VI | Y nadie se salvará
LYANN PASÓ LA YEMA DE SUS DEDOS ALREDEDOR DEL COLLAR ESPECIALIZADO QUE LE COLOCARON, una mueca desprecio en el rostro. El collar estaba ahí especialmente para detenerla si trataba de usar su grito para hacer cualquier cosa, cuyo propósito era enviarle corrientes eléctricas que hace que se le cierre las cuerdas bocales y evita que su grito salga.
Con el ceño fruncido, Lyann recordó como la flecha chocaba en su pecho y miles de corrientes eléctricas se veían recorriendo su cuerpo, paralizándola, torturándola, enfureciéndola...
Un gruñido vibró en su pecho, lo bastante alto como para que el equipo del Capitán América lo escuchara a través del espejo. Y todos vieron el odio que había en sus ojos, la Muerte segura que les esperaría si se atrevían a entrar en su celda, sin importar que tuviese el collar o no.
Lyann estaba furiosa... Más que eso, era una bomba que estaba por explotar.
Y Wanda se los hizo saber a sus compañeros. Sin embargo, estaba intrigada con ella, quería saber el origen de tanto desprecio hacia ellos tan de repente.
—Evitamos que escapara —ironizó Sam una vez que volvieron a entrar a las instalaciones con una Lyann inconsciente en los brazos de Steve—. Tiene sus razones para estar enojada.
Pero ahora todos veían a qué grado estaba enojada. Es más, era algo más que estar enojada...
Se trataba de un desprecio que llevaba dentro de ella desde hace mucho tiempo.
Y Wanda quería saber la causa.
—¿Has encontrado algo? —le preguntó Steve a Natasha una vez que la pelirroja entró en la sala común. Wanda fingió seguir leyendo su libro.
—Aún no —masculló Natasha y se tumbó en el sofá junto a Wanda—. Hemos estado muy ocupados, por si no te has dado cuenta. Tu más que todos, especialmente. Ya sabes —Natasha le dio una mirada cómplice—, por la niña que mantenemos encerrada.
—¿Has tenido suerte con ella? —le preguntó esta vez Sam, quien estaba recostado de una columna tomando café de una taza con la inscripción "Falcon es mejor que el Cap".
Steve suspiró con pesadez y lanzó el folleto que estaba leyendo a la mesita de en medio.
—Si antes ella consideraba un chiste todo esto, ahora parece lista para verte quemándote vivo.
Clint suspiró.
—Este odio se está extendiendo...
—No es odio —replicó Wanda sin mirarlos, con los ojos fijos en las palabras de su libro. Tuvo que aguantar la leve sonrisa cuando sintió todas las miradas sobre ella.
A su lado, Natasha se movió para analizarla mejor.
—Tú sabes algo que nosotros no, ¿cierto, brujita?
Wanda se encogió de hombros.
—Tal vez.
Clint rodó los ojos.
—Escúpelo ya.
Wanda calló por unos largos segundos, el ceño arrugado, buscando las palabras correctas que los haga comprender la causa de tanto odio en Lyann.
—Algo hicimos —empezó Wanda con cautela tras un minuto de silencio—. Algo hicimos nosotros que despertó aquel desprecio, porque lo que siente no es algo reciente —Wanda arrugó los labios—. Es más algo que ya ha estado ahí desde hace un tiempo.
—¿Despertamos un recuerdo suyo? —Quiso saber Sam mientras todos los demás se miraban igual de confundidos.
—Algo que HYDRA pudo haberle hecho.
—Pero ha pasado por mucho —replicó Clint—. Puede ser cualquier cosa...
Sam los miró a todos.
—¿Qué tal cuando experimentaron con ella? ¿Cuando la convirtieron en... eso?
—Imposible, ella nació así —negó Natasha.
—¿Cuando experimentaban con ella?
Todos miraron a Wanda expectantes, a la espera de la respuesta que querían.
—Cuando la castigaban.
Con una mueca, Lyann intentó acomodar el collar eléctrico alrededor de su cuello porque le estaba picando y le rasguñaba la zona, pero el collar no cedió ni se movió. Lyann gimió por lo bajo, y, para su desgracia, aquel mínimo esfuerzo de su voz le provocó una descarga. Los ojos se le pusieron vidriosos cuando se lastimó las ampollas que empezaban a salirle a cada lado de su cuello, donde las descargabas eléctricas se centraban.
Sobre la cama de su celda, Lyann cerró los ojos con fuerza e intentó relajarse, pero recuerdos oscuros aparecían cada que vez que los cerraba, y de estos ella no podía escapar.
—Esas heridas que tienes es la espalda, ¿son de latigazos? —le había preguntado una vez Steve Rogers, con la voz ronca, llena de cautela y rabia.
Pero Lyann no había contestado. De tantas preguntas, Lyann decidió no responder a ésa en específico.
Aunque la respuesta era un no, no pertenecían a latigazos. Al menos, no exactamente.
Los látigos no era el estilo de castigo de HYDRA, no con Lyann.
A modo de castigo, a Lyann le daban latigazos... electrizados.
Por eso Lyann se empeñaba a ser exitosa en cada una de sus misiones asignadas, para no fallar y recibir castigo, para no noten debilidad y mostrarles que la asesina que hicieron no caía de rodillas ante de nada. No obstante, Lyann sí caía de rodillas, cuando la castigaban lo hacía. Y se permitía gritar de agonía, porque los latigazos que le daban eran simplemente demasiado para ella. Para su frágil piel. Para sus huesos.
En HYDRA, no le daban primeros auxilios para curarle las heridas de latigazos. Es más, dejaban sus heridas a la merced de Lyann, que sanasen por sí solas. A veces, le asignaban misiones fuertes apropósito para que, en un momento de combate, las heridas la lastimen y reciba aún más heridas. Por eso Lyann cargaba con tantas cicatrices, porque las heridas de su espalda le resultaban tan pesadas y dolorosas que se desconcentraba y recibía heridas nuevas. De no ser por ellas, Lyann no tendría tantas cicatrices.
¡Era una máquina de Muerte, por Dios! Creada por el mismísimo HYDRA...
Y el hecho de que el equipo del Capitán América se enteró de alguna forma de cómo ponerle las riendas necesarias que mantendrían a la bestia bajo control hacía que su sangre hirviera, que su poder rugiera dentro de sí, que las tormentas azotaran ciudades y destruyeran todo a su paso por ella, que su mejor amiga, La Muerte, ataque con más frecuencia.
Alimentaba el hueco oscuro que había en vez de alma, le daba fuerzas a su sed de sangre, a su rabia, a su maliciosa y cínica mente, donde las más horrorosas muertes permanecían dentro, donde los modos de hacerte gritar de pavor eran los susurros que escuchaba todos los días de su vida.
Y ahora mismo los susurros eran ecos en su cabeza, oscuros, profundos, sucios. Lyann estaba complacida de tenerlos, pues cuando llegara el momento...
Esta vez no se iba dejar atrapar.
Esta vez, La Muerta se deslizará por los pasillos.
Y nadie se salvará.
Me gustaría especialmente agradecerle a todas esas lectoras que dicen esas cosas tan bonitas de mi forma de escribir, de verdad sus palabras me han tocado, en especial éstas:
"THIS IS ART. Btw, toda una obra de arte el capítulo, ¡Me encantó, es hermoso!❤️" -QueensOfDrexms. "Faaaaa loco faaaa cada vez amo mas este fic nunca había leído uno de marvel q me gustara tanto y eso q leí millones ahre jsjsjs" -florchuguzman. "Me encanto el capítulo realmente me gusta :)" -BansheeHuman5hBTRCc
No tienen ni idea de lo mucho que esto significa para mí, cuánta pasión hace que ponga en cada una de las palabras que escribo no solo para ésta, sino para todas mis historias. Muchísimas gracias a todas, sus palabras son una inspiración grandísima para mí.
Y gracias también a las que se dedican a solo leer y votar, aprecio que tomen un poquito de su tiempo para leerse ésta historia en particular.
Muchísimas gracias,
Wolf Queen
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