044. this was Marlene..
CHAPTER FORTY FOUR,
Esto fue Marlene..
Atención, este capítulo no existe en
twd show...
we are what we were...
-alguien alguna vez lo dijo
ATLANTA. 2010.
1 DÍA ANTES DEL APOCALIPSIS
Las mañanas pueden volverse un fastidio para muchos, en especial para los estudiantes de grados bajos quienes preferirían quedarse en cama arropados. En el colegio los pequeños tendían por llegar con una expresión de poca gracia, normalmente preguntándose: ¿Cuánto falta para salir?. Era normal ver a algunos chiquillos llorar mientras le suplicaban a su madre no dejarlos ahí. Claro que, nunca funcionaba.
El sonido del grafito rayando un cuaderno de raya sonaba en los oídos de una curiosa niña con nariz puntiaguda, está fruncía el ceño concentrada en sus trazos tan pesados. Marlene no era una gran aficionada en poner atención a la clase, en pocas palabras, odiaba estar sentada en un pupitre cinco días a la semana. No había nada que pudiera gustarle en realidad, no era popular, era más como un bicho raro entre las niñas de su curso.
En el patio los niños de un grado más bajo jugaban alegremente en el patio escolar, Marlene, quien miraba a través de la ventana con deseo de poder llevar esa vida escolar, se preguntó que era lo que se podía sentir no siendo la anormal. En ese mismo momento trazando con más fuerza se contestó, nunca lo sabría.
—Marlene, ¿Podrías decirme cuál fue la principal causa de la primera guerra mundial? — su nombramiento tan repentino hizo que la de ojos claros saliera de su burbuja y volviera a su realidad.
—Hmm. — fue el único sonido que emitió antes de bajar la cabeza lentamente. Pronto, murmuros burlescos se escucharon por el aula carcomiendo la cabeza de Marlene.
—Es un bicho.
—Patetica.
—Es por eso que es mejor alejarse de ella. — suspirando profundamente y con una mirada llena de decidía, Marlene alzó la cabeza y miro a su profesora negando con la cabeza haciéndole saber que no tenía una respuesta.
—Ve con el director, es la quinta vez en el día que te pregunto algo y no puede ser posible que en esas cinco veces no me hayas podido responder a nada. — dijo la mujer elevando la voz con una postura recta y correcta —¡Ahora!.
Sobresaltada por el gritó, la Dixon guardo sus cuadernos en la mochila. No era la primera vez, no era raro, se había convertido en una rutina para ella al menos tres veces a la semana. Se podría decir que Marlene era amiga de la secretaria, la única amiga que tenía.
Bajo la atenta y severa mirada de su maestra, Marlene colgó su mochila en su espalda. La niña bajo la mirada durante toda su trayectoria hasta la puerta del aula, pero antes de salir escucho la voz de quién le hacía la vida un martirio.
—Y ten cuidado Marnerd, no está en la política del director ayudar a raritas. — el aula estalló a carcajadas las cuales eran calladas por la maestra. Marlene azotó la puerta detras de ella sintiendo su cabeza una jungla por décima vez en el día.
En ese colegio eran contadas las personas que eran amigables con ella, pero todas las desgracias siempre empiezan con un iceberg que desata todo el caos. Ese iceberg tenía nombre, Lili Black. Siempre fue... indiferente, el león más salvaje que existía en la jungla de su cabeza. Marlene jamás entendió el porque de su comportamiento, pero si recordaba que desde primer año Lili había sido la villana de su cuento.
La mañana paso lento, las nubes poco a poco se desvanecian y el sol lentamente se iba levantando, para cuando Marlene acordó la hora de salida había llegado y si somos sinceros siempre fue su parte favorita del día. Correr por los pasillos, sentir el sol picar en su cara, escuchar las risas de los niños jugar esperando a sus padres, no había mejor sensación en el día que esa.
En la entrada como siempre se encontraba Ryan charlando con cualquier padre que se encontrará ahí esperando de igual manera a su hijo. Regularmente era así, contadas eran las ocasiones en las que Meredith se aparecía por el lugar pues tendía a llegar tarde de su jornada laboral y buenos eran los días en los que llegaba a comer.
—¡Papá!. — exclamó con alegría la rubia corriendo hacia el castaño que inmediatamente extendió sus brazos esperando el abrazo de su hija.
—¿Cómo te fue linda?. — preguntó Ryan peinando el cabello de la pequeña.
—Como siempre... — dijo en un tono menos efusivo, su pie lo movió apenadamente — Extraño a Ron, el estaba aquí para defenderme.
Ryan ladeo la cabeza acariciando la mejilla de la menor con cariño —Marlene, ya hablamos sobre eso linda, tuvieron que mudarse pero sabes que los veremos lo más seguido que podamos.
—¿Podemos irnos ya a casa?. — Ryan cargo la mochila de la rubia mientras la miraba con una expresión desolada, nunca le gustó ver a su pequeño rayito de sol nublado.
El camino fue más callado de lo normal, regularmente aquella camioneta siempre desbordaba alegría pues ambos cantaban canciones hasta llegar a casa. Era notable ser un diferente día, sobre todo por la expresión tan cabizbaja que Marlene portaba.
Durante el trayecto, Marlene se preguntó a qué hora llegaría su madre ese día, disfrutaba el tiempo con su padre, de igual forma sabía que María estaría en casa esperándola con su plato de comida ya caliente. Pero no era lo mismo, siempre deseo compartir más tiempo con su madre, llegó a pensar que su jornada laboral era más exigente de lo habitual.
Meredith no era una mala madre, siempre se esforzó por dejarle buenos recuerdos a su hija, sin embargo, en la vida los pequeños momentos son los que más valen, el tan solo intentar pasar tiempo con esa persona que quieres hace la diferencia. El amor de una madre siempre hace falta y Marlene siempre supo extrañarla.
La ubicación de su hogar era muy agradable, el vecindario se caracterizaba por ser tranquilo y alegre, era verdad que carecía de niños, ante eso Marlene no se podía darse el lujo de salir a jugar con sus vecinos pues los más "chicos" ya se habían graduado de la preparatoria. Obviamente no era una opción salir a jugar con ellos.
Con un suspiro ligero, Ryan abrió la puerta de la casa sintiendo un aroma delicioso colarse por sus fosas nasales, no había duda que la comida de María siempre era un éxito.
—Hola, hola. — saludó la mexicana con una sonrisa pacífica llevando los cubiertos a la mesa —¿Cómo te fue preciosa?. — la de cabello negro brillante se agachó al preguntar lo anterior, pero como respuesta solo recibió un pequeño beso en la mejilla de parte de la menor, posteriormente Marlene camino de largo, lo último que escucharon fueron sus pequeñas pisadas al subir las escaleras y el sonido de su puerta cerrarse.
María miro a Ryan con una expresión cansada, este dejo la mochila verde de su hija en el piso mientras miraba a la mujer pegando los labios.
—¿Otra vez esos escuincles?. — preguntó enojada la mujer dejando los cubiertos de mala gana en la mesa — La niña la está pasando mal. ¿No han hablado con la directora?.
—Esto es poco, empeoró desde que se fue Ron, al menos con el se sentía segura. Ahora solo me queda esperar a que la directora me de cita. Es un asco. — contestó el Dixon escuchando el televisor de fondo —Quiero hablar con ella pero... presiento que ocupa a Meredith. ¿Has contado cuántas veces se han visto en la semana?. — la mujer asintió dándole la razón, la situación no podía seguir así.
—Hablando de ella, marcó, no viene a comer, doble turno. — Ryan resopló tocándose la sien con desdén —¿Viste las noticias?, aparentemente la ciudad pretende ponerse en cuarenta por algo raro que está afectando a las personas, aún no saben con que lidian.
El castaño río con amargura. —Le marcaré a Merle para decirle que se esconda, si lo ven seguramente pensaran que el inició el brote. — su propio chiste lo hizo reír revisando el calendario que tenían pegado en la cocina, la latina negó con la cabeza teniendo una expresión de burla en su rostro —Seguro es otro invento del gobierno, ya sabes, para asustarnos.
—Pendejo, mira ahí, ese vídeo se volvió
"viral". Eso es lo que les está preocupado a
las personas.
Mirando mal a la mujer por el insulto, Ryan camino hasta la sala mirando con desinterés el televisor. Las noticias, como siempre, regularmente hablaban sobre el clima, chismes locales, campañas para bienes comunes, entre tantas cosas. Pero aquella trasmisión era diferente, el vídeo mostraba claramente como en una autopista regularmente transitada se encontraba el tráfico parado, dos ambulancias junto con dos patrullas obstruian el paso formando un especie de círculo.
En la imagen podía verse a dos médicos tratando de reanimar a una persona la cual aparentemente estaba muriendo. De pronto el cuerpo se puso de pie, solo que... de una un tanto violenta. El hombre "muerto" mordió a uno de los paramédicos arrancándole un pedazo de carne del cuello. Los cuatro policías que custodiaban el círculo dispararon repetidas veces al presunto caníbal, pero tenía algo fuera de lo usual; seguía caminando.
No fue hasta que uno de los policías le disparó en la cabeza al hombre "muerto" cuando este cayó al piso. Ryan miro el vídeo incrédulo de lo que observaba, podía ser cualquier cosa pero si sabía que era algo inusual y obviamente no se veía todos los días.
—Bueno...fue...¿interesante?. — musitó con las primeras palabras que se le vinieron a la cabeza —No sé María, honestamente un vídeo actuado en este momento es lo que menos me preocupa. Debo de intentar unir a mi familia.
—Suerte con eso. Mira, creo que eso es más difícil que hacer que tú hermano Merle se vaya por el camino del bien y dejé de ser un vago. — Ryan fingió reír haciendo una mueca extraña. Vaya que él sí tenía que lidiar con muchos problemas, sus hermanos, su familia, su trabajo.
—¿Sabes que?, voy a hablar con Marlene. — María río por lo bajo pues siempre sabía cómo hacer repelar a Ryan —¿Porque no vas a hablar con Laurita?, haber que otro chisme te cuenta. — la mujer lo miro mal al ver cómo este tenía una sonrisa socarrona en el rostro mientras caminaba hacia las escaleras.
—En algo tiene razón, los chismes de Laura están bien buenos. Hasta le voy a llevar galletas para que me cuente con más ganas. — murmuró la mujer para ella misma quitándose el mandil que llevaba puesto.
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Una lágrima cayó en la curiosa figura de madera que Marlene tenía en sus manos mirándola con nostalgia. Ruffo se había vuelto su objeto más preciado desde que le fue regalado cuatro años atrás. Por más cliché qué se escuchase, la figura lograba transmitirle valentía.
El sonido de la puerta abrirse hizo que Marlene se escondiera debajo de las cobijas dejando únicamente su vista al descubierto. Una espada de cartón se asomó por la puerta lentamente —grr.
Ryan entró repentinamente a la habitación con un parche en el ojo derecho y un sombrero
—que seguramente era de Meredith—, el hombre caminaba graciosamente por la habitación alzando su espada en dirección a la cama de la menor.
—Creo que alguien está triste. — habló con una voz fingida logrando que Marlene riera tímidamente tapándose más con la cobija — Los que te molestan son solo niños perdidos. Tú debes ser como..puagh, Peter Pan. — dijo el último nombre con "asco" —Debes ser como el, guía a los niños perdidos. Demuestrales que eres especial.
—¿Porque me dices esto?. Se supone que los piratas odian a Peter Pan. — cuestionó la niña con su carita sería, sus ojitos brillantes se dirigieron al rostro de su padre.
Este la miro con ternura y contestó —Tienes razón. Este consejo te costará...— Ryan acomodó su sombrero y carraspeó —un duelo, tu y yo, ahora. El primero en llegar abajo gana. ¿Aceptas, Peter Pan?.
El sonido de las pisadas por la duela se escuchó en la habitación. El casi invisible polvo que reposaba en la mesita de noche voló ante el rápido movimiento de Marlene saliendo de la cobija. La rubia salto de su cama descalza y tomo su arco de juguete riendo en el acto. Ryan se preparó con su espada dando dos pasos atrás y cuando menos lo espero una flecha de goma le cayó en el pecho dando por aceptada la "competencia".
—¡Si yo llego primero me compras el nuevo peluche de las mascotas maravilla!.
Ryan carcajeó viendo como la rubia corría fuera de la habitación con una sonrisa de oreja a oreja —¡Oye!, Eso es trampa pequeña traviesa.
A mitad de las escaleras Ryan recibió otro flechazo en el hombro escuchando a su hija reír de forma traviesa. —¡Llegué, llegué!. — celebró su tierna vocesita saltando por la sala.
—¡Me aventantaste dos flechas!. Claramente me siento ofendido. — el castaño se tumbó en el sofá más grande haciéndose el exausto —He perdido mis fuerzas, dormiré.
—¡Noo!. — contradijo la menor saltando sobre su padre escuchando un quejido de su parte.
—Pequeña mounstro. — Ryan río —¿Te divertiste?.
—Mucho. — contestó la rubia con una sonrisa abrazando a Ryan por el cuello.
—Me alegro mucho linda, no me gusta verte triste. Tienes que ser valiente, tú lo eres mucho y puedes enfrentarte a esos niños.
—Te quiero pa.
—Yo te amo linda. — el castaño abrazo a su hija acomodándola mejor en su pecho.
Esas eran las pequeñas acciones de las que Ryan hablaba, no era solo el querer hacerlo, si no el de verdad hacerlo, eso era lo que marcaba la diferencia. Ryan sabía que Marlene necesitaba atención en ese momento, sabía que ella aunque no lo pidiera quería hablar con su madre.
Desgraciadamente por el trabajo no era posible, sin embargo, eso no quería decir que Marlene estuviera sola. Ryan siempre estaría ahí para levantarla de sus peores momentos. El siempre iba a estar para ella.
Esos fueron los pensamientos de Ryan mientras miraba al techo, poco a poco comenzó a sentir sueño y cuando menos se acordó termino con los ojos cerrados. Dormido junto a su hija, una imagen verdaderamente tierna a los ojos de María quien había regresado de su charla con la vecina.
La mexicana siempre supo lo buen padre que era Ryan y al ver esa escena solo le hizo felicitarse a si misma por no haberse equivocado. Ryan Dixon era un buen padre.
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Las noches lograban ser frías, normalmente en la casa Dixon-Greene podía escucharse el sonido de los grillos desde dentro del hogar. El curioso sonido lograba ser gratificante pues se volvía relajante. Fuera de eso, la casa se encontraba en notorio silencio, Marlene dormía pacíficamente en el sofá mientras que Ryan hacia la tarea de la menor en el comedor.
El sonido del grafito escribiendo en la hoja de papel dejo de ser lo único que se escuchaba a demás de los grillos pues el sonido de las llaves abrir la puerta del hogar llamaron la atención de hombre. Meredith había llegado.
—¿Ryan?, ¿Que haces despierto?. — interrogó la mujer quitándose su chamarra.
—Hola mi amor, ¿Cómo estás?, Bien, ¿y tú?. — ironizó el hombre recibiendo un beso en la mejilla —Hago la tarea de mar.
Meredith se dirigió a la sala mirando con ternura como Marlene se encontraba tranquilamente dormida tapada con una frazada. Dejándole un beso en la frente, la castaña arropó a la menor silenciosamente.
—No deberías hacer su tarea, ella tiene que mejorar pero por su cuenta, eres muy blando con ella. — regaño caminando a la cocina.
—Tuvo un mal día, volvieron a molestarla. — Meredith dejo su celular en la mesa y miro con atención a su esposo —Te estuvo esperando. Dormimos por la tarde, desperté y cenamos algo, quiso esperarte pero le ganó el sueño. — explicó con pena —Escucha, Mer...
—No puedo volver antes. Escucha, estoy atendiendo a una pareja, vinieron de otra ciudad. La esposa tiene cáncer y... de verdad quiero ayudarla. No puedo dejar esto. — se adelantó con una expresión indiferente.
—No quiero pedirte que renuncies. Amo como amas lo que haces, eres una excelente doctora. Jamás te pediría eso pero, si te pido que pienses en Marlene. Quiere tenerte cerca, quiere a su mamá. — Ryan puso una mano en el hombro de su esposa regalandole una cálida mirada —Se que eres tan buena persona que no te darás por vencida con esa mujer.
Aunque esas palabras eran con el fin de buenos animos, en los ojos de Meredith podía notarse cierto remordimiento. Ryan abrazó a la castaña con afecto mientras está se limitó a aceptarlo. Su mente le estaba jugando una mala pasada pues aunque ella estuviera ahí, su mente no estaba en ese lugar. Culpa fue lo que sintió.
Ryan siempre fue un buen esposo con ella, siempre la entendió y la ayudo. Lastimosamente en el amor las malas pasadas siempre llegan y en ese caso, el remordimiento estaba alcanzando a Meredith causando una colisión en sus pensamientos.
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ATLANTA. 2010
EL DÍA DEL APOCALIPSIS
Cómo cada mañana, Marlene bajo arrastrando su mochila por las escaleras, sus ojos se cerraban repetidas veces y ni hablar de los bostezos que pegaba cada dos minutos. La rubia se sentó en una de las sillas del comedor esperando a María con el desayuno, de fondo Marlene podía escuchar las noticias como ya era costumbre.
—¿Puedo poner las mascotas maravilla?. — preguntó la menor tallandose los ojos.
María salió de la cocina con un plato donde reposaban dos waffles recién hechos. —Ay no, me se cada capítulo de memoria, debes aceptar que ya no van a sacar nuevos. Mejor desayuna rápido, tu papá no tarda en bajar.
Marlene tomo el tenedor que se encontraba sobre la mesa y con una mirada indignada contestó —Bueno, comeré. Pero me ofende muchísimo tu comentario. — dijo para luego llevarse un bocado a la boca —¡Uh!, ¿puedo contarte que soñé?.
—¿Eras parte de las mascotas maravilla?. — preguntó la Mexicana tomando un sorbo de su café.
—¡Si!. Pero, era raro. — la Greene se quedó pensando antes de volver a comer.
—Le faltó azúcar. — murmuró María haciendo una mueca.
—Buenos días señoritas. — saludó Meredith en un tono alegre entrando al espacio.
—¡Mami!. — saludó la rubia emocionada de ver a su madre antes de irse a la escuela — Mira mami, lo hice ayer para ti. — Marlene puso su mochila en sus piernas y de esta sacó una hoja de libreta algo arrugada. En ella podía verse a Meredith y Marlene tomadas de la mano formando un corazón con sus manos.
La de ojos verdes tomo el dibujo mirándolo con ternura y amor. Ahí fue cuando no pudo evitar sentirse mal por no estar el suficiente tiempo con su hija. Meredith se puso en cuclillas a lado de la silla donde Marlene estaba sentada para poderle acariciar la frente con cuidado, —en este movimiento la mujer pudo acomodar los pequeños rubios cabellos rebeldes que tapaban la cara de la menor— la Greene mayor miro el brillo en los ojos de su hija, sabía que era por tenerla ahí con ella.
Pocos eran los momentos que Marlene podía compartir con su madre pero los que tenía trataba de disfrutarlos al cien porciento.
—¿Sabes que?, hoy voy a ir por ti a la escuela. — declaró Meredith con seguridad viendo la gran sonrisa de emoción que se formaba en el rostro de la menor —Voy a ir por ti y luego iremos a comer algo. ¿Quieres?.
—¡Sii!. — contestó la de ojos azules abrazando a su mamá con emoción.
Meredith recordó lo que Ryan le había dicho una noche atras, "no importa querer pasar tiempo con esa persona si no haces algo para poder estar con ella". Eran pequeñas acciones, y en ese momento la castaña sintió una tremenda alegría de ver a su rayo de sol tan alegre.
María, quien estaba en la cocina, intercambio una mirada con Ryan el cual acababa de entrar al salón, aquella mirada iba con un completo "te lo dije", de parte del hombre. La de cabello negro simplemente sonrió al saber que él rayo de sol de la casa se había encendido.
—Buen día familia. — saludó Ryan con voz cantarina —¿Lista, Marlene?.
—¡Sip!. — la mencionada se puso de pie para ponerse la chamarra y la mochila.
—¿Y si mejor se queda?, según las noticias ese virus es peligroso. Mejor que no sé exponga. — comentó María mirando a Meredith y a Ryan en un semblante preocupado —¿No han comentado nada en tu trabajo, Mer?.
—Nada. Seguro no es nada de que preocuparse. — tranquilizó la de ojos verdes revolviendo su café tranquilamente —Además Marlene tiene que ir, ya es mucho que no presté atención en clase como para que falte por un rumor sobre un virus.
—Bien, vamos. — cortó Ryan la conversación viendo a su hija caminar hasta la puerta —Las veo en la tarde. — dijo el hombre dándole un beso a su esposa —Te veo en la tarde, te amo.
—Adiós mami. — se despidió la pequeña lanzandole un beso a su mamá antes de salir —Te quiero nana.
—Paso por ti en la tarde amor, te quiero. — respondió la Greene mayor —¡Tengan buen día!.
—Esa niña es todo un caso.
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Aquella mañana era diferente en la escuela "Young", se sentía falta de presencia y no me refiero a los estudiantes o maestros, si no que, era extraño. Desde la primera hora, la maestra de español había estado murmurando junto a la maestra de matemáticas, cosas extrañas sobre unos niños que parecían enfermos.
Algo extraño que Marlene percibió desde que entró fue el no ver al intendente Scott barriendo por los pasillos. Le causaba confusión pues el hombre no era alguien que tuviera fama de faltar, siempre fue muy comprometido con su trabajo y se obligaba a si mismo estar de buen humor para transmitirle buenas energías a los estudiantes. Pero aquel dia, el no había ido.
A media mañana, cuando historia comenzó, Marlene decidió pedir permiso para ir al baño. Al salir del aula, notó como los pasillos se encontraban vacíos, silenciosos, el único ruido que se escuchaba era dentro de las aulas —y no era mucho—. Por curiosidad, la niña se asomó por una de las ventanas del edificio, pensó que tal vez vería a los niños del kinder corriendo por el patio, o tal vez a algún maestro acarrear algún material para su clase pero, estaba vacío.
En su lugar miro a una persona, parecía...extraña, caminaba con pasos lentos y parecía mantener su mirada fija en el piso, el que parecía ser un hombre caminaba sobre la avenida frente a la escuela. De un momento al otro, el hombre levanto la mirada dejando ver su rostro; pálido, demacrado, algunas facciones de su piel parecían estarse cayendo. Sus ojos, sin vida, tristes o serios. Marlene no supo como identificar esa mirada. La boca del desconocido se movía raramente, como si hablara, aunque realidad gruñía.
De pronto, una puerta se abrió con fuerza, tanta que incluso se azotó con la pared de atrás causando un estruendo. —¡Un médico!. — exclamó el profesor de artes antes de volver a entrar al aula. El grito logró que los demás grupos salieran al pasillo. Las maestras entraron corriendo al aula y Marlene pudo jurar sentir un escalofrío por toda la columna vertebral.
La rubia soltó un suspiro que había contenido por un gran rato, los estudiantes que se hallaban en el pasillo miraron por la ventana del salón observando como los profesores intentaban reanimar a tres niños que parecían haber sufrido algún desmayo o algo por el estilo. Mirando a su alrededor totalmente perdida, Marlene volvió a observar por la ventana que daba a la calle en busca del hombre, sin embargo, este ya no estaba.
Entonces sucedió, dentro del aula un grito desgarrados aturdió los oídos de todos, los niños que se encontraban pegados a la ventana del salón se separaron al ver cómo una maestra se estrellaba en esta manchando el cristal de sangre, su sangre. Marlene quedó estática en su lugar, el pasillo se llenó de gritos, en ese momento fue cuando se desató el pánico.
Entre todo el tumulto, Marlene pudo vizualizar como los niños "desmayados" estaban practicando el canibalismo con los profesores. Fue un momento que paso lento para ella, ver a sus maestros gritar, sentir a los niños empujarla al correr por el pasillo, escuchar las pisadas en tacones de las maestras indicando que salieran del edificio. Pronto se sumaron más gritos al lugar, más sangre, más personas siendo mordidas, cuerpos desangrándose en el piso.
Cuando pensó que todo acababa, una mano tomo la suya apartándola de la escena. Entonces Marlene volvió a la realidad, se encontraba corriendo por los pasillos siendo guiada por Lili. La malvada Lili la había salvado de lo que sea que estaba pasando.
—¡Marlene!. — volvió a llamar la castaña sacándola de su shock.
—¿T-tú?, ¿e-ellos?, ¡¿q-que está pasando?!. — gritó una vez se habían detenido —Tú me odias, ¿Porque siquiera me tocaste?.
—¡¿Me preguntas eso ahora?!. — exclamó la de ojos verdes —Escucha, no me caes bien, pero lo que sea que les estaban haciendo a los de allá también te lo iban a hacer a ti. ¡No era bonito lo que les estaban haciendo!. — gritó moviendo sus manos totalmente desesperada ante la situación.
—Tenemos que salir.
—¿Afuera?, ¿Estás loca?. Mamá dijo que algo así pasaría.
—No, adentro. ¡Obviamente que afuera!. — ironizó la Dixon —Tienes que saber que me importa poco lo que diga tu mamá, yo quiero vivir. Hay que salir de aquí. Aunque tengamos que pasar por ese pasillo... tenemos que salir. — recordó con terror.
—Bien... supongo que tienes razón. — aceptó Lili siguiendo los pasos de la rubia con desconfianza.
Ambas niñas comenzaron a caminar repitiendo su recorrido anterior, solo que en ese momento si sentían el terror en cada parte de su cuerpo. No sabían que pasaba, solo sabían que habían visto sangre, personas gritando, terror puro.
No solo en la escuela había comenzado el brote, en la ciudad, por las calles, la gente se había vuelto loca, había gente manifestando entre las calles al ver cómo dos policías habían matado a dos personas "nada más porqué si", lo que no sabían es que esas personas estaban infectadas.
Vidrios rotos, autos quemados, gente gritando, vandalismos, sangre, choques. La ciudad estaba colapsando y la mayoría de esas personas no sabían ni el porque. En las noticias, los diferentes videos compartiendo aquellas escenas fueron tendencia, redes sociales se llenó de contenido inquietante y el caos comenzó a incrementar.
En las colonias las familias acarreaban maletas de su casa al auto, tal parecía que el pánico había llegado rápido. Pronto las patrullas de policía se hicieron presentes en el centro de la ciudad donde todo el alboroto de las manifestaciones había comenzado. Claro que, esto lo empeoró.
Los hospitales fue el principal detonante de la llegada de los muertos a las calles. No hace falta decir que estos entraron en crisis, Meredith salió del lugar totalmente aterrorizada por la situación, los cuerpos de sus pacientes muertos habían "revivido" y habían atacado a personas en el lugar. Sangre y sesos era lo único que había en las imágenes de su cabeza.
La castaña quien temblaba, escuchaba los diferentes choques, gritos y súplicas que arropaban a la ciudad. Temblando, Meredith corrió hasta su camioneta dispuesta a ir por Marlene, en el camino intentó repetidas veces marcarle a su esposo pero en su lugar la voz de la contestadora atendía. Tenían que salir de la ciudad.
En la escuela las cosas se habían complicado. El orden había quedado en el olvido, los estudiantes —los que seguían vivos— se habían escondido en uno de los salones trabando la puerta con una silla. Algunos otros simplemente salieron del lugar esperando alguna señal de sus padres.
—Estudiantes, maestros. Lamento informales que no tengo información sobre lo que está pasando. Lo mejor que pueden hacer es resguardarse en las aulas de clase, pronto vendrá la policía. Estaremos bien, solo pido calma. — el mensaje del director a través de la bocina escolar llegó a oídos de los profesores y alumnos tratando de darles calma.
—Muy buena manera de calmarnos. — dijo sarcásticamente la niña castaña —Le faltó decirnos, "que la fuerza los- — uno de los "caníbales" salió de uno de los salones impidiéndole el paso a Lili separándola de Marlene —...acompañe". — terminó en un susurró despavorido —M-Marlene. — llamó con la voz entrecortada.
La rubia se dió la vuelta congelándose al ver cómo Lili retrocedía mirando la hombre que caminaba hacia ella. Incluso de espaldas Marlene pudo reconocerlo, era Scott. El intendente. Al igual que Lili, la rubia retrocedió lentamente, solo que para el lado contrario. Estaba estática, sintió sus ojos picar y su respiración rápidamente cambio a una agitada.
—¡Marlene!. — gritó la Black.
La mencionada volteó a todos lados buscando algo con que defenderse, su mirada chocó con el extintor escolar. En ese momento no le importo lo pesado, lo tomo rápidamente y con todas sus fuerzas lo lanzó hacia el hombre distrayéndolo el suficiente tiempo como para que Lili corriera hacia Marlene y así ambas corrieran hacia la salida.
Antes de llegar, Lili paro en seco obligando a la Dixon a hacer lo mismo. —¿Que haces?. Hay que salir.
—Ahora tú me salvaste. Te hice muchas cosas y tú... me salvaste. — Lili la miró con duda, en ese momento no entendió el porque Marlene lo hizo. Había sido mala con ella muchas veces y aún así, la salvó.
—En mis políticas si está salvar a las personas. — dijo imitando las palabras dichas por Lili el día anterior. Esto las hizo sonreír a ambas. — Salgamos.
—No. M-me voy a quedar. Entraré a uno de los salones, buscaré dónde están todos. Tengo que esperar a mi mamá, se que ella vendrá por mi. — decidió la castaña —Igual siempre recordaré esto Marlene. Eres una superviviente.
La Greene miro los ojos verdes de la contraria con firmeza —Cuidate. — le ordenó antes de estrecharse las manos con cariño.
Antes de salir, Marlene miro a Lili, jamás imagino hablar de una manera agradable con la castaña, mucho menos en esas circunstancias. Pero, no se arrepentía de haberla salvado. De hecho, en ese momento Marlene esperaba con todas sus fuerzas que Lili sobreviviera.
Al abrir las puertas de salida, Marlene sintió al sol chocar con su cara, la brisa limpia limpió su olfato el cual había sido dañado por los olores a sangre. Como si hubiera sido planeado, la camioneta de Meredith llegó a la escuela. La rubia nunca tuvo más gusto de ver a su madre como esa vez, la mayor salió del vehículo corriendo a abrazar a su hija quien hizo lo mismo de una forma más desesperada.
—¿Estás bien linda?, ¿Te hicieron algo?. Tenemos que irnos. — hablaba desesperada la castaña abrazando a la menor —Hay que irnos amor.
—¿Y papá?, ¿María?. — interrogó la niña corriendo hasta la camioneta.
—Al parecer la línea telefónica murió, no lo sé, no le entran las llamadas. Escucha, iremos por María y luego nos iremos con tu abuelo, ahí es un lugar seguro. Papá nos escontrara, ya verás. — calmó la mujer conduciendo a gran velocidad entre las calles ignorando el desastre que había en estás.
Marlene volteo hacia atrás mirando a su escuela, desde su asiento miró a una de las ventanas del edificio observando a Lili tras está, esto la hizo sonreír con calma, sintió alegría en ese momento. Saber que al menos en ese momento ella estaba bien.
Esa fue la última vez que Marlene vio a Lili Black, la última vez que vio a su escuela. Desde ese momento su vida cambio. Alguien alguna vez dijo que somos lo que fuimos.
Pero ya no quedaba nada de lo que Marlene alguna vez fue. Ni siquiera lo recordaba.
Author's note 📝
GENTEEEE, GENTEEEE, MÁS DE 5000 PALABRAS *muere*. QUEDÉ, QUEDAMOS. PERO LO MERECÍA, TIPO, TREMENDO CAPITULO.
¿Cómo estuvo su semana?. La mía la vrdd estuvo muy muy x. Hace mucho frío, so, ando como tamal. JAKSJKAJS.
¿Era realmente necesario escribir este capítulo y encima tan largo?, Sipidi. Quería que conocieran de alguna manera los "cimientos" de Marlene, aparte de que hay muchos detalles que luego tendrán sentido para la historia.
Ojo con Meredith, hay algo raro ahí.
¿Ustedes que piensan?.
Yo la verdad me doy mucha risa, tipo, deje
de escribir aquí como un mes y en dos
días escribí un capítulo de 5000+ palabras.
MUY RARA YO JAJAJSJA.
Gente, vayan a mi tik tok, tremendos
los edits que voy a publicar sobre
este capítulo. @accemold. (Mi usuario)
Creo que eso es todo lo que tengo que
informar.
Arios.
Mentira.
GENTE, en parte también quería hacer
mucho este capítulo porque quería que ustedes
vieran que Ryan no es un mal papá. PORQUE
HAY GENTE QUE DICE LO CONTRARIO Y ME OFENDE.
Ojo aquí, el faceclaim que pensé para
Lili Black es Mackenzie Foy. Por si les quieren hacer a ella y a Marlene algún edit en Tik tok *guiñito* JAKSJSK. Haber que cae.
Y también ojito en esto, en este capítulo quien interpreta a Marlene es Tierney Smith (hace a Lizzie Saltzman de pequeña en Legacies). Ya se que es raro porque del día del apocalipsis a la parte de la granja pasan solo como dos meses pero x. Marlene crece rápido JAJSJSKA.
AHORA SI YA, aclarado esto, me retiro.
<3
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