7. Mi droga personal
Emily
No puedo negar que la pasamos súper en nuestra improvisada salida, pero hubo algo que me preocupó. Más bien alguien. Jonathan. Espero estar exagerando, pero me dio la impresión de que no se sentía bien, y sabiendo los antecedentes de nuestro padre —quien murió de un problema cardiaco— es aún más preocupante. Esa noche no dormí muy bien, no solo por ese suceso, también porque me hacía falta mamá. Por lo que decidí llamarla faltando poco para las 9, y gracias al cielo aún estaba despierta.
—Hola cariño —contestó al tercer tono.
—Hola ma ¿cómo están las cosas por allá?
—Muy bien mi amor, extrañándote —sonaba triste— Andrés me pregunta todos los días por ti.
— ¡Ay! Tan lindo —dejé escapar un deje de nostalgia— ¿y papá?
—Sabes cómo es, me pregunta y eso, pero no demuestra mucho —dijo en un tono divertido— se hace el duro.
—Típico en él —hice una pausa— ma, la semana que viene estaremos ya en finales así que ya sabes cómo serán las cosas, no podré ir aún, pero si estaré llamándote.
—No te preocupes cariño —sonaba decepcionada— se cómo es, solo procura pasar los exámenes.
—Pero pueden venir ustedes —traté de consolarla, sabía que le dolía— ya sabes, tienes una reunión del té pendiente.
— ¡Ah cierto! —Reía sonoramente— muy graciosa.
Nos unimos en una carcajada por un rato.
—Podemos ir el fin de semana que tu papa está de descanso.
—Sería genial —dije emocionada— vengan preparados, acá tienen piscina, y sé que a Andrés le encantará.
— ¿Estás segura? —Sonaba dudosa— ¿no estaremos molestando?
—Claro que no —dije apresuradamente— la señora Montiel me dijo que podían venir cuando quisieran, además es una buena oportunidad para que Andrés conozca bien a Jonathan, tal vez sean amigos y todo eso.
—De acuerdo —aceptó al fin— iremos el domingo.
—Perfecto.
—Bueno cariño —dijo mamá— es hora de dormir, deberías hacer lo mismo.
—Si ma, hasta mañana.
—Hasta mañana mi amor —colgó.
Desperté con un leve dolor de cabeza. "Lo que me faltaba y justo ahora, en el inicio de nuestra pesadilla" pensé. Me duché y vestí lista para ir a clases. Bajé a tomar algo, esta vez ya estaban todos desayunando.
—Buenos días cariño —saludo madre sonriendo.
—Buenos días —me senté al lado de Jonathan saludándolo con un beso en la mejilla— buenos días Albert.
—Buenos días Em —contestó sonriente.
—Buenos días Emily —Melanie saludó sonriente— te traje esto, ¿quieres desayunar? —me dio una taza de café con leche.
—Gracias, pero no —negué rotundamente— más tarde será, pero si te agradecería que me dieras algo para el dolor de cabeza, por favor.
—Claro, en seguida vuelvo.
— ¿Te sientes bien? —preguntó madre preocupada.
—Sí, es solo un dolor suave —le sonreí para calmarla— no es para preocuparse.
Al rato Melanie me dio un vaso de agua y la pastilla, además de facilitarme una tableta completa de la misma, por si volvía el dolor. Después de desayunar nos dirigimos a clases, un día más cerca de los parciales finales.
Muchos pensarán que mi nueva vida como millonaria, hija de una de las familias mejor posicionadas de la ciudad, sería bastante interesante, divertida y llena de lujos. Se equivocan rotundamente.
Hasta el momento seguía siendo parcialmente igual, las diferencias estaban en que dormía en un lugar diferente, más elegante y cómodo, y tenía un ingreso estable. Lo demás estaba como siempre: iba a la misma universidad, las mismas personas, los mismos pesares, blablabla. Si me había divertido ese lunes festivo y ayer, pero mientras siga en clases nada más pasará. No si quería aprobar.
Si relatara lo que paso el resto de la semana me llevaría cientos de páginas y los aburriría, no creo que quieran aprender sobre entomología, botánica o como hacer dieta según los conceptos de la bioquímica. Bueno tal vez esto último sí, pero yo tengo flojera de escribirlo. "Lo siento, no es personal, es cuestión de querer evitar la fatiga" pensé. Pero desde hoy, miércoles 24 de octubre del 2018 hasta el 2 de noviembre no pasaron muchas cosas interesantes a pesar de haber pasado mi fecha favorita, el Halloween. A menos que hacer parciales, entregar informes y terminar una colección entomológica les excite las neuronas. "A nosotras si porque es lo que nos gusta y estudiamos" pensé.
Pero si ocurrieron varios sucesos:
"sábado 27"
Esto fue curioso y preocupante, pero para que entiendan primero les explico algo: como ya saben estábamos próximos a los parciales finales, así que dedique ese fin de semana a terminar con mi grupo los trabajos pendientes, no sin antes pelear con ellos el viernes en la noche.
(Yo) ¿@Sara ya @Manuel te envió su parte del informe? Es para el lunes, salgamos de eso cuanto antes.
(S) Ni siquiera ha dado señales de vida >:(
(I) Como cosa rara, y ni lo llamen porque de 1000 números que existen con su nombre contesta 0.
(Yo) Voy a matarlo.
(E) ¿Te ayudo?
(M) ¿ya que están hablando? O—O
(Yo) mira hijo de la chingada ¿ya mandaste eso?
(M) hace 10 segundos lo mandé, @Sara revisa tu correo y ya dejen de joder .i.
(E) ¿Disculpa? ¿Recuerdas que es nota final cierto? ¿Y que también te afecta a ti verdad? Ah y que no se te olvide que aún falta el proyecto. ¡TARADO!
(I) hablando del proyecto, debemos reunirnos para terminarlo, eso no es de yo hago esto y tú lo otro.
(Yo) cierto, voten, ¿la casa de quién?
(M) @Emily
(I) @Emily
(E) @Emily
(S) Lo siento @Emily tocó.
(Yo) Que no se les note que quieren conocer la casa.
(S) Nah ¿cómo crees? XD
(I) esas son calumnias.
(M) Yo si acepto la culpa.
(E) soy inocente
Y así fue como el sábado a medio día terminaron aquí.
—Es hermosa —dijo Sara extremadamente sorprendida.
—Definitivamente —concluyó Iris.
— ¿Me puedo mudar aquí? —dijo Eliza entre risas.
—Bienvenidas chicas, soy Solveig Montiel, es un gusto conocerlas —madre las recibió con un abrazo.
Saludaron a Jonathan y nos encerramos en el estudio en el primer piso, para tener más concentración. En dos horas, donde media fue desperdiciada hablando pendejadas, habíamos terminado el proyecto. Al fin y al cabo, no nos faltaba mucho. "Las ventajas de ser responsables" pensé orgullosa.
—Envíalo enseguida, después se nos olvida —sugirió Sara.
—No somos tan mensos —dijo Manuel.
Todas dudamos, a veces podríamos serlo. Una vez casi se nos olvida mandar un informe de laboratorio que teníamos listo tres días antes. Al terminar, Melanie nos llevó un tentempié al que se nos unió Jonathan y Pipe, quien misteriosamente había llegado hace una hora a "estudiar para un parcial".
Hablamos, reímos, comimos y vimos un par de capítulos de una serie. A las 6 de la tarde las chicas se fueron, aún faltaba estudiar para los parciales, así que debíamos empezar con eso. Después obligué a Jonathan a que me ayudara a ordenar el estudio, era un desastre literalmente. Media hora después ya estaba bañándome, refrescando mi cuerpo y mente para ponerme manos a la obra.
En público puede que vista refinada de ahora en adelante, pero en la seguridad de mi habitación vestiría como se me dé la regalada gana. Para estudiar cómodamente no me puse el pijama, me coloqué una licra corta negra un poco ajustada, pero muy cómoda y un camisón gris, añadido a eso tenía el cabello recogido en un tomate alto con algunos mechones sueltos. Resumiendo —y como lo había catalogado Andrés— me veía como una pordiosera. Recuerdo que incluso me había dado unas monedas burlándose de mi ropa.
Me encerré en mi habitación con un termo hermético lleno de café, con aproximadamente 3 tazas. "Soy adicta, lo sé, pero cargaré con eso en mi consciencia" pensé. Ya era aproximadamente las 11 pm, cuando Jonathan entra de improviso y sin tocar como perro por su casa, a mi cuarto.
—Em, podrías ayuuuu... —paro en seco al ver mis fachas y me miro de pies a cabeza.
En ese preciso instante estaba repasando el informe de Botánica que recién había terminado de escribir, mientras mordía una galleta. Cuando me vio ambos quedamos paralizados, el con la boca abierta a medio hablar y yo con la galleta a medio morder.
— ¿Qué pasa, que quieres? —Hable medio atragantada— ¿es costumbre tuya entrar a las habitaciones sin tocar antes? Porque si es así, amigo mío, tendré que cerrar con seguro, suelo dormir desnuda, ¿sabes? —agregué en tono burlón.
—Tú... —balbuceó tratando de contener la risa.
—Hágale mijo —dije— ríase con confianza.
Y lo hizo. Soltó una fuerte carcajada, se tiró en mi cama casi sin poder respirar de la misma risa. Y obviamente me le uní, es contagiosa. Y cuando es así, tengo la costumbre de cerrar los ojos. Cuando los abrí después de un rato, Jonathan me miraba fijamente pero sonriente de oreja a oreja, su expresión era dulce, su sonrisa cálida y los ojos le brillaban, además, tenía la mano en el pecho, como había hecho ese día en el centro comercial.
— ¿Qué? —Pregunté aun riendo— ¿casi te da un infarto de la risa?
—Amh... no, es solo que... —hablaba entre cortado— te ves rara.
Parpadeo un par de veces como saliendo de un trance, forzándose a reaccionar. Se recompuso, y opto por una pose de galán exagerado.
—Te habían dicho antes lo hermosa que eres nena —movió sus cejas en gesto seductor— sobre todo cuando te vistes de indigente —y estalló nuevamente en risas.
En defensa propia agarre mi almohada y le di un golpe por palabra, igual a como hacia mamá cada vez que nos burlábamos de ella.
—Como —golpe— me —golpe— dijiste? —fatality.
Antes de que le diera un golpe más, me quito la almohada de las manos y me abrazo tirándome en la cama posicionándose sobre mí. Nuestros rostros estaban tan juntos que podía sentir su aliento, caliente con olor a café. Respiraba con algo de dificultad, supongo que por reírse tanto. Sus mejillas se sonrojaron levemente, y su mirada recorría todo mi rostro: mis ojos, mejillas y mis labios.
Me miraba con algo que no alcanzaba a reconocer, ¿anhelo quizás? Acariciaba mi mejilla suavemente, apartando mechones de cabello de mi cara. Era un gesto que hacía erizar cada fibra de mí ser. Mi propio cuerpo me traicionaba, no se supone que reaccione así ante una caricia de mi hermano. Aunque tampoco es que este bien visto que, un chico toque de esa manera a otro miembro de su familia.
De un momento a otro se levantó, se acomodó la camisa que se había levantado un poco al caer encima de mí y dijo.
—Solo venía a... —dudo un par de segundos— a ver si de verdad estabas estudiando, no creo que mamá se alegre si pierdes algún examen. Y procura dormir, mañana tendremos visita.
Me guiño un ojo sonriente como si nada hubiese pasado y salió de la habitación. Me quede ahí, sentada, mirando lejos, meditando, sin poder salir de mi estupor.
****
Jonathan
Para Pipe y para mí, la felicidad que nos dejó nuestra escapada improvisada el día anterior duró muy poco. Al llegar al salón de clases, nos esperaban Sofía y Sebastián, con una sonrisa desagradable de oreja a oreja.
—Buenos días mi amor —dijo Sofía con su tono dulzón dándome un beso en la mejilla— no sabes cuánto te extrañé.
—Primero —contesté apartando sus manos de mi— trata de no invadir mi espacio personal, por algo es personal. Y segundo, no soy nada tuyo para que me trates de amor.
—Aún —me guiñó un ojo y paso por mi lado caminando seductoramente hacia su asiento— me saludas a Em.
Me quede de pie ahí mismo, totalmente petrificado, con los ojos abiertos y desorbitados por la sorpresa. Sebastián la sigue golpeándonos con el hombro al pasar por nuestro lado, dedicándome una sonrisa de satisfacción. Mire a Pipe en busca de alguna respuesta, pero él estaba igual de sorprendido que yo.
Por mi mente pasaban un millón de preguntas como carros de fórmula uno, a toda velocidad. ¿Cómo era posible? ¿Quién le dijo? ¿Desde cuándo sabe? ¿Cuánto sabe? ¿Qué irá hacer con esa información? Esa última pregunta era la que más me atormentaba, porque ella era capaz de pedirme cualquier cosa con tal de no decir nada. Así es ella, interesada, cruel y malintencionada.
Para aumentar mi tormento el resto del día estuvo evitándome, sin darme oportunidad siquiera de preguntarle la hora. Siendo ya casi las 12 y aun faltando una clase más para terminar con mi tortuoso día, no me quedó de otra que llamar a mamá.
—Hola madre, ¿cómo estás? —salude tratando de ocultar mi nerviosismo.
—Hola cariño, aún estoy en la oficina tratando unos documentos —hizo una pausa— ¿pasa algo? Te siento extraño.
—Sí, verás —suspiré tomando fuerza para hablar— hay un pequeño problema.
—Dime, ya me estas preocupando —exigió.
— ¿Recuerdas a Sofía? —indagué con un poco de fastidio en mi voz.
—Si —dejo escapar un bufido señal de que el tema no era de su agrado— hija de los Bermúdez, como olvidarla. Es igual a su madre.
—Bueno, no sé cómo se enteró, pero al parecer conoce la existencia de Emily —me preparé mentalmente para su regaño.
— ¿Qué? —Gritó, tuve que apartar el auricular de mi teléfono de mi oído momentáneamente— ¿cómo se enteró? Esto es grave, quien sabe qué chantaje te hará, si es que ya no vendió la noticia a los medios. ¿Has hablado con ella? Trata de negociar ¿sí? Que no diga nada. ¡Rayos! Tendremos que adelantar las cosas antes de que se salga de control.
—No me ha dejado hablar con ella, me ha estado evitando desde esta mañana —le conté exactamente como sucedió.
Efectivamente estaba enojada, pero no se me ocurrió más nada que hacer. Si alguien era capaz de solucionar esto, esa era mi mamá.
—Voy enseguida para allá —colgó.
Me quedé atónito mirando la pantalla de mi teléfono, sin saber cómo reaccionar a esto.
— ¿Que te dijo? —preguntó Pipe igual de preocupado.
—Viene para acá —dije resignado.
Nuevamente antes de que empezara la última clase, intenté acercarme a ella, pero me fue impedido por Sebastián, según él la "princesita" estaba meditando para poder tener un mejor rendimiento académico. Solo veía a una Sofía muy satisfecha de sí misma sonriendo de oreja a oreja sentada en su pupitre, con los ojos cerrados aparentando, más nada.
— ¿Sofía Bermúdez? —Dijo una voz femenina con tono autoritario— ¿podrías salir un momento?
Era mi madre. Sofía estaba tan ensimismada que no la reconoció enseguida, sino cuando ya la tenía enfrente. No tuvo de otra que salir y enfrentar al diablo. Porque siendo sincero, mi madre es un ángel, amable, cariñosa, pero cuando se metían con sus hijos podía ser tu peor pesadilla. Así que le irá bastante mal y se lo merece.
La reunión con mi madre fue bastante larga, y me mantuvo aún más ansioso. A mitad de clase, una aterrorizada y pálida chica parecida a Sofía entro al salón y tomó asiento. Mi corazón pudo tranquilizarse un poco después de ese acontecimiento, solo por saber que estaría controlada un tiempo. Mi celular vibró y vi que era un mensaje de mamá.
"Hola cariño, no hay de qué preocuparse. La bruja esta calmada y no dirá nada a menos que quiera tener una cita en el tribunal con mis abogados. No dejes que te chantajee, recuerda que eres un Montiel. Te veo en la casa, debo volver a la oficina, ya deben extrañarme. ¡Besos!"
"Mi mamá es la mejor del mundo" pensé, esbozando una sonrisa de júbilo. La clase terminó y Sofía salió casi corriendo, como alma que lleva el diablo, no sin antes tropezar "accidentalmente" con nosotros y tirar los cuadernos que teníamos en las manos, con Sebastián detrás de ella pisándolos como si no los hubiese visto. ¿Qué más podíamos hacer? Nos reímos a carcajadas.
Apenas eran las 3 cuando salimos y como sabíamos que "El club de los Hobbits" —como ya las habíamos bautizado oficialmente— estaba ocupadas estudiando, decidimos ir a tomar algo al centro comercial para celebrar.
Al día siguiente la bruja ya no estaba aterrorizada, estaba iracunda, enfadada con el universo entero, roja de la ira. Estaba como loca, tanto que a mitad de la clase se fue y no la vimos por el resto del día. En ese estado en el que estaba ni el mismo Sebastián se atrevía a seguirla. Hubiese sido como seguir al anticristo en persona.
Como por orden divina, el resto de la semana no molestó más. Se mantenían al margen lejos de nosotros, eso sí mirándonos con ganas de hacernos de todo menos cosquillas. Tal vez antes eso me hubiese echo erizar, pero ahora sabiendo el motivo de su rabieta, me daba igual lo que pensaran. Por encima de mi cadáver se iban a meter con mi hermana, primero muerto. "Y justo eso pendejo, es lo que ellos quieren, verte retorcerte de dolor" pensé, lo que hizo que me riera y que Pipe se uniera a mí, enojando el doble los psicópatas que nos observaban.
Llegó el glorioso sábado. ¿Conocen ese meme que dice "es viernes y el cuerpo lo sabe"? Pues está valiendo madres en este momento. Lo que es viernes en la tarde, sábado todo el día y domingo en la noche —porque en el día tendríamos visita— todo mi ser se hará uno con mi habitación, o el estudio según sea la disposición de este último. Y no será viendo los últimos capítulos de la nueva serie, será estudiando y terminando ensayos, talleres, cálculos y blablabla. "Llegó la fecha más alegre de nuestros torturadores los profesores, los parciales finales" pensé.
Me era divertido pensar en ellos durante los exámenes como el muñeco de Saw: juegos macabros, entrando al salón en su pequeño triciclo diciendo: "En sus pupitres encontraran las hojas de sus parciales, todo lo que dimos en el semestre está escrito ahí, tienen una hora para completarlo. Que empiece el juego." Creo que estoy viendo demasiadas películas.
Ya bien entrada la noche, tenía problemas con un cálculo en finanzas, era una ecuación cuadrática y aunque las matemáticas no me daban duro, estaba bastante dudoso con este ejercicio. Decidí pedir ayuda a mi hermana, tal vez sepa de eso. Entre sin tocar a su habitación y la encontré como menos me lo imaginé.
—Em, podrías ayuuuu... —paré en seco detallándola de pies a cabeza.
— ¿Qué pasa, que quieres? —Dijo medio atragantándose con una galleta— ¿es costumbre tuya entrar a las habitaciones sin tocar antes? Porque si es así, amigo mío, tendré que cerrar con seguro, suelo dormir desnuda, ¿sabes? —agregó en tono burlón.
—Tú... —balbuceé tratando de contener la risa.
—Hágale mijo —dijo— ríase con confianza.
Me reí tan fuerte que casi grité. Nos reíamos los dos tumbados en su cama. Estaba vestida tan mal que se veía súper tierna, para mis ojos era lo más hermoso que había visto en todo el día. Con ella mi humor cambiaba, era como la medicina que necesitaba mi alma para sacar las malas energías que me dejaban las personas toxicas a mí alrededor. Y su risa, su sonrisa. Al mirarla ya no pude dejar de hacerlo.
¡Boom!
Volvió a suceder. Mi corazón nuevamente se detuvo para dar un latido aún más fuerte que el anterior, ese día en el centro comercial. Solo que esta vez me invadió una calma, una felicidad por mis venas que me fue imposible dejar de sonreír y verla.
— ¿Qué? —Preguntó aun riendo— ¿casi te da un infarto de la risa?
—Amh... no, es solo que... —hablé entrecortado— te ves rara.
Me recompuse de mi letargo, no quería que sospechara nada.
—Te habían dicho antes lo hermosa que eres nena —moví mis cejas en gesto seductor— sobre todo cuando te vistes de indigente —y estallé nuevamente en risas.
Agarro su almohada y empezó a pegarme.
—Como —golpe— me —golpe— dijiste? —K.O.
Se la arrebaté de las manos y sin pensar, aun afectado por esa sensación de antes, la abracé tirándola a la cama. Quería besarla, juro que iba a hacerlo, pero sabía que no debía. Sin importar lo que sienta por ella, sigue siendo mi hermana, esto sería incesto. No podía permitirlo. Mamá no me lo perdonaría jamás, y yo tampoco. Fue difícil, literalmente tuve una batalla interna por que hacer a continuación, solo me levanté, me acomodé la camisa y dije.
—Solo venía a... —dudé, se me había olvidado a que vine— a ver si de verdad estabas estudiando, no creo que mamá se alegre si pierdes algún examen. Y procura dormir, mañana tendremos visita.
Le guiñé un ojo sonriente aparentando tranquilidad. Volví a encerarme en mi habitación, donde al estar solo pude dar rienda suelta a mis emociones. Eso implicaba: caminar en círculos por todo el lugar como loco con la mente en blanco sin saber en qué pensar, respirando agitadamente al borde de una hiperventilación, pasando mis manos por mi cabeza como un poseso. Estaba desesperado y ya era demasiado tarde para llamar a Pipe, necesitaba desahogarme. Urgentemente.
Recordé que hace varios días —ya ni recordaba cuando— había escrito en Yahoo! Así que esperaba poder tener una respuesta, y la tenía. En realidad, eran varias.
[Osito meloso decía: hermano, eso que tienes se llama taquicardia, deja de pensar estupideces y ve al médico.
Fuente: ¡yo, o sea!]
"Si claro, le voy a creer a alguien que se hace llamar osito meloso" pensé.
[Sr. Gato dice: yo sé que es, a mi primo le pasó. Amigo mío, estas muriendo. No es taquicardia, es un mini pre infarto. Pero de verdad, ves al médico, soldado avisado no muere en guerra.
Fuente: mi primo.]
"Otro comentario basura, pero igual iré al médico, solo por si las moscas" pensé, con un poco más de lógica. Ignore unos 10 comentarios estúpidos, de gente que decía que estaba loco o que iba a morir en 7 días. Me detuve en el último, era más coherente que el resto, pero no dejaba de ser extraño.
[Dr. Thompson dice: tranquilo no te estas muriendo ni nada por estilo. Tienes los síntomas de algo muy raro llamado AMOR. Si, aunque suene absurdo eso es. Los latidos del corazón, tal como lo describes, son la señal del reconocimiento de que tú media naranja o alma gemela está cerca. Si no me crees consulta, hay una leyenda llamada "los tres latidos del amor". En ella te explican que, en la antigüedad, las personas destinadas a estar juntas nacían al mismo tiempo con una marca que se complementaba al estar unidos. Pero cayó una maldición sobre los humanos, borrando dicha marca y separando los nacimientos. Desde entonces se dice que solo el corazón es el único que sabe cuándo su otra mitad está cerca. Espero te sirva.
Fuente: Tres latidos de amor (leyenda)]
Suena tonto, absurdo e improbable, pero ¿y si era verdad? Lo que había pasado hace un rato tal vez lo confirmaba, eso quería decir que aún faltaba un latido más. Si con este segundo estuve casi fuera de todo sentido, no me imagino que podía ocasionar el tercero.
Cerré el portátil sin apagarlo y decidí mejor tratar de dormir mientras escuchaba música. En esta situación, solo la dulce melodía en mis oídos me haría dormir. Coloqué en modo aleatorio mi lista de reproducción favorita y me acomodé.
Esa noche tuve un sueño hermoso: soñé con mi primero beso. No sería el primero en mi vida, pero si lo seria en mi corazón. El primero beso de amor. Jamás en mi vida me había enamorado, y cuando por fin pasaba, era de mi hermana menor. ¿Que había hecho para merecer este castigo tan cruel? Amar a alguien sabiendo que jamás podrá pasar nada porque compartimos apellido y sangre.
Desperté agitado, sudado y temblando. Eran las 2 de la madrugada, al parecer la música solo surtió efecto un rato. Abrí mi pc, la curiosidad pudo más conmigo. Empecé a buscar la leyenda de los tres latidos, 20 minutos después había revisado más de 15 páginas que no decían gran cosa, lo mismo que había leído en aquel comentario. Pero al final encontré un archivo pdf, lo descargué y leí.
¡Bingo!
Al parecer un alma caritativa reunió toda la información, ordenó y resumió en un solo escrito que devore ávidamente en menos de 10 minutos. Detallaba exactamente lo que me había sucedido, al pie de la letra, tanto así que me estremecí por tal exactitud. Mis temores habían sido confirmados. ¡Estoy enamorado de Emily!
****
Emily
"Domingo 28"
Me despertó un enorme peso presionando mi espalda —dormí boca abajo— cuando abrí los ojos me sorprendí al ver la belleza de Andrés acostado encima de mí. Me giré sorpresivamente y lo tiré de la cama, dando un grito al caer.
—No seas chillón —dije riéndome— ni te habrá dolido.
— ¿Eso crees? —dijo levantando se dé un salto— vamos a tirarte a ver si no te va a doler.
—Quien te manda a cogerme de colchón —le tire una almohada.
—Quien te manda estar durmiendo a esta hora —me la devolvió.
Mire el reloj, eran las 11 de la mañana, casi medio día. Era raro que madre no viniera a despertar, no acostumbran a dormir después de las 9. Saque a empujones a Andrés de mi cuarto, me duche y vestí para salir a saludar a mamá.
Encontré a todo el mundo en el patio de la casa. Muy pocas veces iba, porque sabía que la presencia de la piscina me distraería. Me encanta la natación, trataba siempre de practicar dos horas en la piscina olímpica de la Universidad los martes y jueves por la tarde. Pero en semana de parciales era casi imposible.
—Buenos días tardes —saludé a todos con mi sonrisa más inocente.
Mamá se levantó de su asiento junto a madre —estaban tomando supongo que café o té, "¿Quién lo diría? De verdad lo hicieron" pensé— se acercó a mí y me abrazó fuerte.
—Hola mi amor —me susurro al oído— te extrañé un montón.
—Y yo a ti má —me dio un beso en la frente.
Nos soltamos del abrazo, saludé a madre quien me riñó por acostarme tan tarde. Por eso me habían dejado dormir hasta esa hora, y sabia quien se fue de chismoso. Miré de reojo a Jonathan, quien estaba observando desde lejos riendo plácidamente. Cuando se fijó que lo miraba con ganas de asesinarlo desvió los ojos, pero su risa se amplió. "Este pendejo, va a morir y pa' rematar se está burlando de mí" pensé con ansias asesinas.
Me acerqué a papá, lo abracé sabiendo que él no daría el primer paso. Me dio un beso en la frente y un regalo.
—Te traje esto —me entregó un libro, el ultimo de "Las pruebas de Apolo" de Rick Riordan, sabía que me encanta la saga.
— ¡Gracias pá, me encanta! —volví a abrazarlo.
Como ya había saludado a Andrés, me dirigí hacia donde estaba Jonathan.
—Buenos días chismoso —le sonreí con sarcasmo y mirada asesina— gracias por delatarme, se le agradece.
—A la orden —se burló haciendo una reverencia.
Lo golpee en el brazo, como venganza.
— ¿Que? —Se quejó— me preguntaron por ti, que más podía decir.
—Espero también te regañaran, las ojeras no se cubren, así como así —señalé sus ojos, ambos tenían una leve sombra oscura.
Al parecer también había trasnochado, más que yo al parecer y aun así estaba despierto desde hace tiempo. Después de media hora llegó Pipe, "¿A este que no lo quieren en su casa o qué? ¡Vive aquí más que yo!" pensé, un día de estos se lo diría en su cara. El resto del día fue estupendo, almorzamos en el patio un asado casero, hecho entre papá y Albert quienes congeniaron bastante bien. Mamá y madre tomaban el té en la sombra de una mini carpa, se reían y me miraba brindando en mi dirección, "esto es un complot de madres, se están burlando de mí" pensé impactada.
Lo que predije se cumplió, Andrés hizo dos nuevos amigos. Se lleva tan bien con ellos que confabulan como un trío malévolo para hacerme bullying, siendo él quien tiene la ventaja. ¿Recuerdan que en la playa me salve de contar un secreto vergonzoso de mi vida? Bueno, el sapo de Andrés los contó todos.
"Querida asesina en serie interna, ¿podrías hacerme el favor de despertar por las próximas 3 horas? Tengo tres víctimas en mente, ya sabes quienes son. Espero no me falles y seas lo más cruel posible. Con amor, tu versión vengativa. Pd: cubre las huellas, soy muy joven y bella para ir a la cárcel. Att: la diva divasa presumida, besos" medite respirando hondo para no tirarlos de cabeza a la piscina.
Ignorando que todos mis secretos más bochornosos fueron sacados a la luz, el día estuvo perfecto. Jugamos en la piscina, comimos bien sabrozongo, nos reímos hasta doler la panza, me hicieron bullying como si no hubiese un mañana, se tragaron media piscina en mis intentos fallidos de asesinato y hasta bailamos un poco. Fue estupendo.
Se fueron llegados las 7 de la noche, Albert los llevó. Me dolió despedirme, pero era necesario, aun me faltaban temas por estudiar y al día siguiente tenía 2 parciales. Obviamente no me acostaría tan tarde, esta vez dormiría más, para mantenerme alerta durante los exámenes.
"viernes 26"
Ya habían pasado todos los parciales, podíamos respirar con tranquilidad al saber que lo peor ya se fue. Solo faltaba la última reunión del semillero del año y listo. Estábamos en espera para entrar al laboratorio donde se llevaba a cabo. Jonathan y Pipe habían llegado hace unos minutos, también esperando la última de sus clases, y entre todos estábamos hablando de lo que haríamos al salir de vacaciones y otras pendejadas.
Generalmente los ignoramos cuando están cerca, pero esta vez parece que, tanto Carlos como Daniel y su sequito de hipócritas, querían ser escuchados porque hablaban tan alto que nos desconcentraban.
Ni siquiera decían cosas interesantes, estaban tan desesperados por tener atención que tiraban indirectas, diciendo comentarios estúpidos mientras miraban en nuestra dirección con suma obviedad.
—No sé cómo hay gente que —decía Daniel entre risas— pasa el semestre estudiando a última hora, trasnochando y todo eso.
—Quien sabe que pactos harán —contestó Carlos— aunque, ¿qué tipo de notas se pueden esperar de esa clase de estudio?
—Unas muy mediocres —dijo Daniel un decibel más alto— igual que ellos.
Desencadeno una serie de reacciones, su grupo de alimañas se reían sonoramente y nosotros ardíamos de ira, pero tratábamos de controlarnos, solo que Sara no se aguantó e hizo un comentario que quedara registrado en nuestros corazones por el resto de la eternidad.
— ¿Qué se puede esperar de un par de niños que han vivido a la sombra de dos grandes profesionales? Solo que sean los suficientemente egocéntricos como para creerse la gran cosa, por tener ciertos privilegios académicos al ser hijos de colegas —dijo llena de ironía y sarcasmo.
Amo a esta mujer, en serio. Nos reímos dándole la razón cosa que hizo enojar aún más a Daniel. Se acercó furibundo a nuestra mesa y se plantó en frente de mí. "¿Este tipo está ciego, sordo o es tan idiota como para no reconocer voces?" Pensé.
—Podrían no ser tan obvias —refunfuñó— todo el mundo se dio cuenta de su intensión.
— ¡Ay! Perdón su majestad —dije sarcásticamente— pero creo que el rey de las indirectas es otro —me levanté quedando frente a frente con él— deseas tanto la atención de los demás que te la pasas tirando indirectas con tu sequito de hipócritas, ¿o crees que son tus amigos de verdad? Solo están contigo porque eres hijo de un profesor. Nadie en su sano juicio quiere estar con una persona tan egoísta, presumida, egocéntrica y creída como tú y Carlos.
Todos hasta yo misma, están boquiabiertos por mis palabras, menos Pipe y Jonathan, ellos sonreían como si lo que estaban viendo fuese el mejor espectáculo de sus vidas. Por primera vez desde segundo semestre le contesto de esa manera, siempre trataba de ignorarlo, pero estaba vez me saco tanto de quicio que estallé.
— ¿Quién crees que eres para hablarme así? —Espetó enfadado— no sabes con quien te metes.
—Tú eres el que no sabe con quién se está metiendo —contesté con fuerzas renovadas— sinceramente te ignorábamos porque no queríamos problemas, pero estoy harta de tus estupideces, de tus indirectas, de que te creas mejor y más inteligente que el resto del mundo solo porque tu papi es profesor de esta universidad. Te lo juro Daniel, que a partir de hoy, así como nos trates, así te responderemos. Tú veras como te comportas de ahora en adelante. En serio —hablé más calmadamente— no me conoces realmente, puedo ser una bruja si se me pega la regalada da la gana. No hagas que me convierta en una, ¿quieres? No te gustará.
Me senté, observando tranquilamente los rostros sonrientes de mis amigos y las expresiones de admiración de algunos y estupefacción de otros. Me encanto la de Daniel y Carlos, terror puro. Daniel estaba tan aturdido por lo que le había dicho, que si no es porque Carlos se lo lleva del brazo lejos de nosotros le hubiesen salido raíces.
Una de las chicas que estaban con ellos se nos acercó.
—Me sentí un poco ofendida porque nos llamaste hipócritas —dijo en tono dolido— pero eso fue asombroso, y tienes razón. A muchos de nosotros incluso nos cae mal por las mismas razones, y creíamos que sería conveniente ser amigos de hijos de profesor, pero veo que no. Hasta luego.
Nos guiño un ojo y se fueron. Quedamos solo nosotros, en total silencio. Mi corazón latía a mil por hora, estaba sudando y ya estaba pasando el efecto de la adrenalina del momento. Pero me sentía de maravilla y muy ligera. Por primera vez había dejado salir toda esa ira reprimida. Fue Jonathan quien rompió el silencio, primero miró en todas direcciones para asegurarse que nadie estaba cerca.
—Así habla una Montiel —exclamó lleno de orgullo— mamá estaría sumamente feliz y orgullosa de esto.
—Ojalá lo hubiese grabado —se lamentó Pipe— fue épico, genial, maravilloso.
Nos reímos sonoramente por un buen rato y aligeró el ambiente pesado que había provocado mi discusión de ese idiota.
****
Jonathan
Los días siguientes a mi descubrimiento amoroso, traté de evitar el contacto con Emily. Me fue inicialmente fácil por el hecho de estar en semana de parciales, así que no sucedió nada: la veía, la saludaba normal sin darle el beso como era costumbre, me prohibí mirarla más de 5 segundos seguidos, si no podía evitarlo ponía en práctica el plan B: huir como el cobarde que soy. Me estaba desesperando, sentía que me hacía mucha falta su compañía, como un vacío dentro de mí que antes no había notado. Definitivamente Emily se había convertido en mi droga personal, y estaba teniendo una crisis de abstinencia.
Tenía que hablarlo con alguien, y no se me ocurrió nadie más que Pipe, es mi mejor amigo así que debería servir para algo. Aproveché el martes después de almuerzo antes de la última clase.
—Pipe —llamé su atención, últimamente habla mucho con Sara vía Chat— tenemos que hablar.
—No me digas —dijo en tono burlón— vas a terminar conmigo. ¿Tienes otro cierto? Infiel descarado —fingió un lloriqueo no heterosexual.
En otro momento hubiese sido gracioso, pero mis nervios y ansiedad me impedían ver la gracia de las cosas.
—Esto es serio —deje escapar mi preocupación.
Fuimos a otro lado, nuestro escondite.
—Habla, ¿qué pasó? —mi preocupación había sido transmitida.
Y antes de que le diera un infarto, le conté todo lo que había sucedido. Desde el primer latido en el centro comercial, hasta el segundo en su habitación.
—Sé que suena absurdo —dije apresuradamente— pero no encuentro otra explicación.
Pipe estaba perplejo, pálido y puede que enojado. Le había confesado que estoy enamorado de mi hermana.
—Lo sabía, y te lo advertí... Oh por Dios, no puedes estar hablando en serio —negaba una y otra vez con la cabeza— debes estar confundido, eso es todo. No puedes enamorarte de tu hermana, es incesto, visto como algo moralmente incorrecto y genéticamente perjudicial.
—Lo sé —dije desalentado— yo no elegí esto, sólo sucedió.
—Demonios —sonaba exasperado— hay que hacer algo. Sal con alguien más, de pronto así te des cuenta que es sólo una confusión y que todas esas chorradas de la leyenda es mentira.
Tal vez tenía razón, es sólo mi cabeza y falta de sueño jugando con mis sentidos. ¿Pero con quien iba a salir? Con Sofía jamás, primero muerto. Sólo necesitaba una oportunidad, ojalá funcionará y Pipe tenga la razón. Y como si los dioses hubiesen escuchado mis lamentos y peticiones, dos días después de mi conversación con Pipe, Jessy me pidió hablar con ella.
—Hola Jonathan —saludó tímidamente— ¿podemos hablar en otro lado?
—Claro —contesté.
Caminamos por el campus hasta llegar a las gradas de la cancha de fútbol, que en ese momento estaba vacía.
— ¿Y de qué quieres hablar? —pregunté curioso.
—Pues verás —estaba nerviosa— yo... quería decirte que...
Ni siquiera era capaz de mirarme de frente, tenía a vista baja hacia sus manos, las veía como si fuese la primera vez.
— Tranquila —la alenté— respira profundo, cálmate y solo habla. No te dejes llevar por los nervios... A menos que sea algo muy grave, ¿estás bien?
—Eh... si — contestó levantando la mirada— estoy bien no te preocupes.
—Bueno, soy todo oídos —dije sonriendo.
Tomo una gran bocanada de aire llenándose de confianza, esta vez ya no miraba sus manos, me miraba directo a los ojos.
—Lo que yo quería decirte es que... —hizo una pausa— desde primer semestre, esa vez que me defendiste de Sebastián... He sentido una gran admiración por ti, eres fuerte, sabes respetar, fuiste muy caballeroso y amable conmigo. Lo eres con muchos, y eso es algo que ya casi no se ve, sobre todo entre las personas de nuestro estrato.
—Gracias —dije sorprendido, no me esperaba esto— en serio me halagas.
—Pero eso no es todo —continuó con valentía— antes era solo eso: admiración y agradecimiento. Pero después de un tiempo empecé a verte con otros ojos, me había enamorado de ti.
— ¿Qué? —balbuceé.
—No espero que pase nada ni te lo estoy pidiendo —se apresuró a decir al ver mi expresión— solo quería quitarme este peso de encima, ya era hora de confesarme. No quiero obligarte, ni que salgas conmigo por lastima, solo quiero que si algún día quisieras intentarlo puedes llamarme.
Me dio un beso en la mejilla y se fue, caminando tranquilamente dejando atrás a un Jonathan totalmente aturdido, sin entender aún que había pasado. Esto solo me hacía pensar una cosa: ¿sería la oportunidad que tanto estaba pidiendo? Podría ser, pero... Llamé inmediatamente a Pipe, quien llegó en menos de 7 minutos, aún faltaban 40 para iniciar la clase.
— ¿Cómo dices que dijiste? —dijo casi sin aliento, llegó corriendo.
—Lo que escuchaste —dije exasperado— Jessy se me declaró. ¿Sabes lo que significa eso?
— ¡Jebús te escuchó! —dijo emocionado.
—No idiota —contesté irritado— o tal vez sí, pero no quiero, no con ella.
— ¿Por qué? es bonita —dijo confundido.
—Sí, es bonita no lo voy a negar, pero estaría convirtiéndome en justo lo opuesto por lo que se enamoró de mí. Además, no quiero jugar con sus sentimientos, me pareció muy sincera y eso estaría muy mal de mi parte.
—Ah ya entendí —dijo admirado— ¡crees que la estarías usando! eso mi hermano, es de admirar, y sé que es lo que vio en ti con todo y lo feo que eres.
"Este puto se está burlando" pensé. Lo mire con cara de pocos amigos mientras se reía a carcajadas.
—Cálmate hermano, solo estoy tratando que te relajes, estas muy tenso, recuerda que vamos a entrar a un parcial, no creo que quieras reprobar por distraerte pensando... —hizo una pausa— cosas no muy agradables.
Suspiré resignado, a veces podía tener razón.
—Ella misma te lo dijo, no es necesario que tomes una decisión en seguida. Por ahora solo preocúpate por los finales, ¿vale?
—Ok.
No me quedaba de otra, si quería sobrevivir sin volverme loco tenía que seguir como venía: evitando todo contacto con ella y evitar el tercer latido. Ojalá siga funcionando, pero todo era más fácil con solo decirlo, hacerlo era el problema.
Apenas era lunes, así que tenía que soportar toda una semana estando cerca de Jessy sin poder mirarla a los ojos. Me sentía mal por ella y aún no sucedía nada entre nosotros. Pero mi pesar era por el hecho de estar enamorada de la persona equivocada, y por ser mi caso muy parecido sabía cuánto dolía. El viernes por la tarde, ya habiendo salido de todos los parciales, decidimos —más bien decidió él, no colabora con la causa— ir a la UA, a visitar a las chicas. Igual no podíamos quedarnos mucho tiempo, aún teníamos una clase pendiente. ¿Y no adivinan lo que pasó?
Entrando a la universidad por cosas de la vida, casualmente, como iluminado por los espitirus chocarreros, se me dio por mirar hacia atrás, y ¡oh sorpresa! La loca de Sofía y su fiel perro faldero nos estaban siguiendo.
— ¿Qué crees que estás haciendo? —pregunté entre irritado y confundido.
—Que te importa, puedo ir a donde se me dé la gana —se defendió con indiferencia fingida— ¿desde cuándo tengo que pedirte permiso?
—Desde que ese "ir a donde se te dé la gana" implica seguirme —dije con desprecio— ¿o de verdad quieres tener esa cita con los abogados de mi madre? si es así avísame, te facilito las cosas.
— ¿Cuantas veces has hecho esto? —Preguntó Pipe con ira en su voz— así fue como conociste a Emily ¿cierto?
No había pensado en esa posibilidad, y darme cuenta de ello me hizo enfurecer el doble.
—Solo tenía curiosidad —dijo con gesto inocente— fue casualidad que la conociera.
— ¿No me digas? —Dije sarcásticamente— ¿qué me siguieras también es una coincidencia? no te hagas la inocente con nosotros, sabemos la bruja que eres.
—Interesante —todo gesto inocente se fue, remplazado por una expresión dura y presumida— lo hice y seguiré haciendo porque cuido lo que es mío, ya te lo he dicho varias veces. Tú, cariño, un día de estos estarás en mi cama y después en el altar, será la boda del siglo. Puede que ahora no lo creas o quieras, pero sucederá, solo espera.
Me lanzó un beso y se fue sonriente satisfecha consigo misma. "Primero me trago dos litros de desinfectante con jugo de mora antes de siquiera tocar sus labios. El solo hecho de pensarlo me da asco, quien sabe cuántas porquerías no habrá metido en su boca" pensé bastante molesto.
Nos apresuramos a encontrarnos con las chicas, no sin antes vigilar que ese par de locos no estuviesen siguiéndonos aún, jamás de los jamases permitiremos que se acerque a mi hermana.
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