4. Una calurosa bienvenida
Jonathan
Me preocupé tanto por mi estado de ánimo, que no pensé en lo que iba a decir o hacer al llegar. ¿Qué se supone que debes hacer, cuando llegas a la casa de alguien para llevarte a un miembro de su familia, a vivir lejos de ellos? Mi respuesta es: SALIR CORRIENDO... pero no, ya toqué la puerta, muy tarde. Después de dos minutos más o menos me abrió la puerta un chico como de 15 años, el que estaba en la foto con Emily.
—Buenas tardes, mi nombre es Jonathan —le tendí la mano a modo de saludo— mucho gusto.
—Andrés —estrechó mi mano sin dejar de mirarme fijamente, al parecer la mirada escrutadora es un hábito familiar— HERMANO MENOR DE EMILY —no sé si fueron ideas mías o qué, pero creo que quiso dejar bien claro ese punto y no lo culpo.
No dije nada, solo asentí. Entré detrás de él a la sala, donde estaba su padre sentado en el sofá viendo la tele. Al verme se levantó y se acercó a mí para presentarse.
—Emiro Mendoza, mucho gusto —me miro de arriba debajo de la misma manera— tú debes ser Jonathan, ¿cierto?
—Sí señor, mucho gusto.
—Toma asiento, Emily esta... —hizo una pausa— en su habitación terminando de empacar.
—Gracias —me senté en el sofá en la esquina más alejada del señor Emiro, ¿Qué más podía hacer si no los conozco?
Pero Andrés se ubicó justo a mi lado, y sin poder evitarlo me sentí un tanto incomodo como si no encajara en este lugar. Trate de concentrarme en la película que estaban viendo, Deadpool 2. No iba a ser difícil, me gustan las de Marvel y hasta ahora él era mi personaje favorito.
—No te incomoda ver esta película ¿cierto? —Andrés me miraba como evaluando mi reacción— podemos cambiarla si prefieres.
—No, está bien, me gustan las películas de Marvel —su mirada se tornó más curiosa.
— ¿Personaje favorito?
—Deadpool —dije señalando la pantalla— y Amazing Spiderman.
—Bien —me miraba con los ojos entrecerrados— ¿Quién es más fuerte: Deadpool o Wolverine?
—Deadpool definitivamente, aunque su mutación deriva de la de Wolverine es más fuerte. Pueden incluso cortarle la cabeza que igual sobrevive, y si no estoy mal eso sale en un comic.
— ¿Cómo funciona su regeneración? —me miraba con más intriga que antes.
—Se dice que usa su fuerza de voluntad, de esa manera es que lo hace con más velocidad. Él es inmortal, Wolverine no. Es más, dicen que de todos los personajes de Marvel, Deadpool es el único que puede enfrentar a Thanos sin morir en el intento —su mirada paso de la intriga al asombro en cuestión de segundos.
No me había equivocado al pensar que estaba siendo evaluado y, al parecer pasé el examen. Uno muy extraño.
— ¡Genial! Me caes bien —sonreía de oreja a oreja y me daba golpecitos en el hombro— tienes buen gusto ¿eh? —Se acercó un poco más a mí y hablo casi en susurros— ¿tienes los comics?
—Algunos, no todos.
—Estupendo —se aclaró un poco la garganta como para no mostrar toda su emoción— ahora que somos como familia, ¿me prestarías tus comics?
Esto sí que no lo esperaba, por lo que me reí de buena gana. Y más porque el señor Emiro, a pesar de los esfuerzos de Andrés por hablar bajito, lo escucho todo y lo golpeo en el brazo sin quitar los ojos de la pantalla.
—No le prestes atención, a veces se emociona con las visitas— argumentó el señor Emiro.
—No se preocupe, mi hermano James era igual —con la mención de James el señor Emiro centro su atención en mí.
— ¿Cómo era él? —dejo escapar un deje de dolor en su voz.
A pesar de no haberlo conocido, me sorprende que sienta eso respecto a su muerte. Aunque debo aceptar que es su hijo y es normal que sea así.
—Era un buen chico —saqué una foto que siempre cargaba conmigo en la cartera y se la di— le gustaba bastante el deporte, sobre todo la natación. Se parecía bastante a ti —señale a Andrés —excepto por el cabello, él lo tenía castaño. Y en la personalidad también tenían bastante parecido —sonreí inconscientemente al recordar a mi hermano— era muy gracioso, aplicado en el colegio, bastante cariñoso con mamá, sabia escuchar y era todo un don juan —me detuve para contener el nudo en la garganta que se estaba formando.
No quería llorar, no en frente de ellos, pero recordarlo me hacía sentir el peso de la perdida. Desvié mi mirada a la pantalla de la tv para que no vieran las lágrimas en mis ojos. Ellos hicieron lo mismo y se los agradecí mentalmente. Estuvimos en silencio unos dos minutos hasta que el señor Emiro habló.
—En realidad me hubiese gustado conocerlo —aún miraba la tele, pero pude divisar una sonrisa triste, creo que dice la verdad —lo siento mucho. Por él y por tu padre, sé lo duro que es perder a dos seres queridos a la vez
—Mis abuelos paternos —esta vez fue Andrés el que habló— murieron hace 3 años en un accidente automovilístico.
—Lo siento mucho —dije.
—Si bueno, el sentir es mutuo.
Antes que de esta triste conversación se extendiera, la señora Mendoza entro a la sala y junto a ella estaba Emily. Se veía hermosa, aunque con signos de haber dormido poco y llorado mucho.
—Hola Jonathan —saludó formalmente— Martha Mendoza, Mucho gusto.
—Mucho gusto señora —me levante de mi asiento y le estreche la mano afectuosamente.
De cierta manera me sentía un poco agradecido no solo por sacarnos de esa conversación, sino por haber cuidado de mi hermana, aunque aún no la conozca muy bien.
—Mi madre le pide disculpas por no venir personalmente, le surgió un problema a último minuto —me apresure a decir, recordando el mensaje que mamá me había dado.
—No te preocupes, ella me llamó y me explico todo —se veía muy tranquila— ya es hora ¿no?
—Creo que si —miré a Emily, pero mantenía la mirada baja, vi que tenía una maleta grande a su espalda— ¿te ayudo con tu equipaje? —mi pregunta la sacó de sus cavilaciones.
— ¿Que?... Ah, sí claro, gracias —se había ruborizado un poco.
Me acerque a ella y tome la manivela de la maleta aprovechando para rozar su mano, y al parecer no pasó desapercibido, se ruborizo aún más.
—Voy adelantándome para guardar el equipaje en el carro, con permiso —salí a la terraza donde me esperaba Albert, quien al verme tomo la maleta y la guardo en el baúl del carro.
En cierto modo tome ese momento para respirar, escapar de la tensión que se estaba formando en el ambiente. Sabía que ese momento no me incumbía, solo estaría estorbando. Ese momento les pertenecía solo a ellos, el momento de su despedida.
****
Emily
Todo paso tan rápido que me aterre. Cuando escuche que tocaban la puerta sabía que solo podía ser ella, mi verdadera madre, la señora Montiel. Salí casi corriendo directo a mi habitación, empecé a caminar de un lado a otro, no podía respirar bien y me estaba hiperventilando, no pensaba con claridad, sentía los oídos tapados, literalmente estaba entrando en pánico. No quería irme, quería que todo fuese una pesadilla, quería seguir siendo una Mendoza, no me interesaba si tenían o no dinero hasta para botar, solo quería quedarme con mamá.
—Respira con calma —mamá se aferraba a mí, cubriendo mis mejillas con sus manos, levantando mi cara para que enfocara mis ojos en algo fijo— Emily mírame y respira. Tranquila, cariño aquí esta mamá, estas bien, no te va a pasar nada —respiré profundo, ya estaba pasando el efecto del pánico, pero mi corazón aún quería salirse de mi pecho y quedarse aquí.
—Lo siento, pero tengo miedo —traté con todas mis fuerzas de controlar el llanto que se avecinaba.
—No te preocupes —me acariciaba la frente y el cabello para tranquilizarme— es normal que tengas miedo, yo también lo tengo. Sin importar que sean tu familia, siguen siendo completos desconocidos. Me asusta lo que pueda pasar, pero tranquila mi amor, tengo fe en que todo saldrá bien —me dio un beso en la mejilla y me obligo a sentarme en la cama— quédate tranquila, ya te traigo agua para los nervios.
La tomé de las manos antes de que se alejara de mí.
—El agua no me tranquilizara, mejor quédate un rato conmigo ¿sí? —le dije.
—Por supuesto mi amor —se sentó a mi lado sin dejar de acariciar mi cabello.
Y así nos quedamos en silencio por un rato, varios minutos. Sentadas en mi cama, con mi cabeza sobre su hombro, abrazadas. No existía mejor remedio para los nervios que el consuelo de una madre. Pero este no iba a durar para siempre por desgracia, mi futuro me esperaba en la sala.
— ¿Ya estas más tranquila? —Me agarró de los hombros y me giro para quedar frente a frente— ¿te sientes mejor?
—Sí, gracias mamá, te voy a extrañar mucho, lo sabes ¿verdad?
—Claro que si corazón, así como también sé que no será la última vez que nos veamos, nosotros te visitaremos y tú también vendrás, de eso estoy segura —me sonrió llena de confianza, tratando de infundirla en mí, y lo logró, solo un poco— ¿lista?
—Lista
Nos levantamos de la cama e íbamos camino a la sala, mamá iba delante porque yo llevaba la maleta. Mientras más nos acercábamos escuchábamos voces masculinas, dos de ellas las conocía de toda la vida, papá y Andrés, pero ¿y la tercera?
"... James era igual" decía animadamente la tercera voz, no era necesario preguntar porque ya sabía quién era. La señora Montiel no había ido a recogerme, vino Jonathan. Me detuve en seco, y mamá se dio media vuelta al percatarse que no estaba caminando.
— ¿Qué sucede? —hablo en susurros para que no nos escucharan.
— ¿No se supone que vendría la señora Montiel? Esa voz es de Jonathan.
—Ah cierto, se me olvidó mencionarte eso. Solveig me llamo, me dijo que no podría venir por un problema de último minuto, pero que mandaba a su hijo en su nombre.
— ¿Solveig? —La miré con sorpresa— ¿desde cuándo se hablan con tanta confianza?
—Es necesario que la conozca bien, no voy a enviarte, así como así a cualquiera. Si tengo que hacerme amiga de ella lo haré —su mirada era feroz pero cariñosa y deicida, bastante protectora— ¿te molesta?
—Claro que no —me sorprendió lo que dijo y sonreí por ello— solo que me sorprende. ¿Harán reuniones para tomar el té? —me reí pasito para evitar ser escuchada.
—Claro, pero no te invitaremos —se unió a mi silenciosa carcajada, cuando dejamos de reír me abrazo fuerte —pórtate bien, no me hagas pasar pena por Dios.
—Que concepto retorcido tienes de mi —sus bromas estaban tranquilizándome, bajando el nivel de estrés acumulado estos días. Nos separamos y seguimos caminando.
Al llegar a la sala mamá se presenta formalmente a Jonathan, al parecer la conversación que interrumpíamos no era muy buena por la expresión que tenían en sus rostros, sobre todo Jonathan, parecía a punto de llorar.
Había algo raro. Al verlo ahí tan elegante y guapo, me sentía como una tonta nerviosa, no podía ni mirarlo a los ojos. Se me cruzaron un millar de preguntas por la mente, pero solo una logro atizarme un golpe fuerte en la cabeza, como una granada estallando en mi cerebro, algo que no había pensado hasta ahora: somos de niveles sociales muy alejados, totalmente opuestos, con educación y costumbre diferentes, ¿Cómo se supone que voy a encajar en la alta sociedad?
No me muevo como ellos con la elegancia de una gacela en su territorio, no me visto como ellos a la última moda, no tengo su estilo, su modo de hablar refinado y ni siquiera conozco su círculo social. Sinceramente esto fue un suicidio mental.
—... ¿te ayudo con tu equipaje? —su pregunta me despertó de una bofetada.
— ¿Que?... Ah, sí claro, gracias —respondí atropelladamente, que vergüenza, seguro estará pensando que soy medio mensa.
La buena impresión que di el día que nos conocimos se esfumo, más aún porque sé que me ruborice, sentía las mejillas calientes. "Querido destino, haz algo útil en mi vida y permite que la tierra me trague pero que no me escupa hasta dentro de mil años, te lo agradecería" pensé.
Se acercó a mí sin apartar sus ojos de los míos, tomo la manivela de la maleta rosando mi mano, cosa que hizo que me ruborizara más. "Cálmate pendeja, es tu hermano, recuerda eso" me recordé a mí misma la situación en la que estaba.
—Voy adelantándome para guardar el equipaje en el carro, con permiso —salió de la casa con paso decidido. Al perderlo de vista Andrés corre a abrazarme.
—Te extrañare mucho, llámame ¿sí? No dudes en pedirme ayuda si alguien se pasa de la raya contigo, sigo y seguiré siendo tu hermano.
—Claro que si tontuelo, eres mi hermano eso no va a cambiar jamás —nos separamos del abrazo.
Papá se acercó a mí tímido como es el, forzando sus ojos para no llorar. Esta vez me lance yo a abrazarlo. Y me abrazo fuerte, más que nunca.
—Cuídate mucho, cualquier cosa me llamas —me dio un beso en la cabeza.
—Vamos —mamá me tomo del brazo, llevándome hacia la salida —no los hagamos esperar más.
****
Jonathan
El regreso a casa fue silencioso. Me senté en el asiento del pasajero a su lado, para no dejarla sola. Para que por lo menos, sintiera con mi presencia el consuelo que no podía darle con palabras. Y al parecer Albert también esperaba eso último, no dejaba de mirarme por el espejo retrovisor asiéndome señas para que dijera o hiciera algo, pero no tenía ni idea de que hacer.
Ambos nos dimos por vencidos, por lo que el resto del viaje fue como una película muda. Ella miraba por la ventana, y yo no podía quitar mis ojos de ella. Su rostro de perfil, sus facciones, sus labios, sus mejillas aún sonrosadas. Suspire mentalmente, esto ya es preocupante, quizá a esto se refería Pipe con la advertencia de ayer.
Trate de deshacerme de ese pensamiento, pero no podía. Mientras más la miraba más me preocupaba y más me gustaba verla. El vibrar de mi teléfono me saco de un tirón de mis pensamientos. Cuando lo revisé me di cuenta de que era un mensaje de Pipe, "hablando del rey de Roma y el menso que se asoma" pensé.
(Pipe) ¿Cómo vas futuro cuñado? ¿Ya llegó la dulce damisela a casa? XD
"¿Lo estará haciendo de broma o de verdad quiere morir?" pensé.
(Yo) No te pases, búscate tu muerte natural.
(Pipe) Relax hermano, solo estoy bromeando. <3 Pero en serio, ¿ya llegó a casa?
(Yo) ¿Para qué quieres saber? >:(
(Pipe) Curiosidad ;)
(Yo) La curiosidad mato a un tal Felipe Finegan y a su gato .i.
(Pipe) ¿En serio te vas a poner pesado? De malas mijo porque ya voy llegando a tu casa y le llevo un regalo de bienvenida :p
Pd: no te metas con Callú o hare que te arranque un dedo la próxima vez que vengas .i.
(Yo) ¿WTF???????????????
(Pipe) ¿Se trabo tu celular en esa tecla? Jajajajaja XD deja de exagerar, tranquilízate hermano. Me extraña y duele tu desconfianza. Dime, ¿en serio crees que le haría daño a una chica, independientemente de quién sea?
Touché. En eso si tenía razón. Él siempre había sido un caballero, opuesto a como fue James. El sí sabía valorar una relación, solo que había tenido apenas dos novias y esas relaciones se terminaron por falta de compatibilidad, pero nunca por infidelidad. Muy diferente a mí que, aunque hay dos chicas a quienes les gusto —por así decirlo y no por presumir— no son mi tipo, y nunca me he enamorado. Tuve un roce con una chica, pero no paso a más de un mes y solo un par de besos tímidos, nada fuera de lo normal.
(Yo) Lo siento, es solo que creo que no es el momento para eso. Debe estar pasándola mal con todo esto de la mudanza, así que no la atosigues ¿Quieres?
(Pipe) Trato echo <3
(Yo) Pd: Callú me ama, no haría tal cosa :p
Pensándolo bien, creo que Pipe podría ayudar a subirle el ánimo, él es bueno en eso. Después de todo, su presencia servirá de algo. A parte de eso el descarado le compró un regalo, solo espero no sea igual al mío.
¡EL MÍO!
Recordé de golpe que le había comprado algo ayer, por internet y supongo que estará llegando hoy. O eso esperaba.
Antes de acostarme a dormir la noche anterior, investigué un poco sobre sus gustos, y que mejor lugar para hacerlo que su perfil de Facebook. Fue fácil encontrarla, vi sus post, sus fotos —puede que robara algunas donde tenía esa hermosa sonrisa que la caracterizaba— la mayoría era de libros, música coreana y anime. Había un grupo en especial que resaltaba de 7 chicos, BTS, al parecer su favorito.
Encendí mi portátil y fui directo a mi tienda online preferida. Ya había visto productos asiáticos allí, hasta había comprado un par de mangas de un anime que me gustó bastante. Encargue varias cosas: un par de discos, una playera, un buzo, varios posters, unos cuadernos y un morral. ¿Será que me excedí? Había encargado unos auriculares de ese grupo también, pero creo que ese lo guardaré para después. No quiero parecer un acosador.
Como soy cliente regular de la tienda, los pedidos tardan en llegar como mínimo 15 horas, por lo que podía estar casi seguro de que al llegar encontraría una caja grande con todo. Fuimos acercándonos a la entrada y por lo que alcancé a ver Pipe aún no llegaba, eso me daba algo de tiempo para adelantarme y dar primero mi regalo. No es que sea una competencia, solo que quería dar mejor impresión que él, eso es todo.
Nos bajamos del auto y mamá se acercó para recibirnos, o para recibirla a ella. Creo que la segunda opción es más factible. Al salir del auto Emily aún se veía cabizbaja, pero ya resignada. Y sé que mamá se dio cuenta porque la abrazó. Literalmente un abrazo de oso, de los que nos daba cuando llegaba después de un largo viaje de negocios. Emily se veía tan sorprendida, hasta yo lo estaba. No sé qué le habrá dicho mamá, pero Emily sonrió, y le correspondió el abrazo. Creo que las cosas pueden salir bien a partir de ahora. Cuando se separaron del abrazo, Emily no dejaba de sonreír.
—... Debes tener hambre, pero primero te mostraremos tu cuarto y el resto de la casa —le decía mientras acariciaba su mejilla— vamos, Jonathan ayudara con tu maleta.
—No se preocupe, yo puedo llevarla —me miro algo apenada.
—Yo la llevo, tranquila —le conteste dedicándole una de mis mejores sonrisas.
—Gracias —me sonrió y empezó a caminar junto a mamá.
—Buenas, ¡veo que hay reunión familiar! —todos voltearon a ver de dónde provenía aquel escándalo, pero ya yo sabía perfectamente quien era el responsable: Pipe.
— ¿Qué más hermano? —me saludo con dándome golpecitos en la espalda, se acercó a mamá y le dio un beso en la mejilla como siempre, luego se acercó a Emily y me miro de reojo— señorita, Felipe Finegan a sus servicios —se presentó con toda su galantería.
Esto es ridículo y el colmo, le estaba hablando tipo galán de los 80, haciendo una reverencia mientras toma su mano delicadamente y le besa los nudillos. "Hijo de la... Chingada" pensé.
—Emily, mucho gusto —respondió ella bastante sorprendida por el saludito y bastante sonrojada, "acaba de firmar su sentencia de muerte" pensé.
—Bienvenida a la familia —la soltó para darle el regalo.
Un enorme muñeco de peluche con la apariencia de Stitch tierno y esponjoso, que traía August. "Ni siquiera se tomó el trabajo de llevarlo el mismo" pensé irónicamente.
— ¿Qué?... No tenías por qué hacerlo —se notaba que estaba nerviosa, pero que igual le encantaba ese muñeco.
—Pero quise, un regalito a la hermana de mi mejor amigo —le dio una de sus sonrisas que tanto detesto: la coqueta, la que usaba cuando quería convencer a alguien de hacer lo que él se le da la gana.
"Cómo será mejor: ¿tirarlo de un puente, a un rio, o de un edificio? ¡Ya me está sacando de quicio!" mis pensamientos no eran muy bonitos que digamos.
—Gracias —lo aceptó.
—Fue un placer —contestó este menso.
—Tan considerado, gracias Pipe, ¿te quedaras a cenar? — preguntó mamá.
—Si usted invita con gusto —sonrió descaradamente, obviamente se quedará, invitado o no lo hará.
—Por supuesto, entremos —les indicó a ambos que entraran con ella— cariño —me hablaba a mi esta vez— ten cuidado con la maleta de la niña, subiremos primero a su habitación, te esperamos allá.
Se fueron dejándome solo, solin, solito, con una enorme maleta y refunfuñando por culpa del tarado de mi mejor amigo. Pero antes de entrar, Emily volteo a mirarme, y me sonrió. Su hermosa sonrisa hizo que mis pensamientos dejaran de ser la forma de asesinar a Pipe, y solo fuesen ella y la calidez que irradia. "Calla esa mente" 20 bofetadas mentales.
****
Emily
Sabía perfectamente que, al ser una familia muy bien posicionada económicamente, su casa sería bastante lujosa, pero ésta es bastante sencilla y muy hermosa. Tiene dos pisos y un ático, como las casas de las películas. Tiene su garaje, bastante amplio al lado izquierdo de la casa, una terraza con césped bien cuidado, un par de árboles y flores.
Las paredes pintadas de color blanco, ventanas de cristal azul, con alcoba decorada con algunas macetas con flores. Por dentro estaba decorada al estilo escandinavo, reinaban los colores claros, blanco y beige, era bastante acogedor. Mi habitación estaba en el segundo piso, la segunda puerta, la primera era la habitación de Jonathan.
Era casi el doble de mi cuarto, había una cama grande con sábanas blancas, varias almohadas y un edredón azul claro, del lado derecho había una mesita de noche con una lámpara. En frente de la cama en la pared izquierda a la puerta, había un closet enorme, dos veces el tamaño de mi pequeño escaparate. Al lado, un tocador con una silla en frente con espejo y varios cajones para guardar supongo maquillaje y cosas así.
La habitación es hermosa, de verdad que me gustó muchísimo. Tanto que no pude aguantar mi asombro. Entre en la que será mi cuarto por mucho tiempo y acomode a Stitch en el cabecero de la cama.
— ¿Qué te parece tu cuarto? —pregunto la señora Montiel desde el umbral de la puerta.
—Me fascina —miré detenidamente cada detalle y todo me encantó, aunque el closet es demasiado grande para lo que traigo en la maleta.
—Yo también te tengo un regalo y no aceptare un no por respuesta —se acercó al closet y lo abrió de par en par.
Es más grande de lo que pensé, es como un armario. Tiene como dos metros de profundidad y 5 de ancho. Literalmente puedo entrar y encerrarme. Al fondo está la ropa, mucha ropa. En el lado izquierdo están los zapatos, sandalias, tacones —debí informar ese detalle, odio los tacones— del lado derecho había accesorios de todo tipo y un espejo de cuerpo entero. Esto es demasiado.
—Ah... Yo... —de la sorpresa no podía gesticular una frase completa.
—Es lo menos que puedo hacer —me agarro de los hombros mirándome directo a los ojos, era una mirada dulce pero autoritaria.
—Gracias, pero es demasiado.
—No te preocupes por eso —hizo un gesto de indiferencia y me dio un beso en la frente— nada es demasiado para mis hijos.
En ese momento entro Jonathan con Felipe detrás.
—Aquí está la maleta —se veía cansado y creo que algo irritado, pero no creo que sea conmigo, al verme su semblante se suavizo.
—De acuerdo, dejemos que la niña se acomode y se bañe, ustedes deberían hacer lo mismo, después si cenaremos —antes de salir se giró a mirarme— en media hora estará lista, Jonathan te guiará.
Y salió cerrando la puerta tras ella. Al estar sola en esta enorme habitación creí que me deprimiría, pero me sentía bien, mejor de lo que me imaginé.
De acuerdo, repasemos esto: llevo media hora acá y ya me llenaron de regalos, es totalmente opuesto a lo que pensé, aunque ya no tengo porque gastarme mis ahorros, un alivio. Un destello paso por mi mente distrayendo mi atención: los ojos de Jonathan, su sonrisa, la forma en la que su semblante cambio al mirarme.
Tal vez estoy imaginando todo esto, pero de pronto sea eso lo que evita que este llorando en un rincón planeando mi fuga. Eso y que su amigo es muy gracioso, me pareció lindo su modo de saludar, pero ya vi que no debo seguirle mucho la corriente porque, tengo una leve sospecha de que eso es uno de los motivos de la irritación de Jonathan.
Me despabilé sacándome de mis pendejadas mentales y busqué una toalla, la cual estaba en el closet. Es suave y muy linda: de color azul, justo uno de mis colores favoritos. Cuando estaba a punto de salir de la habitación para buscar un baño, me fije que en la esquina en frente del closet a un lado de la cama había una puerta, me acerque a ella y ¡tada! Un baño, mi propio baño con baldosas azul cielo, divino. Ya habían pasado unos diez minutos desde que se fueron, así que si quería estar presentable debía darme prisa.
No hace mucho que me había duchado así que este sería relativamente corto. Al salir, obviamente seca y envuelta en mi cómoda toalla, me dirigí al closet. Busqué algo sencillo pero bonito, un jean claro, blusa manga corta semitransparente de color morado y unas sandalias negras divinas.
Aún no me atrevía a usar las joyas, de igual forma tengo el collar y la pulsera que me dio papá. Me aplique un poco de maquillaje que saque de la maleta, no tenía tiempo de buscar si de pronto también incluyeron un set de maquillaje que no sabré usar en las cosas que me han regalado. Me rocié un poco de loción y listo, justo en ese instante tocan a la puerta.
—Adelante —seguía mirándome en el espejo del closet terminando de darme los últimos retoques.
—Hola —esa voz, era Jonathan.
—Estoy en el closet —sentí los pasos tímidos acercarse —ya casi estoy lista.
—Te ves bien —esperaba equivocarme, pero creo que se ruborizo un poco— pero, ¿estás bien? —su pregunta me sorprendió.
Tanto que me detuve y lo miré fijamente a los ojos, se veía algo preocupado y me parecía sincera su preocupación. Era tan lindo, aún sin conocerme bien se preocupa por mí. Sonreí, de oreja a oreja, como una boba.
—Si estoy bien, gracias por preocuparte.
—No hay problema —me ofreció su mano— ¿bajamos?
—Claro —acepté su mano guía, porque es solo eso, una mano que guiará mi camino mientras me acostumbro a esta nueva casa.
Cuando salimos del closet —no imaginen cosas raras— se giró sin soltarme y con una sonrisa me dijo.
—Creo que hoy es el día de los regalos, yo también me tomé el atrevimiento de comprarte algo.
— ¿En serio? No tenías porque... —no podía creer lo que mis ojitos veían.
En mi cama había algunas cosas, con las que había fantaseado tener, pero lo más raro del asunto: ¿Cómo supo que me gusta el Kpop? Había posters, cuadernos, un morral, un buzo y una playera, y todo de BTS.
— ¿Cómo supiste...? —no pude ocultar mi sorpresa y emoción.
—Puede que te estalkeara un poco en Facebook —estaba un poco avergonzado por su confesión de acoso, que adorable— ¿no te gusta? —note un deje de decepción y tristeza en su tono.
—En realidad me encanta, siempre quise tener cosas como estas, en serio gracias —era tanta mi emoción que lo abracé.
Mi mejilla estaba en su pecho —porque claro yo soy chaparra él es alto—, mis brazos alrededor de su cintura, en mi delirio de emoción me permití inhalar su aroma: loción masculina y limón, era delicioso. Sin darme cuenta había respondido a mi abrazo, y así estuvimos un rato hasta que regreso mi sentido común. Me desprendí del abrazo lentamente, totalmente apenada por mi arrebato de lo que sea que haya sido eso, ni siquiera quiero ponerle nombre.
—Yo... mmh... lo siento —me atreví a mirarlo a los ojos y estaba igual de sonrojado que yo, pero sonriendo amplia y totalmente de pura satisfacción. No sé si sentirme mejor o peor con su reacción, en serio es confuso.
Repetí para mis adentros unas 527'832.594.286 veces este mantra "Es tu hermano, míralo como tal, no seas tarada, ajuíciate" espero funcione.
—No hay problema, somos hermanos así que puedes abrazarme todo lo que quieras —seguía sonriendo de oreja a oreja, ¿se estará burlando de mí? Y yo pensando babosadas— ahora si bajemos.
El resto del día fue muy bien. Pipe —así me había pedido que lo llamara, y que también lo llamara, me dio su número de teléfono y todo— resultó ser un buen chico, bastante gracioso. La cena estuvo deliciosa, me presentaron a todo el personal de la casa: la mucama Melanie —sin el "señora" porque la hace sentir vieja— es muy buena persona, le tome cariño casi enseguida; Albert el chofer es buen narrador, conto varias de sus anécdotas como chofer antes de trabajar para los Montiel.
Me contaron otras cosas, como que mi madre la señora Montiel, se tomara unas semanas de vacaciones para poder estar un poco más conmigo y conocerme. Y que el día de mañana al ser festivo íbamos a salir a pasear en una salida familiar que, según dijo Jonathan, les hacía bastante falta, y como era de esperarse Pipe se autoinvitó.
Esto será divertido de verdad. A las 9 de la noche, ya estaba en mi habitación, alistándome para descansar. Ya con mi pijama puesta que consistía en un short de algodón morado, y una blusa de tirantes del mismo color con el dibujo de Stitch en el centro —puedo ser un poco infantil a veces— marque el número de mamá.
Aunque tuviese muchas comodidades aquí, siempre la echaría de menos. Hablamos por un buen rato, le conté todo lo que había pasado, todo lo que me habían regalado, todo menos el abrazo que le di a Jonathan en un impulso de emoción desenfrenada.
Después recordé que desde el viernes por la noche no hablo con las chicas, deben de estar furiosas conmigo. Activé el Wifi de mi teléfono y recordé que aún no tenía la clave de la señal de aquí. No quería salir así y arriesgarme a que Jonathan me viera vestida de esta forma, pero fue demasiado tarde. Tocaron la puerta y en un impulso de idiotez al estilo Cosmo, la abrí de par en par y era él.
—Se me había olvidado... —se detuvo en seco y trago saliva forzadamente "¿tan mal estoy?" pensé, me miraba de arriba abajo mientras se ruborizaba, otra vez— linda pijama —se obligó a mirarme a los ojos y no las piernas— esta es la contraseña del Wifi, descansa.
Me dio un papel con una serie de letras y números, sonrío algo tímido y a la vez avergonzado y se fue. Cerré la puerta, algo aturdida. Había permitido que en mi primer día viviendo aquí me vieran en estas fachas, a este paso no sé qué más podría pasar.
Ingrese el código en mi teléfono y como era de esperarse las notificaciones del chat con mis amigas estallaron. No literalmente, pero casi. 750 mensajes en el grupo y como otros 100 sumando los chats privados con cada una de ellas. La mayoría de las quejas por no llamarlas, o mensajearlas y contarles mi aventura con mi nuevo hermano súper guapo. ¡Estas mujeres me van a volver loca!
En el grupo había mensajes parecidos, pero mucho más graciosos. Antes de acostarme, me fije en que por fin había aparecido el desgraciado de Manuel, y al parecer las chicas lo pusieron al tanto, pero ya sería el martes en la universidad que hable con él. Decidí acostarme a dormir por fin, pero no sin antes darle una revisada a mis cuadernos, ya que el día de mañana saldremos y no creo que me dé tiempo de ojearlos. Ante todo, la responsabilidad académica —si las chicas me escuchasen decir eso se moriría de la risa—
Aproveché para ordenarlos, aún no sabía dónde ponerlos, y fue cuando me fijé en algo, en la esquina opuesta de la puerta del baño había un librero de madera. Cuando dije que había observado cada detalle del cuarto me equivoque, en realidad no había visto nada, porque quien en su sano juicio no ve una puerta y una estantería. Solo yo, lo sé, estoy ciega a muerte.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top