042. things that happen

❝  °⠄🌈☁️ꦿ CHAPTER FORTY TWO:
Swear by the garrita

















㍍⠄’‧ꦿ🌤️チ↻°.

— ¡De verdad!, Somos almas gemelas. — dijo nuevamente la rubia llevando la cuchara a su boca — Tambien dijo que su planeta favorito era Saturno, ¡Y el mío igual!. ¿Pueden creerlo?.

— Deberías decirle que venga aquí, aquí pueden hablar de lo que quieran, no en el bosque. — reprochó Meredith por novena vez — Dile algo.

Abraham alzó la mirada y titubeó. Justo lo que había evitado.

— Si, eso, totalmente de acuerdo. — Meredith bufó enojada, era un caso perdido y ella lo sabía.

Resulta que ahí se encontraban los cuatro, comiendo en el comedor de la casa tranquilamente, Abraham quien comenzaba a quejarse de sus problemas con el tal líder de la obra, Meredith quien no había parado de regañar a Marlene, y Apolo quien se llevaba pedazos de sopa a la boca sentado en la silla de bebé.

Al terminar la comida y luego de una escandalosa regañada, Marlene salió de la casa sin ningún rumbo específico, probablemente caminaría por Alexandria, pues dos días antes había ido con Enid al bosque, y la noche anterior había sido la fiesta de bienvenida, por lo que no tenía mucho que hacer.

— ¡Hey!. — Marlene caminó junto a Noah regalándole una sonrisa ladina — ¿Cómo estás?.

— Bien, aunque no voy a mentir que todo esto es un poco abrumador. — confesó — Comienzo a adaptarme, le pregunté a Reggie si podía enseñarme más sobre la arquitectura. — se encogió de hombros — Tal ves algún día reconstruya la muralla.

El tono soñador que utilizo hizo a Marlene sonreír, al menos el ya tenía un propósito en la comunidad.

— Iré con Glenn, Tara e Iris a una excursión, al parecer Eugene necesita unas cosas para la energía, o algo parecido. También irán Nicholas y el otro hijo de Deanna. — la rubia miro al moreno mientras asentía — Gracias por preocuparte por mi.

— Eres mi amigo, y a los amigos hay que cuidarlos. — ambos sonrieron dándose un corto abrazo — Si están en peligro y es una situación desesperada, deja a Nicholas atrás, nadie lo extrañará. — aportó la Dixon haciendo que el chico riera negando con la cabeza.

— Nos vemos en un rato. — se despidió el moreno caminando hasta la camioneta en donde serían llevados.

Tan dulce, tan tierno y con esa mirada llena de esperanza, por eso le recordaba a su amada Beth, pues a pesar de los días tormentosos e hirientes, la rubia de ojos celestes siempre estaba ahí dispuesta a cantarte una canción para alegrarte el día. Sonriente, dándote a entender que todo estaría bien.

Por eso Noah era importante para ella.

Marlene camino por las calles de Alexandría preguntándose el misterio de la familia Anderson, el como habían cambiado. No era el hecho de su personalidad, pues con Ron parecía haberse detenido el tiempo volviendo a lo mismo. Más bien, era la familia, Jessie hablaba casi todo el tiempo de su marido y de todos aquellos tratos tan lindos que Pete tenía hacia ella.

Ya no quedaba nada de esos relatos, pues cada que Meredith le preguntaba sobre eso, la rubia simple contestaba con un bien, mientras le regalaba un sonrisa triste. Algo no estaba bien. Tampoco era normal el hecho de ver a Sam casi las 24 horas en su casa con el pretexto de jugar con Apolo, el chiquillo contaba con una mirada llena de pavor, mirada que un niño de 10 años no debería de tener.

Mientras que Ron parecía evitar el tema, se distraía haciendo bromas o riendo como siempre junto a ella. Parecía normal hasta que se acercaban a la casa Anderson, pues todo rastro de felicidad del muchacho desaparecía en un instante. Cómo si lo que pasará en esa casa fuera un infierno.

Y tal vez, si era así.

La Dixon entro a la casa de los Anderson como si de su propia casa se tratase, buscando entre los sillones a Ruffo, pues la noche anterior mientras veía con Ron los álbumes de fotos, lo había olvidado por ahí. El repentino silencio en la casa le hizo pensar que no había nadie, por lo que continuo con su búsqueda sin percatarse de que alguien la miraba.

— Hola, Marlene. — saludó Pete desde la cocina causando que la nombrada diera un salto en su lugar para luego girarse — Los chicos no están, fueron a casa de Mikey.

Hubo un pequeño silencio antes de que la chica contestara. — No los buscaba a ellos, ayer deje a Ruffo aquí, pero lo encuentro y me voy. — dijo rápidamente moviendo sus manos.

— Es bueno que estés aquí, no hemos tenido el tiempo de hablar y realmente me importa saber cómo has estado. — ignoró lo dicho por la adolescente tomando café de su taza — ¿Quieres galletas?, Jessie las horneo por la mañana. No son la gran cosa pero hizo su intento. — Pete río.

Ignorando aquel comentario, Marlene camino hasta la cocina sentándose en el taburete pegado a la barra. La Greene tomo una galleta sintiéndose incomoda una vez más por el repentino silencio para nada agradable que se formaba. Silencio en el qué la rubia solo escuchaba los sorbos de la taza de café, y las mordidas que ella le pegaba a la galleta.

— Parece que los tiempos ahora son cada vez más peligrosos, es una pena lo que pasa con nuestros seres queridos. — habló el hombre viendo por la ventana — Mira que ver a nuestros familiares convertidos en esas basuras.. puagh, es un asco. Y lamentable. Cómo lo de tu padre... eso sí fue una desgracia. — Pete chasqueó la legua mientras negaba — Era un buen hombre. Lamentablemente esos son los primeros que mueren.

Marlene tenía su vista situada en un punto fijo, parecía un tempano de hielo, fría, sin ninguna expresión en su rostro intentando no perder los estribos. A la rubia le costaba creer lo que tenía en la cabeza, años antes ella había conocido a un Pete diferente, una excelente persona, tenía un corazón enorme y recordaba esos lindos campamentos que compartió su familia con los Anderson.

— Ciertamente es así. El exterior ahora es una muerte segura, para los buenos y los malos. — comentó la Dixon — Pero vamos a hablar del interior, un tema clásicamente interesante. ¿Tu sabías que el ser humano sueña con lo que más  teme?. El tener un hogar es sinónimo de sentirte a salvo, pero otras veces, el mismo hogar se convierte en un infierno. — argumentó Marlene mirando al hombre — El patriarcado que abunda en esta casa me causa dolor de cabeza. ¿Hablamos de ello?.

Pete río con gracia cruzándose de brazos. — Tan predecible igual que tu padre. Me causa conflicto decirlo, Marlene. Ryan si me caía bien. — la mencionada entrelazó sus dos manos apoyándolas sobre la barra — ¿De que quieres hablar?. No hay nada de que hablar, no se de qué me hablas.

— ¿Tu sabes que palabra menciona con pavor Sam cada que cierra los ojos?. — Pete ladeó la cabeza — "Papá". Se la pasa en mi casa la mayor parte del día hablando sobre como un Ogro agrede a la bella princesa del castillo; al igual que a los guardias de ella. ¿Te parece familiar el cuento?. — Marlene se puso de pie lentamente — Los moretones repentinos que Jessie tiene en la cara o brazos, el cambio de emociones de Ron al acercarse a su hogar. Curioso, porque te lo acabo de decir, muchas veces el hogar se convierte en un infierno.

— ¿Insinúas que yo golpeó a mi familia?. — interrogó con cinismo — ¿Porque todas las mujeres son igual de locas?. Marlene, te voy a pedir un favor. No te metas en donde no te llaman.. porque vas a salir perdiendo.

— Si yo no me voy a meter en ningún lado. Yo, no. — la rubia tomo a Ruffo de uno de los estantes para luego caminar a la puerta — Yo, no. — volvió a susurrar antes de comenzar a silbar saliendo de la casa, en su lugar, Rick entro con una expresión notoriamente molesta. Y Marlene, le dedico una sonrisa ladina al Anderson antes de irse completamente de ahí.




















































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La tarde de Marlene se había basado básicamente en estar en casa junto a su hermano de ya dos años. Era gratificante pasar tiempo juntos pues ahora que tenían una vida más normal, la rubia podía enseñarle cosas que su padre alguna vez le enseño a ella. Lo cual era nostálgico y divertido. Cómo en aquel momento, pues se encontraba sentada en el comedor junto a la cocina con Apolo en sus piernas mientras ambos dibujaban en unas hojas de papel.

— Papá dijo, el verde es el color de la vida. — le comentó la rubia al infante quien tomaba el color torpemente — Y Abraham dijo, el verde es el color del vómito. ¿Diferentes verdad?.

El pequeño trazaba garabatos en su propia hoja, mientras que Marlene dibujaba un sencillo pero lindo dibujo, la Dixon intento recrear a Abraham con una ropa de superhéroe, en sus lados, toda la familia se encontraba ahí, con una sonrisa algo deforme. Para la Greene sin duda era una obra maestra, pues al terminar, dibujo en la parte alta de Abraham: Superdad.

Woaw, excelentes garabatos, dejaron en vergüenza a mi obra de arte, traidor. — dijo la rubia en un tono divertido fingiendo que le dolía el pecho causando que su hermano riera, a lo que ella sonrió. — Hay que pegarlos en la pared principal.

— Rojo. — balbuceó el niño metiéndose el color a la boca.

— Recuérdame no volver a tocar ese color.

Y mientras Apolo gateaba por el piso de la cocina, Marlene pegó su dibujo en la pared a una altura considerable, así, todo aquel que entrara lo vería. Eso le causó una sonrisa. Cada vez aquella casa tomaba forma de un hogar, su hogar.

Entonces la asusto el sonido de la puerta azotar fuertemente, al voltear, Marlene vio a Sam con la cara completamente roja de tanto llorar. — ¿Sam?. — llamó la rubia viendo al rubio correr hasta el segundo piso, a lo que Marlene cargo a su hermano en brazos y subió calmadamente por las escaleras en busca de una respuesta.

— ¿Sammy?. — volvió a llamar la adolescente entrando a su habitación escuchando los sollozos del pequeño bajo las cobijas de la cama — Apolo quiere hacerte compañía, ¿Quieres?.

— ¿El mundo allá afuera es malo?. — preguntó el Anderson con la voz entrecortada aún bajo las cobijas, ante esta pregunta Marlene ladeó la cabeza, no podía mentirle, pues algún día el tendría que enfrentarse a la realidad, sin embargo, era un niño, tampoco quería abrumarlo o espantarlo — ¿Me van a comer vivo?. — la rubia cerró los ojos al escuchar la voz del niño quebrarse otra vez.

La Greene dejo que Apolo gateara en el piso dejando sus manos libres. A esto, Marlene destapó con cuidado a Sam dejando ver su rostro lleno de lágrimas, totalmente aterrado, y esta vez, no era por su padre, si no por una persona que había sido cruel con el. Ver a Sam de ese modo a Marlene no le gusto.

— ¿Quien te dijo eso?. — interrogó mientras le limpiaba cálidamente las lágrimas de sus ojos — ¿Fueron los hijos de los Murphy?. — volvió a preguntar la Dixon viendo como el menor negaba — Sam, si me dices quien fue, te prometo que no te van a volver a molestar. Yo te cuido.

Fueron las palabras suficientes para que el menor la mirara con una triste mirada cómplice — ¿Me lo juras por la garrita?. — el rubio alzó su meñique aún sintiendo sus ojos picar levemente.

Marlene lo miro con ternura. — Te lo juro por la garrita. — y así, ambos unieron sus meñiques sonriendo mutuamente, en la acción, la Dixon le limpio una lágrima rebelde que bajaba de su mejilla izquierda. De algo no le cabía duda, Sam era un peluche, frágil e inocente, pero por alguna razón, Marlene quería que siguiera siendo así, que disfrutara los más que pudiera su niñez antes de enfrentarse a lo de afuera.

El Anderson suspiro. — Ayer encontré a Carol en la armería, durante la fiesta. La seguí porque quería que me preparara más galletas. Entonces la vi tomando unas armas, ella me vio y me dijo que no debía de decirle a nadie, ni siquiera a mi mamá. — el menor tomo aire — Me negué, y entonces me dijo que si no me callaba, me iba a dejar atado a un árbol en el bosque, me dijo que sentiría como los monstruos de afuera me arrancaban la piel, como sufriría. — Sam volvió a llorar desconsoladamente sintiendo cómo Marlene lo atraía hacia ella para abrazarlo igual que a un bebé — No quiero que me coman.

— No lo harán, no mientras yo esté contigo. Te juro por la garrita que Carol no te va a hacer nada. — le prometió besando su cabeza — Yo me encargo de eso.






























































— Aparte de mentirosa, cobarde y farsante, también eres cruel. — Marlene entro a la casa hablando por lo alto viendo a Carol quien cocinaba como si no rompiera un solo plato.

— ¿Necesitas algo?. — preguntó la mayor cociendo la pasta, sin darle la más mínima importancia a lo dicho por la Dixon.

— Eres una hija de puta, mira que asustar de esa manera a un niño.. solo para que no te delate, eso sí es caer muy bajo, Carito. siseó mientras daba algunos pasos al frente, entonces Carol río amargamente logrando que la rubia tensara la mandíbula.

La de cabellos grisáceos dejo su mandil sobre la barra dejando a un lado la cuchara con la que removía la pasta. Carol se hacerlo hasta la Greene limpiándose sus manos con un trapo, la Peletier miraba aún a la pequeña niña que había conocido en la granja, miraba a esa niña que siempre le recordó a su hija Sophia.

— Tu y yo somos iguales, por eso te molesto tanto. Tu también eres cruel, hay veces en el que no te tocas el corazón con las personas. Existen veces en donde las personas no necesitan alegría, pero tú ahí estas. Mientes, has mentido muchas veces. Eres como yo. — se sincero mirándola a los ojos — También eres una hija de puta, así que bienvenida al club.

Marlene río. — Tu y yo no somos iguales. — sentenció — Tu matas niños, y yo, los protejo. — terminó la oración alejándose de la mujer — No te acerques a Sam, te tiene pavor.

Justo cuando la mujer Peletier iba a responder, la puerta de la casa se abrió de par en par dejando ver a una Meredith totalmente conmocionada — Marlene, llegaron. — soltó la castaña sin saber cómo dar aquella lamentable noticia.

— ¿Llegaron bien?. Iré a recibirlos. — antes de poder salir, Meredith tomo del brazo a su hija mirándola con los ojos cristalinos — ¿Que?. — la Greene mayor negó con la cabeza mirándola a los ojos, entonces Marlene comprendió y su semblante cambio — ¿Iris?. — la mayor negó — ¿Glenn?.

— Noah. — dijo en un suspiro cortado logrando volcar el corazón de Marlene. Carol se llevó las manos a la boca sintiéndose mal por primera vez luego de un tiempo. La rubia miro a su madre sin ninguna expresión. No habían lágrimas, ni dolor.

Era como si el dolor de la Dixon estuviera sumergido en anestesia. Esa fue la primera vez que Marlene no lloro al recibir una noticia de ese tamaño, una nueva perdida en su vida. De alguna forma, Marlene comenzaba a recibir a la muerte como una vieja amiga. Meredith miro a su hija intentando descifrar su mirada helada.

— Son cosas que pasan. — musitó saliendo de la casa con un semblante tan serio, que ni siquiera Meredith pudo adivinar sus verdaderos pensamientos.

La realidad es que Marlene estaba en duelo.






















































Author's note 📝

Hola!, Tarde tarde pero aquí está.

ESTAMOS CERCA DEL PENÚLTIMO ACTO DE ESTE LIBRO. OMG.

Como algunos ya lo saben, My only shine se va a convertir en trilogía llamandóse así, Trilogy Shine. Cosa que me tiene tan happy.

Mi plan es acabar este libro antes de que termine el año, so, 2022 viene con todo, AHHH. (Spoiler alert, vengo del futuro y no termine el primero JAKJSKAJS).

Un placer actualizarles el día de hoy, atte: yo. <3

Cierto, si tienen dudas con la cronología del fic pongan sus preguntas en este apartado, contestaré todo pues vi varias dudas por ahí. >>

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