Capítulo 3: Encerrando al asesino

Debería recordarse a sí mismo que debía escuchar a Reese. Aún no sé podía creer que llevara razón, pero dicho de una manera lógica, todo apuntaba que era así. Sabía que, al enviar aquel mensaje, podría haber cometido un error porque eso significa, todo o más bien nada. En ese momento, fue más bien todo. Lo estaba viendo con sus propios ojos.

Kyle, estaba jugando, hacía cosas imposibles y se llevaba todos los méritos. Todos le animaban y le aplaudían. No pudo evitar preocuparse. Era muy posible que fuera Violet Hunter la asesinada y Kyle, parecía estar perdiendo el norte por otra Hunter.

Por eso, después de clase fueron a casa de Bradley. Necesitaban encontrar información. Supuso que tenía que estar en Internet, era el lugar adecuado.

Su habitación presentaba un aspecto ordenado, a pesar de que sus mochilas estaban tiradas por el suelo y habían conectado la impresora dejándola sobre una mesita de noche improvisada al lado del ordenador. Su escritorio tenía encima un montón de libros abiertos.

Él arqueaba las cejas, en dirección a su amiga. Estaban en su habitación, solos. Debería pensar en otra cosa, pero solamente podía concentrarse en Kyle y en ella... En esa noche en el bosque. Le parecía que lo había cambiado todo. La velocidad con la que encontraba cosas sobre el tema, le empezó a hacer pensar que no solo Kyle cambió en aquellas horas.

Hombres lobo, balas de plata, acónito, luna llena... Esto es una maldita locura —confesó el chico, llevándose las manos a la cabeza, ante su portátil, donde Reese tecleaba y abría pestañas a gran velocidad.

Bradley se fijó en ella y pasó su mano por uno de los tirabuzones que le caían por la espalda, lo enredó entre sus dedos y vio que estaba más claro, aparecía con más reflejos dorados al verlo con el toque del sol. Ella, no se estaba dando cuenta de que la miraba. Él, estaba sintiendo un nudo atravesar su estómago.

Lo peor de todo y que le llegaba a la mente, mientras su amiga se centró en la pantalla, era que había visto lo que había pasado al finalizar el entrenamiento. El entrenador había dado el mando del equipo a Kyle. Sería titular. Entonces Kiara, como un ave de carroña, se había acercado y le había invitado a la fiesta de ese mismo finde en casa de los Hunter.

Estaría feliz, si no fuera por lo que estaban descubriendo.

No había podido contárselo a Reese, pero no creía tardar en hacerlo. Simplemente, quería asegurarse que no le afectaría lo que fuera a pasar con la nueva pareja, casi recién formada en TerryTown. Pero era consciente de que le haría daño, pues sabía su secreto. Era algo que a Bradley le molestaba, a la vez que, le fastidiaba en su propia vida sentimental.

Debería haber sido sincero, pero no era tan valiente para confesarle la verdad.

—Debo hacerte una pregunta —dijo, suspirando y tragó saliva con dificultad, no tenía ni idea de cómo formular la pregunta, sin que pensase que estaba loco—. ¿Te pasó algo en el bosque que no recuerdes o te mordió el lobo?

—No —contestó, después de unos segundos, viendo que tenía su dedo enredado en un mechón—, aunque me sentí extraña, hubo un momento que... Olvídalo. Lo primero es Kyle.

Había cerrado y abierto los ojos en una fracción, recordó el momento en que se volvió invisible y la sensación del bosque hablándole, pero negó con la cabeza.

—Define bien. Hoy en matemáticas has resuelto bien un problema —ironizó, alzando las cejas—. No eres buena en mates. Has podido resolver esto mucho antes. Nunca habría dado con todo esto de los hombres lobo.

Se quedó pensativa y suspiró. No recordaba cómo lo había hecho. El profesor la había mandado a la pizarra en física y le pidió que resolviera una ecuación. Había creído que sería una de aquellas clases interminables, en la que sus compañeros acabarían por mofarse, pero había sido distinto. Cuando cogió la tiza, su mente empezó a trabajar de manera rápida y ágil.

—La respuesta estaba en mi mente. Tómate esto por el lado positivo. Tus clases de repaso están dando sus frutos o he madurado. Ahora, hay que pensar que vamos a hacer...

Bradley asintió, en su mente al menos, no hacia saltos peligrosos, ni tiraba al suelo al mejor jugador del equipo, ni siquiera estaba distinta físicamente. Aunque si le parecía más guapa y no era el único que lo había notado. Todos en el instituto lo comentaban, parecía una chica de revista que nunca fuera a crecer.

Por el contrario, Kyle había cambiado. Era mucho más alto, más musculoso y tenía un extraño sexapil. Eso, les convertía a los dos, en algo nuevo en TerryTown, sobre todo, porque la gente de sus clases había empezado a emparejarlos.

Sabía de lo que hablaba, había pillado a varias chicas mirarlo por el pasillo, entre ellas Harper Marshall, que comentaban la fantástica pareja que hacían.

—Mira esta página; veneno contra los hombres lobos, firmado por Zachary —leyó Reese, distrayendo a Bradley de todos sus pensamientos, haciendo que fijara sus ojos en el portátil. El dedo de ella, pasó por la pantalla y parecía pararse en las partes importantes—. Todo lo que debes saber sobre ellos lo encontrarás en mi libro. El bestiario. Distribuí copias por TerryTown y otras ciudades alineadas. No creas lo que tus ojos no pueden ver. Soy...

Tres golpes en la puerta los hicieron actuar rápido. Reese se colocó todos los papeles que habían estado imprimiendo, en la silla y se sentó encima.

Bradley fue quién abrió. Imaginaron que podía tratarse del Sheriff, y aunque pareciera que estaban estudiando, les sería muy complicado explicar que, les habían mandado un trabajo sobre cómo matar a hombres lobo.

Respiró hondo, algo asustado y dio un respingo cuando vio a Kyle en el umbral. Su corazón dio un pequeño brinco, eso hizo a su amigo enarcar las cejas, mirándolo, dándose cuenta de que no habían perdido el tiempo y que estaban juntos.

Kyle, sintió una punzada en el pecho y trató de respirar hondo.

Reese por su parte, empezó a pensar que había podido escuchar algo de lo que estaban hablando y se preocupó. Todavía no sabían que había detrás de su nuevo método de escucha.

—Tienes que ver esto —tembló el chico—. Llevamos toda la tarde mirando libros, webs...

Prácticamente, empujó a su amigo hacia el interior de su habitación y cerró la puerta a su paso. Se quedaron justo al lado del ordenador.

—¿El qué? —preguntó Kyle, sonreía como si nada estuviera pasando, cuando en realidad, no le gustaba verlos así. Quería ser él, quien estuviera con ella—. Parece nervioso... ¿Ha tomado muchas bebidas energéticas?

—Solo seis —contestó Bradley, a pesar de que la pregunta iba para su amiga. Le pasó los papeles, ella mantenía esa distancia que seguía deseando y eso hizo a Kyle respirar a modo de intentar calmarse—. Eso no importa. Tienes que escucharnos.

Kyle se sentó en la cama, estaba abatido, era como si la hubiera perdido. Bradley se fijó en su amiga, por su cara sabía que algo iba mal, podía entender que estaba pensando en ese libro que se encontraba escondido en TerryTown. El bestiario.

Podría serles de ayuda encontrar una guía para como sobrellevar eso, pero también, veía esa distancia que se había instaurado entre ellos y dudó de los sentimientos de Kyle.

—¿Es por lo del cuerpo? ¿Saben quién lo hizo o lo han encontrado? —preguntó Kyle.

—Están interrogando a personas, incluso a Ryan Hayes —mustió Reese, mirándolo—, el tío que nos encontramos en el bosque, con el cual tuve algunas palabras... Lo acabo de recordar, Bradley. Me preguntó, ¿Eres humana?

—¿Eres humana? —preguntó el chico, llevándose una mano al mentón y arqueando las cejas, pensativo—. ¿Por qué te preguntaría algo así?

—No lo sé, pero Kyle dijo que mis ojos eran verdes y parecía que no me veía durante la huida del bosque —continúa, a lo que Kyle frunció el ceño, desesperado, también molesto por no estar entendiendo de que hablaban sus amigos.

Sus ojos se comunicaron en ese momento, parecía una batalla para ver quién bajaría la mirada primero. Kyle perdió, pues al final asintió, dubitativo, cuando Bradley le miró. Su mente divagó, empezando a recordar en la manera que había abierto la puerta, parecía había interrumpido algo. Le puso histérico creer que habían estado a punto de acostarse, pero negó con la cabeza, él había decidido eso.

—Si ya están interrogando a esas personas. Dejad el tema. No nos incumbe.

Bradley, miró a Reese que estaba dispuesta a intervenir, pero le interrumpió.

—Eso no es todo, ¿Recuerdas lo que dijo Reese? —inquirió Bradley. Kyle asintió, parecía sonreír como si estuviera en otro mundo. Esa actitud empezó a desquiciar a sus amigos—. Puede que no considerara esa opción, pero ahora sí. El lobo, el mordisco en el bosque. He leído de todo y estoy empezando a pensar que podrías ser uno de ellos.

—¿Qué? Te estás volviendo... —empezó a hablar Kyle, pero Reese le interrumpió.

—Estabas escuchando a Kiara, Ethan y Harper desde una distancia imposible de escuchar... No es normal. Te hemos visto hacer cosas increíbles en el campo. Además, sabemos quién es ese lobo. Eres parte de su manada, quiere que matéis juntos. Como hombres lobos.

Kyle se levantó, apretando los puños en sus caderas, encarando la mirada de sus amigos. Sentía como le hervía la sangre. No habían estado juntos en el sentido que Kyle había pensado, pero sí estaban de acuerdo. Sus celos estaban a punto de hablar por él.

—¿De verdad me estáis haciendo perder el tiempo con esto? He de ir a trabajar y hablar con mi padre para que me dé permiso de ir a la fiesta con Kiara —se quejó Kyle—. He conseguido que os inviten.

Reese miró a Bradley con los ojos desorbitados, nunca les había hablado de esa manera tan feroz y directa. Ella no quería ir a una estúpida fiesta. Mucho menos, después de saber que Kyle iba a ir con Kiara Grace Hunter. No la soportaba y todavía no sabía por qué.

Frustrado, Bradley suspiró. No entendía el comportamiento de Kyle. Hacía unas horas, estaba inquieto por lo que le había pasado y tras conocer a Kiara, había omitido todo lo pasó en el bosque. Se acercó y le puso una mano en el pecho, frenándolo, ya que pretendía marcharse.

—Hoy te he visto en el campo Kyle, y sí, lo que has hecho ha sido impresionante, pero a su vez es imposible —asumió.

—Solo ha sido un buen tiro —confirmó Kyle, sujetando su maleta.

Bradley sabía que debía convencerlo de que algo extraño estaba pasando y también que anulara todo lo que tenía previsto. Podía ser peligroso, sobre todo, porque todavía no habían probado su teoría y no tenían claro, si de verdad los hombres lobo existían.

—Ha sido increíble. Me refiero a tu velocidad, tus reflejos —continuó Bradley, su amigo frunció el ceño con más fuerza, estaba cada vez más irritado—. La gente normal no hace esas cosas, y menos tú, que eres pésimo en el deporte, ¿Cómo explicas que no necesites el inhalador?

Kyle, estaba notando como su pecho subía y bajaba con celeridad y no fue el único, ya que Reese se levantó, sujetando el brazo de Bradley. El hombre lobo notó su pulso acrecentado y durante un segundo, supuso que Bradley podía llegar a sospechar de sus celos.

—No tengo tiempo para vuestras chorradas. Hablamos mañana en la fiesta, en la que espero que vengáis y no me dejéis mal. Porque no os he visto haciendo méritos para tratar de salir de vuestra burbuja —contestó Kyle, enfadado, su voz se volvió rugosa.

Bradley se soltó del agarre de Reese, se acercó a su amigo tocando su brazo, y frenándolo. Logrando que sus ojos se encontraran. Cada vez iban a peor y sabía qué más que nunca, no podían asistir a esa fiesta. Kyle estaba sufriendo una transformación, por estarse alterando.

—¿Mañana? ¿No sabes qué día es? —reprochó Bradley. Kyle, negó con la cabeza—. Es luna llena. Reese lo dijo, perderás el sentido el día que la luna llena salga.

—Es peligroso, Kyle —advirtió Reese, que hablaba con calma como si tratara de que no se enfadará más—. No deberías ir. Deberíamos pensarlo bien. Podría morir gente.

—¿Adónde queréis llegar?... Me acaban de hacer titular, la chica que me gusta me ha invitado a salir y todo en mi vida está siendo perfecto, ¿Por qué no podéis alegraros?

Aquello perjudicó a Reese, que miró hacia la ventana, dolida. Bradley se apoyó en la mesa, cruzando los brazos bajo el pecho y sujetó las impresiones que habían realizado. Necesitaba encontrar las palabras para que su amigo les entendiera.

Kyle estaba en lo cierto. Podían estar equivocados, era posible que no existieran los hombres lobos y que estuvieran perdiendo el tiempo, pero si estaban en lo cierto, podrían estar salvando vidas. Sobre todo, la de su amigo, que estaría en una marabunta de problemas incontables, solamente, por no saber afrontar quién o qué era.

—Estamos intentando ayudarte —repuso, a la vez que, se giró con el papel adecuado en la mano—. Estás infectado. Es un hecho y lo sabes. Cuando salga la luna, tu aspecto físico cambiará y tu sed de sangre se acrecentará. Tu instinto de matar, aflorará.

—Lo estoy empezando a sentir por vosotros —espeto Kyle, resolló, cerrando los ojos y notando una ira crecer en su interior—. Mi instinto está aflorando.

—Escucha esto —adquirió Bradley. Sujetó otro libro, lo abrió por la página que Reese había marcado—. El cambio se produce por rabia o por algo que el individuo no desee. El Lacrosse es violento y Kiara te acelera el pulso, cosa que no sé si es bueno o malo. Así que aléjate de ella.

Tras decir esas palabras observó a Reese que seguía sosteniendo ese libro que había dejado abierto entre sus manos y ni siquiera se atrevía a levantar la mirada. Estaba demasiado dolida para poder expresar lo que sentía. Bradley sabía que era guardar los sentimientos. Él lo hacía de manera constante, cada día de su vida. Y por el momento no pensaba dejar de hacerlo.

—Llamarás a tu padre y le dirás que estás enfermo. Tienes que cancelar tus planes.

Bradley fue hacía la mochila, avivando sus pasos y sacó de allí el móvil de Kyle, pero el cuerpo del segundo chico se sacudió y se movió, presuroso, lo sujetó del cuello.

Kyle berreó, como nunca antes lo había hecho, con una voz que no era suya. El cuerpo de Bradley fue arrojado contra la pared, al lado de la puerta y vio por el rabillo del ojo como Reese, sujetó, también velozmente, el puño que iba a recibir.

—¡Dame eso!

—Kyle ¡Suéltale! —previno Reese. Su voz pareció de oro porque tras hablar el puño, bajó, lentamente.

Su cólera estaba despierta. Sin embargo, dio un golpe a la silla, causando que los chicos dieran un salto hacia atrás. Tras unos minutos de silencio, la mirada de Kyle volvía a ser la misma. No estaba enfadado y tragó saliva, lamentándose por cómo se había comportado. Vio el destrozo ocasionado y se arrepintió enseguida.

—Yo... Lo siento. Debo... Debo irme.

Ni Reese, ni Bradley intentaron detenerle, dejaron que se alejara. Cuando la puerta de la habitación se cerró, la chica, levantó la silla y la giró hacía su amigo. Unas garras extrañas se habían quedado marcadas en el respaldo.

Cinco líneas irregulares. Al poner su mano encima, comprobaron que había sido Kyle. Tenían muy clara su teoría sobre los hombres lobo, pero todavía no lo habían visto en acción y no sabían si podría llegar a ser letal. Aunque, tras su discusión todo era más certero.

—Te creo en todo lo que has dicho —asumió Bradley, suspirando—. ¿Estás bien?

—¿Por Kyle y Kiara? Lo superaré —comentó y volvió a levantar la tapa del portátil—. Intenté decírselo y siempre está tan ensimismado que no me escuchó.

—Sé cómo se siente eso...

—Por Harper, lo entiendo —sopesó la chica, aunque fue más una reflexión para sí misma.

Bradley no podía dejar de mirarla, le gustaba hacerlo. Su piel clara y fina, acentuada desde la noche del bosque, sus ojos avellana, sus labios carnosos, su pelo largo y ondulado, cayendo bajo sus hombros. Estaba enamorado y no podía decir nada. Ella estaba enamorada de Kyle y nunca podría olvidarlo.

Se notaba.

El único problema es que había un detalle revelador.

Bradley, pudo discernir que también sentía amor. Sus celos habían sido clave.

Los ojos de ella, siguieron buscando esa información tan preciada. Bradley pensó que, si supiera la verdad, se apartaría, no le dejaría sufrir por un amor no correspondido. Nunca había estado enamorado de Harper Marshall, era guapa y le llamaba la atención, pero se lo tuvo que inventar cuando su amiga le contó que estaba enamorada de Kyle. No tuvo de otra.

Quizás si fuera más valiente o el hombre lobo le hubiera mordido, sería quién podría estar saliendo con Reese. O al menos, estaría afligida. Se concentró en mirarla y la escuchó carraspear. Parecía que se había dado cuenta de su mirada y pudo notar cierta incomodidad.

—¿Vas a invitarla a la fiesta? —preguntó.

—Debemos ir juntos. No podemos dejar a Kyle solo. No tengo tiempo para coquetear con Harper y como tú, creo que está muy ocupada con Ethan —contestó, tranquilo, saliendo de ese mal trago con humor. Algo que se le daba bien. Le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y sonrió—. ¿Quedamos a las nueve en casa de los Hunter?

—Sí —contestó y se levantó, sujetando su mochila, sé la colgó en el hombro y le dio un beso en la mejilla—. Pero antes tengo cosas que hacer. Debo distraer a mi padre de todo lo que hemos estado haciendo y buscar ese libro en la biblioteca. Nos encontraremos allí.

—Puedo ayudarte, si quieres.

Ella negó con la cabeza, era algo que tenía que hacer sola y se fue hacia la puerta.

Bradley, cerró los ojos, apretando los puños, se acercó al portátil volviendo la vista hacia todo lo que habían estado haciendo. Buscar esa información no había servido de nada.

Había sido la primera vez que lo había visto tan acalorado y se dio cuenta de que Reese había podido frenarlo de alguna manera. Sabía que, si no hubiera estado, esas garras decorarían el suelo de su habitación, con su cuerpo inerte. Había tenido suerte, contando que no la solía tener de su parte.

***









Al día siguiente recibió una llamada muy temprano. Aún no había sonado su alarma. Pudo ver la luz encima de la mesita de noche. Se quedó un rato quieto, observando esa claridad que se dibujó en su techo. No sabía qué estaba pasando. Necesitaba unos minutos para despejarse.

«Pero... ¿Qué hora debe ser?», meditó, a la vez que, estiraba la mano hacia el móvil, descolgando y soltando un bostezo.

¿Te importa venir a recogerme? Estoy en el bosque... —se levantó de inmediato, abriendo los dos ojos de golpe y miró a todas partes, desconcertado. La voz de Kyle continuó en el otro lado de la línea—. No sé qué ha pasado. Y tráeme una camiseta y ropa. Estoy en pijama.

Se vistió, apresurado. Era el día del partido, donde también se probaría si tenía razón y los días de luna llena podían llegar a afectarle. Iban por buen camino. Su padre se había marchado antes a trabajar y eso le evitó tener que dar explicaciones, ya que seguía castigado.

Se suponía que había quedado con Reese para ir a buscarla. Sin embargo, sus planes habían cambiado. Fue hacia la reserva natural. Intentó ir rápido, aun así, tardó alrededor de veinte minutos. Encontró a Kyle, caminando por la carretera abrazándose a sí mismo, con frío.

Le abrió la puerta y le vio subir sin decir nada, ese hecho le consolaba, porque todavía no había pensado cómo debería sentirse. Quizás debía estar enfadado por haberse cargado su silla o porque sin Reese, él hubiera acabado herido. Durante una buena parte del trayecto no cruzaron palabra. Kyle, no podía olvidar cómo se había comportado.

Pero finalmente, rompió el silencio, un poco antes de que llegar a la civilización.

—¿Sabes qué es lo peor? —preguntó a lo que Bradley alzó las cejas, indignado.

—Como digas Kiara y el Lacrosse juro que te tiro del coche —amenazó.

—Tengo que ir a esa fiesta —continuó y parecía pensar en algo más, pero negó con la cabeza y se centró—. Llegué hasta una casa en el boque... Y allí, olía distinto. Como a... Muerto.

Asintió. Bradley sabía que el cuerpo debía estar allí. Sin embargo, no quería decir nada más. Se frenó en casa de Reese y se bajó del coche dispuesto a tocar el timbre, pero el padre de su amiga, Luke, abrió la puerta.

Bradley perplejo, preparó una de sus mejores sonrisas y le miró. El hombre parecía preocupado, una arruga en la frente le demostró que no dejaba de darle vueltas a un asunto. Su pelo rubio y canoso, cada vez era más evidente.

Era algo mayor que su padre o incluso, que Christopher. Al menos, eso parecía. Sus ojos azules lo observaron durante un segundo y después, alzó las cejas con sorpresa.

—Vaya Bradley... ¿Se os ha olvidado algo? —preguntó.

El adolescente le miró sin entender muy bien a que se refería, pero por costumbre, había aprendido a salir de esos tragos amargos.

—Sí... Un libro —contestó.

Luke, levantó la mano hacia el coche viendo solo la sombra de Kyle.

—Sube tú mismo y cógelo, ¿Reese, no va a bajar del coche?

Miró hacia el coche y Bradley se apresuró en negar con la cabeza. No sabía por qué el padre de su amiga suponía que estaban juntos, pero tenía que seguir con esa pantomima o la volverían a castigar.

Kyle, los estaba escuchando y por eso, no se bajó del coche. Fingió ser ella, aunque tenía el pecho acelerado con el miedo de que le hubiera sucedido algo.

—Está... Está cansada. Nos hemos pasado la noche estudiando —contestó Bradley.

Subió los trece escalones que conducían al piso de arriba, de dos en dos, tratando de llegar cuanto antes. Era seguido por Luke que parecía preocupado. Tuvo la sensación de que el padre de su amiga sabía cosas.

—Oye... Me han dicho que tu padre está buscando un cuerpo en el bosque —preguntó Luke, Bradley asintió—. ¿Saben algo?

Bradley, negó con la cabeza, abriendo la puerta de la habitación de Reese. Se sorprendió al verlo ordenado, no había ni una cosa fuera de lugar. Normalmente, ese lugar era un desastre. Lo dejaba todo tirado o nunca se permitía el detalle de hacer la cama. Sin embargo, estaba hecha y eso le hizo pensar que necesitaba dormir, mínimo doce horas de sueño reparador. Sujetó el primer libro que tenía encima de la mesa y sonrió hacia su padre.

—Nos vamos —asumió tranquilo, al menos tratando de estarlo.

El padre de su amiga, asintió, mirando el resto de la habitación. Alzó una ceja, pero en aquel momento solo pensó que Reese, solía hacer esas cosas cuando quería que le levantara un castigo. El chico fue seguir andando, pero la voz de Luke le detuvo.

—Bradley —Luke parecía no saber que decir o cómo hacerlo, se apoyó en el marco de la puerta y suspiró—, estuvisteis juntos la noche que la policía buscó el cuerpo ¿no?

El chico se encogió de hombros, aunque su primer impulso había sido asentir. Era la verdad. Habían estado juntos y desde esa noche, habían empezado todos sus problemas. No podía obviarlo. Luke le preguntó dónde habían estado. Y Bradley reflexionó qué debía contestar.

—En... Casa —no estaba seguro de cuál era la excusa que Reese le había dado, así que improvisó—, mi padre me dijo que era mejor no salir así que le hice caso. No salimos.

Luke asintió, pero no estaba convencido. Bradley bajó de nuevo los trece escalones y fue directo hacia el coche. Después, se giró y se fijó en que Luke estaba en la ventana de la habitación de Reese. Arrancó sin más y puso rumbo a la biblioteca de TerryTown. Estaba seguro de algo y Reese tenía que estar allí buscando el Bestiario.

—¿Por qué Reese no ha venido contigo? —preguntó su amigo.

Bradley tragó saliva, si estaba lo cierto tuvo que pasar algo con ella en el bosque, pero si a su amigo le había costado entender que era un hombre lobo. Y del mismo modo, iba a jugar al partido y después, ir a la fiesta, le iba a costar el doble ver que algo estaba ocurriendo con Reese. Aunque todo apuntaba a que no era malo. Podía lidiar con un amigo en fase depredadora, pero no quería tener que hacerlo con dos, mucho menos si se trataba de ella.

—No estaba. No ha dormido allí. Por alguna razón, le ha dicho a su padre que íbamos a estudiar juntos —aseguró Bradley. Kyle abrió la boca, sorprendido y asintió—. Algo pasa con ella. Es lista de repente, incluso, ordenada.

—Venga no me jodas... No le pasó nada en el bosque —confirmó Kyle, ese hecho también se lo había dicho ella—. Estás viendo fantasmas donde no los hay. Solo tenía rascadas y no parecían nada del otro mundo.

Sin embargo, sus palabras fueron acalladas cuando llegaron a la biblioteca municipal y aparcaron en la carretera principal, delante del gran edificio de TerryTown. Reese estaba sentada en los escalones, con un grueso libro sobre el regazo y cuando miraron hacia las grandes puertas transparentes de la biblioteca sabían que permanecía cerrada. Después de un breve segundo, se bajaron del coche y se acercaron, a la vez que, ella levantaba la cabeza, extrañada.

—¿Qué hacéis aquí? —preguntó con naturalidad, como si no estuviera pasando nada.

—¿Y tú? —devolvió la pregunta Kyle, que miró a Bradley.

—Hemos ido a tu casa, Luke estaba preocupado —dispuso Bradley, sentándose a su lado y mirando por encima de su hombro—. ¿El bosque escondido detrás de la reserva natural?

Cuando esas palabras salieron de su boca, Kyle se sentó al otro lado y arqueó las cejas, extrañado. Lo había visto antes. La noche en que se despertó en mitad del bosque.

—Esta imagen, había un río y detrás, vi una especie de humo... —aseguró el chico.

Reese asintió y cerró el libro para señalar el escritor de dicha obra. Estaba segura de que había leído ese libro en cualquier otro momento, era como si lo tuviera en su cabeza. Pero no era capaz de recordar si fue en una pesadilla o algo real.

—No pone quién lo ha escrito, pero si su apellido. Hunter. Lo que significa cazador —dijo, segura—. Son cazadores de hombres lobos. Todo este pueblo tiene historia de hombres lobos y otros seres. Entre ellos; Banshees, hadas, elfos, incluso Wendigos...

—No soy un hombre lobo —interrumpió Kyle, miró hacia Bradley como si pudiera darle una solución—. Tenemos que olvidarnos de esto y seguir con nuestras vidas.

—Has dicho que en el bosque olía como ha muerto —dijo Bradley—. ¿Quieres que nos olvidemos de esto? Esta noche antes del partido, iremos a descubrir a quién pertenece el cuerpo en el bosque, llamaremos a la policía y haremos que arresten a Ryan Hayes. Así podrás jugar tu partido, sin que el Alfa te esté llamando.

Kyle asintió y se levantó chocando el puño con el de su amigo, por fin, tenían un buen plan para salir de todo ese problema. Sin embargo, cuando su mirada se dirigió hacia Reese, no estaba segura, de hecho, fruncía el ceño.

—El Alfa tenía los ojos rojos, Ryan Hayes... No recuerdo de qué color los tenía, pero, sé que rojos no eran —aseguró, sujetando ese libro.

—¿Qué tienen que ver los ojos ahora? —preguntó Kyle, exhausto.

Reese parecía pensar, como si delante tuviera las páginas impresas que Bradley y ella sacaron. Lo habían encontrado en aquella página donde Zachary Hunter, el bisabuelo de Ethan, hablaba sobre las leyendas escondidas. Pudo verlo delante, como si se estuviera reproduciendo para ella, como la resolución del problema de física.

—Rojos para el alfa, dorados o amarillos para el beta o el omega, azules para el lobo que ha cometido asesinato sobre seres inocentes o sobre su propia sangre —dijo, estando segura de lo que decía—. Ryan los tenía azules, pero está bien. Iremos a buscar el cuerpo en el bosque.

Tenía la intención de entrar en aquella casa del bosque. Quería saber más cosas de Ryan Hayes y, sobre todo, quería entender, porque sentía esa conexión extraña con el hombre lobo. Aquella noche no había soñado, porque no había dormido, pero lo había visto, sonriendo en su mente, feliz y pudo sentir como se le encogía el pecho.

Al menos Bradley, sabía que podían estar dentro de la pista correcta. Durante las clases de la mañana no se vio con su amiga y compartió el patio con Kyle, que estaba preocupado porque Kiara no hubiera aparecido, al igual que Ethan y tampoco Harper. Todo eso le hizo pensar que Reese podía tener razón en algo más. El cuerpo que vio en el bosque era Violet Hunter y debían estar a punto de encontrarlo.

***





Mucho rato después, en el entrenamiento, estaba sentando en el banquillo de nuevo, viendo las proezas de Kyle.

Todo empezó a tornarse oscuro, cuando Danny, el amigo de Ethan, lo tiró al suelo y se rio a grandes carcajadas. Poco después el ataque del mejor amigo quedó reducido, fue Kyle quien lo tumbó al suelo haciendo que se escuchara un gran estruendo por todo el campo, como si le hubiera roto algún hueso.

Bradley se tensó y miró hacia el entrenador.

Empezó a correr hacia él, cuando le vio llevarse las manos al casco. Todo oscurecía para él. Sentía su propia respiración acelerada. Algo iba mal y se llegaría a poner peor como no lo sacara del entrenamiento. Puso sus manos en los hombros del chico y escuchó su voz rugosa. Esa era la que había puesto en su casa, cuando marcó su silla.

—No lo controlo, Bradley —dijo agitado.

Lo único que pudo hacer fue levantarlo del lugar sin que nadie le viera, por suerte estaban todos pendientes de Danny y no les prestaron atención. Bradley, tenía la intención de llevarlo hacia los vestuarios. Necesitaba que todo eso pasase rápido o podría acabar mucho peor. Como la tarde anterior. Sintió que su tiempo se agotaba.

—Vale, Kyle. Tienes que tranquilizarte. Calma —se estremeció, intentando frotar su espalda, pero su respiración cada vez era más agitada.

—¡Aléjate de mí!

Su voz sonó fuerte, era como el rugido de un animal, muy gutural, Bradley cayó al suelo. Kyle notó que su mirada se encendía de una manera extraña. Veía todo como si estuviera en rojo, podía distinguir los puntos de calor. No distinguía quién estaba en el suelo, solo lo percibía moverse y supo que era la presa. Instintivamente, estaba pensando como un depredador.

Bradley le observó con determinación, a la vez que retrocedía, como podía.

Sus ojos se habían vuelto amarillos, le había crecido pelo sobre las mejillas y en las patillas. Su nariz estaba más alargada y cuando gruñó enseñó sus dientes, que parecían afilados... Con dos grandes colmillos en los laterales.

Le hizo echarse hacia atrás, hasta que su espalda dio con una taquilla y tiró al suelo unos cuantos Stiks.

Haciendo mucho ruido.

Llamando más su atención.

Un nuevo rugido apareció en su garganta y tragó saliva.

Estaba intentando huir de su propio amigo y el corazón le iba latía con celeridad.

Escuchó el gruñido más cerca y un pánico que nunca había sentido le hizo correr, estaba intentando llegar a la puerta de salida. Kyle saltó por encima de las taquillas, le miró como si fuera una presa a la que iba a devorar en breve y soltó un largo aullido.

—¡Oh venga joder! ¡No soy tu puta merienda! —masculló, tirándole un Stik.

Cayó al suelo de nuevo, antes de llegar a la puerta, pero vio a Reese aparecer de la nada.

—¡Cálmate, Kyle, puedes hacerlo! —emitió ella, con voz segura.

Kyle la miró y volvió a soltar un gruñido muy animal, resollando, era como si se estuviera a punto de lanzarse sobre ella.

—¡No le hagas daño, Kyle! —gritó Bradley, haciendo que se girara hacia él y negó con la cabeza al instante—. Ni a mí tampoco.

Un mar de espuma blanca los inundó y cuando se quiso dar cuenta, se trataba de la chica que había sujetado el extintor y estaba rociando a Kyle.

Se le podía escuchar gruñir, durante bastante rato, no parecía que estuviera funcionando. Bradley se dio prisa en llegar junto a ella y ayudarla. Le sujetó la bombona y siguieron dirigiendo la espuma hacia su amigo. Sus miradas se cruzaron y se asintieron. Tenían que seguir, porque lo estaban reduciendo. Al menos, en ese instante, no estaba tratando de matarlos.

El hombre lobo se retorcía de dolor.

No sabían si con eso estaban haciendo aumentar su ira o quizás frenando a la bestia que se estaba a punto de merendar a sus mejores amigos.

Cuando la bombona se acabó, la tiraron al suelo y Bradley apartó a Reese hacia la puerta. Aunque se dio cuenta de que no estaba asustada. Ni siquiera parecía estar a punto de recibir un ataque al corazón, como a él, que se llevó la mano al pecho y miró hacia delante, aterrorizado.

—¿Bradley? ¿Qué ha pasado?

—Solo has intentado matarnos —admitió, arqueando las cejas. Se sentó delante, en una pequeña banqueta, ya que creía que estaba a punto de caerse. Reese se acercó también y le puso una mano en el hombro a Kyle—. Es tal como te dije, lo desencadena la rabia.

—¿Quieres decir que es el Lacrosse? —preguntó Kyle y sus amigos asintieron de manera sistemática—. No puedo librarme del partido, Kiara pensará lo peor de mí. Y acabaremos por no ir a la fiesta de esta noche. Soy titular.

—Pues será peor si acabas matando a alguien —aseguró Bradley.

Reese frunció el ceño, enfadada y miró hacia la puerta, a Bradley le daba la sensación de que siempre acababa huyendo de los problemas. No era capaz de afrontar que estaba celosa.

Por eso, fue la primera que se levantó y acabó caminando por delante de ambos, con los hombros caídos y a paso bastante acelerado.

No quería seguir hablando de Kiara.

Solamente, quería recuperar a sus amigos.

Los de siempre. 

***





Aquella tarde cuando llegó a casa, lo primero que hizo, tras escuchar las informaciones de su padre, fue conectarse junto a sus dos amigos y hacer videollamada. Reese estaba todo el tiempo, distraída con el mismo libro que esa mañana, había robado de la biblioteca. Únicamente, levantaba la mirada de tanto en tanto, para poner una mueca a su conversación.

Una cuestión que aún no le había dado tiempo de investigar era

«¿Cómo entró? ¿Cómo salió?», se preguntó, a la vez que, le devolvía un gesto.

Solo tenía dudas sobre su modo de actuar y a la vez, dentro de todo lo que sabía, acababa aceptando que podría ser la más normal. Aunque tenía ciertas dudas.

Tenía demasiadas cosas en la cabeza, como para ponerse a indagar en como su amiga había abierto la puerta de la biblioteca por la noche y había salido, sin que la alarma saltara.

Por otra parte, Kyle miró la cámara y Bradley volvía a pensar la posibilidad de que estuviera observando a Reese con los mismos ojos que él. Aunque se lo había negado mil veces, no podía evitar ver que era algo probable.

—Lo tengo todo preparado para el partido, en cuánto sean las siete salimos de casa y vamos a acabar con todo lo del cuerpo del bosque y con esta pesadilla —empezó a relatar Bradley.

Vio como Reese, levantó la mirada de nuevo, esa vez, solo para fruncir el ceño y volver a bajarla, negando con la cabeza y poniendo los ojos en blanco. No entendía por qué no estaba de acuerdo con acabar con todo eso. Era lo lógico para él.

Pero ella no lo veía como el gran plan, por qué estaba segura de que Ryan Hayes no era el culpable. No creía que tuviera nada que ver con el asesinato. Kyle carraspeó y miró a Bradley, dispuesto a cortar el mal rollo que iba a generarse.

—¿Qué novedades ahí? —preguntó, sin dejar de mirar a la chica, hecho que no pasó desapercibido por el otro chico.

—Reese tenía razón, por las muestras de ADN, que pertenecían a la víctima, se ha avisado a la familia. Los Hunter han perdido a Violet y el entierro será mañana, si encuentran la otra mitad del cuerpo... —contestó Bradley, viendo como Reese volvía a asentir.

Se fijó más en la pantalla, al igual que Reese pudo escuchar la voz distorsionada de Kyle.

«¿Qué pasa?», pensó.

Todo se había quedado parado. De un momento a otro, la pantalla se quedó colgada, vieron la sombra detrás del hombre lobo. Ryan Hayes estaba en casa de Kyle. Bradley escribió un mensaje muy conciso.

"Parece que tienes algo detrás".

En su cabeza los ojos del supuesto asesinos eran azules, como brillantes, de un color acero, repleto de tristeza. La llamada se cayó segundos después y solo consiguió ponerla con Reese, que estaba tranquila.

—Era Ryan —afirmó, asintiendo.

Bradley, arqueó las cejas, asustado y se fue a mover, pero la llamada de Kyle se volvió a activar. Estaba agitado, más que eso, aterrorizado.

—Salgamos ya para el bosque. Ryan Hayes, es el asesino —dijo rápido.

Tardaron más de treinta minutos en encontrarse cerca del instituto, sobre todo, por Reese que se hizo esperar. Kyle parecía más nervioso de lo normal y aunque Bradley había intentado hablar sobre el tema, había preferido no contarle lo sucedido por qué no quería recordar su conversación con Ryan.

El hombre había advertido sus sentimientos por Reese, y le había advertido, que debía apartarse de ella para siempre.

Tardaron más de cuarenta minutos en encontrar la carretera secundaria que los llevó directos a la casa en medio del bosque y otros veinte en observar cómo el asesino se subía al coche y desaparecía, cabreado. Habían aprendido en este poco tiempo, que ese era el estado natural de Ryan Hayes. Siempre estaba enfadado, ya fuera con ellos o con su condición.

Reese no parecía convencida de todo eso.

Sabía que ese hombre, no era el culpable. No había asesinado a la señora Hunter.

Bradley estaba pensando en todas las implicaciones morales que les podría suponer encerrar a alguien que era inocente o que podía no ser tan malo. De hecho, no sabían nada de él. Únicamente, que su casa se quemó con su familia en su interior.

La chica permaneció callada, era como si solo hubiera ido para entrar en la casa. Se aventuró directamente hacia el interior observando todo, con calma. Incluso, estaba tocando muebles, dejando sus huellas, como si no le importara que Ryan lo supiera.

Kyle y Bradley se miraron desconcertados, pero decidieron dejarla hacer e ir hacia el lateral derecho, puesto que esa era su oportunidad de salir de ese problema. Empezaron a cavar un hoyo donde Kyle creyó oler a la muerta. Aunque, en ese momento, era un olor distinto.

—¿Qué haremos si Ryan regresa? —preguntó Kyle.

—Pues tenemos una opción. Muy buena. Correr —asumió Bradley—. Tú, por un lado, yo por el otro y seguro que pilla a Reese porque está distraída chafardeando las cosas de un asesino. La estamos perdiendo.

—Estamos tardando mucho —se quejó Reese, desde la ventana rota.

La casa de los Hayes por dentro era mucho más grande de lo que había esperado.

Tardó un rato en ubicar algo que le sirviera para saber si Ryan, se estaba quedando a vivir allí. No le parecía una suposición acertada.

Había diferentes cajas cerradas por el suelo, parecía que las estuviera salvando del incendio. Pudo percibir que esa casa ocultaba algo, pero no fue capaz de saber qué era.

Se agachó cerca de una puerta completamente rota, la que daba al patio, al lado de lo que, en su tiempo, fue una cocina funcional. Por instinto, movió un tablón que estaba medio subido y sacó de allí, un colgante. Entrecerró los ojos, pasando su mano por encima de toda la ceniza y tratando de limpiarlo.

Era una estrella con otra más pequeña en su interior, como la que vio en su pesadilla. Los grilletes y las cadenas volvieron a resonar en su mente y negó con la cabeza para sacar ese sonido de mente. Entonces, escuchó la voz de Kyle, que parecía más agitado.

—Tenemos que seguir cavando —se inquietó Kyle, que levantaba la cabeza, nervioso.

Dio otro fuerte golpe con la pala y Bradley siguió cavando un poco más. Sentía pánico de dar con el cadáver y deformarlo al darle, por eso iba con cierto cuidado. Aunque, también tenía prisa por si a Ryan le daba por regresar.

— ¡Para, para! ¡He tocado algo! —objetó Bradley, notando que, con su pala, estaba tocando algo duro.

Reese aplaudió y distrajo esas imágenes efímeras que estaban volviendo a su mente. Sus pesadillas no la dejaban nunca continuar con su vida. Habían encontrado lo que parecía ser una manta en la que estaba oculto el cuerpo.

—Deprisa —apremió Kyle.

No era culpa de Bradley que hubieran puesto cuarenta nudos en ese saco. Además, eran torpes, sus manos resbalaban una vez tras otra, entre la arena y las cuerdas atadas. Reese salió de la casa y se acercó hacia el saco.

Cuando consiguieron quitar los nudos que rodeaban la manta. Lo vieron y por inercia, saltaron hacia atrás con un grito atroz.

—¿Qué es eso? —preguntó Bradley, arqueando las cejas.

Estaban viendo un lobo negro, partido por la mitad. No tenía patas traseras. Sus ojos estaban abiertos, exactamente, de la misma forma, que había encontrado el cuerpo en el bosque. Era ella. Reese estaba segura. Aunque había algo que no le encajaba. Si esa mujer era una Hunter, porque podía llegar a una transformación de lobo completa.

Esa misma tarde, había leído que solo los nacidos lobos, podían volverse animales.

—Es un lobo —contestó Reese y sujetó una planta que estaba al lado del cadáver—, y esto es acónito. O lo que es lo mismo matalobos.

—¿Acónito? —preguntó Kyle—, ¿Matalobos?

—¿Es en serio? —cuestionó Bradley, arqueando las cejas hacia su amigo—. ¿No has visto la película del hombre lobo?, esa planta es veneno.

—Y no solo eso, por lo visto hace que un hombre lobo se convierta —asumió Reese, había encontrado la respuesta a su anterior pregunta.

Aquello, parecía preparado.

Quien hubiera querido ocultar el cuerpo de Violet Hunter, también quería que, si alguien llegaba hasta aquí, no viera a la cazadora.

Empezó a tirar de la planta haciendo que una especie de raíz se moviera, pasando entre la tierra, que se iba moviendo a cada tirón. El cuerpo se fue transformando en el de una humana, era ella. No quedaba ninguna duda.

—Violet Hunter fue mordida y torturada por el Alfa, hasta convertirla en una mujer lobo, posteriormente la mató y Ryan la enterró aquí —finalizó así su explicación.

Aunque Reese trató de hablar más, de decirles que se habían equivocado con Ryan, era tarde. Kyle se había apartado y estaba llamando a la policía. Bradley siguió con la vista puesta en su amiga que negaba con la cabeza.

—Ryan Hayes no es el asesino, Bradley. Solo está cubriendo a alguien o quizá... Tiene miedo de que culpen a su familia o de que algo malo le pase —advirtió Reese, sujetando a su amigo por el brazo que fue a asentir, pero tampoco era capaz de frenar eso.

Si Ryan Hayes cubrió a alguien era porque tenía parte de culpa en ese asesinato. Tenía que dejar ganar a la policía. Su padre salía ganando en eso, aunque no tenía claro cómo afectaría a Kyle. También era posible que ese hombre no fuera un asesino y entonces, Kyle de todas maneras llegaría a descontrolarse en luna llena.

Reese no estaba convencida, pero dejó que los hechos se desarrollaran con normalidad, e intentó explicarse que le estaba pasando. Su mano se dirigió a su bolsillo derecho, donde había guardado el colgante, que encontró bajo el tablón movido de la cocina. Era como si se sintiera segura con él, como si fuera a desvelarle la verdad. Esa de la que nadie le había contado nada.

La llegada de la policía no se hizo esperar.

Estaban delante del coche de Bradley y esperaron a que el Sheriff metiera en el coche patrulla a Ryan Hayes, quién los miró con rabia, cuando fue arrestado. Ni siquiera él, había sido capaz de ver que entraron en su casa y habían allanado su secreto más bien guardado, el cadáver enterrado justo en su patio.

—Qué bien que nos dediquemos a cabrear a un hombre lobo, por vuestro afán de ir fiesta donde, por cierto, no se nos ha perdido nada—comentó Reese, después de ver la mirada de Ryan—. Irónicamente, todos salimos ganando, excepto el más poderoso.

El Sheriff se acercó, tras dejar a Ryan Hayes. Reese fue consciente de que el hombre lobo iba a escuchar cada parte de la conversación que fueran a tener. Aunque, eso debería tensarla, no lo hizo. Ya no la aterrorizaba, como lo hizo la noche en el bosque. Para ella, era alguien que podía darle respuestas. No le parecía que fuera un criminal y mucho menos un asesino.

—Chicos... ¿Me podéis explicar cómo sabíais que estaba aquí? —indagó el Sheriff.

Reese miró a Bradley asintiendo y el chico suspiró.

—La vimos la noche que saliste a buscar el cuerpo —contestó, nervioso—, después encontramos a Ryan cuando buscábamos el inhalador de Kyle y pensamos que era sospechoso...

—¿No me dijiste que Kyle y Reese habían estado en casa? —preguntó su padre, alzando una ceja a lo que él, se encogió de hombros—, ¿Me engañaste?

Buscó la complicidad de sus amigos, pero Reese no parecía de ayuda. No podía sacar sus ojos de encima del hombre lobo, que todavía los miraba con rabia, pero sonrió triunfante al ver que eso podía llevarlos a un nuevo castigo. Kyle, por el contrario, solo fue capaz de mirar al suelo. No se sentía bien con todo lo que estaba pasando.

—Define engañar porque creo que no lo hice —susurró Bradley.

—Hablaré con vuestros padres de esto —alegó su padre a lo que Reese parecía esperanzada de recibir un castigo y Kyle tragó saliva—. Estarás castigado de por vida.

—Señor, le juro que no volverá a pasar. Fue por aburrimiento —mustió Kyle. Reese puso los ojos en blanco, fue a hablar, pero Kyle no dejó que lo hiciera—. No volveremos a hacer nada parecido. Se lo juro.

—Largaos de aquí —suspiró Andrew O'Donell. Eso hizo que Bradley le abrazara—. Por esta vez lo voy a pasar por alto, pero esto que habéis hecho es peligroso.

Asintieron y empezaron a subir al Jeep de Bradley.

Estaban tranquilos, por lo menos, sabían que no se iba a chivar de su escapada y eso les tranquilizó. El padre de Bradley, siempre había sido su cómplice en sus fechorías, los había cubierto y algunas veces, mentido por ellos. En esa ocasión, la chica hubiera preferido que no fuera así. Menos cuando tenía que ver a Kiara, ensalzando las maravillas de su amigo.

El partido pasó a la historia, como el más surrealista que habían visto nunca. Kyle hizo un montón de proezas imposibles, aplaudidas por el resto de la multitud.

Bradley, solamente podía pensar en el tiempo que falta para que la luna llena les enseñara su cara más amarga y también observaba a Reese. Hasta que decidió irse del partido en cuánto vio como Kiara se levantaba y aplaudía al chico que le gustaba.

Bradley esperaba poder pasar tiempo con ella, al menos, poder comentar algo del partido, pero simplemente no había vuelto a verla tras el juego. Se consolaba pensando en que tal como ayer dijeron, a las nueve, sin incidentes reseñables, a pesar de haber pasado el peor día de su vida, se verían para ir juntos a una fiesta. No era agradable porque ninguno iba en calidad de invitado. Más bien, tenían la misión de controlar a Kyle.

Bradley decidió esperar fuera. La mirada de su amigo se detuvo ante la puerta y acabó por acercarse para sonreírle, como si nada pudiera salir mal.

—¿Vas a intentar convencerme de que no entré? ¿O vas a decirme algo? —preguntó Kyle.

Parecía orgulloso. Había sido encerrar al supuesto asesino y sentirse como si nada malo fuera a poder pasarle.

Por el contrario, Bradley empezó a sentir terror, se dio cuenta de que quizás no había sido buena idea. Ese Ryan también era un hombre lobo y podría ayudar a Kyle a controlarse. Pudo pensar que Reese volvía a tener razón.

—¿Qué ha pasado con Reese? ¿No va a venir? —volvió a preguntar, Kyle.

—Que no haya pasado nada en el partido no significa que esto esté bien —contestó y arqueó las cejas, encontrando las fuerzas necesarias para continuar—. Por qué no lo está, Reese no está bien... ¿Cómo ha sabido todo lo que ha dicho? ¿Por qué parece que no duerma, pero no tiene sueño? ¿Por qué ahora tú estás tan radiante? Sigue siendo luna llena...

—Necesito esto —suplicó Kyle, seguro, encogiendo los hombros—, quiero ser titular y estar en el equipo. Por primera vez en mi vida, quiero salir con Kiara. Solo quiero tener una vida normal. Deberías hacer lo mismo, bebe un poco, dile a Reese lo que sientes...

Bradley asintió, miró una vez más la calle y después se giró, dispuesto a entrar con su amigo hacia la fiesta.

No supo cuánto rato pasó en el interior, pero cuando se quiso dar cuenta alguien había puesto un vaso rojo en su mano y su contenido cada vez era más escueto. Se lo volvió a llenar a la espera de que la chica de sus sueños le hiciera caso.

Vio a Kyle bailando con Kiara, pero en su mente esa chica no era Kiara, era Reese y se besaban.

Su primer beso...

El beso que tantos años había esperado robarle en una de esas fiestas a las que no estaban invitados, frente a su declaración de amor. Pensó que si bebía lo suficiente encontraría el coraje necesario para decirle lo que sentía.

También vio a Harper enrollarse con Ethan en una esquina. Se acabó por sentar solo en un sillón y suspiró. Se enfadó consigo mismo o con ella por no estar aquí. O quizás con Kyle por ser un absoluto inútil que no se daba cuenta de que siempre había habido una chica detrás de él.

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