her eyes

—Soy Shibata Kai, aunque creo que ya lo saben —se presentó la muchacha con una sonrisa pequeña en el rostro—. Desde ahora seré quien cuide de ustedes, espero llevarnos bien —con una inclinación culminó.

—Mi nombre es Moriyama Yoshitaka, mi posición es la de shooting guard, ¡y desde ahora jugaré para ti! —se apresuró uno de ellos, adelantándose para tomarle las manos a Kai con una expresión que... ella no supo definir si era de galantería o emoción.

Kasamatsu lo jaló del cuello de la camisa, alejándolo de ella con un acentuado sonrojo en las mejillas, aunque la chica continuó con esa mueca desconcertada en el rostro, intentando definir qué había sido eso.

—No te preocupes, él suele ser así con todas las chicas. Soy Kobori Koji, mi posición es center —le sonrió de manera conciliadora—. Espero que nos llevemos bien.

— ¡Ese «esupio» Moriyama! ¡Ni «iquira» la «ermiamos» de conocer y ya la «epana»! —Kai se asustó al escuchar los gritos y entrecerró un poco los ojos, no había entendido nada— ¡«Oy» Hayakawa Mitsuhiro, el power forward! ¡«E» un gusto «onocere»!

Dicho esto el muchacho tomó su mano y comenzó a sacudirla de modo energético. La pelinegra miró de reojo a los demás jugadores en busca de una explicación, pero ellos tenían exactamente la misma mueca confundida en sus caras; y luego un nuevo pensamiento acudió a su mente: tendría que buscarse unos tapones de oídos porque esos jugadores eran algo... escandalosos.

El último en acercarse fue Kise, con su usual sonrisa en los labios.

—Ya nos conocemos, pero me llamo Kise Ryota —aunque su voz era imperativa y firme, fue como un alivio para descansar de los gritos y exclamaciones—. Soy el small forward y el as del equipo. Estoy seguro de que harás un buen trabajo.

—Sí; es un gusto conocerlos a todos.

—El gusto es nuestro. Ahora, lo que tienes que hacer es...

—Sentarme en las bancas y esperar a que alguien se lesione para ayudar —interrumpió la oración de Kasamatsu, dejando salir una pequeña sonrisita entre dientes.

El capitán asintió, despeinándose un poco el cabello. Kai se dio media vuelta al tiempo que hacía un asentimiento y se dirigió al lugar, los jugadores por su parte, volvieron a la cancha para seguir con su entrenamiento. Sin embargo, Kise no pudo evitar hacer lo que siempre hacía cuando ella estaba rondando cerca: mirarla... o al menos hasta que Kasamatsu se dio cuenta y le dio un golpe en la cabeza, para variar.

— ¡Kasamatsu-senpai! —lloriqueó, sobándose el lugar afectado.

—Deja de mirarla y concéntrate en lo que hacemos.

—... Sí.

• • • ● • • •

Al terminar el entrenamiento, Kai tomó su bolso dispuesta a retirarse, pero Kise la interceptó.

— ¡Shibata-san! —el rubio la tomó de la muñeca, causando un sobresalto en ella—. Iremos todos a comer después de salir, ¿quieres acompañarnos?

Shibata se deshizo del agarre en su muñeca disimuladamente, un pequeño sonrojo apareció en sus mejillas. La sonrisa de Kise se amplió un poco, y la chica no encontró una razón en específico para negar la invitación. Un suspiro se escapó de entre sus labios, mientras asentía.

—Está bien, pero debo ir a entregar un libro en la biblioteca primero. ¿Les importa esperarme?

—No es problema. Si quieres puedo acompañarte.

Kai alzó una ceja, nunca había entendido la insistencia del rubio para con su persona. Entendía que al principio la persiguiera por todos lados para entregarle el libro con el que se había quedado, pero ya no había nada que devolver, ya no tenía que estar insistiendo en estar a su alrededor. Ryota, por su parte, simplemente quería que ella lo notara más; que no se chocara con él porque nunca se diera cuenta de cuando estaba cerca.

—Creo que ganaremos tiempo si voy mientras ustedes se cambian; dime dónde van a estar y yo llegaré cuando termine.

El rubio esbozó una mueca desconsolada y desconcertada a partes iguales.

— ¡Shibata-san, eres cruel! Es la primera vez que una chica me niega una invitación.

—Lo siento Kise-kun —suspiró, resignada—. Creo que puedo esperarte...

— ¡Está bien, no tardo!

El jugador salió corriendo a los vestidores sin siquiera dejar que terminara de hablar. Kai se quedó unos segundos procesando lo que acababa de pasar, y luego sintió una cantidad de miradas amenazadoras atravesándola como puñales; y no quería darse la vuelta, de verdad que no, pero la curiosidad fue más fuerte que su sentido de auto conservación. Allí estaban: el grupo de fans que observó a Kise durante toda la práctica, mirándola con unos instintos asesinos que la pelinegra pudo sentir incluso al otro lado del gimnasio.

Esto es malo. Debería alejarme de Kise Ryota si no quiero terminar colgada de cabeza en la entrada de la escuela o algo así.

Porque si había una cualidad particular de las fans del modelo, esa era que daban miedo. Daban mucho miedo. Por esa razón, a parte del escándalo, Kai siempre huía al verlas cerca, pero nunca le diría a Kise que sus fans le daban miedo, eso era aún más estúpido que el hecho de que huyera porque le molestaban mucho sus gritos.

Unos minutos después el rubio salió de los vestidores, con su uniforme arreglado, fresco cual lechuga y el cabello húmedo, goteando un poco. Las fans (cómo no) comenzaron a gritar como locas, por lo que la nueva integrante del club de básquet gruñó y salió casi corriendo del gimnasio. Esta vez, el modelo no se desconcertó, sólo esbozó una sonrisa, saludó a las chicas con una mano y salió del lugar, siguiendo los pasos de Kai que ya estaba en la entrada de la escuela.

—Lo siento. Fans, gritos, molestia.

—No te preocupes —le restó importancia con una mano y comenzó a caminar tranquilamente con ella—. Si no supiera que es porque de verdad te molesta mucho el ruido, diría que estás celosa.

Shibata no respondió. Aquél tipo de bromas no le hacían gracia, entonces ¿por qué se sonrojaba? Tal vez era porque, por primera vez, estaba caminando con un chico a solas. Sí, tenía que ser eso: estaba avergonzada.

—No estoy celosa, no soy una de tus hormonales fanáticas —Kise se paró en seco ante la negativa, viéndola con los ojos abiertos de par en par.

— ¿Qué? ¿No eres una de mis fans?

—No —la morena se detuvo, alzando un poco las cejas mientras le devolvía la mirada—. Te conozco porque eres un modelo de renombre y te he visto en algunas de las revistas que lee mi hermano, pero nada más.

— ¡Pensaba que lo eras!

— ¿Qué te hace pensarlo?

—Bueno... cuando nos vimos por primera vez gritaste mi nombre, así que...

Dejó de hablar cuando escuchó la risita ahogada de Kai. En realidad, aunque siempre la miraba, nunca se había dedicado a observarla, y ahora que la observaba, se dio cuenta de que era una chica realmente bonita. Su cabello era negro azabache y caía en leves ondas hasta la cadera, el flequillo le cubría un poco la frente; su piel era blanca aunque no demasiado y sus ojos eran negros, aunque un poco peculiares porque no eran rasgados sino almendrados, grandes y brillantes. Eso era lo único que realmente la diferenciaba del resto. Sus labios eran pequeños pero no delgados, de un pálido rosa, y se dio cuenta incluso de que en la oreja izquierda tenía un piercing. Ahora fue el turno de Kise para ahogar una risita, mientras reanudaba la caminata.

Al llegar a la librería, Ryota le abrió la puerta.

—Puedes esperar aquí afuera si te aburre entrar. No tardaré.

—No te preocupes.

Ambos entraron y Kai se dirigió directo al mostrador. Con una rápida mirada analizó el lugar y las personas en él: no esperaba encontrar a su amigo de biblioteca porque él sólo hacía acto de aparición los lunes y muy raras veces los viernes, y era martes. Devolvió el libro retirado una semana atrás, sin darse cuenta que Kise estaba a su lado cuando le colocaron el sello; por la misma razón dio un sobresalto cuando él habló:

— ¿Ese no es el libro que estabas leyendo la semana pasada?

—Sí.

— ¿¡Y ya lo terminaste!?

La recepcionista frunció el ceño y le pidió al rubio un poco de silencio, por lo que Kai volvió a reír, hablando en susurros mientras asentía:

—Así es.

—Que rápido lees...

—Solo es costumbre. Me tardé un poco por las clases y las actividades en los clubes y el comité.

Se retiraron cuando la bibliotecaria terminó con su trabajo dándole una sonrisa a la morena, obviamente la conocía. Una vez fuera, Kise la tomó de la muñeca para llevarla al restaurante donde comerían, y por segunda vez, Kai se deshizo de ese agarre de manera disimulada. No era que le molestara, más bien la ponía un poco nerviosa.

—Por cierto, ¿cómo harás cuando tengas actividades en los clubes y hayan prácticas al mismo tiempo? —cuestionó el rubio, haciendo que la chica cayera en cuenta de ese pequeño detalle.

—No lo había pensado... —murmuró—. Creo que tendré que hablar con Takeuchi-sensei.

El resto del camino lo hicieron en silencio, hasta que llegaron a magi burger, donde ya los esperaba el resto del equipo. Sin mucho preámbulo ambos fueron a hacer sus pedidos, aunque Kai simplemente pidió una malteada de doble chocolate y papas fritas.

— ¿Sólo vas a comer eso? —Kasamatsu la miró con una ceja alzada. Todos tenían como mínimo dos hamburguesas de las más grandes en sus bandejas. La chica solo asintió mientras se encogía un poco de hombros.

—No soy deportista, mi apetito no es tan voraz.

La comida transcurrió sin muchas novedades. Los muchachos hablaban animadamente, algunos gritando de vez en cuando, Moriyama que intentó coquetearle a Kai más de una vez ganándose golpes de Kasamatsu, Kise tan energético como nunca lo había visto, y ella solo los miraba con una sonrisa, divirtiéndose tan solo con verlos.

Al terminar ya estaba anocheciendo; salieron en grupo del lugar y una calle más adelante, se separaron. Sin embargo, Kasamatsu y Kise se quedaron un rato más con Kai.

—Shibata-san, te acompañamos a casa —inquirió el mayor de los tres tranquilamente.

—No es necesario, no vivo tan lejos.

— ¿Estás segura?

—Sí, gracias por su compañía y también por invitarme a venir con ustedes —dicho esto, les hizo una leve reverencia y dándose media vuelta, emprendió su camino a casa.

Ni Kise ni Kasamatsu dijeron nada más, pero como ya se le había hecho costumbre, Kise la observó fijamente hasta que desapareció a lo lejos, cruzando por una de las calles. El capitán se dio cuenta de ello y le dio un nada disimulado codazo en las costillas.

—Mirar a las personas tan fijamente es de mal gusto, idiota.

— ¡Qué!

El moreno no le respondió. Caminó en dirección contraria a la de Kai, con el rubio siguiéndolo muy de cerca.

— ¡Kasamatsu-senpai!

—Como sea. ¿Qué tanto le miras a esa chica? Me sorprende que ella no se haya dado cuenta de lo fijo que la miras todo el tiempo.

Kise se sonrojó por haber sido descubierto. Tampoco era que le importara mucho que los demás se dieran cuenta de que siempre la miraba, es que los métodos de Kasamatsu le hacían sentirse algo avergonzado. Si lo decía de esa manera, sonaba mal, pero él no lo hacía con mala intención. Suspiró al sentir la fija mirada de reojo de su senpai.

—Es que me parece una persona peculiar... —musitó. No era verdad del todo, pero tampoco era mentira del todo.

—Lo es. Tiene algo que la hace diferente de cierta forma, pero no sé qué es.

—Sus ojos.

— ¿Qué? —el ceño fruncido de Kasamatsu no se hizo esperar, deteniéndose para mirar fijamente al rubio.

—Sus ojos son diferentes. Son negros, pero no rasgados, tiene ojos almendrados y eso la hace un poco distinta.

—... Ya entiendo —asintió.

Kise se quedó esperando el resto de la oración o que le explicara qué era lo que entendía, pero aquella explicación nunca llegó.

end of the chapter

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