- Final; Medianoche -
Jongin recuesta a Kyungsoo sobre las sábanas rojas, las cuales resaltan de manera hermosa la piel blanca y pareja de su híbrido. Luz de una luna llena que invade con más fuerza que antes, cerca de las doce de la noche, y que baña la humedad reflejante del agua que sigue corriendo por sus cuerpos. Son besos lentos y acompasados primero, espesos, mientras la mano de Jongin baja por su pecho y hace una línea por su estómago hasta encontrar la carne dura acostada sobre esta. La toma con toda su mano, provocando un gemido alto en Kyungsoo que le hace abrir la boca y despegarse de sus labios. La mano de Jongin baja y sube, lentamente, y observa el contorno de expresiones que pasan a través del rostro de su híbrido, quien tiene sus ojos cerrados y aferra sus manos a sus hombros como si fuese a caer en un vacío desconocido llamado placer.
Jongin succiona en la piel de su cuello mientras continúa atormentando deliciosamente al chico bajo él, muerde piel amorosamente bajando hasta llegar a su pecho. Lame con fuerza su pezón izquierdo y Kyungsoo gimotea, con un espasmo de sus rodillas y sus orejas. La cola de Kyungsoo se inquieta, golpeando el colchón y arrastrándose sobre la sábana.
Pero el humano quiere hacer sentir bien a su amante, hacerlo gemir más fuerte que eso y llevarlo a un lugar remoto de satisfacción por gracia del amor que le tiene. Uno hermoso, enorme, que se ha sembrado la primera noche, cultivado la segunda, y que comienza a fluir fuera de él con cada gemido y respiración entrecortada de su Kyungsoo.
Sigue bajando, besando cada centímetro de piel en el que hace su camino hasta llegar al miembro húmedo del chico.
Jongin no piensa, porque con Kyungsoo no se piensa; con Kyungsoo no se raciocina, con Kyungsoo solo se ama.
Y lo toma completamente en su boca, ganando un sonido particularmente alto, vibrante y agudo. Su sabor es único, de textura distinta y está acalorado. El hombre se dedica a descubrirlo antes de hacer cualquier cosa, reconociéndolo con su lengua en la cavidad completa de su boca mientras que el híbrido parece disolverse, retorciéndose y elevando la curvatura de su espalda por lo nuevo que es todo aquello que descubre con su dueño.
Jongin no sabe lo que hace, pero con Kyungsoo hace horas que no tiene idea; porque con Kyungsoo no se sabe, con Kyungsoo solo se ama.
El hombre lo saborea y sube su cabeza, con sus labios comprimidos y amoldados a la forma de su miembro. Pasa su lengua por la parte inferior hasta la punta, besándola, y Kyungsoo no es capaz de contener uno solo de los gimoteos que le provoca. Es su música, y música que disfrutaría de todas las noches y días siguientes.
—A-ah, e-espe- Ah—balbucea Kyungsoo casi desesperadamente, sofocado y terminando por maullar una vez largamente. Jongin entiende que es el gran placer que nunca experimentó antes lo que le tiene así, por lo que continúa con mayor efusividad y fuerza en sus succiones. Una de sus manos va a su entrepierna, porque la presión contenida es dolorosa, encontrando el placer de acariciarse a sí mismo mientras hace a Kyungsoo desesperarse.
El chico, sin embargo, lo toma por los hombros y lo obliga a soltar su miembro. Jongin lo mira extrañado, porque quizá Kyungsoo en verdad deseaba que se detuviese o hizo algo mal. El pensamiento, aun así, no lo abruma por más que un par de segundos, antes de que el mitad-minino lo empuje hacia atrás con mejillas rojas como las manzanas más deliciosas por probar, y pareciera en realidad buscar una posición adecuada con su cabeza muy cerca de su entrepierna. Hasta que Jongin se da cuenta de qué es lo que quiere. Mordiendo su labio, toma las caderas de Kyungsoo y las lleva hasta que queda una rodilla apoyada a cada lado de su cabeza, haciendo que el rostro del chico quede justo en frente de su masculinidad.
Pero Kyungsoo gira su cabeza y lo mira, con sus orejas en alto, y de su rostro pasa a su entrepierna encendida, haciendo una mueca con sus labios que hace a Jongin reír.
—¿Por qué esa cara? —dice divertido, con el redondo trasero de Kyungsoo a centímetros de su cara.
—Q-Quiero... pero n-no sé, hm... —cómo hacerlo, escucha en su cabeza y sonríe, y piensa que su novio es demasiado tierno y demasiado sensual a la vez; combinación que hace querer gritar por un momento como una chica desesperada por amor.
Kyungsoo vuelve a bajar la mirada y se posiciona más cómodamente con sus rodillas y sus brazos, mirándolo con el candor que solo él podría tener y provocando burbujeos de amor en su estómago.
—Bien —le dice sonriéndole, nervioso de manera agradable. Ambos se sonrojan por lo que está a punto de pasar. —Solo tienes que lamer o succionar. Tra-tratando de no morder. No es muy difícil —explica un poco avergonzado, sin querer dejar en evidencia que solo sabe porque pasó por una etapa de porno gay un par de años atrás.
Kyungsoo ladea su cabeza y una de sus orejas se cae y se sacude un poco, Jongin le sonríe para que se sienta más cómodo.
—Haz lo que desees, si viene de ti me encantará —le asegura, acariciando sus muslos.
Kyungsoo asiente y se concentra en lo que está por hacer, llevando determinado ambas manos a su miembro. Lo toma y comienza a acariciarlo, moviendo su piel y creando fricción lenta pero firme. Jongin muerde su labio, porque es tortuoso pero inexplicablemente delicioso, muy diferente al hacerlo solo. Cuando ya está listo mentalmente, el híbrido saca la punta de su lengua rosada y la pasa por todo su largo, haciéndole apretar los dientes; lo hace una y otra vez hasta que está completamente mojado por su saliva y el pre-semen, entonces atrapa la punta dentro de su boca. El chico se despega de su miembro con un lujurioso sonido y saliva escurriendo por su mentón, abre su boca y saca ahora toda su lengua, pasándola por la base y más arriba, en cada ángulo, como si estuviese disfrutando de algo delicioso y placentero. Sus manos se mueven un poco, masturbándolo, y Kyungsoo vuelve a meterlo a su boca intentando tomarlo todo, aunque Jongin no lo cree posible porque su boca es muy pequeña y, sorprendentemente, consigue cubrirlo hasta un poco más de la mitad en el primer intento.
La cabeza de Jongin cae hacia el colchón atrás suyo, incapaz de seguir intentando ver el rostro de Kyungsoo mientras comienza a mover su cabeza. Cuando por fin logra componerse un poco más, levanta sus palmas y las lleva abiertas a las nalgas del chico, masajeándolas y, en un impulso, dando una lamida larga y lenta entre ellas, haciendo que el Kyungsoo se detenga y suelte un quejido sonoro que llega claro a sus oídos. Separando con sus dedos la carne en sus manos, Jongin entierra su cabeza en ese lugar rosáceo de la piel al estirarse, limpiándolo con su boca, catándolo por completo y pasando la punta de su lengua repetidas veces por su entrada, haciendo la piel de allí dilatarse. Una de sus manos se envuelve en su cola y masajea la base de esta circularmente, provocando que unas gotas pequeñas y perladas resbalen desde la punta del miembro de Kyungsoo hasta caer en su mentón; el híbrido gimiendo y ronroneando alrededor de él, enviando vibraciones a través de su dureza y enloqueciéndolo de a poco.
Ambos se dan placer, se aprietan, rasguñan, chupan con fervencia, se adoran. Kim Jongin sabe es el momento más erótico y encendido de toda su vida hasta el momento; y que su corazón no late rápido solo por eso, sino porque lo está haciendo con él, con su Kim Kyungsoo, el gran y único amor de su vida.
Cuando siente que el estímulo es demasiado, sin embargo, se incorpora un poco y toma a Kyungsoo con facilidad para volver a moverlo. El minino queda dado vuelta, nuevamente con su cabeza para su lado, y Jongin lo recuesta de lado en la cama de sábanas rojas revueltas antes de inclinarse. Los labios de Jongin se estiran en un puchero y los de Kyungsoo lo imitan, regalándole un beso casto y travieso de una forma infantil pero amorosa. Vuelven a reír.
Los ojos de Kyungsoo viajan por su rostro y cuerpo, acabando por parar en las evidentes erecciones que todavía portan ambos.
—¿Cómo te sientes? —murmura besando tras la oreja de Kyungsoo, mordisqueando el borde de esta y su lóbulo, su respiración caliente provocando un escalofrío en el cuerpo bajo él.
Pero no hay respuesta y Jongin, consciente, se pone frente a su rostro, escrutando sus ojos que brillan más de lo normal solo para darse cuenta de que Kyungsoo no haya las palabras para expresar su sentimiento. Le sonríe, y se ríen nerviosos pero sin nervios a la vez. Es felicidad. Jongin siente cómo su unión con Kyungsoo está a punto de cerrarse en un tiempo impensable; pero aun falta, falta un poco.
—¿Quieres continuar?
—Quiero hacer s-sentir bie-en a-a-a...
—¿Tu novio? —termina Jongin por él, Kyungsoo asiente repetidas veces con sus mejillas ruborizadas. El pecho del humano da un salto al comprender.
Jongin no prepara a Kyungsoo, porque siente que en verdad no lo necesitan; a pesar de sus diferencias de portes, ya ninguno de los dos se puede contener más. Es como si tuviesen claro que fueron hechos para encajar el uno con el otro a la perfección.
Va lento, muy despacio, presionando de a poco la cabeza de su masculinidad en la entrada caliente y estrecha de Kyungsoo, regocijándose de cada centímetro que toma de su pequeño amor hasta que sorprendentemente lo consigue, entrando entero en ese lugar fogoso que lo extasía, quedándose quieto un instante antes. Mueve el cabello del chico bajo él que está pegado a su frente, recorriendo su respiración excitada con sus ojos y con sus yemas su cuerpo, desde sus labios por su pecho, hasta la pierna que Jongin tiene levantada en un ángulo casi extendido porque aún mantiene su elasticidad, mientras que la otra del chico descansa en la cama y su torso queda semi recostado de lado. Entonces sale hasta la mitad y vuelve a entrar. La cola de Kyungsoo ondea casi al ritmo de las estocadas, y sus orejas tienen pequeños tic de vez en cuando. Se acomoda un poco para quedar apoyado con sus rodillas a cada lado del muslo de Kyungsoo, encajándose en él más profundo y levantando más las caderas del otro.
Entra completo y sale hasta tan solo dejar su punta adentro, llevando un ritmo constante, acompasado, complaciendo a ambos—sintiendo las caderas de Kyungsoo dando espasmos y apresando la base de su cola, donde ha supuesto que hay muchos nervios sensibles al escuchar el gimoteo delirante del mitad-minino, para ayudarlo a encontrando calidez en cada estocada. Sus ojos oscuros miran cada reacción y los oídos toman cada sonido, Kyungsoo no es siquiera capaz de abrir sus ojos mientras arruga y aprieta las sabanas rojas con fuerza.
Después de unos minutos de jadeos y expiraciones románticas, Jongin estira la mano que antes tenía su cola para alcanzar una de Kyungsoo, liberándola de las sábanas y entrecruzando sus dedos. Es entonces cuando el híbrido se fuerza a abrir los ojos para observarlo a través de pestañas espesas y una mirada borrosa, directo a los orbes oscuros de su asechador y amante. Los dedos delgados de la otra mano de Kyungsoo van temblorosos a la cabeza de Jongin y la acarician, haciendo que aumente la constancia de sus movimientos.
Los gemidos provenientes de la garganta del humano son graves y masculinos; el crujido de la cama es mayor al igual que el chocar de sus pieles y la elevación de las caderas para llegar cada vez más profundo en su amado Kyungsoo, hasta que la cabeza de su masculinidad toca un punto en específico que hace que el mitad-minino se arquee y maúlle por naturaleza, acrecentando también sus ronroneos.
El humano toma el miembro de Kyungsoo y lo masajea al compás de cómo le hace el amor, enamorándose más y más al verlo desvaneciéndose en la cama, gimiendo vigorosamente, tensando los músculos de sus piernas, brazos, cuello y espalda; sus orejas gatunas en punta y su cola con latigazos fuertes de un lado a otro como un péndulo sobre la cama.
—Kyungsoo, ah—dice jadeando, advirtiendo que ya ninguno de los dos durará mucho más.
Kyungsoo lo mira, con esfuerzo, y la luna se refleja en sus ojos con una limpieza inigualable, perfecta; llevándolo a un punto culmine del cual no hay vuelta atrás. Su cuerpo está caliente, la sangre agolpada en su miembro extremadamente duro y palpitante. El cosquilleo de su vientre se libera con un gemido varonil, su semen deslizándose por la entrada de Kyungsoo, haciéndole gemir a él también al sentir la crema tibia de su dueño en su interior.
Jongin se retira mientras lo besa y siente con afecto que le son propinadas lamidas pequeñas en su boca, únicas como las de su gatito. Se recuesta a su lado, dejando su pierna descansar junto a la otra y mirándolo directamente a los ojos, aún mesmerizado por cómo toda la belleza de la noche se ha contenido en ellos. Acaricia su cabeza y tras las orejas mientras Kyungsoo posa sus manos en sus mejillas. No tiene idea de cuánto tiempo hubo pasado.
Porque Jongin no piensa en el tiempo, no le importa, si es mucho o es poco; con Kyungsoo no importa el cuándo, el cómo o el porqué, porque con Kyungsoo solo se ama.
Después de la tormenta que presenció la habitación, el mar es sereno; suspiran con párpados pesados y medio abiertos, mejillas sonrosadas y sudor en el cuerpo.
Ha sido el primer orgasmo creado juntos, que los acompañará el resto de sus existencias.
Jongin sigue con sus ojos la línea plateada de la luz de la luna dibujada en los contornos de Kyungsoo. Sus orejas, su cabeza, sus pómulos, el torso, las piernas hasta la punta de sus pies. A esa altura ya están secos del baño que se han dado, aunque sus cabezas siguen mojadas y el sudor no se ha secado. Posan la mirada en la ventana abierta con la hermosa vista de una playa vacía frente a ellos y suspiran al mismo tiempo, aquello haciéndolos sonreír también.
—Fue perfecto —susurra acurrucándolo, recogiéndolo en sus brazos en el mar rojo que son las sábanas, estirando una sobre ellos.
˟˟˟
La cabeza del más joven está apoyada en su hombro, pero Kyungsoo se apegó tanto a él en movimientos pequeños que acabó acostado literalmente sobre él. Sus manos descansan en su cintura, haciendo círculos con sus pulgares; escuchan con atención las olas del mar chocando afuera y el rozar de la cola de Kyungsoo bajo la tela que los cubre. La cabeza del chico y sus manos están sobre su pecho; miran hacia la misma dirección, con el reflejo ahora mucho más plateado de la luna, clara y limpia—perciben el término, ese final.
La unión cerrándose, entrelazándolos por siempre como sus manos entrecruzan sus dedos, y aquella es la razón por la cual, a pesar de lo largo que ha sido ese día, todavía no se pueden dormir. Es tan sordamente delirante, en todos sus sentidos. Se siente como si nada faltase ni fuese a volver a faltar, como si supiese que al cerrar sus ojos y caminar lejos, aun así sabría el lugar exacto en el cual se encuentra su híbrido.
—¿Lo sientes? —arrulla en un soplido de aire que apenas se turba. Las orejas de Kyungsoo se vuelven a él antes de que su cabeza lo haga.
—Te... te amo —murmura Kyungsoo, subiendo un poco para así poder apoyar su mejilla en la de su dueño para descansar.
Las fibras se contraen en una soga invisible que los amarra tanto en cuerpo como en mente, tanto sus almas como sus esencias, que se mezclan y hacen una sola e inseparable.
Todo tiene sentido, pero a la vez todo es insensato. Siente el palpitar de Kyungsoo dentro de su pecho, junto al suyo, y la lagrima que brota de uno de sus ojos cayendo en él. No es de tristeza, sino alegría y satisfacción; emoción insuperable.
Quizá no duerman en toda la noche, observando el nacer de un día y una nueva vida. Entonces encajan las cosas, encaja el llanto desesperado de Chanyeol cuando vio a Baekhyun inconsciente y su temblar peor que el suyo. Encajan sus palabras y cada una de las situaciones que leyó alguna vez sobre humanos muriendo por sus híbridos y acciones de locura total por ellos.
Porque si Kyungsoo muriese en ese segundo exacto, en ese mismo instante, se dice, él ya no tendría fuerza alguna para seguir viviendo.
Fue un minuto, solamente, lo que tomó que se enamorara, y tres noches inmortales las que tardaron en que ese momento llegara.
Toma la cara de Kyungsoo en sus manos y besa su frente, porque no hace falta más que eso ahora para seguir sintiendo ese cúmulo de efectos más allá de un ser humano. Ambos cierran sus ojos, dejándose morir para renacer al segundo siguiente.
Y Jongin siente que ya no hay necesidad siquiera de respirar para seguir viviendo, porque con Kyungsoo no es necesario saber que se existe en este mundo para realmente estar vivo. Con Kyungsoo, solo se ama sin más; en pretérito, el actual y el posterior. Con voz y calladamente; en literatura, en vida y en muerte.
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