二十八
二十八
protect
El lunes en la mañana, cuando Kai bajó las escaleras para desayunar e irse a la escuela, se encontró con la sorpresa de ver una mata de cabello dorado y un par de ojos brillando como estrellas cuando Kise se dio cuenta de que ya estaba ahí. Su madre no se veía alrededor, probablemente estaría en la cocina, contrario al muchacho que estaba sentado en la mesa del comedor.
— ¡Kaicchi, buenos días!
—Esto tiene que ser una broma —suspiró, dejando caer los hombros en desconcierto—. ¿Qué haces aquí?
El rubio hizo un mohín y ella frunció el ceño, preparándose para el berriche a continuación. Está bien, no era una cálida bienvenida exactamente, pero la tomó desprevenida y no era nuevo el hecho de que Kai fuera por ahí escupiendo lo primero que se le ocurría sin pensarlo demasiado.
— ¡Esa no es la forma de saludar a alguien en la mañana, Kaicchi! —chilló Kise, con una expresión de aniñado enojo en el rostro, recibiendo una mueca en respuesta.
—Lo siento, lo siento. Me tomaste desprevenida… —procedió a sentarse en la silla contigua a la del muchacho, dejando su mochila a un lado—, pero, de verdad, ¿qué haces aquí tan temprano?
—Bueno, quería verte pronto y no pude esperar más tiempo, así que vine a buscarte para ir juntos a la escuela.
Kai se ahogó sin más, comenzando a toser como una posesa, sus orejas completamente rojas como el resto de su cara. Ryota rápidamente se levantó de su asiento para darle suaves palmadas en la espalda y que se calmara un poco.
— ¡Kaicchi! ¡Sé que te emociona, pero no pensé qué tanto!
— ¡Eres un tonto! —atinó a medio decir ella, entre tanta tos—. ¡No digas ese tipo de cosas vergonzosas tan temprano en la mañana!
— ¿Oh? Pero si estoy siendo sincero —de preocupado pasó a coqueto cuando ella volvió a respirar con mediana normalidad, aprovechando de pasar los brazos sobre los hombros de la morena, segundos antes de darle un corto beso en la mejilla.
Ella se removió, apartando sus brazos y empujando al rubio un poco lejos. Un mechón de cabello le cubrió el rostro pero aún así, Kise podía ver sus orejas rojas y sentir sus manos temblorosas por los nervios.
—Déjame en paz, por favor —murmuró entre dientes con voz irregular, aún sin verlo a la cara.
El rubio soltó una pequeña risita entre dientes, volviendo a sentarse en su lugar. Le encantaba hacerla avergonzar, se veía tan linda mostrando una faceta más suave, la cual le causaba unas ganas tremendas de protegerla a toda costa de todo y todos.
Oh, Dios. Realmente estaba perdido por esa muchacha.
• • • ● • • •
Unos metros antes de llegar a la escuela, Kai detuvo a Kise jalándolo de la manga de su chaqueta. Él la vio con la mirada gacha y un poco triste, con ganas de decir algo y al mismo tiempo no decirlo en absoluto.
— ¿Kaicchi? ¿Estás bien? —se acercó un paso, pero ella se mordió los labios y esperó un poco más antes de decir con voz quedita:
—Será mejor que no nos vean llegar juntos.
Uno, dos, tres segundos. Kise se sobresaltó una vez terminó de procesar aquella oración y sus implicaciones.
— ¿¡Eh!? ¿¡Por qué!?
Ella se vio aún más incómoda, removiéndose un poco y desviando la mirada.
—Tus fans… —mientras hablaba, iba bajando más el tono de voz—… se van a molestar.
Ryota no dijo nada, se quedó ahí, mirándola un poco extrañado e incrédulo, Kai jamás se había comportado así con él. Y menos le había importado lo que hicieran o dejaran de hacer sus fans.
Tomó una profunda respiración antes de responder:
—Kaicchi, no estoy seguro de qué te hace pensar que me va a importar si ellas se molestan, y tampoco estoy seguro de por qué tienes miedo de lo que puedan hacerte —se acercó otro paso y le sostuvo el mentón para levantarle el rostro y ver sus grandes ojos negros—, pero quiero que sepas que yo no voy a dejar que te pase nada más. Quiero estar contigo y que todos lo sepan, te voy a cuidar y voy a hacerte sentir protegida; es una promesa.
Acto seguido, le dio un beso en la frente. Kai se tensó un poco pero luego intentó calmarse tras aquella muestra de afecto, y cuando sintió la mano del rubio tomando la suya con suavidad, le tomó un poco de tiempo, más específicamente hasta que pasaron por la entrada de kaijo; para que ella sonriera un poco y le devolviera el apretón con la misma calidez.
No le importaba ya quiénes los vieran, o quiénes la miraran con desagrado, estaba tomando su mano y eso era todo lo que importaba realmente.
Quizá, Kise le gustaba más de lo que pensaba. Quizá…
end of the chapter
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top