—. ¿Ha escuchado de ella?

La madre de Minseok asintió lentamente intentando no parecer demasiado asombrada. ¿Tenía en su cocina al hijo de esos Kim? No solo eso, ¡lo tenía preparando soufflé! Se apresuró a quitarle el el tazón y continuó batiendo los huevos y el queso ella misma. Cielo santo, sabía que Jongdae venía de una familia acaudalada, se notaba a simple vista en sus modales y en sus prendas, sin contar con el lujoso auto que conducía, pero no creyó que fuera alguien tan rico.

¿Qué hacía Minseok saliendo con un multimillonario? Aunque, si llegaban a casarse seguro tendría la vida resuelta.

—No debí haberlo mencionado —Jongdae murmuró y soltó un suspiro—. La gente siempre reacciona así.

—Lo siento, es solo que... ¿que hace un chico como tú saliendo con un chico como Minseok?

Jongdae frunció el ceño.

—¿Qué tiene de malo? —preguntó luciendo preocupado de perder su aprobación.

—¿Tus padres lo saben? ¿No les molesta?

—Lo saben —Jongdae confirmó, se los había dicho durante las vacaciones de fin de año, aunque no había mencionado que se suponía que eran novios falsos—. Y no hay una sola razón para que lo desaprueben; Minseok es una buena persona y un estudiante ejemplar y talentoso.

La señora Kim lo miró luciendo conmovida por un momento y luego frunció el entrecejo.

—Pero niño, ¿cómo vas por las calles sin protección?

Jongdae sonrió ampliamente, su sonrisa además de divertida, parecía llena de orgullo.

—No se preocupe, estoy bien entrenado, además solo puedo conducir dentro de la ciudad.

—¿Por qué?

—Porque sino mis padres me quitarían el auto.

Ella rio suavemente y le revolvió el cabello.

—De acuerdo, creo que esto ya está, ¿qué sigue?




Minseok despertó casi a las diez de la mañana. Se había pasado toda la noche anterior dando vueltas en la cama, rememorando los últimos besos que compartió con Jongdae y sonriendo como un estúpido.

Bajó los escalones para ir por algo de comer, ya que su radar interno había captado el delicioso olor del desayuno hecho por mamá, quien descansaba todo el fin de semana y se dedicaba a limpiar la casa y a consentirlo.

—Minnie estábamos esperándote  —su madre anunció al verlo aparecer por la cocina y empezó a servir el desayuno.

Los tonos en la cara de Minseok fueron desde un blanco grisáceo hasta un rojo cereza cuando sintió la mirada de Jongdae clavada en la parte inferior de su cuerpo. Fue entonces cuando se percató de que solo vestía una camiseta vieja llena de agujeros y unos boxers, y no cualquier conjunto de ropa interior, era un boxer en colores chillones lleno de emoticones.

Al despertar, había pensado por un segundo en la extraña pregunta de Jongdae de si podía visitarlo al día siguiente, pero realmente no se esperó verlo tan temprano, su mente tampoco hubiera imaginado jamás que lo encontraría sentado al lado de su madre, hablando animadamente.




Para sorpresa de Minseok, Jongdae parecía haberse ganado por completo a su madre. Por un segundo, se preguntó si su madre no estaría planeando sustituir a Luhan con Jongdae, ya que últimamente su mejor amigo no se dejaba ver con tanta frecuencia.

Fue el sábado más extraño en la vida de Minseok. ¿Cómo una rutina podría ser la misma de siempre y cambiar tanto con la sola presencia de cierta persona? 

La madre de Minseok, probablemente como todas las mamás del mundo, dedicaba su mañana de sábado a la colada, para cuando terminaron el desayuno ya toda la ropa estaba limpia y seca, solo faltaba doblarla y acomodarla en sus respectivos cajones.

Pues bien, era una rutina familiar eso de doblar juntos la ropa limpia mientras mantenían una conversación sobre sus semanas. Como era de imaginarse, Jongdae, quien nunca se había encargado de lavar su ropa o de organizarla en su armario, se ofreció a ayudar. Aunque sus dobleces eran chuecos e imperfectos tuvieron la aprobación de la señora Kim, ya que mejoraron para cuando la primer canasta con ropa limpia estuvo vacía.

A mitad de la segunda canasta con ropa limpia lista para doblar, Jongdae levantó una pieza de ropa al azar, soltándola inmediatamente como si fuera una papa caliente, su rostro ardía y sabía que probablemente se había tornado completamente rojo. La prenda había sido una seductora pieza de lencería llena de encajes, realmente era una prenda muy pequeña, de esas que llamaban hilo, y con justa razón.

—¡Oh! Esto es mío —la madre de Minseok exclamó tomando la diminuta prenda con una sonrisa—. Siempre se me pierde —comentó.

Minseok había enterrado su rostro en sus manos, completamente avergonzado y apenado por la falta de inhibición de su madre. Por suerte, terminaron de doblar prendas sin ninguna otra intromisión de lencería femenina.




—Tu mamá se parece mucho a la mía —Jongdae comentó mientras Minseok organizaba en sus cajones la ropa previamente doblada.

—¿En serio? —Minseok se mostró sorprendido, Jongdae nunca había dicho mucho sobre sus padres.

—Sí; es joven, guapa, divertida y bastante inapropiada a veces.

—Esperaba que fuera bastante mayor y aburrida como tú.

—¡Oye! —Jongdae se levantó de la cama ofendido—. Así que te parezco aburrido —dijo, acercándose lentamente.

Minseok sonrió nervioso. Jongdae lo acorraló contra su armario.

—Puedo ser divertido si me lo permites —Jongdae murmuró, con su mirada fija en los ojos gatunos de su novio. Estaban muy cerca, lo suficiente para que Minseok pudiera absorber por sus fosas nasales el delicioso aroma que resultaba de la mezcla del olor natural de Jongdae y la colonia que usaba.

—¡Ya está la comida!

La melodiosa voz de su madre llegó desde la planta baja y Minseok se separó de Jongdae rápidamente. La tensión se evaporó en el aire y ambos bajaron en silencio.




Se pasaron la tarde viendo películas en el sofá de la sala. A veces, sus brazos o piernas se rozaban casualmente y Minseok sentía la necesidad de pegarse un poco más al cuerpo de Jongdae, de hecho, estaba resistiendo el impulso de besarlo que no dejaba de acechar su mente.

Jongdae puso una mano en la pierna de Minseok y este se tensó.

—¿En qué piensas? —le preguntó en un susurro. Llevaba un rato observándolo y se había dado cuenta de que Minseok había estado bastante distraído, cada pocos minutos se perdía en una nube y Jongdae añoraba saber qué había en esa nube que le robaba la atención de su chico.

La madre de Minseok apareció, oportunamente, bajando por las escaleras, estaba arreglada y lista para salir.

—Voy a salir —anunció, aunque era obvio—. No hagan nada indebido mientras no estoy.

Justo antes de salir se volvió de nuevo a los jóvenes.

—Pero si no pueden controlar sus hormonas, por favor, usen preservativo.

Los estudiantes se quedaron estáticos por lo menos un minuto, con la boca abierta y los rostros enrojecidos.

—¿Nos acaba de dar permiso? —Jongdae preguntó sorprendido y Minseok se apresuró a hacer una equis con sus brazos y negar frenéticamente.

—No.

Pasó otro minuto de silencio cargado de sorpresa y vergüenza antes de que Jongdae volviera a hablar.

—Estoy seguro de que nos dio su aprobación —el millonario murmuró y se giró para enfrentar a Minseok.

Se inclinó sobre él y lo besó con ganas, descargando todo aquel deseo que había acumulado en las últimas veinte horas.

Minseok correspondió con la misma necesidad. Pasó las manos por su cuello y presionó su nuca para acercarlo más. Adoraba sus besos; la textura y el sabor de sus labios eran tan excitantes, eran como una invitación a pecar. Jongdae lo empujó suavemente sobre el respaldo y la película pasó al olvido. Continuaron besándose lascivamente hasta que necesitaron separarse para respirar.

Minseok envolvió a su novio falso en un abrazo y respiraron pesadamente uno junto al otro. Jongdae hundió su rostro en el cuello de Minseok y este le acarició la nuca y el cabello.

Jongdae se estremeció. Sus labios se encontraron con la piel de su novio y no dudó en empezar a besarlo. Minseok gimió y tembló cuando Jongdae besó su cuello. Los besos en esa zona estaban poniendo muy duro a Minseok y la mano que se introdujo entre sus pantalones lo comprobó.

Minseok gruñó y se empujó contra la mano de Jongdae cuando este acarició su hombría.

—No va a volver hasta muy tarde —el mayor anunció.

—¿Quieres hacerlo? —Jongdae se detuvo a preguntar. Una cosa era tocarse o hacerce felaciones y otra, en un nivel distinto, era tener sexo. Y aunque de verdad se moría por hacerlo, nada le aseguraba que Minseok se sintiera igual.

Minseok lo miró incrédulo, ¿Qué si quería? ¿Que si quería? ¡Mierda sí, sí quería! ¿Cómo podía dudarlo?

Minseok asintió, se levantó del sillón, abandonándolo ahí, y corrió escaleras arriba. Jongdae lo miró por un instante, antes de correr trás él con la excitación a flor de piel. Lo atrapó entre la pared y su cuerpo en el pasillo fuera de su habitación y se odió por su caballerosidad.

—¿Estás seguro?

—Eres tú el que está dudando —Minseok jadeó y tiró de su camisa para acercarlo y poner un beso muy caliente en sus labios—. Estoy seguro —dijo y lo besó de nuevo—. Quiero hacerlo —confirmó, empujándolo dentro de su habitación. 

Puso otro acalorado beso en su boca, aunque de alguna manera, sus labios terminaron en el cuello de Jongdae.

Jongdae fue abandonado por unos segundos. Sus sueños más impúdicos estaban haciéndose realidad frente a sus ojos y las palabras se le escaparon.

Minseok quitó su camiseta para dejar a la vista bien definido abdomen, ese que no había podido apreciar en su totalidad. ¿Iba al gimnasio? ¿A qué hora?

Jongdae tragó ruidosamente, Minseok estaba quitándose el pantalón y él no pudo hacer más que mirar con la boca abierta la forma en que los músculos de sus brazos se tensaban cada vez que hacía un movimiento. Jongdae se acercó como hipnotizado, quería tocar, como un niño travieso, no podía contenerse más.

Jongdae lo miraba como si fuera algún tipo de comestible y el ego de Minseok sonrió satisfecho.

Las manos de Jongdae se sintieron tibias sobre su piel, era una sensación celestial y antes de que pudiera procesarlo, Jongdae ya había bajado un poco su bóxer y succionado su longitud. Minseok casi se cae de espaldas, pero logró sostenerse de su escritorio antes de caer. Tomó el rostro de Jongdae y lo hizo levantarse. Lo besó, invadiendo su deliciosa boca, con la lengua. Añoraba tenerlo todo para él. Desnudó su torso con prisa y besó su delgado y bien torneado cuerpo. Lo quería solo para él, de pronto la idea de que alguien más lo besara o acariciara lo hizo sentirse molesto. Volvió a besar con ganas esos labios que daban vida a una preciosa sonrisa gatuna, como si así pudiera reclamarlos.

Jongdae nunca había visto a Minseok actuar de esa forma y no iba a negar que le encantó. No tenía idea de que detrás de su rostro inocente, de mejillas redondas y sonrojos constantes, se escondía alguien tan dominante. Minseok lo empujó y él cayó de espaldas en la suavidad de la cama junto a la ventana. El mayor no tardó en posicionarse sobre su cuerpo y continuar besando sus labios mientras sus cuerpos se rozaban.

Un par de minutos después, por la ventana abierta entró una pequeña piedra, seguida de una voz familiar.

Min... Minnie... ¿Estás dormido?

Minseok sintió que algo pequeño impactaba a contra su espalda y detuvo sus acalorados besos. Escuchó la voz de Luhan proveniente del exterior de su casa y cerró sus ojos. ¿Se podía ser más inoportuno?  Lo dudaba. Dejó a Jongdae acostado sobre la cama y asomó por la ventana.

—¡Minnie!

—¿Qué quieres? —Minseok preguntó sin rodeos.

El rostro de Luhan se contrajo en confusión.

—¿Estabas dormido?

—No...

—¿Por qué no llevas camisa?

—Lu, estoy ocupado. ¿Qué haces aquí?

—¿Ya no puedo visitar a mi mejor amigo? Espera, ¿estás con alguien ahí?

—Sí —Minseok admitió, un poco exasperado por el interrogatorio.

—¡Yixing maldita rata, si estás ahí, te juro que subiré y te degollaré! —Luhan gritó su amenaza y luego se dirigió a Minseok—. Y ti también, idiota.

La mención del drogadicto y la presunción de Luhan realmente tocó algo dentro de Jongdae. Luhan era el mejor amigo de Minseok, debía conocerlo bien, ¿realmente creía que Minseok podría darle otra oportunidad si esta se presentaba? Jongdae decidió que era hora de intervenir, asomó por la ventana y pasó un brazo por los hombros de Minseok de una forma ciertamente posesiva.

Luhan abrió su boca y sus ojos casi se salieron de sus cuencas al ver a Jongdae en una situación muy similar a la de Minseok; no llevaba camisa, su cabello era un desastre y si su visión de águila no le fallaba podría jurar que el novio falso de Minseok tenía en el cuello un par de marcas hechas por besos apasionados.

—Yo... creo que mejor me voy. Sigan en lo suyo —Luhan murmuró, apenado por haber interrumpido un momento especial en la vida de su mejor amigo. Les dedicó una sonrisa de disculpa y empezó a caminar.

—¡Luhan! —Minseok lo llamó con voz más tranquila—. ¿A qué has venido?

—Quería contarte que el idiota de Sehun me besó —respondió, restándole importancia con un movimiento de su mano—, pero a ti tal vez te han hecho algo mejor, así que seguro no te parecerá gran cosa —una sonrisa traviesa se elevó en los labios del rubio.

Una almohada golpeó el rostro sonriente de Luhan, a quien le fue imposible esquivar el repentino ataque de un muy sonrojado Minseok.

❄️

Gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top