Capítulo: 19
Está temblando entre mis brazos y todo está oscuro. Apenas la luna ilumina nuestros rostros.
—Vámonos, por favor— suplica con su rostro hundido en mi cuello.
La lluvia ha cesado un poco pero aún sigue siendo fuerte.
—Está lloviendo— susurro.
—No importa.
Me las arreglo para sacarme la chaqueta de cuero sin que afecte a su abrazo para colocarla sobre sus hombros.
<<Verla así me parte el alma, no me gusta nada. Me siento vulnerable>>.
Lentamente se separa de mí para después entrelazar nuestras manos y adentrarnos en la fría lluvia que hace unos momentos estaba siendo testigo de nuestros besos.
—Es tarde, debes de tener hambre— rompo el silencio que se había formado desde que tomamos carretera.
No dice nada, tan solo se dedica a asentir.
<<Algo le pasa, ¿por qué no me lo cuenta?>>.
La observo adentrarse en la cafetería, hasta una de las primeras mesas, mientras yo voy a estacionar.
Para nuestra suerte, después de haber salido de ese lugar que la dejó así, la lluvia cesó del todo.
Estoy de vuelta con ella y pedimos algo bastante ligero, ya que son pasadas las 9:00 de la noche y si comemos algo pesado no creo podamos dormir después.
—¿Ya estás más tranquila?— pregunto, mientras me llevo una cucharada de mi plato a la boca. Necesito saber, odio tenerla tan cerca y a la vez tan lejos.
—Sí— me obsequia una leve sonrisa.
<<Eso está un poquito mejor>>.
Una vez hemos terminado nos volvemos a adentrar en las oscuras calles hasta llegar a su casa. Tampoco dice nada por el camino, no pregunto nada, no quiero agobiarle y tampoco comió muy bien que digamos.
La llevo hasta la mismísima puerta. No se queja por los vecinos, muy por el contrario, sus manos envuelven mi torso casi por completo.
—Buenas noches— susurro contra su mejilla a modo de despedida para a continuación dejar un beso en ella.
—Quédate a dormir conmigo— me pide mientras juega a frotar con dulzura nuestras narices.
Su propuesta me toma por sorpresa pero debo admitir que me encanta la idea.
—¿En serio?— pregunto alzando la vista para encontrarme con el mar de sus ojos.
—Sí, no quiero dormir sola, solo será por esta vez— me asegura.
—Me quedaré contigo todas las veces que quieras— le prometo y sello dicha promesa con un beso en su frente.
—Hay un pequeño problema— digo en cuanto recuerdo que no tengo donde dejar mi moto.
<<Nena, te quiero mucho, pero nunca fuiste tan inoportuna como ahora>>.
—Mis padres— lo da por hecho.
—¿Tus padres?, na, mi moto, ¿dónde la dejo?
Después de unos segundos pensativa, contesta:
—Puedes dejarla en el garaje. Mi familia casi no entra ahí— asegura.
—Perfecto.
De inmediato abre la puerta del pequeño garaje para que yo pueda guardarla.
—Mejor entremos por aquí— digo tomando las escaleras con las que entré el día que no quería dejar que le expresara mis sentimientos.
Lo he dicho de una manera tan espontánea que la he hecho reír.
<<Por lo menos logré sacarle una sonrisa>>.
—No es seguro— logra decir no muy convencida.
—Es más seguro esto mil veces que subir por donde están tus padres, créeme.
La hago reír nuevamente y me hace sentir más que dichoso. No me gusta verla perdida en lo que sea que le pase, tiene una sonrisa muy hermosa como para no mostrarla.
—Vale, yo primero— acepta decidida.
—Deberías darme un beso por si acaso— bromea, preparándose para subir— agrega en broma.
Dejo uno en su cuello provocándole cosquillas.
—¡Ahí no!— exclama riendo.
<<Nota mental: tiene cosquillas en el cuello>>.
Una vez ha logrado subir me toca seguirla a mí.
Nada más poner un pie en la habitación, esa bola de pelos me saca los dientes en su defensa, como si yo le fuera a hacer algo malo a mi novia.
—No seas capullo, yo te salvé, bola de pelos— lo tomo en mis brazos.
—Oye, no lo llames así— me regaña con fingida ofensa.
<<Ya lo bauticé así, no hay gran poder en el mundo que le quite ese mote de mi parte>>.
—¿De qué lado duermes?— pregunto observando cómo se deshace de un sinfín de cojines que tiene encima de su cama.
—Derecho, generalmente— contesta, esta vez deshaciéndose de las cobijas.
<<Yo igual, pero podría sacrificarme por ella>>.
—¿Tienes algo de ropa de hombre para poder cambiarme?— pregunto y de repente prefiero no saber la respuesta <<¿Qué tal si tiene ropa de Carlos aquí, si durmió con Carlos alguna vez?>> —espero que no— confieso.
—Para tu tranquilidad y desgracia, no, no tengo ropa de hombre. Tendrás que dormir en pelotas. Digo, con gusto podría prestarte mi pijama de Garfield pero creo que me lo vas a anchar un poquito— bromea.
<<¿Garfield?, no me lo puedo creer>>.
—Yo no tengo ningún problema con andar en pelotas, ahora que tú, yo no estaría tan seguro que pudieras soportar— digo y una sonrisa de lo más engreída se apodera de mis labios.
Cansado de lo desagradable que se siente traer ropa húmeda, me deshago de mi camisa.
—La baba te llega hasta el subsuelo— la pincho al notar su mirada pervertida encima.
—Quisieras— dice para acto seguido pasar por mi lado, tomar su pijama y perderse en el baño.
Me desabrocho los vaqueros, dejándolos caer al suelo.
En cuestiones de segundos ya tengo a la bola de pelos esa, jalándolo con sus pequeños dientes.
—Eres la amenaza— trato de quitárselo pero es en vano. Con sus patitas traseras camina hacia atrás e empieza a jalar y no quiero hacerle daño a sus dientecitos.
A mi cabeza llega algo que una vez leí en internet, dice que: se les debe de soplar el hocico para que suelten lo que sea que están mordiendo.
Eso hago, pero no me sale tan bien que digamos <<Como todo lo que se ve en internet, debe ser fake>>.
Se me abalanza encima a lamber de mi cara hasta hacerme perder el equilibrio y caer de nalgas al suelo.
<<Dejó de jalar mis vaqueros, pero, ¿a qué precio>>.
Emma sale de el baño robando la atención de los dos: lleva ese pijama de Garfield que mencionó, no contaba con que le quedara tan sexy.
<<Estas enfermo>> comenta la vocecita de mi cabeza.
Chiflo por lo bajo provocando en ella la sonrojes que la caracteriza.
—¡A dormir!— exclama acercándose a la cama.
—Nos vemos mañana, bola de pelos— me despido de él y voy a lavar mis manos.
Cuando vuelvo se me hace casi imposible mirar la cama y no pensar en la primera vez que me acosté en ella, de fresco que soy.
En mi memoria vagan todos los detalles, cada caricia de sus labios, cada toque, cada conexión que hoy hizo posible que pudiera volver a esta cama.
—¿No vienes?, no me digas que te da pena— se mofa de mí haciéndome salir de la burbuja flotante que creé en pocos segundos.
—Solo estaba recordando la primera vez que me acosté en ella— confieso mientras me dejo caer sobre su cama, posicionando mis brazos para apoyar mi cabeza en ellos.
Como por instinto cierro mis ojos al sentir su olor impregnado en el satín de sus sábanas.
<<¿Por qué siempre huele a frutas?>>.
Noto su mirada sobre mí, observándome siempre, y necesito hacer algún comentario juguetón, está en mí.
—Vas a babear la cama— murmuro con los ojos aún cerrados, sintiendo como las comisuras de mis labios jalan una sonrisa que de seguro la ha puesto nerviosa.
—Gracioso— dice para luego sentir como se mueve, seguro hacia el otro lado.
Algo con lo que no contaba era con que se moviera tanto.
Después de unos pocos minutos en los que se durmió enseguida: me abrazó, me dio codazos, me pateó los pies, se acercó tanto a mi parte de la cama que casi me hace caer al suelo.
Hasta que decidí ponerle fin a su mal dormir, dejando caer todo mi peso encima de ella para que no se pudiera mover más y así poder dormir yo también.
Me sumo en un sueño profundo, con mi cara hundida en el calor corporal que desprende su cuello, con el pensamiento de que su cuerpo encaja a la perfección con el mío y afortunado porque mañana seré lo primero que sus ojos vean al despertar.
La siento moverse un poco debajo de mí. Ya debe de ser de día. Su pelo empieza a meterse por mi nariz haciendo gruñir.
—Emma— farfullo por lo bajo para a continuación sentir como sus manos abrazan mi espalda, cosa que no soporto.
<<Detesto que me toquen por las mañanas, me pone de mal humor al mismo tiempo que me excita>>.
—No me toques mucho a esta hora sino quieres acabar con la boca llena— aviso gruñendo, pegado a su cuello.
Me separo levantando lentamente mi cuerpo de el suyo.
Esperando poder acostarme de el otro lado, algo que no recordaba era que estábamos acostados de mi parte y ahora estoy en el suelo.
—Emma— gruño aún adormilado.
—¿Y yo qué?, tú fuiste el que te caíste— dice con un atisbo de burla en su voz.
Voy a responderle cuando siento las patitas esas encima de mí, babeándome como es de costumbre.
Emma ríe en sonoras carcajadas, burlándose de mí.
<<Ahora va a ver>>.
—Ahora quien amaneció con la boca llena pero de baba de Rocky fuiste tú— se burla en mi cara.
—Ahora vas a ver— mascullo y me levanto para ir hacia ella.
—No, no, por favor— suplica riendo mientras se mete en el baño, pero logro colarme antes de que cierre la puerta.
Me voy con toda sobre sus labios. Mi única intención era la de hacerle cosquillas hasta que me pidiera perdón, pero esto está mejor, mucho mejor.
Sus brazos encuentran mi cuello y lo atraen hacia sí para después colgarlos en mis hombros.
La empujo suavemente contra los azulejos color blanco qué hay justo detrás.
—Te gusta mucho burlarte de mí, ¿verdad?— pregunto en su oído.
—La verdad es que sí— confiesa ella por su parte, envalentonada.
—Muy mal— muerdo el lóbulo de su oreja esperando una queja por su parte, pero no es así, su cuerpo se estremece en respuesta, como si hubiera recibido una descarga eléctrica.
Sus manos viajan por toda mi espalda provocando el mismo efecto en mí.
Tomo el dobladillo de la parte de encima de su pijama, y lo deslizo por todos su cuerpo hasta sacarlo por su cabeza, dejando ver a la mujer tan hermosa que hay debajo de él.
Trae un ajustador negro con un lazo rosa en el medio de las dos copas. Me deshago de él también.
—Se me hace la boca agua solo de imaginarme todas las cosas que podría hacer con estas linduras— confieso masajeándolas.
—¿Cómo qué?, enséñame— responde ella enseguida, más agitada después de que mis dedos pellizcan sus pezones haciendo que se acerque más a mí.
Me deshago de lo único que va sobrando entre nosotros, sus pantaloncitos cortos, afelpados y sus braguitas negras.
Hace lo propio con mi bóxer sacando mi ávida erección.
Giramos sobre nuestros talones torpemente, tropezando con todo lo que tenemos por delante hasta llegar a la ducha, donde el agua empieza a correr por nuestros cuerpos.
Ella se ve exactamente como me la imaginé, como una diosa.
Hago que se gire, que quede de espaldas a mí para esparcir el gel por la inmaculada piel de su espalda.
Apoya su cabeza en mi pecho, buscando un equilibrio entre el placer y la estabilidad de sus piernas.
Vuelvo a girarla hacia mí, haciéndola sobresaltar, tomo sus muslos en mis manos y la hago sentarse en el pequeño muro donde tiene acomodado varios de sus productos del cabello. Todos son de frutas, e ahí la respuesta a mi pregunta de porque siempre tiene olor frutal.
Me agacho hasta estar a la altura de sus piernas, teniendo una perfecta visión de su centro, relamo mis labios con anticipación.
Sin decir ni una sola palabra, le indico subir sus muslos encima de mis hombros.
Apoyando sus manos atrás y echándose un poco hacia adelante logra esa indicación.
Mis manos se aferran sin ninguna delicadeza a la piel desnuda de su cintura para ayudarla a mantener el equilibrio.
En el momento exacto en que mi lengua entra en contacto con su feminidad, tapa su boca reteniendo sus reacciones.
<<Quiero escucharla>>.
—No tapes tus reacciones a lo que te estoy provocando— le pido levantando la cabeza levemente.
Sigo la invasión con mi lengua mientras sus labios emanan versiones ahogadas de gemidos.
Estimulándome a continuar, a introducir mi lengua hasta donde puedo para sumarle más intensidad a su liberación.
Sus piernas se tensan en mis hombros y las aprieta en mi cuello, casi dejándome respirar.
—No tengo ningún problema con morir ahorcado por tus piernas, pero si me ahorcas ya no podré..— soplo ligeramente su sexo, me alejo un poco para observar como la prueba de su orgasmo escurre por sus muslos.
Durante unos segundos parece pérdida en él y solo consigue farfullar mi nombre de manera atropellada.
Verla así me prende, más de lo que ya estoy.
<<Necesito tocarme>>.
Dejo un beso en la parte interna de uno de sus muslos para bajarlos cuidadosamente de mis hombros, acto seguido, comenzar a tocarme delante de ella, quien me observa con una mezcla de excitación y nerviosismo.
Una de sus pequeñas manos detienen mis movimientos.
—Quiero hacerlo— confiesa jadeante, con las mejillas de una tonalidad rosa.
<<No me sorprende en absoluto, es igual de pervertida que yo aunque lo niegue>>.
—Vale— acepto dispuesto, parándome para dejarla a la altura de donde está sentada.
La toma con tanta seguridad de ella misma que tengo que poner de todo mi autocontrol para no correrme con solo verla tomándola.
Está a punto de llevársela a la boca cuando la voz chillona de Nataly se deja escuchar, interrumpiendo nuestra sección de sexo mañanero.
—EMMIII, ¡no me digas que aún estás dormida!
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Nota de la autora📖:
Holaaa, ¿todo bien?, espero que sí❤️.
Espero que el capítulo haya sido de su agrado☺️.
Si fue así me ayudarías mucho dejando ⭐️ y si gustas comentar tus partes favoritas sería de gran ayuda e inspiración para mí.
También recuerden que los estaré leyendo y dándole ❤️ a sus comentarios. Los amo muaaa💋⭐️❤️un beso enorme.
❤️Recuerden que hay actualizaciones todos los fines de semanas❤️.
Si encuentran algún error o falta de ortografía a lo largo de el capítulo, favor de hacérmelo saber lo mismo al privado o en este hilo de comentarios📖.
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