7
Un buen doncel
KiBum caminó lentamente hacia donde se encontraba MinHo. El hombre estaba de espaldas a él y eso le hizo sonreír, la visión de su espalda era maravillosa, más si estaba cubierta por una camiseta blanca. ¡Jo-der!
Ambos habían acordado de verse dentro del centro comercial donde había iniciado todo, las compras de ropa y el cambio de imagen. Key abrazó por la espalda a su novio e inhaló hondo, debía decirlo, necesitaba decirle cosas bonitas a su bebé gigante.
—Bendita sea esa tuerca de ese ring de la llanta del camión que transportó el cemento donde estás parado monumento.
MinHo no pudo evitar reír por aquellos halagos tan inspiradores de Key, definitivamente lo amaba así y no cambiaría nada de él, nunca. Sintió los labios de su novio contra su omoplato y sonrió relajado.
—¿No quieres ser mi Doctor Elver?
—¿Elver? —MinHo arqueó una ceja curioso de aquel nombre.
—Elver Galarga.
Key tuvo que separarse de su novio para poder carcajear a gusto, incluso ambos lo hicieron, hicieron sonar su risa inundando todo el centro comercial.
—¡Ah, cotorrea, amor! —KiBum pasó una mano por sus hebras castañas con vanidad.
—¿Te he dicho que te amo? —MinHo se giró para sujetar por la cintura a Key.
—No, hoy no. —Frunció los labios esperando un beso.
—Te amo KiBum, más que ayer pero menos que mañana. —Beso aquellos labios acorazonados de forma en que hacía a Key enloquecer, lento y sin pausas.
Después de aquel beso, se tomaron de la mano y caminaron recorriendo el centro comercial. Habían pasado tres meses desde que inició su relación en aquella pista de hielo y ambos habían llegado a la conclusión de que era la mejor cita de todas, fue el comienzo de sus raras aventuras, se podía ver a un MinHo arrastrando a un lloroso KiBum a la montaña rusa para poder gritar eufóricos y también se podía apreciar a un MinHo totalmente borracho siendo cargado por el palo de su novio, o sea KiBum, no piensen mal, hablamos de que Key lo cargaba no su... bueno se entiende.
—Hoy te ves hermoso, Bum.
—A huevo chicharrón con pelos Valédor, rífate unos tacos, morro.
Sí, si eso no era amor, MinHo estaba idiota.
En realidad si era amor.
Comieron entre risas y charlas sobre lo que estudiarían en la universidad, estaban prontos a graduarse de la preparatoria y ahora venía lo más importante para ellos, escoger la profesión que ejercerían para toda la vida.
—¡Ya se que quiero ser! —Chilló Key emocionado.
—¿Qué?
—Hamburguesa...
—¿Hamburguesa?
—Para que me embarres tu mayonesa, papacito.
—Arg Key, estamos comiendo.
—¿Y? No dijiste lo mismo cuando te la...
—Shhh...—MinHo aplastó su dedo índice contra los labios de su novio. A nadie le interesaba escuchar sobre las felaciones que llegaba a practicarle KiBum, no porque la cosa se ponía dura y la situación también— luego me dices que quieres ser. —Retiró su dedo de los labios ajenos.
—Eres un aburrido pero bueno, en realidad no tengo nada en mente.
—Tranquilo, estoy seguro de que pensarás en algo.
—Mamá enana, que diga, mamá JungHee quiere que sea abogado como ella, mamá Bonnie quiere que sea un simple doncel amo de casa y JongHyun, bueno él solo quiere que estudie algo que me guste y me frustra no saber que me gusta.
MinHo sonrió cuando KiBum comenzó a lloriquear y a quejarse de su mundo, era adorable porque le hacía ver más tierno. Fuese cual fuese su decisión, él lo apoyaría en todo momento.
Al terminar de comer, se dirigieron a casa de Choi, hoy era noche de películas y no se la podían perder, especialmente porque Key había comprado la película El conjuro 2 y no podía esperar a verla.
—Palomitas, sodas, helado, mh, ¿qué más falta? —Preguntó Key mientras dejaba caer su cuerpo en el sofá.
—Creo que es todo. —MinHo apagó las luces y tomó asiento a lado de su novio, con el control en mano puso play a la película, todo comenzó tranquilo y esperaba que así siguiera.
Media hora después, KiBum estaba sumergido dentro de la película sin ser consciente de que se abrazaba con fuerza al brazo de su novio, tampoco se dio cuenta de que había subido sus piernas para colocarlas sobre las contrarias y tampoco era consciente de que sus gritos eran realmente fuertes, inclusive llegó a golpear el pecho de Choi y se refugió en este cuando no podía soportar ver a la monja.
Para cuando acabó la película, la pantalla de puso en negro para dar paso a los créditos. KiBum estaba sudoroso por el terror que le había causado y eso MinHo supo aprovecharlo bien, observó a Key y sonrió, después posó la vista tras de él y abrió un poco los ojos.
—Key, Key, no te muevas...—Musitó.
—¿Qué? ¿Por qué?
—La monja está detrás de ti...—Susurró tan bajo que a Key le costó escuchar.
Pocos segundos después, KiBum gritó tan fuerte que MinHo temió quedar sordo, unos brazos delgados lo rodearon y sintió el peso extra sobre sus piernas al darse cuenta de que su novio se había subido por completo a él para abrazarlo y ocultar su rostro en el hueco de su cuello.
—Me va a llevar MinHo, no mames wey, me wa morir, me wa morir.
Choi carcajeó y negó, su novio por muy vulgar que fuera, no dejaba de ser un miedoso de primera.
—Era una broma.
—Iri ini brimi —Imitó al más alto con fingido tono feliz— Broma vas a encontrar cuando te corte los huevos.
—Que fino por Dios. —MinHo deslizó con calma sus manos por la espalda ajena.
—Así me amas. —Key se acercó a dar suaves y cortos besos a los labios de MinHo.
—Por supuesto. —Dicho aquello, se dedicó a profundizar el beso. Los labios de su novio eran tan suaves que no podía apartarse de él, sus lenguas se juntaban creando una extraña danza de erotismo y timidez, habían recorrido juntos muy poco ese campo, la inseguridad de Key hacía que varias veces se desviaran de la ocasión central y aunque MinHo no presionaba, sentía que ambos lo necesitaban, entre los piropos vulgares de Key y los manoseos que solían darse todos los días, ambos en el fondo sabían que lo necesitaban, sin embargo fallaban en el intento, esperaba que ahora no fuese así.
MinHo adentró con suavidad las manos bajo la camisa sin mangas de su novio. Tocó la suave piel sintiendo la curvatura que se formaba entre su espalda alta y la baja, deslizó los dedos con parsimonia de forma ascendente, tocando los surcos que se formaban entre sus vertebras y adoró escuchar el bajo gemido ahogado contra su boca proveniente de KiBum.
Segundos después, logró sentir las manos delgadas tocar su rostro para después deslizarse hacia sus pectorales. Minho sintió las yemas de los dedos ajenos presionar su piel, topándose los dígitos contra los firmes músculos morenos. El toque era excitante y lo estaba llevando lejos.
—No podemos...—Key se separó.
—¿Qué? —La pregunta debería salir frustrada sin embargo no fue así, fue algo vago.
—No podemos hacerlo aquí, vamos a tu habitación.
¡Wow!
MinHo casi grita de felicidad, adiós pajas, hola trasero suave de KiBum.
Con un rápido movimiento, Choi posó las manos bajo los glúteos de su novio para cargarlo así y poder subir a su habitación. Pese a que la oscuridad reinaba, no fue impedimento para cesar los movimientos, puesto que Key se abrazó al cuello ajeno y comenzó a repartir pequeños besos a la piel morena y caliente que se le presentaba. Podía sentir el pulso y el sabor salado del sudor le supo a gloria en cuanto comenzó a dar pequeños lametazos.
Llegar a la habitación había sido un suplicio. MinHo cerró la puerta con ayuda de su pie y pronto consiguió acostar a Key sobre la suave cama. Los besos siguieron, la ropa comenzó a estorbar y el calor a aumentar, cuando la camisa de Key pasó al olvido, Choi contempló la perfección de su abdomen plano, no había músculo pero tampoco grasa, era un vientre libre de marcas, libre de grasa, blanquecino y perfecto, tanto que no dudó en besar pequeñas porciones de lo que se le presentaba.
—MinHo... Oh Dios, creo que tienes problemas con mi abdomen.
—Sh, me gusta. —Mandó a callar mientras se desabrochaba sus propios pantalones.
Key cerró los ojos evitando los malos recuerdos, en su lugar acudió a él el día en que le dijo a su mamá Bonnie que era novio de MinHo.
—Ay hijo de mi vida, ¿por qué no me extraña que estés con él? —GwiBoon chilló emocionada, pronto sus facciones se regalaron y corrió a su tocador para sacar una caja negra de ahí—, son linda pareja y ahora espero se cuiden —le cedió a su hijo el objeto, que al abrirlo se dio cuenta de que eran condones— no quiero que salgas con tu domingo siete tan pequeño y luego andes de mamá luchona fan de Jenny Rivera, bastante vergüenza tengo con ver a JungHee cantar sus canciones como para que tu salgas igual o peor.
Key enrojeció, tomó la caja y huyó de la habitación de su mami, Dios, GwiBoon era una madre extrema y muy muy precavida.
Cuando abrió los ojos, MinHo estaba arrodillado frente a él y lo más sorprendente, excitante e increíble de ello es que ya se encontraba desnudo y oh joder, eso iba a doler mucho y se necesitaría más que un vulgar salivazo para que resbalara.
—Con-con...—Tartamudeó al ver la sonrisa increíblemente sexy de su novio.
—¿Con?
—Condón...necesitamos condón.
—No lo necesitamos, saldré a tiempo.
—Min-Min...Con-Con.
MinHo se inclinó sobre él para apresar sus labios entre sus dientes y dar leves tirones, con brazos torpes, Key abrazó a su novio, verlo arrodillado había sido sumamente excitante. Separó sus piernas y mientras Choi se acomodaba, KiBum comenzaba a generar pánico.
—No, espera, no, me va a doler.
—Solo un poco.
—Sí pero al menos tírame salivazo o gel o jálate el ganso y usa tu descarga de lubricante, que se yo pero no me la metas en seco que me va a doler.
Sí, así se arruinaba un buen momento sexy.
—Tranquilo, no dolerá.
—¿Es qué no te pinches estás viendo la cosa? ¡Me vas a dejar como pollo rostizado!
—¿Cómo?
—¡Bien ensartado!
MinHo rio, su novio era tan... ocurrente que no le quedó más remedio que ponerse en pie, abrir un cajón de su mesa de noche y extraer un lubricante natural.
—¿Feliz? —Mostró el envase a un Key aun derrumbado en la cama.
—Gracias, que considerado el destrozarme el culo con lubricante. Muchas gracias, amor.
—Lo vas a disfrutar.
—Cómo tú no eres el jodido...
MinHo abrió el envase, para callar a su novio arrojó una generosa cantidad a su rostro, solo así Key se calló para dar paso un chillido cero emocionante.
—Choi.
—Así te los voy a aventar.
—¡Vete al carajo! Me voy. —Se levantó o eso intentó ya que MinHo lo sujetó por el brazo y lo arrojó de nuevo sobre la cama. Key sonrió de lado, excitado de nuevo por el movimiento, volvió a ponerse en pie y fue arrojado a la cama de nuevo.
—¡Quieto! —Demandó el hombre.
—¿Y si no quiero?
—Haré que te duela y mucho...
MinHo ensombreció su mirada, contempló el cuerpo blanquecino de su novio sobre la cama y el deseo incrementó. Posó una mano sobre el abdomen plano y sonrió ante el contraste de sus pieles. Se arrodilló y atacó directamente el cuello esbelto con mordidas y succiones, una muy baja jugada para Key, quien no se quedó atrás al estirar la mano hacia abajo y deslizar los dedos por la erección contraria, descendiendo la mano hasta que sus dedos tocaron la dureza envuelta en suavidad de los testículos para darles un suave masaje.
MinHo jadeó y deslizó la lengua mediante la piel para llegar a uno de los botones rosados para aplanar el pezón y pronto poder succionar de forma suave, aquello hizo que KiBum soltara un gemido y buscando escuchar más, la succión pasó a ser más brutal, logrando arrancar un brusco jadeo que causó que la mano delgada tirara de la erección hacia arriba con la fuerza necesaria para hacer que Choi gruñera de placer.
Entre succiones y jadeos, todo fue trascurriendo, para cuando llegó el momento donde los temores de Key crecían, MinHo se acercó a su oído para murmurar.
—Estoy aquí.
—Lo sé. —Sonrió pero fue a medias, ligeramente temeroso.
La intromisión no dolió gracias al lubricante, fue incómodo pero no tan doloroso como creyó KiBum, incluso se permitió abrazar a MinHo quien permaneció un tiempo quieto tratando de regular la respiración por la excitante estrechez de su novio.
—KiBum, deja de moverte así, pareces gusano flameado.
—Debe ser porque el sartén es la cama y tú el alcohol. —Logró mascullar mientras trataba en vano de mantenerse quieto.
Bastaron tres movimientos para que KiBum comenzara a jadear olvidando la charla innecesaria, comenzó a rogar por más movimiento. La vista que tenía MinHo era de lo más perfecta, Key estaba con los brazos extendidos en un ruego inconsciente de desear más, los ojos entrecerrados por el placer y su pecho subiendo y bajando con rapidez fueron lo justo que necesitaba para aumentar su movimiento de pelvis. Gruñidos, jadeos y gemidos acontecieron aquella noche, una de tantas que necesitaban saciar.
A la mañana siguiente, Key seguía envuelto perezosamente en las sábanas cuando vio salir a MinHo del cuarto de ducha, únicamente vestido con un bóxer negro, el cabello húmedo y la espalda ligeramente mojada fue el detonante para que KiBum abriera la boca.
—Bendita sea la planta que dio ese algodón, con el cual hicieron tu hermoso calzón que sostiene tu paquetón.
MinHo río negándose a creer que había sucedido aquello.
—Tú no entiendes, ¿verdad?
—Puede que no. —Key sonrió abrazándose a la almohada.
—Necesitas aprender. —MinHo contempló la espalda desnuda de su novio y eso le hizo gruñir por lo que se avecinaba.
—¿Qué? ¡No era broma! —Chilló Key al sentir que las sábanas eran tiradas con brusquedad— ¡No Min, me duele, lo juro que no me levanté por eso, me duele mucho!
—Quejica.
—Cómo tú no sufriste.
—No vi que sufrieras mucho. —Choi se acostó para abrazar a KiBum y retenerlo entre sus brazos.
—Sufrí pero me aguanté. —Pretextó muy digno.
—Uy que valiente el niño. —Los dedos largos se enroscaron en la maraña de hebras castañas, KiBum se relajó y permitió que MinHo le peinara, como siempre, esa maña que había adquirido desde que se hicieron novios.
—Min, estoy feliz y no por esto, me refiero a que estoy feliz por estar contigo, porque me haces sentir bien, me siento especial entre tus brazos y porque tu compañía alivia mi alma.
—Soy feliz a tu lado por ser tu novio, más feliz soy porque eres mi motivo para que salgamos adelante.
—Felices hasta viejitos. —KiBum se acercó a MinHo para dar un beso a su mejilla.
Sí, definitivamente eran felices.
6 meses después.
—Por favor que diga que no, por favor, por favor, voy a dejar la putería pero por San SiWon que diga que no.
KiBum se retorció nerviosamente sobre la tapa del retrete, sus ojos se mantuvieron fijos entre sus dedos, escuchó el sonido de la puerta, los suaves golpes de MinHo preguntando si todo estaba bien pero él solo podía mantener su concentración entre sus dedos.
Negativo.
Cristo resucitado y vuelto a crucificar. Su alma volvió a su cuerpo. Abrió la puerta con fuerza y contempló a MinHo sentado en la cama solamente con el pantalón puesto.
—Coge feliz, coge contento pero no te vengas adentro —Gritó acusatoriamente— ¿Cuántas veces te he dicho afuera...a-fu-e-ra?
—No lo sé.
—¡Te juro que si te vuelves a venir adentro y repites tu pinche broma de y si hacemos un muñeco, te voy a destrozar el rostro. —Bramó Key.
La prueba había salido negativa, podía volver a respirar, no es que no quisiera un hijo de MinHo, es solo que no había pensado en niños aun, no cuando se encontraba en la universidad, no cuando comenzaba a empeñarse.
—Tranquilo Key, salió negativa. —MinHo se puso en pie y sonrió de lado.
KiBum quedó boquiabierto al ver a su novio así de seductor, dio un paso atrás y se quedó estático al recorrer lentamente con la mirada el bien formado cuerpo del hombre que amaba.
—Mira nada más, quién fuera molcajete para destrozarte el chile, papa-zote.
MinHo sonrió triunfal, no esperó pretexto alguno, tampoco era como si Key pensara hablar o él escuchar. La habitación quedó reducida a caricias, besos fogosos y jadeos de deseo.
Key había logrado ser un doncel delicado, no había muerto en el intento, tenía sus momentos vulgares, pero debido a su entrada a la universidad aquello había quedado reducido a casi nada, no cuando requería formalismo y gusto por los bueno modales.
Habían logrado superar aquel miedo que años atrás había atacado a Key, ahora era una persona feliz, entregada no solo a su novio, sino también hacia su profesión.
¿Cómo ser un buen doncel? y no morir en el intento había sido el plan perfecto para acercarlo a MinHo y también para volverse a amar a sí mismo.
Fin
24/06/17 – 29/06/17
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