21 | Que se case conmigo
— La chica esta mintiendo,— dijó Ambar sentada en la cama de Luna.
— Lo se desdé que dijó que es hija de Bernie, ¡No puede ser mi hermana!,—gruño Luna.
— ¿Que quieré?,— pregúnto Simón,— Si no es hija de tu madrina, ¿Porque lo hace?
— Sharón,— dijó Ambar y Luna al mismo tiempo.
— ¡No se cansa ni estando tras las rejas esa mujer!,— dijó Matteo, Simón río.
— Pero, ¿En verdad es su hija?,— pregúnto Luna.
— Estoy segura que no,— respondío Ambar,— Renata, era... distinta.
— No es una Bensón,— dijó Simon.
— No tiene nada a ustedes,— siguío Matteo.
Ambar vío a Luna, y Luna vio a Ambar, y ambas rierón.
— Cambiando el tema, en una semana es la boda de Valeri,— dijó Ambar,— Si van a ir, ¿verdad?
— Supongo,— dijó Luna.
— Claro que sí,— siguío Matteo.
Los chicos seguian hablandó, comentando y riendose, todo parecia estar bien, "parecia"
Dos toques en la puerta de la recamara hizo que Simón habriese la puerta dejando ver a Anna.
— Pasa,— dijó Simón.
Anna pasó algo confiansuda, suspiró.
— Tengo que regresar a New York,— dijó sin nada mas.
— ¿Es una broma?,— pregúnto Ambar.
— No,— dijó,— en verdad me tengo que ir, sera solo un tiempo,— Anna sonrio forsosamente.
— ¿Tienes voleto?,— pregúnto Luna,— De avión claro.
— Si, ya esta todo listo,— dijó Anna,— solo avisaba.
Anna se despidío y salio de ahí, era claro que no queria estar ahí por Julissa o Renata no sabia ni como llamarla.
(...)
— Necesito que me ayuden,— dijó Matteo,— Los cuatro.
— ¿Que quieres hacer?,—pregúnto Ambar.
— ¿A que te ayudarenmos papá?,— pregúnto Sol.
— No se que sea pero cuenta conmigo,— dijó Simón.
— Sabes que yo tambien tio,— dijo Sirel.
— Una super sorpresa para Luna,— dijó Matteo,— Le quiero, pedir que se case conmigo.
— ¡Encerio!, ¡Woow!, ¡Es hermoso!, ¡Genial!,— Sol explotó.
— ¡Claró!,— dijó Ambar sonriendo exageradamente.
— ¿Cual es el plan?,— pregúnto Simón.
— Ahi esta el problema,— respondío Matteo,— No tengo nada en mente.
— Yo se que podemos hacer,— dijó Ambar.
— Tengo una idea también,— dijó Simon.
— ¡No! Papá tiene pesimas ideas,— dijó Sirel.
— Pesimas ideas que tiene tu madré, ¡te dio un iphone!,— Simon arrugo la cara,— Que niña de seis años tiene casi ¡Un Millon! De seguidores, a solamente un maldito mes y medio que empezo a usar esa cochinada.
— ¿En que estabamos?,— dijó Ambar
ignorando a Simón.
— Haste que no escuchastes rubia papuja,—dijó Simon sin evitar reirse ¿rubia papuja?, desde cuando le salia lo mexicano para insultar a su chica.
Ambar también río, todos rierón.
— Okey, este es el plan,— dijó Ambar.
Mas tarde....
— Sirel, ¿me puedes trar un vaso de jugo?,— pregúnto Ambar,— Sirel,— dijó nuevamente,— ¡Sirel!,— gritó enojada.
La niña quedo con los ojos aviertos por el tono en que su madre la habia llamado.
— Si sigues hací, te quitare el movil,— dijó Ambar,— ahora, mi vaso de jugo.
— Ire yo,— dijó Renata qu estaba sentada con ellas, intentando socializar.
Ambar no quería aceptar que Reny fuese por el vaso de jugo, pero sabia que la haria sentir demasiado mal si decia que no queria que ella fuera.
Por el otro lado.
Renata era su momento, habia llegado la hora sin mas aprieto.
Se puso de palillas para sacar un vaso de cristal, abrio la nevera y saco la jarra de jugo, lleno el vaso, lo puso en la mesa, y de su bolsillo trasero saco un pequeño frasco azul.
De el, dejo caer quince gotas al jugo, no satisfecha de el efecto, puso cinco mas.
Y como una psicopata profesional llevo el vaso hasta el living, y se lo entrego a Ambar.
—Gracías —dijó Ambar con una sonrisa fingida.
—No es nada —respondío Renata,— Escuche que Matteo esta preparando una sorpresa para Luna,— Reny queria sacarle platica a la rubia.
—Sí —respondío Ambar,— le pedira matrimonio.
"La felicidad en esta casa no durará mucho" pensó Reny.
—Que hermoso,— respondío descaradamente. Ambar a esta altura ya llevaba medio vaso de jugo, y no tardaria en surgir los efectos.
— Sí,— respondío Ambar, y ahi se tomo la cabeza,— Tengo un dolor horrible.
— Mamá,— dijó Sirel acercandoce a su madré,— Mamá estas bién,— pregúntaba la pequeña al ver que su madre cada vez cambiaba mas de color.
—¿Te sientes bién?,— pregúnto Reny.
— No, creeo que mejor ire a descansar, subire a mi recamara,— respondío Ambar.
— Te ayudo, son muchos escalones,— Reny hiba a acabar con Ambar de una buena vez.
— Mamá ve a descansar,— dijó Sirel demasiado angustiada.
Ambar no respondía, solamente caminaba a la escalera.
—Ya casi llegamos —dijó Reny a cinco escalones de el segundo piso, Sirel venia observando a su madré.
—¡Mamá! —gritó Sirel cuando vío que Ambar no pudo mas y se fue para atras.
—¡Ambar! —gritarón Luna y Matteo que venian bajando, al ver como la rubia rodaba de una manera escalofriante por las escaleras.
Luna bajó demasiado rapido, los tacones no eran impedimento para bajar veloz hasta el piso donde Ambar se desangraba.
Matteo abrazó a Sirel y la llevo al cuarto de Sol, no podia ver como su madre posiblemente se estaba mueriendo.
Simón no sabia que hacer, el panico reianaba en esa mansión.
—¡Llamen a la maldita ambulancia!,—gritó Luna.
Simon sostenia entre sus brazos la cabeza de su chica, que cubria todo su rostro con la sangre.
— ¡Ambar! Porfavor,— sollosaba Simón.
(...)
El tiempo parecia ser eterno, Simón no cambiaba el rostro, ya habian pasado tres horas y no habian noticias de ella.
—No entiendo como pudo pasar eso, nisiquiera tenia puesto tacones, es imposible— repetia Luna en los brazos de Matteo.
— ¿Los niños?,— pregúnto Lili sentada en uno de los sillones azules aterciopelados que había ahí.
—Gael, Sol y Sirel quedarón con la madré de Nina,— respondio Gastón.
—Hoy en la mañana Ambar hacia planes para ir a la boda de Valeri— dijó Luna— Esto es imposible.
— Hablan como si Ambar fuese a morir, ¡Ambar estara bién!, en tres dias Ambar sera la misma de antes— respondio Simón con los ojos inchados, la mirada fija.
Entre todo el era el mas jodidó.
Maldita Renata.
A lo lejos, se dejo ver un señor algo viejo que salio de una habitación, y caminaba en dirección a ellos, o mas bien, a todas las familias que estaba ahí con la ezperanza viva que les dijeran que el o ella estan bien.
Dudaban que ese doctor fuese quien atiende a Ambar, el tipo se paró frente a todos, los observo y luego checo en su tabla.
—Familiares de... Pedro Arias— pregunto el doctor, a lo lejos se vio parar a una chica de cabello negro, lacio, hasta la cintura, ¿Delfina?
—¿Que demonios hace Delfi acá?,— pregúnto Gastón.
— Que demonios le paso a Pedro,— dijó Matteo.
Todo eso dejo de importar cuando una doctora de aproximadamente cincuenta años aparecio..
—Familiares de Ambar Smith— pregúnto.
Simon se lanzo.
— ¿Como esta?,— pregúnto desesperado— digame que bien por favor.
La doctora suspiro, y bajo la mirada.
— Lo siento mucho, en verdad son las noticias que menos me gustan dar, es una lamentable perdida.
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