018. 𝖣𝖾𝖺𝗍𝗁
°⠄🌈☁️ꦿ CHAPTER EIGHTEEN:
liar ❞
㍍⠄𝄒‧ꦿ🌤️チ↻°.
MARLENE DIXON DEBÍA SOBREVIVIR, al menos eso siempre pensó ella, nunca se imagino estar verdaderamente entre la vida y la muerte.
Ella esperaba despertar estando muerta más sin embargo no fue así, despertó viva, volviendo a ver entre loa barrotes de la prisión la luz del sol.
Su madre estaba con ella, Roxane y Maggie también, Glenn no se había separado de la niña ni por un segundo. El coreano realmente creyó que moriría.
La rubia tenía más vidas que un gato y es que aunque sonara desalentador tal vez hasta un beneficio podía volverse.
El peligro para ella había pasado.
Despertar sabiendo que podría ver a su hermano crecer fue más que un regalo para ella, estaba viva, estaba bien.
La rubia yacía en su celda recostada en la camilla, se veía algo frágil aún, su cara aún estaba pálida pero al menos ya se le veía más animada y para sorpresa estaba peinada pues Maggie había insistido en arreglarle aquel nido que tenía en la cabeza.
Su cabello rubio estaba suelto bien peinado en un partido por la mitad, Marlene se veía decente, quien hubiera imaginado que aquellos ojos azules estuvieron apunto de apagarse la noche anterior.
En su compañía Carl estaba ahí, sentado en la orilla de la cama tomando dulcemente la mano de la Dixon.
― sería lindo que Chispita estuviera aquí ― comento la niña con una ligera sonrisa triste ― creo que me hubiera mordido para reanimarme.
― el seguramente está aquí, el te cuido ayer, yo lo sé ― comento el Grimes con una voz pasible ― tienes que dejar de darme este tipo de sustos.
Ambos rieron aunque Marlene un poco más por lo bajo pues era hasta donde llegaba.
― es bueno verte con tu sombrero vaquero ― murmuró la chica alzando su mano para poder acomodarle el sombrero al castaño ― si te va bien, aunque claro, a mí se me ve mejor.
La Dixon le guiño el ojo al Grimes quien negó algo divertido.
― ni así se te quita el autoestima eh ― comento burlón viendo cómo la rubia negaba con una sonrisa un poco mas grande.
Carl acomodo un delgado mechón de cabello detrás de la oreja de su acompañante con delicadeza.
Marlene quien estaba acostada en la camilla observaba al Grimes, se veía más contento, relajado, se veía bien después de todo, eso le alegraba.
De pronto una idea paso por la cabeza del Grimes, algo que quería hacer realmente.
― Pensé que rompería la promesa que hicimos ― confeso Marlene ― lo de no morir, estar juntos siempre.
― hey, tú estás aquí, es lo único que me importa ― tranquilizó Carl acariciando la mejilla de la Dixon con su pulgar ― tendrás que aguantarme, ya no me voy a despegar de ti.
Marlene volvió a reír con alegría, era la emoción que la invadía en aquel momento.
Luego fueron los nervios pues Carl comenzó a inclinarse hacia la rubia lentamente mientras que acariciaba su pómulo.
A pocos centímetros de distancia el Grimes se detuvo para ver los azulados ojos de la rubia quien no decía nada.
Aún eran niños pero, ¿Quien seguía siendo verdaderamente un niño en aquel mundo?, Marlene trataba de disfrutar su niñez a pesar de todo pero estaba creciendo, estaba adaptándose, crecer es parte de adaptarte y al mismo tiempo de madurar, reaccionar.
La personalidad de Marlene jamás cambiaria, ella siempre seguiría siendo ella cuales fueran las circunstancias, pero crecer, crecer es algo que no puedes detener y toca disfrutarlo, aprender, vivir para contarlo, eso es todo simplemente.
La Dixon levantando un poco la cabeza de su almohada acortando la distancia que separaba a Carl de ella.
En ese tiempo no se sabía si habría un mañana, por eso lo mejor siempre era actuar cuando lo tenían enfrente.
Carl al principio no supo que hacer más sin embargo lo siguió torpemente pues experiencia no tenía. Nada.
Marlene creció escuchando los cuentos de sus padres, algunos de piratas, otros de dragones y otros tantos de princesas, en los cuentos de sus padres la princesa siempre daba el primer paso.
Ella lo había hecho y en aquel momento sentía una oleada de emociones, no eran esas típicas mariposas de las que tanto se hablaban, era mucho más que eso, un sentimiento tan bonito que podría pintar un cuarto entero.
Marlene sentía como si saltará en una nube, era una experiencia tan nueva que desearía no olvidarla jamás, los labios de ambos se movían lentamente al igual que torpemente pero de todas formas era una linda sensación.
Algo único que era lo que Carl Grimes pensaba en aquel momento pues el chico se sentía en un mismísimo sueño.
El beso no duró más de unos segundos cuando ambos por fin se separaron con una gran sonrisa en sus rostros.
― con más razón no me separaré de ti ― murmuró él castaño con algo de burla aún acariciando su mano.
Marlene carcajeó sin poder evitarlo y aunque en el acto le doliera algo el pecho pues aún seguía enferma.
―te vas a enfermar tu también ― sentenció la rubia con burla.
― eso ya no me importa mucho ― contesto el chico con media sonrisa.
― ve con Rick, el te necesita ahora ― pidió la rubia pues además necesitaba descansar, Marlene al ver cómo el castaño estaba apunto de protestar se adelantó a hablar ― voy a estar bien, a demás en la celda de a lado está Glenn, nada puede ser peor que ayer.
Ambos sonrieron.
― bien, volveré en un rato ― aprovechándose de la situación el Grimes beso rápidamente los labios de la chica antes de salir de celda.
― ¡Carl! ― la rubia solo escucho al Grimes reír bajando las escaleras ― no vayas a hacer nada estúpido niño.
Aunque Marlene pensó que no, el castaño si la había escuchado, con una pequeña sonrisa el Grimes lo prometió en su cabeza.
― ¿Lo hizo al fin? ― La Dixon escucho la voz del coreano provinienté de la celda de a lado.
― cállate chinito ― el asiático rio.
Parecía todo ir bien, lastima que cuando eso sucedía algo malo venía de vuelta.
Un fuerte sonido alarmo a la prisión.
Era nada más y nada menos que la persona que tanto daño les había causado, la persona que habían buscado por meses.
El Gobernador.
Al parecer el hombre contaba con un nuevo grupo, nuevos idiotas los cuales seguramente creyeron cualquier disparate que el tipo contó.
Todo era una farsa.
Tenían de rehenes a Hershel y Michonne, sin duda no estaban ahí en paz, seguramente no durarían ni un minuto antes de derramar sangre.
Habría una nueva batalla la cual no terminaría hasta que el ex líder de Woodbury estuviera muerto.
― hay que hacerlo ― murmuró Carl quien apuntaba con un rifle a través de los cuadros del alambrado.
― tu padre lo hará ― dijo Daryl en la misma posición que Carl solo que el cazador portaba una metralleta.
― deberíamos hacerlo nosotros ― concordó Meredith recargando la metralleta que se le había otorgado.
― confíen en Rick ― comento Daryl ― el sabrá que hacer.
Todo el grupo se encontraba ahí, la mayoría de ellos apuntando con sus armas. Rick estaba seguro de algo, no entregaría la prisión, no quería hacerlo.
― mientras más esperen más difícil les será salir de aquí ― intentaba persuadir el hombre sin un ojo.
― todos podemos, podemos vivir todos aquí ― ofreció el líder ― hay suficiente espacio para todos.
― más que suficiente ― concordó Phillip ― pero los míos no podrán dormir sabiendo que tú estás bajo el mismo techo.
― viviríamos en diferentes pabellones, no tendríamos siquiera que vernos las caras ― comento.
― puede funcionar, tu sabes que si ― ánimo Hershel quien permanecía de rodillas y atado de manos.
Más atrás que Rick, las Greene veian a su padre con temor, aquel hombre era capaz de todo, incluso hasta de lo menos pensado, no tenía límites.
Ni siquiera con los indefensos.
Meredith deseaba matar al gobernador desde lo más profundo de su corazón, el había matado a su esposo, le había causado daño a su grupo, había secuestrado a su hija y ahora tenía de rehén a su padre.
Deseaba matarlo.
― no nos iremos ― finalizó Rick ― si tratas de forzarnos lucharemos, como dijiste, los tiros atraerán más caminantes, derribaran los alambrados y sin alambrados este lugar no vale nada.
Fue entonces cuando el hombre de un ojo se bajó agresivamente del tanque en el que estaba parado tomando la katana de Michonne caminando hasta Hershel.
Había puesto la katana en su cuello.
Las Greene se acercaron hasta la reja temiendo por la vida de Hershel.
― tu, tu la del pelo recogido, ¿Esto es lo que quieres? ― interrogó Rick sintiendo como la desesperación lo abundaba.
― lo que queremos es lo que tienes, punto. Es hora de que te vayas idiota ― uno de los hombres de Phillip hablo en nombre del grupo.
― ¡Hey! ― Meredith salio del post-patio para caminar al patio más grande hasta situarse a lado de Rick ― peleamos con el antes, mato a mi esposo, mato a gente importante, secuestro a mi hija, ¿Que pasara cuando lo haga con ustedes también?.
El grupo enemigo poso su vista en la mujer.
― les aseguro que este hombre no va dudar ni un segundo en matarlos a todos para salvarse a el ¡Eso es lo que hace la gente como el ― explicaba la mujer ― ¡Suelten esas malditas armas y arreglemos esto de una buena vez!, Entren por esa puerta y arreglemos las cosas.
El lugar se quedó en silencio, Phillip también poso su vista en la castaña quien hizo contacto visual con el hombre.
― ¡Nos olvidamos de todo!, Nadie tiene que morir ― prosiguió la Greene ― esto tiene que parar, ¡Tenemos que parar por una buena vez!, Estoy segura que más de uno de los que estamos aquí tuvimos que hacer cosas horribles, cosas de las que nos arrepentimos, en el trayecto perdimos personas, personas que eran importantes. ― la Greene dió unos cuantos pasos más hacia adelante ― Aún podemos recuperarnos de todo, juntos.
El Gobernador comenzó a separar lentamente la katana del cuello de Hershel.
― todos podemos cambiar, podemos sanar, podemos iniciar algo, podemos enfrentar el nuevo mundo ¡Juntos!, Ya basta de guerras, basta de toda esta mierda ― Hershel quien miraba a su hija desde lejos sonrió orgulloso, orgulloso de la que fue su primera hija, su primer orgullo ― ganemos esta guerra, juntos.
El silencio se formó, más de uno reflexiono la palabras de la mujer Greene, palabras que retumbaron el cabeza de Phillip.
― mentirosa ― susurró el hombre de parche antes de cortar el cuello de Hershel Greene.
― ¡No! ― el grito de Meredith fue lo último que escucho el hombre Greene pues después de eso este se desplomó al piso.
La Greene fue la primera en disparar a todos los contrarios atrayendo a su grupo a la realidad.
El tiroteo comenzó, todos disparaban por todos lados. Las Greene estaban rotas, habían visto a su padre morir, frente a sus ojos, murió brutalmente siendo decapitado por una espada.
Hershel Greene merecía más que eso, el era un buen hombre, una buena persona, alguien que había dado todo por el grupo, una persona que los había salvado más de una vez.
Esa muerte no quedaría así, pagarían.
Author's note 📝
Solo pido que no me maten..
Hasta aquí mi reporte Joaquín *corre loas rápido que puede* LA SANGRE DE CRISTO TIENE PODER.
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