don't I always?

El lunes llegó más rápido de lo esperado, y a penas los primeros rayos de sol se asomaron por la ventana del cuarto de Kai, la pelinegra se revolvió, reacia a separarse de las cobijas. No obstante debía acudir ese día a la escuela, porque era el partido de práctica, y era el primer día en el que cumpliría actividades del comité en el club de básquet formalmente.

No llegó tan temprano como de costumbre, pero tampoco llegó tarde. No le sorprendió encontrarse a Kise en la entrada de la escuela, como aquella vez que iba con prisa... la saludó con su típica sonrisa encantadora en los labios y un aura tal vez demasiado alegre emanando de él.

¿Y desde cuándo su sonrisa le parecía encantadora?

— ¡Kai-chan, buenos días!

—Buenos días —habló por lo bajo, sin detenerse, mientras reprimía un bostezo.

Acto seguido, estornudó, una, dos, tres, cuatro veces. Esa fue la razón por la que se detuvo, y Kise se le quedó mirando con curiosidad y sorpresa; su nariz se había puesto roja así como sus ojos se veían como si fuera a llorar en cualquier momento.

— ¿Kai-chan? ¿Estás bien?

—Sí, es que —estornudo— tengo al —otro estornudo— aler —uno más— ¡Alergia!

Kise comenzó a carcajearse mientras ella seguía estornudando hasta que, ya sin poderlo aguantar, ella salió corriendo al edificio de aulas, esperando que aquello calmara los estornudos, por su parte Ryota la siguió a paso tranquilo aun riendo un poco, encontrándose con la mirada de enojo de ella una vez que llegó a su lado.

— ¡No es gracioso!

— ¡Lo es! Deberías ver tu cara, te ves tan tierna —y acto seguido, volvió a reír, aunque al parecer no se dio cuenta de lo que había dicho. Kai desvió la mirada y se sonrojó al escuchar su afirmación, alejándose para entrar en su aula.

Sin embargo, antes de alejarse demasiado el muchacho la detuvo tomando su mano. Kai ahogó una exclamación de sorpresa y lo miró con un nuevo sonrojo en las mejillas, haciendo sonreír a Kise, que no la soltó en unos largos segundos.

— ¿Q-qué quieres? —murmuró.

— ¿Irás al partido de práctica, Kai-chan? —dijo en un tono bajo, casi coqueto.

—Tengo que ir, soy la encargada de los primeros auxilios, ¿recuerdas? —alzó una ceja mientras suspiraba, alejando su mano de la contraria.

—Es cierto, entonces, ¿nos vemos más tarde?

—Claro —con ese último asentimiento, se alejó, perdiéndose por las escaleras.

• • • ● • • •

Saliendo del aula de reuniones del comité, Kai se chocó contra alguien debido a que iba distraída rebuscando algo en su bolso. Por un segundo casi reacciona automáticamente esperando que Kise fuera esa persona, pero al alzar la vista se dio cuenta de que ese cabello castaño en definitiva no le pertenecía al modelo.

—Vaya, Kise tiene razón. Siempre estás muy distraída, Shibata-san.

— ¿Eh? ¿Kobori-senpai? —de alguna manera no podía creerlo y eso se notó en su voz. Sin embargo, el mayor le sonrió y despeinó un poco su cabello—. No esperaba encontrarte por aquí...

— ¿En serio? ¿Eso significa que de verdad no me habías notado? —ante la cuestión, ella ladeó un poco la cabeza sin entender—. Yo también estoy en el comité de salud.

La mente de Kai estuvo en blanco por un minuto, procesando la información, hasta que de repente se puso pálida y un tic atacó su ojo izquierdo.

— ¡No puede ser!

Koji se carcajeó con ganas, porque la cara que había puesto ella fue realmente un poema.

— ¡Kobori-senpai, no es gracioso!

— ¡Lo siento! ¡Es que pusiste una expresión muy rara! —dijo, aún entre risas, pasando un brazo por los hombros de ella para comenzar a caminar— ¿Vamos al gimnasio? El partido empieza en un rato.

—Lo siento, iré más tarde, tengo que pasar por la oficina de Takeuchi-sensei a dejar algo —mientras se separaba discretamente del abrazo, le sonrió—. Nos vemos luego.

Kobori solamente asintió y se retiró, bajando por las escaleras, mientras que Shibata siguió hasta el final del pasillo, donde estaban las oficinas de los profesores. Oportunamente el entrenador del club de básquet iba saliendo de su oficina justo cuando ella llegó, con la camisa del equipo entre sus manos.

— ¿Shibata? ¿Qué sucede? —interrogó el regordete hombre, alzando una ceja al verla llegar.

—Vine a devolver la camisa del uniforme que me cedió el viernes, ¿recuerda? —inquirió con una sonrisita simpática. El entrenador suspiró y le tendió las llaves, viendo la hora en su reloj.

—Voy con un poco de prisa, asegúrate de cerrar la oficina una vez que termines. Entrégame las llaves en el gimnasio.

—Takeuchi-sensei, ¿está...

—No te preocupes, no te ves como una persona irresponsable —para cuando dijo eso, ya se estaba alejando por el pasillo.

Kai suspiró, entrando a la oficina con sigilo para dejar la prenda cuidadosamente lavada y doblada sobre el escritorio del profesor, acto seguido salió y cerró con llave, asegurándose de guardarlas bien en su bolso. Comenzó a hacer su camino hasta el gimnasio pero ni bien había dado dos pasos cuando su alergia volvió; por lo que tomó la decisión de pasar por la enfermería antes de ir junto al equipo de básquet.

Para cuando tomó el antialérgico y salió de la enfermería, se dio cuenta que ya se le estaba haciendo tarde. Y tal vez correr no era la mejor idea en ese momento, pero no se le ocurrió algo mejor, sin sorprenderse realmente cuando a mitad de camino se golpeó contra alguien que también iba corriendo; como consecuencia ambos cayeron al suelo, y realmente no se había sorprendido por la persona con la que había hecho colisión, más bien se sorprendió porque era la primera vez que se caía cuando eso pasaba.

— ¡Kai-chan ya me preguntaba dónde estabas! ¡El partido empieza dentro de poco, el equipo de seirin ya llegó! —era demasiado embarazoso el hecho de haber caído encima de Kise Ryota, en medio del patio de la escuela, donde rondaban la mayoría de estudiantes y muchas de sus fans. Y era más embarazoso todavía que él no estuviera incómodo en lo absoluto, más bien estaba demasiado ocupado emocionándose porque sus contrincantes habían llegado.

—Sí, estaba de camino ahora mismo...

— ¡Acompáñame a buscarlos!

—Kise, ¿qué–

Al segundo siguiente estaba de pie y corriendo directo a los estudiantes de uniforme blanco, negro y rojo que caminaban distraídamente por el lugar.

— ¡Oigan, chicos!

Era una escena sumamente ridícula.

Kise Ryota, el modelo, corriendo agraciadamente, con una sonrisa de película y su cabello dorado agitándose como si danzara de manera sutil con el viento, junto a alguien como Kai: bajita, común, y nada agraciada en cualquier cosa que tuviera que ver con el ejercicio físico.

Sí, era ridículamente ridículo.

Para cuando llegaron junto a los de Seirin, ella ya estaba hiperventilando, aunque decidió respirar muy profundo para calmarse un poco, es decir... estaba frente a jugadores de básquet, no podía dar una imagen tan penosa. Por su parte, Kise, fresco como una lechuga, alzó una mano de manera simpática.

—Este sitio es grande, así que pensé en venir por ustedes —inquirió, con un tono encantador. La entrenadora de Seirin se inclinó.

—Hola.

— ¡Kise! —Kagami se adelantó para gritarle pero el rubio caminó hacia el frente, ignorando todo lo demás a su alrededor—. ¡Oye!

Kai frunció el ceño porque ahí estaba de nuevo, pavoneándose frente a todos.

—Kurokocchi, desde que me rechazaste cuando te invité a unirte a nosotros he estado llorando en mi almohada cada noche —lloriqueó, haciendo un ademán bastante dramático, ganándose ceños fruncidos por parte de la mayoría de jugadores presentes.

— ¿Qué sucede con él? —gruñó el capitán, secundado por la chica de Kaijo:

—Es un tonto —resopló Kai, respondiendo al comentario anterior—. ¡Kise, solo muéstrales el camino! ¡No tenemos todo el día!

—Ni siquiera una chica me ha rechazado antes —siguió el rubio, toda su atención completamente puesta en Kuroko.

— ¡Deja de ignorarme!

— ¿Podrías dejar de ser tan sarcástico? Estoy seguro de que hay una persona que ya te ha rechazado al menos una vez —al decir aquello, la mirada azul de Kuroko se fijó por un segundo en la figura de Kai, que se mantenía con los brazos cruzados y un tic en el ojo izquierdo.

Sin embargo, el cambio en la expresión de Kise atrajo toda su atención al rubio de nuevo, aunque su rostro seguía totalmente inexpresivo.

—La verdad es que estoy interesado en saber más sobre el sujeto que está haciendo que Kurokocchi diga esas cosas —incorporándose, caminó tranquilamente hasta quedar hombro a hombro con Kagami.

Realmente esa expresión hacía que a Kai le diera mala espina.

—No me importa mucho ser llamado parte de la generación de los milagros, pero no puedo ignorar un desafío tan obvio. No soy lo suficientemente maduro para dejarlo pasar. Lo siento, pero te voy a aplastar con todo lo que tengo —era la primera vez que lo veía tan serio y retador, tal vez porque era ese tipo de personas que estaba tan acostumbrada a sobresalir en todo que definitivamente no aceptaría un reto de ningún tipo. Sin embargo, Kagami tampoco tenía intenciones de ceder: le esbozó una media sonrisita autosuficiente, tomando una expresión igual de seria que la del contrario.

—Suena divertido.

• • • ● • • •

—Es aquí.

El común bullicio de la práctica y el chirrido de los zapatos llegó hasta los oídos de todos; la cancha estaba dividida por la mitad con una gruesa red verde: en un lado, los miembros del club practicaban mientras que en el otro se encontraban los titulares ya uniformados hablando con el entrenador. Kai se alejó del grupo de Seirin apenas divisó al profesor Takeuchi, pasando al otro lado de la red y rebuscando entre sus cosas para devolverle las llaves se la oficina.

—Takeuchi-sensei, aquí tiene, muchas gracias —dijo, distrayendo su atención de la lista que tenía entre las manos.

—Ah, Shibata, no te preocupes —asintió levemente, guardándolas en un bolsillo—. Qué bueno que llegaste, comenzaba a preocuparme de que no vinieras.

—Sí, bueno, tuve unos cuantos contra tiempos. Sin embargo, hemos guiado al equipo de seirin hasta aquí.

— ¿Mm? ¿Ya están aquí? —Takeuchi desvió la mirada, localizando a los jugadores invitados—, bienvenidos. Soy el entrenador Takeuchi... —se quedó callado mientras alzaba una ceja—. ¿Quién de ustedes es el entrenador?

De entre todos, la única chica del grupo habló con una linda sonrisita: —Esa soy yo.

— ¿¡Ah!? ¿Tú? ¿No eres la asistente?

Ante la reacción del hombre, la chica de cabello castaño frunció el ceño, incómoda, pero casi inmediatamente volvió a sonreír, adelantándose unos cuantos pasos para hacer una leve reverencia.

—Soy la entrenadora Aida Riko, ¡ansío jugar con ustedes hoy!

—Uh, sí...

— ¿Y su asistente es...?

— ¿Asistente? —Kai alzó una ceja con el gesto confundido, nunca pensó que podía ser confundida con una mánager.

—Ella no es una asistente, es la encargada de los primeros auxilios. Estará cuidando de nosotros el día de hoy —explicó Takeuchi, señalándola con una mano al tiempo que Kai hacía una ligera inclinación.

—Mi nombre es Shibata Kai y estaré al pendiente de ustedes, espero que nos llevemos bien —tan solo esbozó una sonrisa ante la mueca de confusión de los presentes, sin embargo el tema cambió casi instantáneamente.

—Bien... ¿qué es esto? —Aida Riko se refería a la red extendida en el medio de la cancha, y el entrenador simplemente suspiró, dándose media vuelta.

—Exactamente lo que parece, sólo hicimos arreglos simples para el partido de hoy.

La chica de Kaijo ni siquiera esperó a que terminaran de hablar, se retiró de manera sigilosa hasta el sitio en el que estaban los titulares, viendo a Kise salir de los vestidores con su uniforme puesto, razón por la cual frunció el ceño.

— ¿Qué haces con tu uniforme, Kise? Takeuchi-sensei dijo que no ibas a jugar —regañó, desconcertando al rubio.

— ¿Qué? ¡Pero si yo quiero jugar!

—No grites. Nakamura-senpai va a jugar en tu lugar, si el entrenador llega a verte, te va a regañar.

—Kise, ¿qué haces usando tu uniforme? No vas a jugar —y ahí estaba, la represalia del entrenador con las mismas palabras que ella había dicho—. Sé que tenemos jugadores estrellas de la otra secundaria, pero tú estás en un nivel muy diferente.

La morena no se sorprendió cuando vio la exaltada reacción del rubio, tensándose por los nervios al pensar que los del equipo contrario habían escuchado aquello.

—Entrenador, deténgase, en verdad deje de decir eso —esbozó una sonrisa torcida, pero el hombre simplemente volteó el rostro.

—Si te dejo jugar ya no será ni siquiera un juego.

Y con eso se fue, dejando tras de sí el enojo colectivo del equipo de básquet de Seirin que empezaban a tener caras tan lúgubres que casi daba miedo. Kise inmediatamente corrió hacia ellos mientras Kai caminaba hasta el capitán del equipo, que tenía el ceño fruncido como de costumbre y una venita brotaba en su frente.

—Ese Kise es un idiota...

—Tranquilo capitán, no te molestes antes de empezar —le dedicó una sonrisita simpática, a lo que Kasamatsu se sonrojó, cubriendo la mitad de su rostro con una mano.

Ella tan solo rió por su reacción, alejándose un poco para ver al resto de los titulares que, como de costumbre, hacían un escándalo:

— ¡«Etoy» «isto»! ¡Esos «eote» «on» «íos»! —Hayakawa se daba palmadas en las mejillas, que ya estaban rojas, gritando cosas incoherentes; Koji lo miraba con un tic en un ojo.

— ¡Hoy jugaré por ti, Kai-san! ¡Obsérvame! —para cuando quiso darse cuenta Moriyama ya le había tomado las manos y la miraba con esa cara de casanova que definitivamente no funcionaba con las chicas.

—No, yo solo...

— ¡Moriyama, déjala en paz! —ese había sido Kasamatsu, que le había lanzado un balón a la cabeza, mientras Kobori le pasaba un brazo por los hombros a la chica.

—Perdona que Moriyama no pueda ser normal —inquirió aguantándose la risa.

—No te preocupes, puedo decir que ya me he acostumbrado un poco —agitó una mano, separándose de su abrazo.

— ¡Vamos! ¡Comiencen a calentar! —ordenó Kasamatsu.

— ¡Sí!

— ¡Suerte en el partido!

Kai iba a tomar su lugar un poco más atrás de la mesa de los árbitros cuando una voz bien conocida la llamó: Kise, sentado en la banca, palmeaba un lugar vacío a su lado, tan sonriente como de costumbre.

— ¿Qué pasa? —cuestionó mientras se sentaba a su lado, mirando con el ceño fruncido el brazo que le pasaba sobre los hombros.

—Quiero estar contigo un rato más antes de empezar a jugar.

— ¿De qué hablas? —se separó, el sonrojo decorando sus mejillas—. Ya te han dicho que no vas a jugar.

—Kurokocchi se veía bastante motivado, así que sí, voy a jugar.

— ¿Se puede saber cómo pretendes hacerlo? —se levantó y cruzó los brazos, entonando las palabras con reproche—. Te vas a meter en un problema, Kise.

— ¡No necesito hacer nada! Kurokocchi ya debe tener un plan —exclamó, sonriente, y ella ya sabía que realmente detrás de esa sonrisa había algo más.

—Confías demasiado en ese Kurokocchi, ¿no crees? —suspiró—. Voy a tomar mi lugar. No te aburras solo en la banca.

—Kai-chan, por favor cuida hoy de mí.

— ¿No lo hago siempre?

— ¡Kai-chan!

end of the chapter

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