0.32 the sun and the truth
❝ °⠄🌈☁️ꦿ CHAPTER THIRTY
TWO:
I see how he sees you ❞
㍍⠄’‧ꦿ🌤️チ↻°.
EL PELIRROJO DESPERTÓ ALARMADO, aunque las circunstancias se lo impidieran y considerando que le doliera todo el cuerpo, Abraham no dudo en recitar el nombre de la persona que mas le importo en ese accidente. — ¡Marlene! — grito el hombre entre los escombros del camión, como lo había supuesto, el vehículo había terminado volcado, no tenia ni idea si los demás seguían con vida, solo le importaba la adolescente en aquel momento.
— ¡Marlene! — volvió a llamar el hombre con desesperación mientras que escuchaba los quejidos de los demás, por suerte, todos se hallaban bien, intentando ponerse de pie entre ellos.
Aun seguían dentro del camión, gracias al cielo, pues es que al vehículo ya lo rodeaba un grupo de errantes hambrientos.
— ¡Marlene!. ¿Te encuentras bien? — preguntó el pelirrojo mientras que lograba ponerse de pie soltando leves quejidos — ¡Por un carajo, contesta niña!.
— ¡No me grites, loco! — gritó la rubia exasperada pues es que los gritos solo lograban ponerla de malas. Marlene se hallaba entre un hueco que se formaba gracias a dos asientos, con una cortada en la frente y otra en la mejilla.
Su mente comenzó a divagar, pues si, el autobús se había descompuesto, justo en pleno viaje lo que ocasionó un choque. ¡Un gran choque!.
Abraham suspiro poniendo los ojos en blanco, y yo que me preocupo pensó el hombre en su mente mientras que negaba con la cabeza.
— ¿Todos están bien? — interrogó el militar observando a los demás.
— Eugene se murió. — agregó Meredith tosiendo al terminar la frase — ¡Marlene! — llamo la mujer escuchando un gruñido de parte de su hija.
— aguarda, Eugene — pidió Tara ayudando al científico a ponerse de pie.
Meredith llegó hasta donde Marlene se encontraba, la castaña, soltó un chillido antes de ponerse de cuclillas acercándose lo más posible a la rubia, quien se quejó por lo bajo.
La Greene mayor acaricio el rostro de su hija volviendo a preguntarse porque es que ella había tenido que ir. En otros casos hubiera pensado: adolescentes.
— nada más no te pongas a llorar, mujer, estoy bien. — anticipó Marlene regalandóle una cálida sonrisa a su madre quien comenzó a llenarle de besos la cara, en el acto, la rubia solo pudo limitar a quejarse.
— el motor está en llamas. Hay que salir. — comentó Tara con preocupación siendo secundada por Abraham quien asintio.
Las Greene se pusieron de pie acercándose a todo el grupo que ya tenía un plan en mente. Marlene solo podía observar a los errantes intentado derribar las puertas que se hallaban atrancadas por el mismo accidente.
— de acuerdo, tu y yo vamos primero. — ordenó Glenn señalando al pelirrojo quien sin titubeos acepto — abrimos camino para que salgan Maggie, Rosita y Meredith. Ahí los atacaremos todos.
— ¡Prepárense! — gritó Abraham caminando hacia el otro extremo del autobús — Marlene, tu y Tara cubrirán a Eugene, salgan cuando esté despejado.
— lo que digas fosforito. — aceptó la mencionada sonriéndole a Tara quien le devolvió el gesto antes de sacar su cuchillo.
Marlene se alejo de la escena escuchando como Abraham abría la puerta aventando a los errantes que la tapaban. La rubia buscaba entre los escombros del autobús, su preciada mochila junto con su clásica arma sentimental.
Ryan, el amado bate de la Greene se encontraba dentro de la mochila con las púas saliendo de esta. Esto la hizo sonreír, por un momento pensó que sus cosas se habían salido del autobús.
Marlene se colgó la mochila en sus hombros sacando el bate antes, podía perder hasta la vida pero aquella mochila, jamás.
De pronto, un gruñido familiar atrajo la atención de la rubia, un errante se había colado por una de las ventanas rotas del vehículo, este daba arañazos en el aire intentado alcanzar a Eugene quien lo veía atemorizado.
— ¡a un lado! — exclamó la chica con diversión tomando impulso antes de aplastar la cabeza del errante salpicando por accidente a Tara y Eugene.
— bien, Mar. — felicitó Tara con su adorable amabilidad dándole el paso a la rubia para que pudieran salir por fin del autobús.
Las chicas dieron unos pasos pero al no sentir los pasos de Eugene tras de ellas, voltearon encontrándose con el científico tocándose la cara, específicamente, en dónde le había salpicado sangre.
Marlene suspiro.
— mira, se que tienes miedo, puedo incluso hasta olerlo, — comentó Marlene acercándose al hombre — pero este no es momento para tenerlo, bay, bay, así que ponte los pantalones y abrele la puerta a la valentía. — concluyó la rubia extendiendóle un cuchillo al hombre, este lo tomo con las manos temblorosas.
Los tres, salieron del autobús observando la escena, todos atacaban a los caminantes, ayudándose entre ellos, incluso Marlene sonrió al ver cómo Abraham sostenía a uno de los errantes para que luego Meredith le enterrará el cuchillo en la cabeza.
Si ellos estaban colaborando juntos era porque si que lo necesitaban.
La vista de Eugene se poso en Marlene al escucharla llamar a uno de los errantes tal cual como un perrito.
Silbando.
Marlene golpeó las piernas del errante con su bate, para luego poder rematar aplastando su cabeza de un solo golpe. Esto lo hizo tres veces consecutivas, justo cuando iba por la cuarta, se dió cuenta de que ya no había más.
Y en todo ese tiempo Eugene no había asesinado a ninguno, ni a uno solo.
— que gran ayuda, científico. — felicitó la Dixon sacudiendo su bate intentando quitarle los restos de sesos — No te vayas a cansar.
— Marlene. — regañó Meredith haciéndole una seña con las manos.
— ¿Que?, no es mi culpa que sea un inútil — Rosita miro a la rubia negando con la cabeza — no es personal, Eugene.
Glenn golpeó la parte baja de la cabeza de Marlene logrando que está se quedará y lo mirara mal, pero al menos pudo callarse.
— revisa a Eugene — le pidió Abraham a la Greene mayor quien lo vio con una ceja alzada.
— yo lo veo bastante bien. — dijo la mujer señalando al tímido hombre que veía los cuerpos en el piso — no necesita atención medica, pelirrojo.
Marlene río por lo bajo al ver que el sargento ya ni siquiera peleaba, las veces que Abraham había discutido con Meredith terminaba con algún golpe o cortada en la cara.
Era como un caballo domado.
El grupo se quedó en silencio un par de minutos intercambiadóse miradas entre todos, Marlene incluso pensaba en decirle bay bay al plan de Washington, pero sabía que no era una opción considerando lo obstinado que Abraham era.
— oye, cerillo, te estás desangrando. — Marlene señaló la mano del hombre pelirrojo, este simplemente la vio por unos minutos antes de posar su vista en la carretera — mamá, Abraham se va a morir.
La mayor, camino hasta el mencionado viendo cómo este se hacía unos pasos hacia atrás, realmente le tenía miedo.
— no te voy a golpear, grandote. — la castaña rio — Déjame ver. — bufando, Abraham le extendió su mano a la Greene quien la reviso dándose cuenta del sangrado de esta — las puntadas están abiertas.
— no se porque sangra tanto, son cortes insignificantes — se justificó el hombre mientras observaba la herida.
— el botiquín de primeros auxilios está en el autobús. Veré qué tenemos — y justo cuando Maggie iba a entrar al vehículo, este se incendio por completo dejando ver su destello naranja.
Marlene silbo con burla, realmente la situación le daba risa.
— y aquí es cuando nos dan un Oscar — se burlo la rubia con una sonrisa cínica escuchando la risa de Tara.
— no pararemos. — dijo Abraham con seguridad cargando una mochila negra posandóla en su hombro — encontraremos otro vehículo, hay que seguir adelante.
El hombre comenzó a caminar unos pasos siendo seguido por Marlene quien parecía pollito siguiendo a la mamá gallina.
Cómo la rubia había pensado antes, todo aquello le daba gracia, Abraham traumado con llegar a Washington, Eugene más miedoso que una iguana, Meredith intentando soportar al pelirrojo.
Una situación de risa.
— seré el abogado del diablo, pero tuvimos un choque violento. Pasamos mucho tiempo despejando la ruta. — comentó Eugene acercándose al militar quien lo observó cansado — La iglesia está a menos de 25 kilómetros.
— no. — respondió el pelirrojo con dureza — No nos detendremos. No vamos a volver. Un soldado que se retira pierde la guerra. — Marlene alzo ambas cejas pensando: esa frase es buena, la anotaré. — si la carretera nos vence el plan se acaba, ¡y lo saben!. Superaremos esto, no tenemos alternativa. ¡Cada dirección es una incógnita!. ¡No retrocederemos!.
El lugar se quedó en silencio, otra vez, la rubia golpeó su bate contra el piso un par de veces causando un ritmo pegadizo que la hizo sonreír.
No tenía ganas de estar en misiones, solo quería divertirse.
Pronto, Glenn se acercó a Abraham poniendo un brazo en su hombro intentando calmarlo.
— ¿estás bien? — interrogó el asiático recibiendo un asentimiento inmediato del pelirrojo que se mantenía firme — iremos contigo, tu eres el que decide, necesito saber si estás bien.
Abraham asintio repetidas veces con la cabeza antes de hablar.
— así mueren los planes, no lo puedo permitir, el mundo está en juego. Me di un golpe muy fuerte en las pelotas con ese choque. — confesó el hombre ablandando la voz — estoy estresado y me enoja haber perdido ese vehículo. Pero si tú dices que seguimos, lo hacemos.
— seguimos — asintió Glenn con seguridad.
— encontraremos lo que necesitamos en el camino, como siempre — agregó Rosita dando dos pasos al frente dándole una mirada rápida a los presentes quienes asintieron.
— quizá encontremos bicicletas. Al menos no explotan — dijo Tara encongiendóse de hombros viendo a Marlene quien ya estaba lista para hablar.
— ¡Si!, Cómo en, It. — habló la rubia haciendo referencia a aquella película de terror que tanto amaba — y si nos encontramos a un Bill Dengbrough, no me quejaría.
La referencia hizo reír a los presentes, la situación estaba tan jodida y aún así, Marlene seguía sacándoles una sonrisa.
A todos.
Eso era bueno, incluso en el peor de los momentos, una sonrisa nunca le hacía mal a nadie, menos una risa.
El pelirrojo comenzó a mover su cabeza de arriba a abajo asintiendo frenéticamente buscando algo que decir, el hombre miro a el grupo buscando las palabras adecuadas.
— adelante — dijo por fin el hombre pelirrojo — Marlene, la mano. — la rubia ladeó la cabeza viendo cómo el militar le extendía su mano. Al entender lo que el pretendía, la rubia peleó.
— yo puedo caminar sola, gracias. — siseó la rubia con cinismo acomodando su bate en la mano izquierda.
Entonces Abraham resoplo.
— ¡Dame la mano!. — exigió, haciendo saltar a la rubia del susto, acto seguido y sin pensarlo, Marlene se acercó al hombre tomando su mano y empezando a caminar con el
Ante la escena, Meredith se limito a sonreír negando con la cabeza. Así fue como el grupo empezó a caminar por la carretera con la esperanza de encontrar nuevos recursos.
Al menos estaban todos juntos
La noche había caído amargamente para el grupo, para su suerte, habían encontrado una librería la cual adaptaron para poder pasar la noche sin ningún altibajo. Se habían acogido bien.
Cada uno hacia lo suyo, Marlene por un lado, metía a su mochila cada libro que le llamaba la atención, siempre fue muy come libros, cada libro que obtenía, significaba una noche sin dormir contal de terminarlo.
Aún recordaba una vez que le aventó libros sin parar a su amigo Ron solo porque dijo que Fred Weasley era mejor que George Weasley.
En realidad la rubia no tenía team.
— ¿Carl fue tu primer beso? — la repentina pregunta de Tara, hizo voltear a Marlene acercándose hasta la "fogata" improvisada que las chicas habían montado dentro de la librería.
La rubia dejo su mochila a un lado podiendo así sentarse en el piso cruzando sus piernas.
— ¿Cómo sabes que yo y-, — Marlene se contesto mentalmente apretando los ojos al sospecharlo — chino chismoso.
Rosita rio en sintonía de Tara, ambas chocaron puños pues es que casi que habían interrogado al coreano obligándolo a soltar toda la sopa.
La Dixon suspiro antes de responder, eran muchos recuerdos los que se habían venido a su mente.
— Carlitos fue mi primer beso real, pero una vez bese a alguien, ya saben, un beso veloz. — ambas asintieron en respuesta esperando a escuchar la historia.
Marlene se rió mentalmente al recordar cómo es que había besado a Ron, por el simple hecho de estar cumpliendo el papel de Ron Weasley.
Después recordó como es que Ron la había jalado del cabello y se rió al recordar a Ron con un ojo morado al final de la pelea. Buenos y viejos tiempos, los recuerdos le hacían pensar si su mejor amigo seguía vivo.
Si su familia seguía viva.
— deberíamos ser como un grupo — exclamó la rubia en voz baja atrayendo la atención de las mayores — como los animales de Madagascar, yo soy Martin la zebra. — la Greene señaló a Tara — tu eres Melman, la jirafa, porque eres demasiado buena en la vida. — la mencionada sonrió tiernamente volteando a ver a Rosita — y tú eres la hipopótamo, Gloria, porque es diva.
Las tres chicas se sonrieron viendo hacia la fogata, Marlene las quería, a ambas, con Tara se había conectado al instante, simplemente fue fácil estar con ella.
Lo mismo pasó con Rosita, Marlene la admiraba por su manera de ser y de pensar, incluso la llegó a tomar como un ejemplo, un gran ejemplo el cual seguir.
Tal vez no eran de su edad, pero eran sus amigas, las primeras amigas que había tenido en toda su vida. Eso la alegraba, y aquello le hacía preguntarse si alguna vez conocería a alguien más de su edad.
Tenía tantas preguntas.
— hay un león ¿no? — pregunto Rosita seguiendó la conversación — ¿Quien sería?.
Marlene pensó.
— tal vez sería Carlos, pero como no está, el personaje se lo lleva Abraham, porque a veces cae mal. — las mayores rieron ante la ocurrencia de la rubia, siempre se le ocurría algo nuevo.
Al otro lado de la librería, en una de las secciones, Meredith atendía la herida en la mano del pelirrojo. Abraham. El hombre observaba a la castaña trabajar traspasando la aguja por su piel, más de una vez el hombre se había dado cuenta de que la mayor era una mujer de pocas palabras.
Solo hablaba para levantar la voz e incluso, y somos era costumbre hacia el, pegarle.
Meredith corto el hilo dando por terminada la curación hacía el Ford quien gruño por lo bajo.
— solo trata de no volver a utilizarla como si nada tuviera. — recomendó la Greene viéndolo severamente — ¿Que fue eso con Marlene?.
Se digno a preguntar la mujer dándole una mirada misteriosa al sargento Ford, la castaña se refería a lo ocurrido en el autobús, la preocupación de más, la agarrada de mano, todos aquellos actos le recordaban a una relación parental.
Algo que sin duda le traía recuerdos y a su vez, nostalgia.
— solo la cuido, ella me importa. — confesó Abraham sintiendo como la mujer vendaba su mano — cuidarla me hace pensar que estoy reparando mis errores.
Meredith no dijo nada, simplemente siguió vendando la mano del hombre mientras intentaba atar cabos en su cabeza. Empezaba a entender las cosas.
— tuviste hijos. — dedujo frunciendo el ceño — y proyectas a tus hijos en mi hija. — Abraham asintio con la mirada baja, no se había confesado con nadie y por fin lo estaba haciendo — ¿Crees que me molesta?.
Abraham asintio de vuelta, sus ojos se toparon con la mirada verdosa de la mujer que lo examinaba interrogativamente. La Greene se hallaba tan seria en aquel momento, que incluso creía que le iba a a soltar un golpe.
No fue así, sorprendentemente la mujer le sonrió con los labios pegados.
— no me molesta, Marlene mato a su propio papá, ¿Sabes?, La escena, fue horrible — la imagen se proyecto en su cabeza una y otra vez sintiendo sus ojos cristalizarse ante el recuerdo — Marlene gritaba y lloraba como nunca, nunca la había visto así — y sin saberlo, la castaña había abierto sus sentimientos hacia el pelirrojo quien observó como lloraba en silencio.
— no lo ah superado, puedo verlo. — menciono la mujer con la voz entrecortada erizandosé al sentir como el sargento tomaba su mano como apoyo — veo como te ve, te ve, como si lo mirara a el. Esa mirada se había apagado en ella, y cuando apareciste, volvió a prenderse.
Abraham miro a la Greene con una mirada comprensiva, acariciando su mano débilmente, Ford sonrió haciéndole saber a la mujer, que todo estaba bien.
Claramente eran recuerdos dolorosos, imágenes duras de plasmar nuevamente, fantasmas del pasado que siempre terminaban alcanzandóte.
Abraham buscaba un lazo de hija, Marlene buscaba un lazo de padre.
Ambos buscaban un lazo parental
que estaba empezando a formarse.
Author's note 📝
Un poquis tarde pero acá ando, me quedé dormida BKABAKAB, mi alarma me despertó.
TODO BIEN.
dejen aquí las teorías que tengas respecto a la historia -
LOS AMO !!
Marlene x Abraham, amaran su relación padre hija.
*Chilla y luego corre*
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