7. Molino de la verdad

"A veces los lugares humanos crean monstruos inhumanos."

-Stephen King.

—¿Dibujos y un trozo de tela? ¿Esas son todas las pistas que han encontrado? —Inquirió despectivamente.

Tracker lo fulminó con la mirada. Realmente despreciaba a ese tipo. Había tenido la oportunidad de cruzárselo en unas cuantas ocasiones en algunos viajes hacia Robania y jamás había podido intercambiar más de dos frases sin sentir deseos de ahorcarlo.

—No, esas son todas las pistas que tú estás dispuesto a ver —respondió el detective mosqueado por su actitud—. Tenemos el indicio de los cuervos, un testigo y...

—¿El testigo muerto? —Interrumpió el otro investigador. Tared gruñó por lo bajo. Tampoco era de su agrado; lo odiaba incluso más de lo que odiaba a Tracker—. ¿Y qué testimonio podría darnos tres metros bajo tierra?

—Su testimonio son los dibujos. —Tracker estaba siendo muy paciente, pero sabía que en cualquier momento Tared querría darle una golpiza al arrogante de Boblín; y la verdad era que si eso ocurría, no pensaba detenerlos—. Habló un poco antes de que...

—¿Dio nombres? ¿Detalles del asesino?

—Quizás si dejaras de interrumpir, podrías saber toda la información que necesitas —escupió Tared con fastidio.

El gordinflón no se llevaba del todo bien con Tracker, se burlaba de él y no lo soportaba. Pero de alguna forma, le tenía cierto respeto. Tracker era muy inteligente y astuto, había resuelto unos cuantos crímenes y eso hacía que no le desagradara tanto; el cretino era bueno haciendo su trabajo. Quizás era demasiado confiado y un poco engreído cuando daba con los culpables, pero no lo odiaba; solo lo consideraba alguien que no era de su agrado. Boblín era otra cosa, un asunto totalmente diferente. Ni siquiera mostraba el mismo respeto que Tracker para dirigirse a él; y eso que Gustavs era de lengua afilada cuando se dirigía a él, pero siempre con respeto y modales. Víktor Boblín era irritante e irrespetuoso. Un hombre totalmente insolente y maleducado. Tared lo odiaba, mucho más al saber que era un forastero intentando inmiscuirse en un asunto que solo correspondía a los habitantes de Asinis; un oportunista.

El forastero le dedicó una mirada no muy agradable antes de dirigirse al detective de nuevo. Tared también odiaba que lo tratase como si su trabajo no fuera la gran cosa, como si él no fuera la gran cosa. Lo minimizaba y odiaba que un mocoso hiciera eso; mucho más cuando no tenía mucha fama y logros con los que sustentar su soberbia. Tracker al menos tenía un poco de respeto al dirigirse a él.

—¿Qué dijo el testigo?

Tracker lo miró con fastidio y dio un sorbo a su taza de café con extrema lentitud. El detective entrecerró sus ojos hacia el rubio y el asinisiano ocultó una sonrisa tras la taza. Tracker odiaba ser interrumpido y cuestionado con soberbia por alguien que no poseía todos los conocimientos sobre el asunto como él, pero sabía que Boblín era impaciente y acelerado. Odiaba esperar y que todo se mantuviera tranquilo en una situación de tensión. Tracker no estaba para nada tranquilo con un asesino suelto y cazando niños a gusto, pero podía permitirse devolverle el sentimiento de fastidio aparentando que sí estaba tranquilo y tenía todo el tiempo del mundo para responder. Unos segundos de tortura a aquel niño insolente no lastimarían a nadie.

—Dijo que el hombre lo había visto y... —hizo una pausa extremadamente larga viendo el rostro impaciente del forastero y eso hizo sonreír a Tared con gozo. Algunas veces Tracker le caía bien— que los dibujos estaban relacionados con lo que había pasado.

Por supuesto que no iba a revelarle todas las pistas que habían encontrado. No iba a permitir que tuviera ventaja sobre él. Quizás la única palabra que Marek había conseguido darle como pista era un total acertijo, pero él amaba los acertijos y sabía que el asesino de los cuervos tenía los días contados; y ese asesino era asunto suyo, no de Boblín.

Boblín asintió mirando los dibujos con atención y en silencio. El hombre era casi tan alto como Tracker, pero mucho más delgado y menos robusto. Nariz fina y respingona, cejas levemente pobladas, labios tan finos que parecía no poseerlos y sus ojos eran de un desconcertante verde azulado que capturaban cierta fascinación en algunas personas. El cabello de Víktor era anaranjado como las zanahorias y le había permitido ganarse unos cuantos sobrenombres despectivos y burlescos durante su niñez y adolescencia. Su tez era tan pálida como la nieve y el leve rastro de barba en su rostro fingía darle un aspecto más adulto del que debía, algo que había buscado en los últimos años. Aún no llegaba a la tercera década, pero le gustaba sentirse superior al presumir los crímenes que había resuelto en Robania. Nada impresionante desde el punto de vista de Tracker, quien creía que solo se trataba de pequeñeces que hasta el mismo Tared podría resolver.

—¿Tienen sospechosos? ¿Los han interrogado? —Inquirió en tono serio.

—Hemos descartado a todos los que teníamos porque...

—¿No tienen ningún sospechoso? —Volvió a interrumpir no muy complacido con la respuesta.

Tracker frunció el ceño totalmente inconforme hacia el pelirrojo. No iba a darle explicaciones que no eran del todo necesarias, y tampoco iba a compartirle su procedimiento de investigación. No iba a dejarle todo fácil para que luego se llevara el crédito en un caso por el que se esforzó en las últimas semanas. Tared decidió tomar la palabra porque estaba seguro de que a su compañero se le estaba agotando la paciencia con el engreído forastero.

—Tenían una coartada convincente y no encajaban con el perfil del asesino —respondió manteniendo la calma y fumando de su pipa. El pelirrojo le dedicó una mirada llena de desdén que lo hizo resoplar. Esperaba que ese caso lo resolviera Tracker lo más pronto posible para no tener que seguir viéndole la cara a ese niño petulante—. No había pruebas que los señalaran como culpables.

—¿A quiénes han descartado?

—En el informe tienes una lista, Boblín —masculló Tracker bebiendo de su café y gozando de la mueca molesta que el pelirrojo le dedicó—. Si quieres hacer algo tan grande como esto, será mejor que prestes atención a los detalles.

—Estoy atento a...

—No lo parece —interrumpió el rubio devolviéndole el favor una vez más—. Deberías comprender que el proceder es informarse antes de hablar. —Dio un último sorbo a su taza de café y lo dejó sobre el platillo del escritorio antes de dedicarle una sonrisa soberbia al otro detective—. O investigar como suelen hacer los verdaderos detectives.

De reojo vio a Tared sonreír con suficiencia por su comentario malintencionado. Sabía que tampoco le agradaba y dudaba de que su compañero no fuera a comportarse hostil durante toda la estadía del pelirrojo en Asinis. No podía culparlo en realidad, Boblín era un tipo insoportable. Un niño con delirios de grandeza que todos consentían solo por el simple hecho de haber resuelto algunos casos que ni siquiera eran delitos grandes o de gran dificultad; robos, hurtos y destrozos. También llegó a sus oídos que él fue contratado de forma privada muchas veces para descubrir si ciertas mujeres poseían amantes o quién era la pareja de tal persona. En su perspectiva, Boblín era un completo chiste. Solo servía para los delitos que incluían rumores y chismes.

No podía considerarlo un detective serio cuando se dedicó muchas veces a investigar tonterías que nada tenían que ver con el oficio. Y cuando viera con lo que estaba tratando, estaba seguro de que se iría volando de Asinis.

—¿Y qué me dices de ti? —Preguntó Boblín con una sonrisa soberbia—. No veo que el grandioso y verdadero detective de Asinis haya atrapado al asesino de los cuervos. —Dio un vistazo a la oficina del rubio e hizo una mueca de desagrado al ver la decoración—. Si me han asignado para resolverlo, quiere decir que te consideran un inútil. —Tracker frunció el ceño y no le quitó la mirada afilada de encima. Le hubiera encantado desafiarlo a un duelo, pero no podía distraerse en jugar con un niño que tenía problemas afectivos y de atención—. Has tenido el caso durante tres semanas y ni siquiera tienes pistas contundentes. No hay testigos, no hay sospechosos. No tienes absolutamente nada —señaló con total satisfacción al encontrarse con una gran ventaja en aquella discusión verbal—. Supongo que con el paso de los años has comenzado a perder facultades... No me sorprende, en algún momento deberás retirarte.

El detective le dedicó una penetrante mirada que muchas veces logró incomodar a Tared, pero que no tuvo el mismo efecto en Boblín. El muchacho no se intimidaba por nada y se complacía de ver el fastidio de los que serían sus compañeros de investigación durante su estadía en Asinis. Tracker le obsequió una sonrisa confiada, no iba a achicarse ante las palabras de aquel mocoso engreído; él sabía bien lo que valía y no necesitaba el reconocimiento de nadie.

—Es bueno ver que te guste compartir palabras, pero necesitamos acciones —increpó y su rostro perdió la sonrisa al escuchar el graznido que sus oídos habían comenzado a detectar con facilidad en las últimas semanas—. Ahora verás los detalles con tus propios ojos —informó colocándose su abrigo, la pistola, el sable y la galera—. Y recuerda que has venido para ayudar a encontrar a un asesino, no a presumir tus estúpidos descubrimientos en Robania. —Salieron del edificio y cada uno montó un caballo—. Todo lo que deseo es el bien de la comunidad, espero que ese también sea tu objetivo en Asinis —espetó dando por terminada la discusión.

Emprendieron el camino con brío hacia el habitual lugar que el asesino había elegido para dejar los cuerpos. Tracker se preguntó qué niño había sido el desafortunado en esta ocasión y sintió un nudo en la garganta de la impotencia por no haber dado fin a ese asesino.

La escena lo tomó un poco por sorpresa cuando descubrió que en esa oportunidad no había sido un niño, sino dos. Los gemelos Romanov yacían tendidos en la nieve, tiñendo el blanco de rojo y observando con ojos vacíos el nublado cielo con expresión horrorizada. Los cuervos rodeaban los cuerpos y algunos estaban sobre las ramas desnudas y retorcidas de los árboles oscuros y siniestros.

Tracker dio un vistazo a Boblín que tenía una expresión de tristeza profunda en su rostro mientras miraba a los niños que estaban tomados de las manos; también tenían la horrenda cicatriz de una cruz en sus frentes.

Los cuervos graznaron con ferocidad haciendo retroceder a los caballos y levantaron vuelo dirigiéndose a una misma dirección al norte. Tracker los observó con el ceño fruncido. Esas aves eran extrañamente peculiares.

—¿Han seguido a los cuervos? —Inquirió Boblín.

Gustavs desconcertado observó al forastero negando con su cabeza y devolvió su mirada al cielo, donde aún se distinguía el manto negruzco que se alejaba entre graznidos incesantes hacia una dirección en particular.

¡Hola cuervitos!

Paso rapidito a decir que dentro de unas horas subo otros dos capítulos. Mañana habrá solo un capítulo, así volvemos a las actualizaciones diarias jajajja

¿Les va gustando la historia?

¡Ya conocimos a Boblín!

¿Qué opinan de él?

¿Tienen personaje favorito ya?

Espero que se encuentren bien.

♥Nos leemos pronto♥

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