Capítulo: 43✔️

Al despertar, una extraña sensación de vacío me invadió. Mis ojos, lentos en enfocarse, se posaron en el techo blanco y sofocantemente iluminado. La luz que se filtraba por la ventana me resultaba ajena, como si perteneciera a un mundo distante. Intenté recordar, encontrar algo que me anclara a la realidad, pero mi mente era un abismo sin recuerdos. No reconocía el espacio que me rodeaba, ni la cara preocupada del personal médico ante mí. Una neblina opaca cubrió mis pensamientos, y la inquietante sensación de pérdida me abrumaba. Era como si hubiera perdido una parte fundamental de mí mismo, dejando un vacío doloroso en mi ser.

Sin embargo, en medio de ese desconcierto, podía recordar una imagen persistente que se aferraba a mis pensamientos, la única: esa chica que parecía hablarme en sueños, una imagen sin color y distorsionada por mi cabeza. Su simple presencia en mis sueños tenía el poder de reconfortarme de una manera tan profunda que a menudo me hacía cuestionar si todo era producto de mi imaginación, o si en verdad existía y estaba aquí a mi lado, susurrándome palabras al oído.

Las heridas que podía ver en mi cuerpo desde mi posición me llevaban a cuestionarme una y otra vez las mismas preguntas: ¿Quién era? ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Qué fue lo que me sucedió?

Intentaba moverme incómodo en mi lugar, cuando una enfermera, la misma que estaba frente a mí al despertar, volvió a acercarse con cuidado. Levantó mi brazo para colocar un termómetro y observó detenidamente los monitores a mi lado.

—Se-ñorita —arrastré la palabra, sintiendo mi lengua enredada, lo que me hizo dudar de cuánto tiempo había estado inconsciente. Mi voz sonaba áspera y débil, como si llevara mucho tiempo sin usarla, y la sensación de entumecimiento en mi cuerpo me hacía preguntarme si había estado en ese estado durante horas o días.

—Mantenga la calma, por favor. No intente hablar si no puede —me pidió, mirándome fugazmente, tocando algo en los equipos.

—¿Có-cómo llegué aquí? —le pregunté, esperanzado de que al menos ella tuviera la respuesta a esa pregunta.

—Accidente de tránsito —sacó el termómetro y visualizó la temperatura, encogiendo los ojos—. ¿No lo recuerda?

Mi cabeza estaba a punto de estallar; sentía punzadas fuertes en el cráneo, como si cuchillos afilados estuvieran atravesando mi mente cada vez que intentaba recordar algo. Cada intento se convertía en una tortura mental, como si mi propia mente estuviera conspirando en mi contra, negándome el acceso a mi propia historia.

Claramente no, no lo recordaba.

—Ni siquiera recuerdo mi nombre —llevé mis manos a la cabeza, notando un cable colgando de mi dedo meñique, y al llegar allí, me topé con un montón de vendas envolviendo mi cabeza—. Esto es frustrante —solté un largo suspiro, sintiendo cómo rápidamente la tranquilidad que me proporcionaba esa chica en mis sueños se desvanecía ante la fría realidad, al igual que ella lo había hecho.

Después de sacar algo de su bolsillo y dirigirme una luz a los ojos, dijo con tono tranquilizador: —Mantenga la calma, por favor. No se esfuerce demasiado. Estuvo muy grave. Voy a traerle una pastilla para el dolor de cabeza e intentaré localizar a la persona que lo trajo; probablemente ella pueda darle información sobre lo que sucedió antes de que llegara aquí —me informó antes de salir, dejándome sumido en un mar de preguntas sin respuestas.

«La persona que me trajo... ¿Estará mi familia allá afuera?», me preguntaba.

Mi mente maquinaba mil preguntas por segundo y cero respuestas.

Observando todo a mi alrededor, en un intento de aliviar las punzadas tan horribles en mi sien, divisé un espejo a mi lado izquierdo y lo tomé. Pensé que tal vez eso podría ayudarme a recordar algo si veía mi rostro.

Pero inútilmente, lo único que vi no me decía nada de mí mismo: moretones verdes en el área de la boca, cortes, ojos grises irritados, y un cabello negro como la noche apenas visible entre todos los vendajes.

¡Dios, esto era tan estresante!

Después de soltar el espejo sobre mi pecho, abatido, mi respiración agitada reflejaba mi frustración. Al cerrar los ojos, me hundí de nuevo en la oscuridad que parecía haberme atrapado por una eternidad. Anhelaba volver a cerrar los ojos y que la chica de mis sueños regresara. Desearía que fuera ella quien estuviera afuera, consolándome con sus palabras susurradas al oído.

Sin embargo, mis pensamientos parecían no tener intención de cumplirse en el momento exacto en que una chica de estatura mediana, en comparación con la mía, con el pelo negro y corto, se acercó corriendo hacia mí y me llamó "Joni".

En ese instante, el sonido de su voz rompió el silencio opresivo que me rodeaba. Me quedé atónito por un momento, sin comprender del todo lo que estaba sucediendo. ¿Quién era esta chica? ¿Por qué me llamaba "Joni"? Mi mente se llenó de preguntas mientras ella se acercaba rápidamente, su rostro mostrando una expresión de urgencia y determinación.

—¡No puedo creerlo, estás vivo, te has despertado! —exclamó casi gritando en mi oído, mientras me abrazaba con entusiasmo, haciéndome gemir y hacer muecas de dolor por mi cuerpo adolorido.

—Lo siento mucho —dijo con una sonrisa traviesa en esos grandes ojos cafés que buscaban analizar los daños causados—. Nunca te haría daño a propósito, lo sabes.

No, no lo sabía.

—Perdón, pero, ¿quién eres? —no pude evitar preguntar, confundido por la familiaridad con la que me abrazó antes y apareció en mi campo de visión. Tenía la teoría de que podría ser mi hermana, considerando el parecido que noté con mi pelo al mirarme al espejo, pero no parece ser cierta. Su sonrisa se desvaneció en cuestión de segundos, dejando entrever un atisbo de confusión en sus ojos antes de que fuera reemplazada por una expresión pícara.

¿Quién era esta chica y por qué se burlaba ante mi desconcierto?

—¡Puaj! —se bufó como si no pudiera creerlo.

—No estoy jugando —me estresaba ver cómo se burlaba ante mi situación—, en serio no recuerdo nada —arrastré mis hombros hacia arriba, impactando contra las almohadas detrás, buscando un equilibrio entre la confusión y el estrés que me otorgaba toda esa situación—. Cuéntame algo de ti, cuál es el vínculo que teníamos, no lo sé, algo...

Mientras esperaba su reacción, me sentí abrumado por la confusión y la desesperación, anhelando desesperadamente algún indicio que aclarara nuestra supuesta conexión. Mis hombros se hundieron más en las almohadas, tratando de encontrar estabilidad entre la neblina de confusión y la abrumadora presión que me embargaba.

Tan pronto como mis palabras alcanzaron sus oídos, su sonrisa desapareció nuevamente y esperé que volviera a burlarse de mí, incrédula, pero no lo hizo. Después de unos segundos en los que parecía reflexionar sobre qué decir, mencionó con un tono de voz nervioso y la vista vacilante: —Yo te salvé. Tú necesitabas sangre y yo te doné, porque eso es lo que hacen las parejas, ¿no? —me soltó tan fácilmente.

¿Cómo le sueltas algo así de la nada a alguien que acababa de despertar?

Mis pensamientos se agitaron en un torbellino de incertidumbre ante sus palabras. Antes de que pudiera procesar completamente su revelación, mi mente se detuvo en seco al intentar asimilar la idea de que ella me salvó. Mis sienes palpitaban en mi cabeza y mi pecho se oprimía, dándome la sensación de sentirme asfixiado.

—¡Espera un momento, estás como un tren desbocado! —el impulso de tocarme el pelo se quedó en el aire al recordar que prácticamente mi cabeza era un mar de vendajes—. ¿Tú eres mi pareja, me trajiste hasta aquí y además me salvaste? —mi voz temblorosa reflejaba la confusión que se apoderaba de mí, mientras mis ojos buscaban desesperadamente en su rostro alguna pista que me ayudara a reconstruir los fragmentos perdidos de mi memoria.

—Así es —suspiró, llevando una mano a su cabello negro como el azabache para apartar un mechón detrás de la oreja.

Me froté los ojos, luchando contra las ganas de gritar al darme cuenta de que no recordaba nada de lo que me estaban contando. Sabía que perder el control no me ayudaría a recuperar la memoria, pero la intensa sensación de agonía que me había abrumado en los últimos 5 minutos me hizo sentir un nudo en la garganta. Mi corazón latía rápidamente, como si estuviera a punto de desmoronarse. A pesar de las advertencias de la enfermera y mi propia cabeza, no hice caso, y el dolor en mi cráneo se intensificó hasta que inevitablemente perdí el conocimiento.

Después de despertar, unas horas más tarde, siento como si mi cabeza diera vueltas en el mismo lugar. El constante martilleo en mis sienes se burla cruelmente de la pastilla que me ha dado recientemente la enfermera, y ni siquiera puedo pensar en intentar sentarme en la camilla.

La enfermera me ayuda a acomodar las almohadas detrás de mis hombros mientras me regaña, nada sutil en ocultarlo: —¿Ya lo comprobaste? Obligar a la mente a recordar, en estos casos no sirve de nada. Además, podría dificultar el proceso de recuperación.

—Se dice muy fácil —tarareo, mientras el constante sonido sordo de los monitores se cuela en mis oídos.

Al no saber qué decir ante esa respuesta, simplemente me regala una sonrisa sin humor, y luego, finalmente habla: —Afuera hay más personas que desearían verte. ¿Quisieras recibir alguna visita o aún no te sientes preparado para ver a tus demás familiares?

Me toma menos de 10 segundos tomar una decisión: claro, por supuesto que quiero ver a mis familiares. Recordarlos es lo que más deseo en este momento, aunque ya aprendí por las malas que a la fuerza nada puede salir bien, ni siquiera los recuerdos.

La enfermera sale por unos minutos que se sienten como una eternidad, y justo después de su partida, la puerta se abre suavemente, revelando los ojos azules más preciosos que he visto en las pocas horas que llevo consiente. Cuando nuestros ojos se encuentran, parecen volverse de vidrio y congelarse en el tiempo. Algunos mechones rubios sobresalen de debajo del gorro que necesita para estar aquí adentro y una fina lágrima se desliza entre sus mejillas sonrosadas mientras vislumbro una hermosa sonrisa débil.

Cuando me doy cuenta, ya está a mi lado, abrazándome y sollozando dulcemente en mi oído. Por primera vez en el día, siento una sensación de tranquilidad, como si pudiera vivir el momento sin tener que estar constantemente preocupado por recordar. Inconscientemente, mis brazos le corresponden al abrazo.

¿Quién es esta chica? ¿Quién es esta chica que huele a frutas, incluso con la maldita bata? ¿Quién es esta chica que está tan cerca de mí, de mis heridas, abrazándome, y aún así no es capaz de lastimarme?

—Mi amor, mi vida —susurra en voz baja, tan suave que estoy seguro de que solo yo podría escucharla. Sorprendentemente, el dolor en mi cabeza parece haber desaparecido, de hecho, no queda rastro de él en estos momentos. Sus labios tiemblan mientras mira los míos, y mentiría si digo que pensé en la otra chica que estuvo aquí hace unas horas y dijo que me salvó, antes de juntar sus labios con los míos.

Ni siquiera sé por qué la estoy besando, no la reconozco, pero extrañamente, no he sentido la necesidad de preguntarle quién es. Una vez nuestros labios se separan, no puedo evitarlo, relamo las notas saladas de sus lágrimas que se derramaron durante el beso y el sabor tan dulce de su lengua.

—¿Mi amor? —mis dos palabras son arrastradas por mi lengua, adormecida solo para lo que le conviene—. Si yo fuera el amor de una chica tan preciosa como tú, créeme que lo recordaría.

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Nota de la autora📖:

Jelowiiiii. ¿Qué tal están? ✨💗👺 No olviden votar y comentar XD, me ayudan mucho con eso. ✨💗 Es más, el que me comente algo relacionado con la historia y el capítulo, le dedicaré el próximo capítulo. 📚 ¿Se animan?

Nota #2: Sí, este es el mismo capítulo que compartí ayer, pero lo he modificado. Eliminé el anterior porque no me convencía en absoluto; cuanto más lo leía, menos me gustaba. Entiéndanme 🥲, todo esto de la amnesia en los personajes es totalmente nuevo para mí y nunca había escrito sobre algo así.

Los tqm. 🥰✨

🦋KOCT📖

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