I | No le temo a nada, Capitán America
HYDRA ha caído.
HYDRA falló en su misión, y en consecuencia, todos han caído.
Todos menos Lyann Evans.
Ella, una de las armas favoritas de HYDRA, observaba las noticias de último minuto en una cafetería cercana a Manhattan que mostraba una imagen donde antes el centro de SHIELD en Washington D.C. se alzaba glorioso, ahora hecho nada más que escombros y polvo, simbolizando su caída... y el fracaso de HYDRA.
Lynn Evans se mantuvo impasible en su asiento mientras le daba un sorbo a su jugo de limón y masticaba un trozo de pan.
Ha caído.
Ha caído.
Lyann revisó la hora en su reloj. En media hora debía estar de camino al jet que la llevaría justamente al centro, ahora en ruinas, de SHIELD para reportarse con su jefe junto a otra arma más de HYDRA. Dándole unos últimos sorbos a su jugo, Lyann se incorporó y salió de la cafetería, cruzó la calle y entró al loft de su padre. Adentro halló dos bultos y un maletín plateado que se había llevado para su misión encomendada.
Lyann pocas veces viajaba con mucha carga durante sus misiones, sólo necesitaba una pequeña mochila, ya que su traje de combate estaba lo suficientemente bien equipado como para portar con las fundas para guardas sus espadas electrizadas en su espalda, también estaban las fundas para equiparse con unas diez cuchillas de todos los tamaños, más cinco fundas para sus revólveres y tres sacos para guardar las municiones. A veces guardaba en su bulto un par de armas más y, en lo que lo otro respectaba, tampoco se equipaba con mucha ropa.
Lyann volvió a revisar su reloj y echó un vistazo su teléfono móvil. Nada. Ni una sola llamada de su jefe o de su padre...
No le importó; el reloj hacía tictac y tenía que llegar a ese jet cuanto antes. Lyann se colgó los bultos, tomó el maletín y salió del loft sin articular palabra alguna a la mujer que limpiaba la habitación.
El auto de HYDRA que la esperaba afuera la llevó a la granja abandonada en Long Island para ir al jet, subió al avanzado avión, se sentó y se colocó el cinturón de seguridad sin siquiera mirar al piloto.
—Agente Evans, sección 3-A —se reportó Lyann monótonamente—. El maletín que se me ha pedido extraer se encuentra aquí. La misión está cumplida.
El piloto asintió en respuesta y se dispuso a presionar algunos botones y mover interruptores, y en unos minutos ya Lyann estaba volando de regreso a Washington DC.
Supuso que al llegar solo hallaría caos, sin embargo, cuando pisó tierra también notó un silencio rotundo por parte de HYDRA. Nadie se reportó cuando Lyann acudió a su jefe para notificarle de haber arrivado, ni su padre, compañeros de combate o los agentes con Lyann tenía más contacto. Es decir, con los que trabajaba con más frecuencia.
—Debe ser por el gran problema con el que lidiamos ahora mismo —le comentó el piloto, que también sería quien llevara a Lyann de regreso a la mansión de su padre.
Lyann solo bufó.
—Andando ya.
Así que se dirigió a la mansión y esperó a que su padre volviera para que la llevara a su habitación, la cual en realidad era un celda donde la encerraba cada vez que regresaba de una misión, o entrenamiento, o reunión.
Pero su padre jamás llegó. Tampoco el día siguiente. Ni el día después de ese. Sus contactos seguían sin dar señales, al igual que su jefe, y las líneas continuaban muertas.
Lyann miró las noticias que aún pasaban en la televisión sobre la caída de SHIELD con ojos analíticos mientras la señora del servicio limpiaba la cocina detrás de ella, sintiendo su don palpitarle por dentro, hablándole, susurrándole.
Lyann revisó la hora. 6: 49 P.M. Se quedó quieta por unos instantes, pensando, y luego chasqueó la lengua.
—Al carajo con esto —murmuró, encaminándose a su celda para cambiarse.
El crujir del cuero de su traje de combate y la forma en la que se acomodaba a su cuerpo le dieron la bienvenida antes de que Lyann se dedicara a elegir sus cuchillas de filo favoritas. Deslizó la punta de sus dedos por encima de la hilera de dagas, sopesó los tamaños y sus diseños, y optó por cuatro cuchillas pequeñas. Luego tomó sus espadas eléctricas, dos revólveres con su paquete de municiones y guardó todo en cada bolsillo de su traje. Ya preparada, se amarró el cabello rubio en una cola de caballo y se tronó el cuello antes de salir de la casa lista para cazar.
Pero fue una caza inútil, pues no había más que escombros y polvo cuando Lyann llegó al centro donde una vez SHIELD lideró con astucia. Se dio cuenta de que no tenía idea de lo que estaba haciendo ahí; Lyann se dejó llevar por el instinto. Así que esperó sobre la rama de un árbol alto... Esperó por la señal que su instinto presentía.
Silenciosa. Calculadora. Estratégica. Brutalidad. Obediencia. Lyann repasó cada paso que le habían enseñado durante su arduo entrenamiento para transformarla en una de las armas más importantes y exitosas de HYDRA, y pronto Lyann se entregó al bosque a su alrededor. Se entregó y se hizo parte de él, escuchando, sintiendo lo que pasaba, esperando...
Esperando a nada. Nadie se acercó salvo los animales nocturnos que merodean por aquí y por allá. Los sentidos humanos de Lyann no detectaron nada además de silencio y pura quietud.
Su don, no obstante...
Su don sintió los ojos de alguien sobre ella.
Lyann decidió que la inspección había sido una total pérdida de tiempo y se marchó de vuelta a la casa del hombre que nunca la dejó ser una adolescente con los músculos tensos, en alerta, sintiendo los ojos de aquella entidad todavía sobre su persona en su camino de regreso.
Lyann tomó el camino que daba a la parte trasera de la mansión. Siempre entraba por la parte trasera cuando el servicio doméstico culminaban su trabajo y activaban el sistema de seguridad antes de irse, así que, sintiendo su estómago gruñir por comida, Lyann alzó su dedo pulgar para colocarlo en el detector táctil... hasta que notó algo.
La puerta estaba entre abierta. Sólo unos centímetros.
Pero esos centímetros bastaron para que Lyann cambiara de piel y se transformara en lo que todos temían.
La Muerte.
Sus pasos por la oscura casa eran horriblemente silenciosos y su respiración era increíblemente tranquila, como si todos los días alguien se infiltraba en su casa y ella estuviera lista para el ataque. A penas escuchó el silbido que hicieron sus espadas eléctricas cuando las desenvainó. Alcanzó la sala de estar; todo estaba oscuro, todo estaba en silencio. Un botón y Lyann tuvo visión infrarroja, gracias a los lentes de contactos que HYDRA le facilitó una vez para una misión en Alemania, y los ojos azulados de la asesina recorrieron la estancia.
A seis pasos a su derecha había una persona acuclillada sobre el desayunador, a diez pasos a su izquierda había otra parada en la entrada del pasillo que daba a las habitaciones, a quince pasos habían dos personas paradas frente a ella y a veinte pasos había otra plantada junto a la puerta principal, bloqueando la salida.
—Si piensan robar —dijo Lyann, su voz aterciopelada y letal—, me temo que se han equivocado de casa. —Su rostro se iluminó cuando sus espadas eléctricas chispearon—. Tienen diez segundos para irse —siseó.
Las luces de la casa cobraron vida y la luz infrarroja de los lentes de contacto de Lyann se desactivó automáticamente.
Y Lyann pudo registrar a los intrusos.
Parada en la entrada del pasillo estaba Wanda Maximoff, hermana gemela de Pietro Maximoff —ambos experimentos de HYDRA—, mejor conocida como la Bruja Escarlata. Las figuras de las personas frente a ella pertenecían al increíble arquero, Clint Barton, y la agente Natasha Romanoff, mejor conocida como la Viuda Negra. Quien se encontraba acuclillado sobre el desayunador era Sam Wilson, también conocido como el Falcon.
Luego, y por último, estaba él.
Steve Rogers estaba parado frente a la puerta, bloqueando la salida. El Capitán América estaba en su casa... y no se veía de ánimos para tener una charla y tomar café con galletas.
Lyann tampoco.
—SHIELD —masculló ella entre dientes—. ¿A qué debo el placer?
—Sólo venimos a hablar —le dijo el arquero, pero Lyann enarcó una ceja antes de responder.
—Su flecha me dice lo contrario, señor.
—Sería mucho más fácil si tú bajaras también esas espadas, ¿sabes? —comentó Falcon—. Es tan sólo una sugerencia, eh.
—Acaban de limpiar la casa y tus botas están ensuciando la cocina —Lyann los observó a todos, oscuridad danzando en sus ojos—. Todos están ensuciando la casa. Lárguense o mueran.
—Preferimos tomar el riesgo a morir —habló la mujer con poderes de distorsión de la realidad, Wanda Maximoff.
Lyann sonrió de lado.
—Hola a ti también, Bruja Escarlata.
Wanda Maximoff se mantuvo impasible al recordar cómo era posible que Lyann Evans la conociera.
—Baja las espadas, Lyann —pidió con suavidad Steve Rogers, sus azules mirándola con intensidad—. No vamos a herirte, si es lo que temes.
Miedo.
El poder de Lyann rugía en su corazón, taladraba su mente cuando respondió con voz neutra y problemática:
—No le temo a nada, Capitán América.
Silencio fue todo lo que siguió después, y Lyann empezaba a hartarse. Quería a SHIELD a kilómetros de distancia.
—¿Vinieron a exterminar un arma de HYDRA? ¿A eso se dedican ahora, matar a los servidores de HYDRA? —se burló Lyann y la oscuridad de sus ojos bailó con diversión oscura—. Queridos, por más que intenten, no lograran eliminarlos a todos. Son como cucarachas, se multiplican a cada segundo.
—No puedo estar más de acuerdo con ella —dijo Natasha Romanoff chasqueando la lengua y Lyann juró ver diversión brillar en sus ojos verdes.
Lyann resopló.
—Claramente no pretenden irse, así que permítanme obligarlos yo misma.
Y Lyann gritó.
Usando sus manos para guiar el sonido inhumano, Lyann envió su grito desgarrador contra Falcon, quien salió volando, chocó contra las despensas blancas y las rompió en el proceso, creando un estruendo ensordecedor que fue opacado rápidamente por el grito de Lyann. Clint Barton era el siguiente objetivo de su grito y ella desvió una flecha que iba a su cabeza inclinándose a un lado.
Lyann saltó sin siquiera mirar cuando el escudo del Capitán América giraba hacia sus pies y lanzó dos cuchillas hacia Natasha justo antes de que Wanda Maximoff se postrara ante ella, en sus manos danzando su poder de color escarlata.
Y fue como si el mundo dejara de respirar ante la batalla que estaba por desatarse.
La Bruja Escarlata y la Banshee se miraron a los ojos, y mientras Lyann envainaba sus espadas Wanda se tomó la libertad para pensar qué clase de horrores iba a desmantelar sobre Lyann con su poder, sin saber que no existía horror alguno que pudiera hacer que Lyann Evans cayera de rodillas ante un oponente.
Porque ella era el Horror.
Ella era La Banshee.
El poder de Wanda cargó contra Lyann y los ojos azulados de Lyann destellaron con finas líneas escarlata cuando el poder de Wanda hizo desgracias en su mente. Lyann aspiró aire profundamente y el mundo hizo lo mismo otra vez.
Pero el poder de la Bruja Escarlata no fue suficiente para el poder de Lyann, porque cuando el grito de Lyann salió disparado en su contra, la casa tembló, las alarmas de automóviles cercanos se activaron, perros de las casas vecinas empezaron a ladrar y el cielo relampagueó, advirtiendo al mundo de los verdaderos horrores que se enfrentaría si Lyann le daba rienda suelta al oscuro poder que dormitaba por dentro.
La nariz de Wanda Maximoff goteaba sangre al apoyarse de la pared más cercana que tenía, sintiendo su cerebro retumbar dentro de su cabeza por tal grito, por tal fuerza, mientras el pitido en sus oídos tardaba en desaparecer. Tal poder la había dejado indefensa en cuestión de segundos; ella no recordaba que Lyann Evans fuese tan poderosa cuando su padre y ella pasaron un día por el centro donde ella y su hermano gemelo habían sido experimentos exitosos de HYDRA.
Pero mientras Lyann luchaba y se envolvía en los brazos de su amiga fiel la muerte, Natasha Romanoff se encargaba de deslizarse con sigilo a sus espaldas para adormecerla. Y cuando vio la oportunidad, que tuvo el cuello de la rubia al descubierto cuando luchaba contra Falcon, Natasha dio dos pasos y enroscó un brazo alrededor del cuello de Lyann mientras la asesina soltaba un chillido que le desgarró los oídos a todos. Natasha incertó el tranquilizante y Lyann Evans se relajó en sus brazos cuando la sustancia recorrió rápidamente su sistema. Ella ya cerraba los ojos lentamente cuando Natasha la recostó suavemente sobre el piso frío.
Con las respiraciones aceleradas y los músculos en tensión, el equipo del Capitán América rodeó a la pequeña figura rubia cubierta por cuero negro y armas de filo para observarla con sorprendida determinación.
Sam Wilson chasqueó la lengua.
—Dime que tienes algo para mantener la boca de esa niña cerrada, Cap.
PRIMER CAPÍTULO OFICIAL DE BANSHEE!!
AHHHHHHHHHH
QUÉ EMOCIÓN!!
Estoy muy muy eufórica con eso, por Dios Santo!!
Bendito sea Rowan, tengan piedad, porque yo me estoy muriendo!!
Les ha gustado??
Espero que sí, la verdad, porque a mí me encantó como quedó este primer capítulo!!
Dejen muchos comentarios, saben que me gustan ;)
Se les quiere mucho, mis amigos ♡
Nos vemos :)
~Wolf Queen
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