Epílogo


EMILY

20 de diciembre, 2019

Ha pasado un poco más de un año después de aquel día en que Jonathan me contó la verdad, y aunque parezca absurdo, es totalmente cierto; madre nos enseñó los papeles de la adopción. Siendo sincera, hasta a mí me parece increíble a pesar de todo el tiempo que ha pasado. La familia Montiel está llena de sorpresas, algunas no muy gratas, pero que pueden ofrecer mucha felicidad en un futuro cercano.

Muchas cosas han cambiado de una forma sorprendente:

Primero, madre ya no se obsesionaba tanto con el trabajo, permanecía más tiempo con nosotros. Durante las vacaciones salíamos casi que constantemente, íbamos a cine, a playa, viajábamos fuera del país y alrededor de él también. En uno de nuestros viajes, fuimos a san Andrés islas. Ya estábamos en los primeros días de diciembre y mi cumpleaños se acercaba, así que el paseo solo duraría dos días. Al ser mi primer viaje en avión, estaba que perdía mis lindas uñas de los nervios.

─Tranquila, cálmate, respira ─dijo Jonathan burlándose de mí─ no va a pasar nada... a menos que nos topemos con una tormenta eléctrica, ahí si podríamos estrellarnos o caer en una isla desierta y moriríamos por inanición o trataríamos de comernos unos a otros... ─se encogió de hombros─ lo normal.

Lo miré fijamente sin inmutarme, pero pensando "No más espera a que se distraigan, yo misma abro la puerta de emergencia y te lanzo por pendejo". Pero no, solo dije:

─Señor, ¿podría hacerme el grandísimo favor de cerrar su linda boquita? ─dije con tono sarcástico─ búscate una muerte natural.

El resto del viaje estuvimos hablando, tratando de distraerme y no mirar por la ventana. Pero como dice el dicho "la curiosidad mato al gato", miré. Era hermoso, el paisaje era blanco esponjoso, las nubes brillaban con la luz del sol, el agua se veía azul celestre debajo de nosotros, y algunos retazos de verde y café de pequeñas islas esparcidas por el mar. Lo mejor que he visto en la vida.

Al llegar eran casi las 4 de la tarde, nos alojamos en un hotel bastante lujoso cerca a la playa, descansamos un rato, cenamos y nos alistamos para salir a dar un paseo bajo la luz del atardecer. Caminamos por calles comerciales de la isla, mirando escaparates de tiendas de dulces, almacenes de ropa, joyas y diversos accesorios. Compre varios recuerdos para Mamá, papá, Andrés, mis amigas y a Pipe. Nos sentamos en un parque a descansar, mirando como varios niños jugaban en la caja de arena haciendo toda clase de muñecos con baldes y palitas.

─Chicos, yo me adelantaré a la habitación ─dijo madre levantándose de su asiento─ me duele un poco la cabeza, eso sí, no vayan a llegar tan tarde.

─Si señora ─contestamos al unísono.

Eran solo las 6 y media de la tarde, así que decidimos como buenos adolescentes que somos buscar un lugar para ir a bailar. Encontramos una discoteca no muy lejos del ahí, la música era bastante fuerte y las luces multicolores me cegaban al entrar. Al acostumbrar mis ojos a la semioscuridad, vimos muchas personas de diferentes edades bailando al son de una salsa un poco vieja. A pesar de no ser uno de mis géneros musicales favoritos, no me quejé, todo lo contrario, seguí la corriente a la multitud.

─Bella dama, ¿me concedería el honor de bailar conmigo esta pieza? ─preguntó Jonathan con aires seductor.

─Con mucho gusto... ─contesté sonriendo.

Bailamos varias canciones seguidas de diferentes géneros, pero sin fijarme mucho en ellas, solo podía tener mi atención en él, su rostro sonriente, su cuerpo cerca al mío, su calor y olor embriagándome poco a poco.

Salimos de aquel lugar totalmente sedientos y un poco sudados al frio aire de la noche, compramos un par de bebidas y nos sentamos a descansar en el mismo parque.

─ ¿Habían venido antes? ─pregunté un tanto curiosa.

─Un par de veces ─contestó sonriente─ era el lugar favorito de James.

─Me hubiese gustado conocerlo ─suspiré.

─Si... pero bueno, ahora debe estar en un mejor lugar sin tareas, ni madrugadas... ─dijo entre risas.

Seguimos caminando un poco, aún era temprano para devolvernos al hotel. Subimos una pendiente y miramos todo el paisaje desde arriba. Era divino, se veían las luces de las casas, los autos pasando por las calles, la luz de la luna.

─Em... ─llamó Jonathan abrazándome por la cintura, pegándome a su cuerpo─ después de tanto sufrir innecesariamente, creo que podemos darnos una muy buena oportunidad, ¿no crees?

─ ¿Qué? ─dije sorprendida, pero sonriendo─ no te entiendo, ¿de qué hablas?

─Lo que quiero decir es que... ─hizo una pausa, sacando una pequeña cajita negra de terciopelo del bolsillo de su chaqueta─ en serio te amo, jamás en mi vida había sentido algo así por nadie. Inicialmente me quería morir y creía que había sido una estupidez porque éramos hermanos, pero ahora que ya se aclaró todo este embrollo...

Abrió lentamente la cajita mostrando un hermoso y delicado anillo con una piedrecita morada en forma de corazón. Mi corazón se aceleró sobremanera, sin saber porque me puse muy nerviosa.

─... ¿quieres ser mi novia? ─preguntó esperanzado.

Yo aun sin poder gesticular palabra alguna, sorprendida pero maravillada por su propuesta. Su rostro empezaba a tornarse triste al no escuchar respuesta, así que me apresuré a reaccionar. Tome su rostro entre mis manos, acariciando sus mejillas, sonriéndole para que viera reflejado en mis ojos lo que no podía decir con palabras.

─Si...

─ ¿En serio? ─preguntó, sus ojos brillando de felicidad.

─Por supuesto...

Me abrazo fuertemente y nos besamos por un largo tiempo. Sin miedo a que nos vieran, sin preocuparnos a que alguien conocido se diese cuenta, sin temor a nada. Solo éramos nosotros dos y este fuerte amor que nos unía.

─Te amo ─susurré.

─Lo sé... ─dijo entre risas.

─No seas presumido ─me quejé.

─Ah por cierto... ─saco el anillo de la cajita y lo coloco en mi dedo anular derecho─ esto es para ti.

─Yo...

─Y no aceptare un no por respuesta ─dijo firmemente.

Permanecimos un par de minutos más así, después seguimos caminando, pero esta vez tomados de la mano.

El resto de las vacaciones fueron estupendas, no solo en este viaje, también al volver a casa. Salimos varias veces con todo el combo, celebramos mi fiesta de cumpleaños, donde pasaron varias cosas muy interesantes, pero con un buen final.

Segundo, conocí por casualidad ─o eso creo─ a una chica compañera de clases de Jonathan, una tal Sofía. Tuve una impresión inicial sobre ella no muy buena, a primera vista no demostraba ser una buena chica, bastante egocéntrica. Y no me equivoqué, todo lo contrario, le suavicé la personalidad. Horror de mujer, y ni hablar de su amigo Sebastián, un patán completo. Tuvimos un par de "problemas" con ellos, pero no fue nada que no pudiese controlar.

Y tercero, gracias a la pequeña intervención de ese par, mi relación con Jonathan se hizo mucho más fuerte. Nuestra confianza mutua se hizo más sólida. Éramos no solo novios sino también los mejores amigos. Lo único malo era que, esto solo lo sabían los chicos, y nuestras familias. Para el resto del mundo seguíamos siendo hermanos, y no queríamos provocar un escándalo mediático así que teníamos que ser bastante reservados.

Hace 2 días cumplimos el primer año de relación, y un día antes con el permiso de madre viajamos a San Andrés islas los dos solos, como recuerdo al día que me lo propuso. Estuvimos por allá hasta el día de hoy, en realidad viajamos antes de lo previsto porque madre nos llamó diciendo que nos necesitaba con urgencia.

Llegamos al aeropuerto a las 2 de la tarde y estaba muriendo de hambre. Al salir, nos encontramos a Albert quien nos ayudó a subir el equipaje al carro, durante el viaje estuvimos hablando de nuestras minivacaciones, anécdotas súper graciosas que nos ocurrieron allá.

Media hora después ya estábamos aparcando fuera de la casa, estaba cerrada.

─ ¿Madre está? ─pregunté extrañada, no era normal encontrarla así.

─Creo que salió ─contestó Albert, saliendo para bajar nuestro equipaje─ no se preocupen, yo me encargo de esto, ustedes entren.

─Vamos, muero de hambre ─dijo Jonathan tomándome de la mano.

Nos dirigimos a la puerta, saqué mis llaves y abrí. Fui la primera en entrar y casi me da un infarto.

─ ¡SORPRESA!

Había olvidado la fecha, ya estábamos a 3 de diciembre. La sala estaba adornada con globos, un pendón con un mensaje de feliz cumpleaños, estaban todos mis amigos, mis padres ─los tres─ y algunos compañeros que recientemente nos estaban cayendo mejor, como Carlos y Daniel. "Quien lo diría, ¿no?" pensé.

─Jesús! ─exclamé─ que susto me dieron.

Empezaron los típicos abrazos y felicitaciones de cumpleaños. Primero mis padres obviamente, mis amigos y demás. En la mesa del centro había una enorme tarde de cumpleaños, de arequipe, mi favorito. Pusimos algo de música y empezaron las charlas.

─ ¿Cómo les fue por allá? ─preguntó curiosa Sara─ cuéntanos todo, con pelos y detalles.

─Bueno... con pelos y detalles no creo poder contárselos porque sería para mayores de edad ─resalté en tono pícaro.

─Nooo... ─vociferaron al unísono, a lo que respondimos riéndonos a carcajadas.

─Después les cuento, porque no comemos primero, muero de hambre ─refunfuñe.

Me serví una rebanada de Lasaña de pollo preparada por Melanie, exclusivamente para mí. "Como quiero a esa mujer" pensé. Tomamos champaña, un poco de vino y bastante refresco. Bailamos de todo un poco, nos burlamos demasiado de Pipe, al parecer no es muy tolerante al alcohol por lo que estaba un poco ebrio... con solo dos copas de champaña.

Tanto así, que se subió a una mesa, se quitó la camisa y bailo reguetón como regalo de cumpleaños.

─Esto es para ti baby ─gritó a toda voz─ bien sensualon.

─Creo que deberías detenerlo ─sugirió Jonathan entre risas─ en vez de grabar.

─ ¿Por qué? ─me quejé─ es mi regalo de cumpleaños, ¿no lo oíste? Es solo para mí, no seas envidioso.

─Eres mala ─me riñó─ cruela.

─No lo estoy obligando... ─Contesté toda inocente.

La fiesta siguió hasta un poco tarde, tipo 7 y media de la noche. Fue muy divertida, no me voy a quejar. No solo fue el mini show de baile de Pipe, también algunas declaraciones de amor por parte de él a Sara, la pobre casi se muere de vergüenza.

Después de terminada la fiesta, ayudamos a Melanie a ordenar el desastre que habíamos provocado. Luego nos alistamos para dormir, como siempre cada quien en su habitación. Aunque esa parte no la entendía Jonathan. Cuando salía del baño ─en toalla, aun mojada─ después de una deliciosa ducha nocturna, lo encontré acostado en mi cama leyendo uno de mis libros.

─Señor, creo que se le perdió su habitación ─comenté en tono sarcástico─ esta es la mía.

Al escuchar mi queja, levantó la mirada del libro y la clavó en mí. Sus ojos repasaron cada centímetro de mi cuerpo, provocando una reacción un poco inusual, una llama de calor empezó a cubrir mi vientre para después recorrer todo mi ser.

─Te ves hermosa ─recalcó dejando a un lado el libro.

─ ¿Disculpa? ─balbuceé─ estoy en toalla, semidesnuda.

─Por eso lo digo ─añadió en tono seductor, levantándose de la cama, caminando hacia mí.

─ ¿Qué haces? ─pregunté nerviosa─ ya estamos en casa, madre podría escuchar todo.

Me abrazó con dulzura, acariciando mi mejilla aún húmeda por el baño. Tomo mi mentón entre sus dedos, y levantó mi rostro para que lo mirara directo a los ojos.

─No tienes por qué avergonzarte ─susurró─ tienes un cuerpo hermoso, ya te lo había dicho antes. En el hotel...

─Está bien ─susurre entre risas─ pero en modo mute.

─Lo que tú digas ─aclaró─ y la puerta ya tiene seguro.

Nos reímos de buena gana, venía con sus intenciones retorcidamente seductoras desde el inicio. Me besó lentamente primero, recorriendo con su lengua cada rincón de mi boca. A medida que avanzaba el beso, más apasionada se tornaba la situación. Tanto así que lo abracé gustosamente, dejando caer lo único que cubría mi cuerpo.

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