Capítulo: 49✔️

Al llegar a casa, "sorprendentemente" no encontré rastro alguno de las pertenencias de Lina. Era como si nunca hubiera estado allí, y aunque pueda sonar cruel, la única crueldad en toda esa situación fue su engaño. Nunca me habló con la verdad; prefirió manipularme para mantenerme a su lado, haciéndome creer que Emma no era importante, que nunca volvería con ella. Lo que ella no sabía es que lo único que conseguía con eso era que inevitablemente me gustara más desde el primer momento, que me atrajera como un imán, y que me hiciera sentir que los únicos momentos en los que los días estaban bien y sin malestares era cuando sus ojos azules se cruzaban con los míos y me idiotizaban.

Después de quitarme la ropa y los zapatos con una velocidad impresionante, dejándome caer sobre el colchón, sentí cómo todos y cada uno de mis músculos se tensaron al chocar y se relajaron al sentir la tela suave contra mi piel.

Mi mente no tardó en vislumbrar nuevamente a Emma, su beso seguía presente en mis labios, su lengua cálida contra la mía todavía se sentía, y me saboreé instintivamente. Recordé cuando se acurrucó en mi pecho y llevé mis manos allí. Se sintió como si hubiera estado ahí una infinidad de veces, y moría por volver a sentirlo de nuevo.

No tuve que pensarlo dos veces antes de correr al escritorio y escribir su número en un papel. Aún lo recordaba perfectamente, jamás podría olvidarlo. Lo dibujé literalmente en mi mente con la yema de mis dedos, sintiendo cómo se estremecía y respiraba con cierta dificultad al hacerlo.

Estaba decidido: le robaría el teléfono a mi abuela por la mañana nada más despertar para poder hablarle.

—¿Ya te vas a dormir? —preguntó ella desde el marco de la puerta, tomando por sorpresa mi atención. Ni siquiera había oído sus pasos. Me volteé para mirarla y asentí levemente, una mezcla de alivio y nerviosismo se reflejaba en su rostro—. Te ves... diferente, no es la cara que tenías al salir de casa. Lamento no haber podido ir como acordamos —se acercó para tocarme el pelo con ternura y darme un beso en la mejilla en recompensa.

—Pasaron cosas —dije encogiéndome de hombros, ocultando una de mis sonrisas más perversas al recordar lo sucedido, mientras evitaba su mirada curiosa.

—¡Oh, entiendo! —sonrió ella y miró alrededor enarcando una ceja—. Cosas buenas me imagino, ¿no?

—Algo así —me pasé la mano por la nuca, indeciso sobre si se refería a que Lina se había ido o si simplemente no lo había notado, a pesar de que ella se había quedado en casa. Para nadie era un secreto que desde el hospital y su conversación con mi madre, ella y Lina no se llevaban muy bien.

Un suave suspiro se escapó de sus labios, seguido de una sonrisa que se dibujó en sus comisuras antes de pronunciar las palabras: —Venía a entregarte esto —extendió un iPhone nuevo en su caja—. Ya está configurado. No puedes seguir incomunicado. He logrado recuperar tu número de teléfono, pero no tus contactos.

—Ah, no importa. Es genial que ya esté listo —lo tomé y de inmediato lo prendí tras sacarlo de su caja.

—¡Bueno, que descanses! —se acercó para darme otro beso, luego se dirigió hacia el marco de la puerta. Antes de salir, volvió a mirarme con una sonrisa que reflejaba mi propia alegría cuando mencionó que notaba un cambio positivo en mi humor—. Espero que sueñes con la persona que te hizo sentir tan bien hoy.

Ojalá, abuela, ojalá.

[...]

11:29 am.
El suave zumbido del móvil, sonando por tercera vez en la mañana con aproximadamente una hora de diferencia entre cada vibración, me despierta de nuevo y gruño antes de tomarlo a regañadientes. Con un suspiro, y la cara aún pegada a la almohada babada, finalmente presiono el botón para contestar y lo llevo a mi oído.

—¿Sí? —mi voz no disimula para nada que acabo de despertarme, y tampoco quiero demostrar lo contrario.

—Buenos días —es la voz de un hombre—. Hemos estado intentando comunicarnos durante varios días, pero parecía que el móvil estaba apagado o fuera del área de cobertura. ¿Sigue siendo el número de Jonathan Smith?

Al darme la vuelta, experimento una extraña mezcla de sorpresa y somnolencia, mientras deslizo mi mano por mi desordenado cabello sobre la frente. Finalmente, respondo con un tono adormilado y ligeramente ronco, luchando mentalmente contra el impulso de bostezar: —Ajá, soy yo.

—Le llamamos desde administración para recordarle que aún no hemos recibido el pago del alquiler del departamento correspondiente a este mes.

¿Qué?

¿Qué departamento?

Del tiro estoy sentado en la cama. Siento cómo la confusión me despierta por completo, y pregunto de inmediato con voz más firme: —¿Qué departamento?

El señor suelta un suave suspiro antes de contestar: —Os ruego que, si ya no vais a querer el piso, le deis la oportunidad a otra persona. Por supuesto, antes debéis saldar la renta pendiente.

¿"Vais"? ¿Le "deis"?

¿Por qué habla en plural?

—Usted entendió. Tiene un plazo de una semana para realizar el pago; de lo contrario, nos veremos en la necesidad de tomar acciones legales. ¡Que tenga un buen día! —es lo último que dice antes de colgar la llamada y dejar una bomba atómica de preguntas en mi cabeza.

¿Qué?

¿Pero qué diablos?

¿Qué alquiler?

No entendí un carajo.

No, no son buenos días, ya empezaron malos con esto.

¿Y cómo demonios le voy a pagar si no sé dónde es?

Puf, la vida me está exigiendo demasiado (lo que la memoria me debe), y todo lo que quiero es llamar a Emma, quedar con ella y sentir su presencia de nuevo.

Instintivamente miro hacia un lado en el escritorio y el papelito con su número parece llamarme. Atrapo mi labio inferior entre mis dientes y echo la cabeza hacia atrás en un gesto que denota mi indecisión, y luego suspiro, preguntándome si será un buen momento para llamarla.

Echo un vistazo al móvil y veo que marcan las 11:37 am.

Vale, esperaré un poco más.

1... 2... 3.

Suficiente tiempo.

Al darme cuenta, me encuentro de pie frente al escritorio, guardando y marcando su número en mi movil.

Mis labios vuelven a quedar atrapados entre mis dientes, mientras me acomodo el pelo frente al espejo como si fuera a verme.

El teléfono suena una vez, luego otra, y otra más. Finalmente, contesta al quinto tono, cuando ya estaba casi por darme por vencido:

—¿Sí? —farfulla ella con la misma somnolencia que yo experimenté al despertar con esa llamada, notando una mayor pastosidad en su voz, lo que me indica que acaba de despertarse.

No puedo evitar sonreír. La estoy imaginando con la cabeza apoyada en la almohada, hablando con los ojos cerrados y los labios ligeramente entreabiertos.

—Ah, estabas dormida todavía, por un momento pensé que no querías hablarme.

Siento un sobresalto al otro lado de la línea, como si hubiera tropezado o se hubiera sorprendido al escuchar mi voz, lo que a su vez provoca otra sonrisa en mí.

—N-no —los nervios la delatan, percibo su respiración un tanto más acelerada—, realmente estoy dormida —dice, revelada por los nervios.

«Oh, ¿qué veo? ¿Otra sonrisa idiota?».

—¿Estoy? —me burlo.

«No te rías de su nerviosismo, porque si ella pudiera escuchar los latidos de tu corazón en este momento, lo haría también».

—Estaba —corrige, y no puedo evitar que otra sonrisa tonta se dibuje en mi rostro.

Dios mío, ¿qué me hace esta chica?

—Ya veo. Entonces solo días porque buenas las ganas que me dejaste de besarte ayer.

Vale, con esto último me lancé de cabeza sin saber si la piscina estaba llena o vacía.

Durante unos larguísimos 10 segundos, no se escucha ni un suspiro.

—Días... porque bueno el beso de ayer —me sorprende al decir. De inmediato comienzo a sentir la palma de sus pies martillando contra la madera del suelo, como si estuviera caminando en círculos. Y, para ser honesto, inevitablemente yo también comienzo a hacerlo, sintiendo el frío piso bajo mis pies.

De acuerdo, yo inicié esto... ahora toca continuarlo.

—Días porque buena pareja hacemos tú y yo —contraataco, pensando que con eso ya se quedaría sin palabras, tamborileando mis dedos sobre el escritorio, una versión nueva de un Jonathan nervioso.

—Días porque... —comienza a decir, siendo interrumpida antes de poder terminar.

—Días porque bueno el almohadazo que te voy a tirar si no te vas a hablar por teléfono a otra parte, Emma —gruñe una voz femenina, también somnolienta y llena de irritación. Tal vez podría ser la amiga que parecía de su edad, la que llevó ayer al restaurante.

Pasan otros larguísimos 15 segundos en completo silencio, solo interrumpido por el sonido de pies descalzos sobre el suelo de madera, probablemente yendo hacia otro lugar más tranquilo para poder continuar con la conversación.

—Lo siento —se disculpa—. Nataly no es muy amigable cuando está medio dormida —deja escapar un suave suspiro.

—Ah, no me di cuenta. No te preocupes —respondo con un dejo de ironía, rozando casi la burla.

Aunque más bien creo que Nataly nos hizo un favor; si no hubiera interrumpido, aún estaríamos con el "Días porque..." y todavía no habríamos quedado para vernos, algo que, al menos yo, necesito con urgencia.

Tuerzo los ojos cuando se forma OTRO silencio tenso.

¿Ahora quién pregunta?

¿Debería hacerlo yo?

—¿Entonces vamos a encontrarnos hoy? —decimos al unísono en el momento menos esperado.

«Sí», vocalizo con los labios y haciendo un gesto de triunfo con la mano libre, aliviado de que no pueda verme.

—Sí —exclamamos también los dos juntos.

—Vale —al fin puede decir sin interrupciones.

—¿En dónde? —inquiero de inmediato.

Parece pensárselo, mientras yo me concentro en volver a sentir como su respiración vuelve llenar la línea.

—¡Te envío la ubicación!

Después de que me envía la ubicación y quedamos en vernos a las 2:00 aproximadamente, mi mañana/casi mediodía empieza a transcurrir aburridamente, llevada por la anticipación.

Durante el almuerzo, mi abuela me hace las típicas, pero necesarias preguntas para ver cuándo esta mentecita se digna a recordar más que algunos detalles sueltos en momentos inesperados.

El tiempo parece arrastrarse y siento que cada minuto es una eternidad. La anticipación me carcome a medida que salgo de casa y el puntico que indica la ubicación avanza. Ya deseo verla y resolver todo lo que no se pudo ayer.

Mientras camino perdido, con la vista fija en mi teléfono y confundido porque la ubicación me está llevando a lo que parece una pista de carreras, una moto de color rojo brillante, que acaba de salir de allí, me pasa por al lado y me parece escuchar mi nombre. Poco después retrocede y se acerca en ella.

—¿Cómo estás, crack? —dice saludándome de puños con una sonrisa cómplice—. Hace tiempo que no te veía. ¿Y la nena? ¿Ya no estarás, ya sabes... en las carreras?

¿La nena?

La nena...

Ah sí, la moto.

Mientras intento reconocer su rostro cubierto por el casco, logro distinguir algunos mechones de pelo castaño asomándose y unos ojos marrones oscuros apenas alumbrados por algunos destellos del sol.

—La perdí en un accidente —le explico, tratando de reconocer su rostro—. Pero ya estoy mejor.

—Vaya, ahora entiendo. Hace un tiempo que no nos veíamos —confirma ajustándose el casco—. La última vez que nos encontramos fue en la carrera a la que asististe y ganaste hace unos 4 meses. Estabas con una chica rubia que se quedó a verte, y luego os vi irse juntos. ¿Te acuerdas?

Sí, joder, sí, me acuerdo que ese día después de la carrera le presenté a Emma a mi abuela y mi padre trató de hacerla sentir mal.

En medio de la conversación, una oleada de alivio me recorre de arriba abajo. Es como si un peso se levantara de mis hombros y el nudo en mi estómago se deshiciera lentamente. Siento cómo la tensión que me ha acompañado durante tanto tiempo se disipa, dejando paso a una calma reconfortante que llena cada rincón de mi ser.

Quiero besarle la cabeza a este tío.

—De hecho, creo que la vi allá arriba en las gradas, un poco hacia la derecha. Si mi memoria de mujeres hermosas no me falla, estoy casi seguro de que es ella.

Asiento mirando hacia allí.

—Gracias, amigo —le digo dándole un golpecito en el hombro para después ir alejándome y sentir como vuelve a marcharse.

No sé quién demonios eres, pero me ayudaste a desbloquear un recuerdo importante y el primero que es más completo y nítido.

A medida que me acerco a las gradas, mis ojos se posan en ella, sentada allí, con el sol reflejándose en su cabello y una leve brisa moviéndolo. Un suspiro de alivio escapa de mis labios al verla. Parece intranquila, masajeándose las rodillas con la palma de la mano, pero de repente se pone de pie y viene directo hacia mí, con la mirada fija en el suelo, sin notarme.

En ese instante, choca contra mi pecho y experimento una extraña sensación de déjà vu, como si el aire se volviera denso a mi alrededor.

Un "Auch" apenas contenido escapa de sus labios, mientras su mano busca aferrarse a mi cuello, y la mía, con firmeza y delicadeza al mismo tiempo, se posa en su cintura para sostenerla en su lugar.

Es tan suave al tacto.

Nuestras miradas se encuentran, con una intensidad que parece resaltar aún más bajo la luz del sol. Sus labios tiemblan ligeramente y, de manera inconsciente, sus uñas acarician suavemente mi cabello, mientras parpadea varias veces como si intentara salir de un ensimismamiento.

—¿Estás bien? —le pregunto, sumido en su presencia y en el efecto que tiene en mí—. ¿Siempre tratas de escapar?

—N-no, no iba a escapar —balbucea, enderezándose en su lugar para intentar recobrar su postura inicial. Sus mejillas están rojas, resaltando aún más que el rubor ficticio de su maquillaje.

—Nooo, ¿cómo crees? Solo ibas a irte sin verme —digo lentamente, alargando la "o" tan espontáneamente que tiene que morderse el labio inferior para contener la risa.

—Vale, sí —me observa de reojo. Noto cómo involuntariamente frunzo el ceño, sintiendo cómo mis facciones se tensan un poco ante sus palabras.

¿Entonces por qué quedó conmigo si no quería verme?

«Hombre, a lo mejor es porque la despertaste, solo digo».

Abre los ojos como platos al procesar sus palabras y se esfuerza en aclarar de inmediato: —Pero no es por lo que crees.

—¿Entonces por qué? —dejo caer mi cuerpo tenso contra la pared de las gradas, percibiendo cómo todos mis músculos se contraen y algunos emiten pequeños ruidos.

La observo tragar grueso, sacudir su cabeza y desviar la mirada por un momento para suspirar. Cuando vuelve, sus mejillas están teñidas de un rosa encendido. Mi mirada la recorre de arriba a abajo, sin perderme un solo detalle: lleva un vestido blanco que parece haber sido diseñado exclusivamente para ella, resaltando su palidez de manera exquisita y cada curva.

Nada más apartar la vista de ella, una corriente dolorosa me recorre el cuerpo.

—Es que pensé que pensarías que estaba loca por citarte aquí —confiesa.

—¿Aquí? —logro decir sin que mi voz delate mis pensamientos intrusivos sobre ella y ese vestido blanco—. ¿Y qué tiene de malo estar aquí? Me gusta. Me resulta familiar —digo, mientras salgo por su lado, bajando las escaleras y haciendo una señal para que también baje.

—No es que tenga nada de malo... —replica mientras baja tras de mí—. Es solo que es importante.

Extiendo mi mano para ayudarla a bajar cuando he llegado al final de las escaleras.

El roce de sus manos despierta otra sensación de déjà vu en mi mente, y de repente, como si un interruptor se hubiera activado, me encuentro reviviendo aquella situación una vez más... Un escalofrío recorre mi espalda mientras los recuerdos inundan mi mente.

Flashback:

—¡Mierda! ¿Lo ves? Ya se me ha ido el autobús, es tu culpa.

¿Qué? ¿Mi culpa?

—¿Ahora es mi culpa que torpeza sea la palabra y tú seas el significado? —me defiendo, mientras veo como ella voltea los ojos.

Por alguna extraña razón, eso enciende algo extraño en mí. Le doy una última repasada mental a su cuerpo y continúo caminando. A los pocos segundos, vuelvo a sentir pasos de tacón detrás de mí.

—¿Acaso eres una acosadora? ¿Por qué me sigues?

Empecé a provocarla jugando, pero esto ya está colmando mi paciencia.

—No me quiero mojar, necesito llegar a mi trabajo —se le oye suplicante, pero no se la pondré tan fácil, no después de sus contestas.

¿Ahora ya no soy gilipollas, Rubia Peligrosa?

«¿De dónde ha salido ese apodo?».

Fin del flashback.

El suave roce de sus manos me devuelve a la realidad. Sus ojos me queman y no puedo evitar sonreír por alguna razón. Al principio, no recordaba absolutamente nada, pero ahora es curioso pensar que desde que un recuerdo se desbloqueó, todo parece resurgir de las tinieblas de mi mente. Tantos dolores de cabeza que tuve que pasar para que ahora todo salga con tanta facilidad, lo cual resulta abrumador.

—Huir por vergüenza no es de Rubias Peligrosas —le digo, disfrutando de su reacción al abrir los ojos como platos al escuchar su apodo de mis labios, y enseguida me señala con el dedo en advertencia.

—No juegues con eso —me amenaza incrédula, permaneciendo estática en mitad de los escalones.

Y lo repito una vez más.

En pocos instantes la tomo de los brazos y ella enrosca sus muslos alrededor de mi cintura, aferrándose a mi cuello de una manera que me hace desear sentirla aún más cerca, a pesar de ya estarlo.

—No entiendo cómo llegamos a este punto, pero lo único que sé es que quiero "más" contigo, una y otra vez. Siempre contigo.

Sus ojos brillan con lágrimas reprimidas, como si estuvieran a punto de desbordarse, pero su mano no afloja su firmeza en mí, y estoy seguro de que tampoco lo hará.

Mi voz parece sacarla de su inmersión antes de que pudiera siquiera procesarlo: —¡Hey! ¿Qué sucede? ¿Por q...? —digo con preocupación, notando su mirada perdida.

¿Por qué se ha puesto así?

¿He dicho algo malo?

Entonces, susurra mirándome a los ojos con voz apenas audible: —Bésame, por favor.

—No tienes que volver a pedirlo —respondo mientras cierro la poca distancia que nos separa.

Al principio es un encuentro "tranquilo", pero supongo que eso no puede durar mucho cuando mis dedos comienzan a acariciar su rostro con delicadeza y nuestros labios se abren aún más, permitiendo que mi lengua la explore y viceversa.

Sus muslos aprietan con más fuerza a mi alrededor, haciéndome casi imposible mantenerme en el mismo lugar. Nuestra siguiente parada: el césped. Ella abajo y yo entre sus piernas.

Había deseado tanto tenerla así.

—Jonathan —me gime al oído al sentir mis dientes en su clavícula y los lametazos de mi lengua en su cuello, acariciándola y haciéndola estremecer.

—Lo sé, nena —sé que te gusta—. Esto también, ¿verdad? —desciendo por la parte externa de sus muslos hasta llegar a su ropa interior, apenas cubierta por ese diminuto vestido. La acaricio con la yema de mis dedos, haciéndola cerrar los ojos y echar la cabeza hacia atrás con ese simple acto—. ¿Ya hemos estado en esta situación antes?

—Sí... —confirma agitada. Apenas puede consigo misma como para lidiar con mis preguntas ahora.

Dios, estos pantalones aprietan demasiado.

Una de sus manos se aferra desesperadamente a mi torso, como si no pudiera sostenerse por sí misma ni siquiera estando acostada. Sus uñas se clavan aún más en mí, y es lo único que necesito para presionarla ahí y sentir algo cuando aparto sus braguitas.

Me separo un poco para mirar y pregunto mientras tiro suavemente de un pequeño hilo que sobresale: —¿Qué es esto?

Sus ojos pasan de estar cerrados por la presión a abrirse más de lo que nunca antes lo habían hecho cuando lo nota.

—¿E-estás en tus días? —pregunto con cuidado.

También eso fue lo único que hizo falta para que su rostro se pusiera de todos los colores habidos y por haber.

[...]

—Tranquila, Rubia, no es para tanto. Solo es sangre —trato de tranquilizarla, aunque creo que eso no será tan fácil. Sin embargo, cuando pasó eso en la pista, ni siquiera me miró más. Evitaba mi mirada, nerviosa, hasta que sugerí venir aquí.

Y sí, siento que también la he cagado al mencionar la palabra "sangre" de nuevo entre nosotros en este preciso momento. Lo sé porque hunde la cabeza entre sus manos, apenas dejando espacio para notar su rubor.

En ese momento, la chica encargada de recoger los pedidos de helados interrumpe con una sonrisa de oreja a oreja y dice: —¡Hola! ¿De qué sabor van a querer?

—Tres bolas de chocolate con crema, por favor —le encargo, mirando la pizarra de sabores en un costado de la pared—. ¿Y tú? —pregunto a Emma, quien todavía está en modo camaleón.

—Lo mismo —murmura tan bajito que casi pareciera que está diciéndolo internamente.

Le doy una última sonrisa amable a la chica de los pedidos antes de que se vaya con él.

No pasan ni siquiera 5 segundos cuando vuelvo a intentar sacarle conversación a mi preciosa novia avergonzada:

—¿Entonces esto es lo que hacen los novios después de iniciar la relación?

Ella solo se dedica a asentir levemente, moviendo sus piernas debajo de la mesa en señal de timidez.

Al menos es un pequeño avance.

—¡Vaya! ¿Cuántos novios has tenido? ¿Todos te han llevado a comer helado después de iniciar la relación?

Eso último le roba una sonrisa que ella trata de ocultar tras sus barreras (las manos).

—¿Eso es un sí? —jugueteo con la pajita del vaso de agua, logrando sacarle una sonrisa que al menos ha conseguido apartar sus manos de su rostro.

—Vale, es un "necesito un momento a solas para reagruparme y volver renovada". Voy al baño a lavarme la cara y despejar mi mente —se apresura hacia el baño para lavarse la cara y despejar su mente, regalándome una perfecta visión de su trasero con ese vestido blanco mientras se aleja.

En ese preciso momento, la muchacha que tomó nuestro pedido llega y deja los helados sobre la mesa.

Mientras saboreo una cucharada, percibo a alguien que se detiene a mi lado. Al principio, no le presto importancia debido a nuestra ubicación en las afueras de la heladería, pero todo cambia cuando me habla:

—Hola —me dice un rubio pecoso de ojos claros—. ¡Cuánto tiempo!

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Nota de la autora📖:

¡Holaaaa! ¿Cómo están? 💗✨No olviden interactuar con el capítulo dejando su voto y algún que otro comentario. 🫶🏻 Me ayudan mucho si lo hacen, por favor. 🩷

Tarde, pero seguro XD. X2.🙂

Pd: Reconozco que estos capítulos son extensos debido a la cantidad de sucesos que ocurren, lo que los hace un tanto tediosos y con mucha información para asimilar. A partir de ahora, los dividiré en dos partes cuando esto suceda, con el fin de que resulten más dinámicos.😉

Pd #2: Disculpen si agobio a alguien XD, mis personajes y mis historias son intensos como yo. 🙂😂

Quiero que me compartan teorías de lo que crean que va a pasar XD. (La que más se acerque a lo que tengo planeado tendrá una dedicatoria en el próximo capítulo para él solito UWU). ¡Pónganse creativos!

RECOMENDACIÓN: si no entendiste algo del capítulo, te recomiendo leer el punto de vista de Emma disponible en mi perfil.

Los tqm.💗🫶🏻

🦋KOCT📖

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