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| Las Islas del Sur |

Lo único que impedía que Halley se volviera loca era el constante mensajeo con sus amigos en El Bosque Encantado, que pasaban su verano acampando en las profundidades del bosque, como habría  disfrutado estar ahí, pero al menos aquí podía disfrutar ver de lejos a su crush y amor platónico, Apolo, solo el chico más guapo y cotizado de ocho reinos.

Aunque claro, jamás admitiría en voz alta que el chico la había cautivado en su primer día en la preparatoria, era asombroso solo estar a su alrededor, pero el pelinegro era alguien ocupado y a menos que incluyeron galas importantes o eventos escolares no lo veía. Agradecía su mala suerte por hacerla llegar a un lugar como este, tan rústico y elegante como veraniego.

Henrey a su lado compartía mensajes con alguien en su teléfono, no podía a prestarle menos atención, todas sus neuronas estaban puestas en el chico sexy que se acababa de quitar la camiseta holgada y en compañía de su hermana melliza, entraba en el mar, solo para jugar con el agua en la orilla, lanzándosela a su hermana eventualmente.

—No se te cae la baba porque tienes decencia, pero poco falta para que eso pase —la repentina voz de su hermano la sacó de sus pensamientos inapropiados y vibrantes, haciéndola sobresaltar.

—¿Que hay de ti? No tienes un novio al que escribirle o algo así —Henrey rodó los ojos y Halley sonrió maliciosamente, era tan divertido molestar a su hermano.

—Antes que nada, no soy gay, segundo; por razones como está no tienes amigos —quiso reírse por el tono frustrado del adolescente, ella tenía la capacidad de irritar y fastidiar al normalmente tranquilo joven, eso le maravillaba.

—Yo si tengo amigos, que no los conozcas es diferente, pero tranquilo, en la preparatoria todos nos conocen —y eso era cierto, su imagen de chica ideal incluía popularidad y una vida sociable activa —. Ya me rogaras por invitarte a una fiesta cuando entres, créeme, solo miraré a otro lago cuando esto pase.

—Cree esto, yo jamás me rebajaría a ti, hermana —se rieron al instante, ambos sabían que Henrey se pondría de rodillas solo con un movimiento de su mano, él la tenía en un altar.

—Estaba pensando, mamá y papá no planearon nada para esta noche, podríamos fugarnos unas horas y divertirnos un poco por toda la ciudad, ¿Que piensas? Tu y yo recorriendo las calles de Las Islas del Sur —sugirió tomando su pashmina alrededor de la cintura y recreando el antes inestable nudo, procediendo a guardar sus cosas en su bolso de playa.

—Me gusta la idea, podemos ir a un restaurante de pizza, —de pronto la miró con intensidad, haciendo de Halley hiciera una mueca —no soportaré la comida rara de mamá otra noche —ni ella misma aguantaría otra noche comiendo los platillos exóticos.

—¡Genial! Entonces podemos ir a ducharnos y nos vemos en la recepción en una hora, ¿Te parece? —cuando su hermano asintió ella sonrió y se separaron a mitad del camino, cuando el mismo recordó que olvidó sus pertenencias.

—Aurelia, cariño, ¿Qué haces con ese horrible traje de baño? —quiso que la tierra se la tragase en cuanto vio a su madre acercarse a ella con un bonito vestido veraniego rosado —Ya te he dicho que el verde no es tu color, te hace ver enana y regordeta, usa turquesa, ese definitivamente es tu color —asintió manteniendo una sonrisa comprensiva en los labios —¿Ibas a tu habitación?

—Si, quiero descansar un poco, las actividades me dejaron exhausta.

—Completamente de acuerdo. Por cierto, tu padre y yo iremos a una fiesta de adultos esta noche así que no cenaremos con ustedes, ¿Le dirías a tu hermano? No me contesta en el teléfono —asintió y cuando quiso despedirse su mamá esta volvió a hablar —. Y cámbiate ese horrible traje, Aurelia, me da jaqueta solo verte con eso —sin decir más asintió y sabiendo que la sonrisa no se mantendría por más tiempo, saludo con la cabeza ay se retiró.

ʏ ɴᴏ ᴘᴏᴅᴇᴍᴏs ᴠᴏʟᴠᴇʀ ᴀᴛʀᴀ́s

No importaban cuántas veces lo escuchara, el dolor siempre era el mismo. Su madre y sus hirientes palabras calaban en ella como la primera vez. Ninguna persona estaba preparada para oír los comentarios ofensivos de sus propios padres.

Cada vez que miraba a sus amigos o compañeros en general sonriendo y abrazando a sus madres, se preguntaba por qué ella no podía estar así con su madre. ¿Que había echo ella para merecer este trato?

Su abuela Aurora le había dicho una vez que el amor no viene del príncipe azul, sino de aquel que estará contigo en cualquier momento. Tenía nueve años en aquel momento y aunque había pensado que era muy sabía ahora no entendía a qué se refería.

Ella no era su madre y mucho menos sería como Audrey deseaba. Por más que quiera no podría cumplir sus expectativas ni ahora ni nunca.

Anhelaba demostrarle que no era una perdedora a su madre, pero cuando estaba frente a ella se sentía tan pequeña que casi se creía insignificante.

Nunca, jamás podría hacer orgullosa a su mamá.

ʟᴏ sɪᴇɴᴛᴏ, ɴᴏ ᴘᴜᴇᴅᴏ sᴇʀ ᴘᴇʀғᴇᴄᴛᴏ

Y se dio por vencida. Cuando cumplió dieciséis años, viendo como su madre presumía a su adorado hijo Henrey, se dio por vencida. Ella no podría alcanzar las expectativas de su madre, no era merecedora de su orgullo.

Con ese último pensamiento dio por terminado su camino de vuelta a la recepción, dónde la esperaba su hermano, que como ella llevaba encima un gorro y lentes oscuros, solo que ella tenía un sombrero negro sofisticado, no una gorra de la NYU.

—¿Estás listo para la mejor noche de tu patética vida, perdedor? —una sonrisa se formó en los labios de su hermano, viéndolo asentir se dirigieron a la salida.

No fue difícil conseguir que un taxi los llevará a la ciudad, se pasó todo el camino convenciendo a su hermano de que lo peor que podía pasarles sería perderse en una ciudad desconocida con dinero que podrían robarles. Claro que su intención era asustarlo.

Al bajarse del taxi y ver una variedad de pizzerías ambos supieron que estarían bien, tenía dinero suficiente para como para comprar una de esas pizzerías. Y quién sabe, puede que se diviertan un poco.

—No creí que terminaría comiendo pizza con mi hermanito de quince años en Las Islas del Sur, en lugar de estar El Bosque Encantado con mis amigos pero ¿Sabes qué, mocoso de seis cabezas? —no tardo en oírse un reclamo por su pésima invención, pero lo ignoró y continuo —Sé que me divertiré más contigo que con alguno de esos malditos drogadictos —se burló haciendo reír a su hermano.

—Admites que te juntas con puro idiota —pregunto indirectamente su hermano, haciéndola sonreír inconscientemente.

—Nunca dije lo contrario, solo no quería que mamá supiera que me junto con ellos para fastidiarla, para variar —confesó sorprendida por sus palabras, a veces le asombraba lo honesta que podía ser cuando se trataba de Henrey.

—Todos lo sabemos menos ella... apropósito, ¿Sabes que está haciendo? Me sorprende que no nos llene la memoria con sus mensajes? —comentó el muchacho revisando su teléfono por enésima vez esa noche.

—¿No te dije? Ella y papá irán a una fiesta o algo así, no pregunté exactamente, pero nos zafamos está vez —Henrey sintió como si un peso fuera sacado de su espalda, que suertudos —¿Quieres lárgate de aquí e ir al lugar más fabuloso de la tierra? —algo nervioso, Henrey asintió, confiando en que su hermana no podía matarlos.

No sé arrepentía. Probablemente su mamá lo regañaría como nunca si se entera, pero no sé arrepentiría de haber aceptado. De alguna manera, su fabulosa hermana había encontrado un parque de diversiones abierto las veinticuatro horas del día.

Habían paseado y consumido comida basura por todos lados, no les apeteció subirse a ninguna atracción hasta que vieron la rueda de la fortuna. Sus dos pares de ojos brillaron y casi sincronizadamente corrieron hacia allí.

No fue hasta que estuvieron a dentro de una de las cápsulas que el sonido de una notificación en el bolso de Halley los alertó, la chica saco su teléfono de inmediato y bufó con molestia. Volvió a meter con rudeza su teléfono al bolso y sacó una caja de cigarros y un encendedor de bolsillo, lo prendió y luego el cigarrillo, esperó unos segundos para colocarlos entre sus labios e inhalar, relajándose al instante.

—No tenía idea —se espantó con la sorpresiva voz del menor que la trajo a la realidad, lo miro ansiosa y asustada, ya no había vuelta atrás.

—No debiste ver esto, disculpa —lamento botando al piso metálico y pisando el cigarro, provocando que se apagará en seguida.

—¿Desde cuándo... ? —la pregunta de Henrey se quedó en el aire y Halley supo que se encontraba nervioso.

—Hace año y medio —respondió con una tranquilidad que no sentía, negándose a mostrar su ansiedad —, fue durante una fiesta, me retaron a intentarlo y te sorprenderá lo débil que es un adolescente ante la presión de sus amigos —rio sarcásticamente.

—Entonces no son tus amigos realmente, Hall, nadie que te obliga a hacer algo que te hace mal lo es —se enterneció ante la preocupación pero hablo.

—No me obligaron, ellos insistieron pero fui yo quien decidió. Solo... no le digas a mamá, se volverá loca —pidió manteniendo la mirada en frente, donde el cielo estrellado los recibía con una belleza inexplicable.

Probablemente no sea original pero soy tu hermano, mi deber es apoyarte y si tengo que mentirle a mamá, puedes contar con eso, súper rarita —respondió Henrey sonriéndole sinceramente.

Halley le agradeció con una sonrisa y lo miro unos segundos de reojo para asentir.

—¿Es por secretos como este que no te llevas bien con mamá? —preguntó titubeante el castaño.

—¿En serio piensas eso? —frunció el ceño, volteándose para mirarlo por primera vez en un rato, él asintió y ella negó —Son muchas cosas, solo no nos entendemos; yo quiero seguir este sueño que tengo y ella no está de acuerdo, parece que mi sueño no forma parte de su idea de mi como la reina de Auroria —suspiró pesadamente volviendo mirar un punto fijo en el cielo, sintiéndose atraída por esa brillantes que son las estrellas.

—¿Cuál es ese sueño? ¿Qué es tan disparatado que mamá no lo acepta? —inquirió sintiéndose cada vez más curiosa ante la historia detrás de todo ese pleito familiar del que casi no se le hablo.

—¿Me has escuchado cantar alguna vez? —él negó y casi unos cinco segundos le tomó entender a qué se refería, abrió los ojos con sorpresa dándose cuenta de todos y solo su mirada bastó para que ella entendiera —Me han dicho que tengo talento y yo lo creo, me dieron muchas oportunidades en el pasado pero mamá no dejo que las aceptara, no es como si pudiera sin su firma como menor de edad. —volvió a suspirar negando —Con el tiempo le tomé rencor y ella ya venía comportándose extraña conmigo.

—¿Extraña de qué modo?

—Solo extraña, no rebusques tanto, es cosa del pasado.

Pero no lo era, no lo era y por más que le gustaría seguir fingiendo como que sí sabía que en algún momento no podría.











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Estoy de racha, no sé ustedes pero a mí me gusta como está quedando, vamos por el capítulo 4

terminado: 24/10/21

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