XVII | Pantera Negra
—Steve...
—Ya sé. Bucky está en todas los noticieros.
Lyann escuchó a Steve suspirar al otro lado de la línea y pudo jurar que sintió el peso sobre sus hombros, lo cansado que estaba de ir tras una persona que no quería ser encontrada. Pero Lyann no intentó hacerlo retroceder. No, hace seis meses Lyann tiró la idea de dejar el asunto del Soldado del Invierno en el olvido porque supo que ya no había vuelta atrás, no cuando Steve Rogers estaba tan decidido en encontrarlo que acudió a ella.
—¿Has hablado con Nat? —le preguntó Lyann, parándose al pie de su cama, una habitación bastante diferente a la que celda que solía tener por habitación en casa de su padre.
Las paredes estaban pintadas de un suave color azul, con una televisión de cincuenta pulgadas sobre un estante de ropa a la derecha de una cama suave y cómoda. A ambos lados de esta, dos mesas de noche, a la izquierda había un escritorio y frente a la cama estaba el armario, un closet que se extendía a medida que Lyann lo llenaba tanto con ropa como con armas.
—Ella está bien —respondió Steve mientras Lyann observaba las noticias—. Sabe que ya estoy aquí, pero no quiere que intente hacer algo por los Acuerdos.
—Pero de todas formas lo harás. Irás tras Bucky.
El silencio de Steve le confirmó lo necesario, por lo que Lyann suspiró y concentró la mirada en lo que estaba esparcido sobre su cama.
Su traje de combate, un nuevo diseño que tanto Natasha como Lyann crearon juntas, estaba sobre la cama junto a sus sables eléctricos, cuyas huellas dactilares de Lyann estaban imprentadas en el metal solo para asegurarse que nadie toque ni use sus armas además de ella. O Steve. Y luego estaba el nuevo armamento de armas blancas, cuchillas de todos los tamaños y ángulos, con el peso exacto que Lyann necesita para hacer el tiro perfecto y dé en su objetivo.
—Muy bien, entonces —suspiró Lyann—. ¿Quieres a la chica buena o La Banshee?
Incluso Steve parecía sonreír cuando dijo:
—La Banshee.
Lyann y Steve entraron en el pequeño lugar que Bucky había rentado en un barrio de Bucharest, Rumania. Una habitación que consistía nada más en la cocina, la cama y el baño, más una puerta de salida de emergencias. Lyann no pasó por alto el hecho de que todas las ventanas estaban cubiertas por periódicos y las livianas cortinas corridas, ni tampoco le calculó más de dos meses a la estadía del Soldado del Invierno en este pequeño lugar.
Pero al menos le agradó saber que Bucky no andaba como un vagabundo por las calles y dejándose a la merced de cualquier persona que sabía quién era.
Los pasos de Steve y Lyann en suaves y silenciosos mientras recorrían la pequeña estancia con los ojos y con las manos, analizándolo todo con el ceño fruncido y, sin embargo, sin despegarse del uno y el otro. Se detuvieron cuando algo le llamó la atención a Steve, un pequeño cuaderno de notas de cuero negro sobre el refrigerador, y Lyann lo dejó revisarlo a solas.
—Atención, fuerzas armadas se aproximan desde el sur —les informó Falcon a ambos desde el auricular, y Lyann se vio a sí misma asintiendo a pesar de que nadie la veía.
—Entendido —respondió Steve.
Entonces, los labios de Lyann se tensaron en una muy diminuta sonrisa y se dio la vuelta, encarando a Bucky Barnes, quien los observaba a los dos con los labios entreabiertos, sorprendido. Luego Steve también se dio cuenta de la otra presencia entre ellos y se dio la vuelta, paralizándose al verlo.
Pero aun así Steve se las arregló para decir:
—Nos conoces.
—Eres Steve —jadeó Bucky, y Lyann trató de no mirar a Steve porque su mejor amigo recordó su nombro—. Leí sobre ti en un museo...
Pero algo oscuro cruzó la mirada del Soldado del Invierno cuando vio a Lyann, vestida en sus ropajes de combate, igual se la ha encontrado en tiempos atrás.
—Ya no sirvo para HYDRA, si piensas que soy una amenaza para ti —le dijo Lyann súbitamente, encogiéndose de hombros con una mirada divertida—. Aunque sí soy una amenaza para ti...
—¿Te aliaste con él?
Lyann ladeó la cabeza.
—¿Me creerías si te digo que el anciano vino a mí para encontrarte a ti?
—Llegaron al perímetro —anunció Sam, poniéndole más presión a la situación.
—Sé que estás nervioso y tienes muchas razones para estarlo —le dijo Steve dando pasos hacia Bucky—. Pero no te creo cuando dices que me conoces porque me leíste en un museo.
—No estuve en la asamblea. Dejé eso en el pasado...
—El resto del mundo no cree lo mismo —dijo Lyann justo cuando Sam decía:
—Están entrando al edificio.
Lyann sacó sus sables, sabiendo perfectamente que el Soldado del Invierno estaba atento a cada uno de sus movimientos, y buscó dentro de su ser esa forja de poder oscuro que dormitaba dentro de ella. Un solo roce y fue como si la bestia abriera un ojo luego de un sueño profundo, listo para el ataque.
—Hay personas que sí creen que fuiste parte de esto y no creo que quieran que sigas con vida...
Pasos se escucharon sobre sus cabezas.
—Están en el techo. Estoy en un punto débil.
Una mirada hacia Lyann. Eso fue todo lo que el Soldado del Invierno le dio para confirmarle que él también se estaba preparando para la batalla, remangándose la manga del brazo izquierdo para quitarse el guante.
—Esto no tiene que terminar en una pelea, Buck —suspiró Steve, pero Lyann estaba segura que el Capitán América se dio cuenta ya las palabras de racionalización no iban a funcionar, al menos no ahora que tenían un grupo de hombres armados a punto de caerles encima.
Bucky se quitó el guante y reveló una mano de metal.
—Siempre termine así.
—Cinco segundos...
—Steve —advirtió Lyann, pero él estaba decidido en hacer entrar en razón a su mejor amigo.
—Me salvaste del río, Bucky. ¿Por qué lo hiciste?
—Tres segundos.
El soldado lo miró.
—No lo sé.
—¡BOMBA DE GAS!
Justo cuando una pequeña bola entraba por una ventana, Lyann lo único que le vino a la mente en ese momento: batearla. Así que hizo un swing a tiempo para devolver la bomba de gas por donde mismo entró mientras que otra rompía una nueva ventana y caía a los pies de Steve, quien usó el escudo de Vibranium para evitar que destruya todo.
Bucky rápidamente usó el colchón para bloquear la tercera bomba que entró por la misma ventana y con la ayuda de la superfuerza de su brazo mejorado, lanzó la mesa hacia la puerta de entrada para bloquearla y darles un poco de tiempo para poder escapar de las Fuerzas Armadas de Rumania. Pero entonces dos soldados entraron por las ventanas, rompiéndolas por completo, y mientras uno de ellos iba a por Bucky, el otro tumbó a Lyann al suelo para quitarla del camino. No obstante, ella le pateó la rodilla y lo obligó a caer, golpeándolo fuertemente en el espacio descubierto de su cuello con uno de sus sables.
La puerta trasera se abrió y un soldado intentó dispararle a Steve, pero el Capitán desvió la boca del arma a tiempo antes de que Bucky llegara y pateara con fuerza al oponente, dejándolo inconsciente. Sin embargo, Steve lo agarró antes de que él pudiera hacer algo más.
—¡Espera o alguien morirá!
Antes de que Lyann pudiese anticiparlo, Bucky tumbó a Steve al suelo con el brazo de metal y ese mismo lo alzó para...
—¡NO!
Lo alzó para golpear la madera del suelo, sacando una mochila de un tirón y tirarla por la salida trasera.
—No voy a matar a nadie.
Otro soldado entró por la ventana. Ellos no lo vieron, pero Lyann sí, y lo siguiente que pasó después fue que el grito de Lyann envió al soldado a volar, golpeándose contra la pared hasta dejar una abolladura. Lyann saltó el desayunador para pegarle una patada al siguiente soldado que entró y quitarle el arma de las manos, maniobrando con sus sables hasta que el metal chocó con sus huesos y rompió algo, enviándolo al suelo mientras detenía a los demás que ahora comenzaban a abalanzarse por la abertura que crearon en la puerta principal.
Lyann era consciente de que el Soldado del Invierno se podía encargar de los diez hombres que subían por las escaleras él solo, pero si los tres querían salir de ahí pelear contra todos los que se interponían en su camino solo los retrasaría y los pondrá en desventaja.
—¡Los oídos, Bucky!
El guerrero entendió enseguida, tapándose los oídos mientras pateaba a un soldado justo a tiempo cuando Lyann Evans abrió la boca y el grito de la Banshee inmovilizó a los hombres que estaban más cerca y los que seguían subiendo por las escaleras.
—¡Vámonos! —bramó Steve y ninguno pensó en objetar mientras los tres soldados corrían escaleras abajo para salir de aquel endemoniado lugar.
Pero entonces, tres pisos más abajo, entre todas las posibilidad que podrían pasar, Lyann no pensó que Bucky le golpearía el rostro con la mano de metal para tomar su propio camino y saltar a otro edificio.
—¡Demonios!
Lyann no tuvo de otra que seguirle los pasos y saltar por igual.
El Capitán América encontró otros usos para el grito de La Banshee, como usar las ondas sónicas a su favor para amortiguar caídas como las que Lyann estaba enfrentando, así que el grito arrasó con su garganta mientras Lyann apuntaba al suelo del techo vecino y aterrizaba con suavidad.
—Acaso perdiste la cabeza! —exclamó Lyann furiosa, pero entonces Bucky se levantó y empezó a correr—. ¡Otra vez no, maldita sea!
Pero entonces algo la empujó con fuerzas, mandándola al suelo y rodar mientras que la nueva entidad cubierta por un traje negro y una máscara parecida a la de un gato comenzó a atacar salvajemente a Bucky. Y Lyann lo reconoció enseguida.
—Mierda.
Incluso cuando Lyann se unió a la pelea, la Pantera Negra sintió su presencia y esquivo su ataque, golpeando a Bucky en el proceso. Ella también esquivo el suyo y le propinó buenos golpes que debieron hacerle algún efecto, pero claramente nada sucedió porque la Pantera Negra siguió peleando como si sus golpes fueran el roce de una pluma.
—¡Steve! ¡Sam! —masculló ella con esfuerzo mientras Bucky y ella trataban de esquivar las filosas garras, luchado por mantener el ritmo de la agilidad de la Pantera Negra. Pero la silenciosa entidad de negro rasguñó a Bucky y pateó a Lyann, obligándola a golpearse contra unos calentadores.
Ella gruñó. Ya tuvo suficiente.
El grito de la Banshee fue algo que ni la Pantera Negra pudo anticipar, las ondas sónicas enviándolo a volar lejos de Bucky con tal de darle tiempo de huir de él mientras un helicóptero armado empezaba a dispararles. Tanto ella como Bucky no dudaron largarse de ahí, saltando las plataformas del edificio para poder llegar al suelo.
¿El problema? La Pantera Negra les pisaba los talones.
Pero ahí estaban ellos, el Soldado del Invierno y la Banshee, ambos experimentos y los más despiadados, exitosos y letales asesinos que HYDRA pudo haber creado jamás, corriendo lado a lado como hacían cuando les asignaban una misión juntos. Los dos, como uno, saltaron para llegar al camino que los llevó a un túnel llenó de autos en movimiento, pero eso a ninguno de los dos les molestó en cuanto empezaron a correr como alma que lleva al Diablo.
Lyann era vagamente consciente el eco de las sirenas detrás de ella, pero cuando vio las luces azules y rojas a unos metros más enfrente de ella, Lyann jaló a Bucky del brazo de metal para evitar ser arrollados por una bandada de patrullas policiales.
—Demonios, Lyann, sigue corriendo —gruñó Steve a través del auricular y fue lo único que le ha dicho en todo el momento desde que empezó la persecución, pues ella estaba concentrada en atrapar a Bucky mientras Steve y Sam despejaban el camino desde atrás.
El túnel llegó a un claro y Bucky encontró el transporte perfecto: una motocicleta, pero sabía que tenía que actuar rápido porque estaba al tanto de la presencia de la pequeña demonio rubia que corría como loca a su lado. Así que Bucky rápidamente la obligó a colgarse de su cuello mientras su mano metálica se aferraba al manubrio de la moto y tumbaba al conductor en el aire, para terminar los dos montados en ella y en marcha enseguida.
—¡Estoy detrás de ustedes! —le dijo Steve, y para cuando Lyann se atrevió a mirar sobre su hombro se dio cuenta de la patrulla que manejaba el Capitán América, un coche que casualmente no tenía parabrisas.
Y entonces Lyann vio a la Pantera Negra trepar por el techo de la patrulla para saltar hacia ellos. Con un bufido fastidioso, Lyann evitó que eso pasara usando su grito, desequilibrando un poco la motocicleta por la fuerza, pero al menos la Pantera Negra no estaba tan cerca de ellos como antes.
Otro claro en el túnel se acercaba y Bucky tenía que asegurarse de que no lo siguieran, así que rebuscó entre su mochila de municiones. Luego se encargaría del demonio que se aferraba a él mientras Bucky conducía como un desquiciado.
—¡No, bomba no! —chilló ella cuando se dio cuenta de sus intenciones, pero era muy tarde: ya Bucky la lanzó y la pegó al techo del túnel, explotando un segundo después de ellos lo traspasaron y parte del cemento se derrumbó al suelo.
De repente, la motocicleta perdió el control y Lyann y Bucky cayeron al suelo, sin poder parar de rodar por el pavimento. Ella chilló cuando su hombro derecho hizo crac cuando rodaba por enésima vez y al fin se detenía solo para ver como el Capitán América tacleaba a la Pantera Negra antes de que encajara las garras en Bucky y acabara con su vida.
Contra todo dolor, el hombro dislocado y el leve zumbido en su cabeza, Lyann se levantó del suelo y electrificó sus sables, tanto ella como el Capitán América y el Soldado del Invierno listos para atacar cuando la Pantera Negra hiciera la primera movida... Sin embargo, anda de eso pasó cuando de pronto los cuatro se vieron rodeados por patrullas y patrullas...
Y Rhoedy apareció del cielo, aterrizando con un sonido metálico al lado de Lyann y sacó sus armas, apuntándolos a todos.
—Felicidades, ustedes dos. Ahora son criminales.
¿Yo publicando dos veces en una semana? ¿Y esta rareza? HAHAHAHAHAHAHA
No, tranquilas, amigas, que de ahora en adelante todas las actualizaciones serán los sábados. Necesito organizar mis historias y también sus días de actualización, así que Banshee se estará publicando los sábados. Atentas 😉
Y volviendo al capítulo... ¡BUCKY Y LYANN SE REUNIERON! Debería estar gritando porque Bucky y Steve al fin se encontraron, pERO ES EL REENCUENTRO DE NUESTRA BEBA QUE YO QUERÍA
Y miren que resultó bastante bien 😂 espero que les haya gustado ❤️
Hasta el siguiente sábado,
Love
Queen
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