035.

Jason había colgado el teléfono y nos miraba a Jesse y a mí mientras se levantaba.

—Se suponía que eso no tenía que salir a la luz... o, al menos, no de esta manera —empezó a pasearse por toda la habitación con la pistola aún en la mano. Yo miraba al suelo e intentaba no moverme, a pesar de que ya era presa del pánico. Jesse, en cambio, parecía muy tranquilo dejado de caer contra la cristalera del balcón. Yo era muy joven para morir, por Dios.

Aún seguía sin poder creerme que mi padre hubiera hecho eso. ¿Sería un error de Marc? Las dudas me inundaron todas de golpe, y no pude evitar pensar si, también, en todo esto, iba incluida la desaparición de Michael. Me pregunté si él fue una de las piezas clave del juego o si solo había sido una intromisión desafortunada por su parte.

Estaba, otra vez, casi al borde del llanto y para nada segura de cuánto podría aguantar sin ponerme a gritar como una loca pidiendo ayuda. Solo podía pensar en que dentro de pocas horas se suponía que tenía que estar en casa y, lo más seguro, era que nunca llegaría, al menos viva.

Jason se puso en cuclillas frente a mí hasta estar casi a mi altura y me apartó un mechón de pelo de la cara y yo, a cambio, sin poder evitarlo, repudié su toque volviéndole la cara.

Él se rio con amargura y me obligó a mirarle poniendo dos dedos en mi barbilla, empujando hasta que no tuve más remedio que mirarle porque no tenía más fuerza para seguir resistiéndome.

—No me obligues a hacer esto por las malas —me advirtió—. Que haya hecho tratos con tu padre no quiere decir que vaya a cumplir mi promesa de no tocarte —siguió, mirándome de arriba a abajo.

Estaba asqueada. No tenía ni idea si mi madre sabía sobre todos los trapos sucios de mi padre, pero si ella era parte también de todo esto, juraba que si salía viva de aquí no volvería a hablarles jamás.

¿Qué clase de desquiciados le hacen eso a su hija?

Él seguía allí mirándome con diversión, como si esto fuese una escena de su comedia favorita. Ni siquiera podía pensar de lo asustada que estaba y me di cuenta de lo mucho que echaba de menos cuando mi vida era normal, cuando lo único que hacía era jugar con chicos ingenuos que no sabían ni hablar cuando me veían.

Me estaba lamentando porque nada de esto estaría pasando si nunca hubiera conocido a Jesse.

Esperaba que me dejaran salir de aquí con vida. Pero eso era algo que no sabía cómo conseguir.

—¿Sabes, Scarlett? —me llamó Jason, que aún seguía ahí agachado mirándome—. Tu padre supo todo desde el principio y el odio que sentía hacia Jesse —lo miró—, aumentó muchísimo más.

Jesse me miró serio con la mandíbula apretada mientras seguía sin decir nada. Después agachó la cabeza.

—De hecho —continuó hablando Jason—, me tenía a mí para contárselo todo con lujo de detalles —se levantó de nuevo para tumbarse en la cama tan tranquilo—. Y esa fue la parte más divertida ¿sabes? Eras muy predecible y nada cuidadosa con tus actos, niña de mami —volvió a reírse otra vez mientras jugueteaba con la pistola en sus manos—. Y también muy, muy mala —dijo esta vez con voz más grave—. Eres muy sucia y desinhibida y cada vez que veía las cosas que hacías con Jesse, quería ser yo el que estuviera ahí, y no él —confesó. A mí se me enganchó la respiración en la garganta en un grito ahogado y miré a Jesse, que miraba a Jason con todo el odio del mundo. Si las miradas matasen, Jason ya estaría hecho polvo.

Entonces, sin preverlo, vi que Jesse abandonaba su posición apaciguada y se lanzaba encima de Jason envolviendo las manos alrededor de su cuello, estrangulándolo. A Jason se le cayó la pistola al suelo y se agarró a los brazos de Jesse para intentar quitárselo de las manos.

Yo no sabía qué hacer. Miraba la escena espantada y me di cuenta de que sería mi oportunidad de escapar de allí. Empecé a recoger mis cosas con manos temblorosas para no dejar rastro de que estuve allí alguna vez.

Vi que Jesse desvió la mirada de Jason para mirarme a mí y en ese momento Jason aprovechó para darle un puñetazo en la cabeza que hizo que Jesse cayera al suelo, quedándose ahí quieto por unos segundos gruñendo de dolor. Cuando ya tuve todas mis cosas necesarias, salí de la habitación y veía la puerta del apartamento cada vez más cerca, y ahí estaba mi querida liberación.

—¿Dónde crees que vas, zorra? —escuché a Jason detrás de mí casi sin respiración y tosiendo. Cuando me di la vuelta pude ver que tenía el arma apuntando hacia mí y puse mis manos delante de mí en posición de defensa. O lo intenté, porque temblaba como un flan.

Jason dio un paso hacia mí y se rio.

—Espero que te hayas despedido de tu querido Jesse porque lo más seguro es que no lo vuelvas a ver en tu vida.

Yo desvié la mirada a la puerta de la habitación que estaba entrecerrada y me quedé allí callada por si escuchaba algún ruido de allí, pero nada. Completo silencio mientras que Jason me miraba sonriente, sin bajar el arma aún.

—¿L-lo has matado? —no pude evitar tartamudear y le miré a los ojos. Jason volvió a dar otro paso hacia mí, quedando a dos metros de mí. Yo no podía dejar de ver el arma, que cada vez estaba más cerca.

Me sentí mal por todo lo que dudé de Jesse en las últimas setenta y dos horas, pensando que era él quien tenía el arma y quien había matado a Michael.

No quería morir, eso estaba claro, pero mi final lo sentía más y más cerca cada segundo que pasaba.

Jason estuvo a punto de abrir la boca para decir algo cuando empecé a escuchar sirenas de policía y fruncí el ceño.

—¿Qué has hecho? —le pregunté alarmada en un chillido. Si metía a la policía en esto se enteraría todo el mundo. Saldría en las noticias locales y, posiblemente, hasta en las nacionales. Entonces sí que estaría muerta en el caso de que no lo hiciera él.

La catástrofe se acercaba y, con ella, mi fin.

—Yo no he hecho nada, ¿qué dices? —me espetó Jason. La policía no era adivina y tendría que haber recibido algún aviso. Entonces, incrédula, miré a la habitación. Me descolgué la mochila del hombro y empecé a rebuscar, pero no lo encontraba.

—¡Mi móvil está ahí dentro! —chillé, dándome ya igual si Jason me disparaba o no a estas alturas.

Jason alternó la mirada un par de veces de la habitación a mí y, entonces, casi tropezando entró veloz en la habitación y yo iba detrás de él. Jesse estaba tirado donde lo había dejado Jason, con la única diferencia de que mi móvil estaba descansando en su mano.

Yo solté la mochila en el suelo y me llevé las manos, temblorosas, a la cara. Jason empezó a gritarle a Jesse y darle puñetazos. Pero él no hacía nada para defenderse, simplemente me miraba desde allí abajo. Yo negué con la cabeza un par de veces, decepcionada. Después aparté la mirada de la suya y miré por la cristalera que daba al balcón.

—No tienes que fingir que alguna vez te importé, Scarlett —dijo Jesse cuando Jason se cansó de darle la paliza—. No cuando ya tenías un pie fuera de la puerta lista para irte y dejarme aquí a mi suerte.

Las luces de los coches de policía ya estaban iluminando el bloque de apartamentos y a mí se me vino el mundo abajo cuando vi a mis padres salir de uno de los coches de policía. Y las palabras de Jesse me dolieron más de lo que debieron.

A los pocos segundos, ya estaban aporreando la puerta gritando que no opusiéramos resistencia. Yo, decidida a hacer todo el papel delante de mis padres, cogí mi mochila, me desordené el pelo y me forcé a llorar.

Las lágrimas no tardaron en salir y cuando la policía echó la puerta al suelo yo salí corriendo hacia fuera llorando y gritando hacia los brazos de mis padres. De algo debería servir.

Mi padre no se tragó el papel, pero mi madre no sospechó de mí ni una sola vez.

—Mi niña pobrecita, el miedo que has tenido que pasar —decía mientras me acunaba en sus brazos—. Sabía yo que no tenías nada que ver con esos sinvergüenzas —yo lloré más fuerte y todo esto me parecía de película. Cuando miré a un lado vi a Jesse que salía esposado y con la cara hinchada por los golpes de Jason. Miraba al suelo e iba andando con dificultad. La policía tiraba de él.

Dejé de llorar por unos cuantos segundos solo para quedarme atónita mirando la escena. Jason salió tan tranquilo mientras hablaba con un policía.

No daba credibilidad a lo que veía, me retiré despacio de mi madre mirando todo con espanto. ¿Por qué no detenían a Jason si él era el responsable de todo? ¿Y mi padre? Las palabras de Marc hicieron mella en mí.

Entonces lo miré y volví a llorar, esta vez de verdad.

—¡Eres un traidor, un mentiroso, eres peor que ellos dos juntos! —empecé a gritar y a darle puñetazos en el pecho con todas las fuerzas que tenía. Mi madre miraba atónita y empezó a gritarme que parase, que qué estaba haciendo.

Mi padre, sin embargo, me dio una mirada dura y me agarró de los brazos zarandeándome.

—¡Esto es lo que tú has hecho! ¡Tu culpa! —me gritó esta vez él. Yo miraba al suelo mientras lloraba y gritaba cosas sin sentido. Seguía sin poder creerme nada de lo que había pasado.

Entonces levantando la cabeza, vi que mi padre y mi madre miraban algo detrás de mí y me di la vuelta.

Era Jesse, que estaba casi a punto de entrar en el coche de policía. Me sentí débil cuando me devolvió la mirada.

—No me mires así, no quiero tu compasión —musitó. Algo se murió dentro de mí cuando dijo esas duras palabras—. Me hiciste daño y aun así seguí confiando en ti.

Ya me daba igual que mis padres estuvieran delante o no. Le respondí.
—Podemos hablar cuando- —él me interrumpió.

—No creo que pueda perdonarte. ¿Y por qué sigues aquí? —me contestó y, entonces, le empujaron de la cabeza para meterlo en el coche.
Nada de esto habría sucedido si nunca le hubiera conocido. Todo era temporal y lo que alguna vez tuvimos también era una de esas cosas, por desgracia.

El coche se alejó de allí y de lejos, vi que Jason se dirigía hacia aquí. Me dieron náuseas de verlo con esa cara tan triunfante, pero él se fue directamente hacia mi padre.

—Señor Faye, fue un placer hacer negocios con usted —le dijo. Le dio igual que mi madre y yo estuviéramos allí delante. Lo que hacía de todo esto mucho peor. Mi madre lo supo todo este tiempo.

—Igualmente —le dijo mi padre poniendo la mano para que Jason se la estrechara. Yo los miraba con odio.

—Espero que siga la oferta en pie —le dijo Jason mirando la mano que le ofrecía mi padre—. A cambio de pillar a Jesse, me absuelven de todos mis delitos —yo cerré los ojos, viendo lo injusto que era todo y no podía hacer nada.

Cuando volví a abrir los ojos se estaban estrechando la mano y me sentí asqueada.

No sabía qué iba a pasar conmigo ahora, pero estaba segura de que en el momento en el que llegara a casa me enteraría.

Y así fue. Nada más llegar me dijeron que me sentara y me dieron una larga charla sobre lo mala hija que era, cómo por mi culpa había muerto un hombre inocente —supuse que Michael— y cómo tendría que irme de casa porque me iban a mandar a un internado religioso a pesar de ser mayor de edad. Les daba igual porque ellos eran mis padres y mandaban sobre mí.

Yo no rechisté ni una vez, sabiendo que no serviría de nada.

—Y, una cosa más, Scarlett —me dijo mi padre una vez que estaba subiendo las escaleras para ir a mi habitación, donde pude ver que había maletas en mi puerta, sabiendo lo que significaban—. Tienes que testificar contra él.

Yo apreté los puños a ambos lados de mi cuerpo.

—¿Por qué me haces esto? —Le pregunté con lágrimas acumulándose en mis ojos.

—Por ti, que no se te olvide.

Estaba ya cansada de esa patética excusa. Lo que él realmente quería era a Jesse encerrado para darle, sabe Dios cuántas palizas al día. Estaba harta de esta situación. Y aún ni sabía los motivos por los que odiaba tanto a Jesse.

Esto no podía quedar así. Esto no acabaría de esta manera. No, mientras yo siguiera viva.  

Aquella noche, sin embargo, recibí un mensaje de madrugada con unas palabras que conocía bastante bien como para no saber de quién provenían.

Creía que había sido muy explícito cuando te dije que serías mía una vez me dieran la condicional, Scarlett Faye. Veo que no me has creído.

Era Jesse. Y entonces muchas preguntas se agolparon en mi cabeza. 

¿Dónde estaba? ¿Estaría solo? ¿Cómo había podido huir de la policía sin dejar huella? Y sobre todo, ¿cómo había conseguido mi número?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top