9. Camina entre la sangre

"Necesito creer en mí una vez más, mi fe ha sido socavada."

-Peter Ilyich Tchaikovsky.

—¿Lo reconoces de algo? —Preguntó Boblín al rubio que miraba fijamente el arma homicida.

Era plateado, con un gran filo y su empuñadura era particular. Tenía la cabeza de un cuervo y el metal en el mango era oscuro. Los ojos del ave tallada eran dos joyas rojas que, al examinarlas con una lupa, las identificó como rubíes. Había una pequeña inscripción en la hoja de la navaja que parecía ser latín. Ni Boblín ni Tracker sabían latín, pero ambos sabían que esa arma los acercaría mucho más al asesino de los cuervos.

—¿Por qué crees que lo haría? —Inquirió Tracker envolviendo el arma en otro pañuelo y tendiéndoselo a Boblín, quien lo guardó dentro de su abrigo.

—Eres asinisiano natal y conoces a todos aquí —murmuró confiado, investigando un poco más el lugar bajo la insistente mirada de los cuervos, quienes seguían vigilando posados en el maltratado techo.

—Eso no quiere decir que conozca sus armas y efectos personales de memoria —refutó molesto. ¡Lo estaba tratando de chismoso! El pelirrojo alzó sus cejas con incredulidad en su dirección. Tracker bufó y puso los ojos en blanco mientras observaba los muebles del lugar—. Quizás los conozca, pero es porque soy detective y es...

—Ahórrame el discurso innecesario —interrumpió el jovenzuelo observando dentro de un mueble y tocando todos los frascos vacíos y llenos de polvo que encontraba—. ¿Sabes si le pertenece a alguien o no?

—No la he visto antes —admitió. Observó dentro de un mueble donde había polvorientas botellas de diferentes tipos de licor, parecía bastante añejo—. El trozo de tela también era rojo, así que puede ser su color de preferencia.

—¡Claro que lo es! Le gusta pintar con sangre, ¿no lo has visto? —Inquirió con burla.

Gustavs puso los ojos en blanco, ese muchacho sí que era fastidioso. Volvió la vista a los licores y se sorprendió de encontrar un libro escondido entre las botellas. La cubierta estaba maltratada y lo sacó de allí con cuidado para observarlo. Estaba en latín, debía hablar con el profesor para que les tradujera un poco sobre ello.

Estaba por hablar cuando escuchó un sonido bajo, pero alarmante. Se levantó del suelo y torció la cabeza intentando escuchar mejor, los cuervos comenzaron a graznar como locos y Boblín observó a las aves un poco desconcertado mientras se acercaba al detective.

—¿Crees que...?

Tracker cubrió su boca y frunció el ceño intentando descubrir el origen de aquel desconocido y familiar sonido. Boblín lo miraba sorprendido por su atrevimiento, aunque alternaba su mirada con las aves que aleteaban como queriendo enfrentarlos.

—¿Lo oyes? —Preguntó el rubio mirando al pelirrojo que negó con la cabeza. Le apartó la mano lentamente y le dio el libro antes de sacar su arma y salir de la habitación con sigilo. Sintió la presencia de Boblín detrás de él, sigiloso como él.

Bajó las escaleras con cuidado, pero algunos peldaños chillaron y escuchó unas pisadas rápidas alejándose. Sabía que ya no había nadie más en el viejo molino, así que se precipitó hacia la ventana esperando encontrar al asesino escapando o algo parecido. Sin embargo, no había nada, no se veía a nadie escapando. Los caballos seguían en el mismo lugar y había una ventisca que silbaba entre las ramas retorcidas y oscuras de los árboles.

Un estruendoso ruido lo hizo sobresaltarse y gruñó cuando descubrió que se trataba del pelirrojo apartando los muebles que había puesto en la puerta cuando ingresaron en el lugar. Tracker no entendía aún cómo se suponía que ese sujeto iba a ayudarlo cuando se notaba a leguas que era un incompetente. El título de detective le quedaba muy grande.

—¿Hay antecedentes de demencia en tu familia, Tracker? —El jovenzuelo salió del lugar y Gustavs observó el interior una vez más antes de salir también—. Ya puedo comprender por qué me han asignado...

—Estoy seguro de que querían quitarte de Robania —interrumpió con desdén—. Ya ni deben soportarte.

Sorprendentemente el pelirrojo rio por lo bajo antes de hojear el libro que Tracker le había dado.

—Quizás también querían que te reemplazara porque comienzas a presentar síntomas de demencia senil —dijo burlándose. Algo en su tono daba a entender que intentaba ser gracioso, más que ser arrogante. El rubio rodó los ojos y observó el terreno unos cuantos segundos mientras se guardaba el arma de nuevo y se dirigían a los caballos—. ¿Sabes latín?

—Le preguntaremos al profesor. Sabe inglés, francés, español, italiano y latín. Él podrá ayudarnos.

—¿Por qué crees que ataque a los niños? ¿Algún trauma o...?

Tracker lo observó con el ceño fruncido mientras el pelirrojo se subía al caballo y lo montaba de forma impecable, era notorio que había tenido dinero suficiente para comprar sus modales y su etiqueta.

—No siempre hay motivos concretos para realizar atrocidades; y en caso de encontrarlos, nunca serán suficientes para justificar lo que hizo con esos niños —declaró contundente subiendo a su montura y dándole una mirada seria. Odiaba cuando justificaban a los monstruos excusándolos con un trauma o alguna otra tontería—. A menos que fuera un accidente o en defensa propia, ningún crimen tiene justificación y está claro que este asesino es consciente de lo que está haciendo. Esos niños son simples víctimas.

—Lo sé, pero esto es extraño.

—No lo es cuando se trata de un pedófilo.

—Tiene que haber una conexión.

—Es lo que intentamos averiguar, Boblín —afirmó muy seguro haciendo caminar a su caballo lentamente y percibiendo que los cuervos se dispersaban en el cielo; habían acabado su anuncio—. Las pistas son escasas y no se puede dar con sospechosos en concreto. Fíjate que ni siquiera poseemos testigos. Es inevitable que marchemos lento.

—¿Están seguros que se trata de una sola persona? —Inquirió el pelirrojo a su par, mirándolo de reojo. Después de lo que había visto, se habían esfumado sus ánimos de pelear con los asinisianos—. Podrían ser más de uno y estar aprovechando cosas del otro para hacer creer que es solo uno.

—¿Piensas que pueden ser dos?

—Es una probabilidad. Los primeros cuerpos tenían características en concreto y el asesino parecía tener cierta rutina —comentó sosteniendo su galera ante el frío helado que acarició su rostro. Tracker se sorprendió de saber que él había leído con atención todos los informes y autopsias que se habían realizado hasta el momento, y aunque no lo demostró, sintió por un momento que quizás Boblín no sería tan inútil como él había creído en un principio—. Los niños desaparecían en la mañana o la tarde y los cuervos anunciaban su regreso en la noche. No había golpes ni signos de violencia más que las violaciones y la hendidura de la navaja —habló detallando lo que decía en sus informes y Tracker sintió que quizás podría haber una tregua en su rivalidad, después de todo.

—¿Y crees que uno de ellos intenta camuflarse y por eso deja los cuerpos en el mismo lugar? —La hipótesis de Boblín no parecía ser tan errada, pero el detective no confiaba del todo en ella, había detalles que no encajaban—. Aun así, los cuervos anuncian todas las muertes. Parecen estar entrenados o domesticados para hacerlo.

—No estoy tan seguro de que esas aves estén domesticadas. Al fin y al cabo, son animales salvajes y nunca puedes fiarte de ellos —dijo con una mueca en sus labios e inspeccionando las copas de los árboles. Tenía la sensación de que esas oscuras aves los espiaban desde alguna parte—. Según lo que cuentas, los últimos niños llevaban rosarios o cruces y tenían en sus frentes marcadas cruces con el filo de una navaja.

—El procedimiento sigue siendo el mismo y habría notado si fueran dos asesinos.

—¿Por qué estás tan seguro? —Increpó con cierta molestia por ser negado con tanta insistencia.

—Porque aunque muchas veces no lo notemos, siempre dejamos algo de nosotros en nuestras acciones y en nuestros productos. He percibido un solo carácter en esto y estoy seguro de mis convicciones. No tendré a un culpable aún, pero estoy seguro de que voy a encontrarlo y es un hombre que ha dejado mucho de sí en los niños.

—¿Como qué? —Preguntó curioso de su teoría. Tracker lucía tan confiado que lo hacía tambalear en sus hipótesis.

—Sabemos que es hombre y los niños no han puesto resistencia, todos le han visto el rostro y lo conocían. Es religioso y tiene una conducta contradictoria al mostrar signos de arrepentimiento cuando los marca con una cruz y les deja rosarios —comentó bajando su cabeza para no chocar con una rama baja. Iban a paso lento para conversar, porque sabían que difícilmente encontrarían un momento pacífico para hacerlo sin discutir en el intento, o sin las interrupciones de Tared—. Estoy seguro de que también debe ser una especie de psicópata y debe querer llamar la atención en algo específico que aún no he encontrado, lo que me lleva a deducir que ha sido ignorado o rechazado en su infancia. También tengo la ligera sensación de que no encajaba muy bien en la escuela.

Boblín lo miró bastante asombrado. Tracker tenía un gran poder de deducción y lo había tomado por sorpresa. Llevaba tres semanas de ventaja y, aunque no tenía muchas evidencias ni material para encontrar a los sospechosos, de alguna forma había conseguido estudiar la conducta del asesino y había armado un perfil con nada más que la agresión que habían sufrido las víctimas. Aun así, nunca lo admitiría frente a él, no quería darle algo de qué presumir. Así que guardó su admiración bajo una máscara de desinterés.

—Podría tratarse de una venganza —acotó.

—¿Una venganza? —Preguntó Tracker interesado al pelirrojo.

—Todos son niños y los padres tienen casi una misma edad. Podrían haber sido compañeros del asesino en su niñez y adolescencia —señaló recordando los informes de cada víctima y comenzando a atar los cabos sueltos que iba encontrando a medida que iba hablando—. Siguiendo con tu hipótesis, él podría estar tomando a los niños como una venganza personal hacia sus padres.

Tracker no dijo nada y fijó sus ojos al frente vislumbrando a Tared y muchos otros oficiales y pueblerinos. En cierta manera, Boblín había vuelto a sorprenderlo; había encontrado una posible conexión entre las víctimas, había dado con el patrón.

Ya se estaba preparando para recibir miradas hostiles de todos los ojos curiosos que se encontraban ahí, pero sorpresivamente –o quizás no tanto- las miradas hostiles y ceños fruncidos se dirigieron hacia Boblín. Parecía una costumbre asinisiana odiar a los forasteros. El pueblo era extremadamente cerrado y conservador, odiaban a los visitantes sin importar el motivo de su estadía.

—En ese caso, comenzaremos con un interrogatorio a los padres de las víctimas —sentenció Tracker aceptando su idea; percibiendo a un par de cuervos revolotear en el cielo y observarlos con una lúgubre intención.

¡Último capítulo de hoy!

Mañana habrá nuevo capítulo, espero que les vaya gustando la historia.

¿Ya tienen su lista de sospechosos?

¿Qué creen que signifique la pista de blanco?

¿Tienen un personaje favorito?

¿Odian algún personaje?

¡Les estoy dejando muchísimas pistas! Espero encuentren alguna jajjaja

♥Nos leemos mañana♥

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