20 | ¿una cita?
XX. A DATE?
Las semanas pasaron, y septiembre dio paso a octubre.
—¡Allison!
La chica se giró, mirando con una sonrisa a los que habían gritado. Se dirigía a los vestuarios, porque Oliver Wood había citado a todo el equipo.
Los gemelos llegaron a paso rápido a su lado, y los tres se dirigieron entre risas al lugar donde el equipo esperaba. Pasar tiempo con los gemelos Weasley implicaba que después te dolería la tripa de tanto reír.
—Apuesto a que la charla de Oliver dura una hora y media como mínimo —se aventuró a decir George, mientras cruzaban los pasillos.
—No creo —contradijo Ally—. Wood solo nos tiene que decir cuándo vamos a entrenar y poco más, veréis.
Fred y George rieron negando con la cabeza.
—¿Qué tiene tanta gracia?
—Oliver tardará más de una hora y media, ¿aceptas la apuesta o te retiras?
—¿Qué apuesta? —Allison miró curiosa a George.
—Si tarda lo que yo digo, me debes un favor. Si tarda menos, te lo debo yo.
Allison se lo pensó unos segundos, y contestó después de cruzar la puerta del vestuario.
—Acepto. Prepárate para tu derrota, Weasley.
Oliver Wood estuvo una hora hablando sobre que ese año tenían que ganar la Copa de Quidditch. Fred y George intervenían mucho en el discurso, para que se aplazara más, y Allison no paraba de quejarse de sus trampas.
Cuando solo faltaban diez minutos para el tiempo que George había marcado, Oliver les dejó marchar. Los gemelos intentaron convencerle de repasar una jugada muy importante, pero por sorprendente que sonará, Wood dijo que no había tiempo.
—Ahora me debes un favor —le recordó a George cuando salieron del vestuario, con una sonrisa prepotente en la cara.
—A su servicio, milady —dijo George, haciendo una reverencia con la cabeza. A Allison le recordó a la clase que tuvieron con los hipogrifos.
Y por culpa de Malfoy ahora tenían que cuidar gurasajos.
—Quiero que cargues conmigo cuando te lo pida; a caballito.
—Fantástico, seré un caballo estupendo —le aseguró, sonriendo.
—Ahora. —Allison hizo que se agachara, para que ella pudiera subirse en su espalda—. Vamos hasta la Torre, quiero coger bombas fétidas y echarlas en las mazmorras. Ya es casi la hora de la cena y no habrá nadie por ahí.
—¡Allá vamos!
George hizo un sonido parecido a lo que haría un caballo, y se dirigió animado hasta la Torre. En las escaleras, Allison bajó de encima suyo y fue corriendo hasta llegar a su cuarto.
Esa noche los Slytherin respiraron algo más que la humedad de las mazmorras. A ver si Draco dejaba de ser tan dramático, estaba aburrida de los gusarajos.
* * *
A Allison le encantaba pasar tiempo entrenando. Cuando jugaba al quidditch se centraba en eso, y hacía mucho que apenas pensaba en Sirius Black. Entre la tarea y los entrenamientos no le quedaba tiempo.
Volvía con Harry de uno, cuando se encontraron su Sala Común más animada de lo normal.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Harry a Ron y Hermione, que hacían deberes junto al fuego.
—Primer fin de semana en Hogsmeade —contestó Ron, señalando con el dedo el tablón de anuncios—. Finales de octubre. Halloween.
—Estupendo —habló Fred, quien también llegaba del entrenamiento—. Tengo que ir a la tienda de Zonko, casi no me quedan bombas fétidas.
Allison soltó una carcajada recordando cuando echaron las bombas a los Slytherin. No consiguieron pillarles, y las mazmorras estuvieron apestado toda la noche.
—Creo que George cogió bastantes. Le dije que yo tenía, pero insistió en que las suyas eran mejores. Y lo eran.
—La próxima os la cobro, mira que no avisar al gemelo más guapo de los dos.
La chica le hizo la burla y se dirigió hacia su hermano y sus amigos, sentándose con ellos.
—Harry, estoy segura de que podrás ir la próxima vez —oyó a Hermione, que trataba de consolar a Harry—. Iréis los dos —añadió al ver a Allison—. Van a atrapar a Black enseguida. Ya lo han visto una vez.
—Black no está tan loco como para intentar nada en Hogsmeade. Preguntadle a McGonagall o a Lupin si podéis ir ahora. Pueden pasar años hasta la próxima ocasión.
—¡Ron! —regañó Hermione—. Los dos tienen que permanecer en el colegio...
—No pueden ser los únicos de tercero que no vayan. Vamos, chicos, preguntadles...
—No hacía falta que intentaras convencernos. Llevo toda la semana mandándole indirectas a Rem. Harry, ahora es tu turno de engatusarle. Yo hablaré con Minnie.
—Si la llamas así ya te puedo decir yo lo que te va a contestar —bromeó Harry.
Hermione iba a protestar cuando su gato saltó a su regazo con una araña muerta en la boca.
—¿Tiene que comerse eso aquí delante? —preguntó asqueado Ron.
—Bravo, Crookshanks, ¿la has atrapado tú solito? —Hermione ignoró a Ron, para variar.
Y Crookshanks se comió la araña mirando fijamente a Ron.
—No lo sueltes —pidió él irritado, volviendo a sus deberes—. Scabbers está durmiendo en mi mochila.
Y al final del día, Ron y Hermione estaban peleados. Porque aunque Ron le había dicho que no le soltara, el gato poco caso le hizo. Casi mató a Scabbers, y Ron no quería olvidarse de ello ni al día siguiente.
Allison, cansada de oír a Ron hablar mal del gato de Hermione durante el desayuno, decidió sentarse en otra mesa para Herbología. Acabó con Hannah Abbott y Ernie Macmillan como compañeros. Eran bastante simpáticos, el par de Hufflepuff, y además se les daba bien la asignatura.
—¿Ya sabéis lo que haréis en Hogsmeade? —preguntó Hannah, mientras ponía unas habas en una bandeja.
—No estoy segura de si podré ir, todavía tengo que convencer a McGonagall —repuso Allison, mirando distraída a la puerta de clase.
—Ay, siento haber sacado el tema, pensaba que irían todos los alumnos —se disculpó de forma sincera Hannah. Tenía las mejillas sonrosadas, y Allison pensó que se veía muy guapa de esa forma.
—No te preocupes, podéis hablar de ello. No me molesta —aseguró, sonriendo de costado y volviendo su atención a la clase, arrancando unas vainas a la Vainilla de viento.
—¿No conseguiste que te firmaran la autorización? —preguntó Ernie, con la cabeza agachada para tomar apuntes, pero con la mirada puesta en Allison.
—Es algo complicado.
Hannah le dio un codazo suave a Ernie, como regañándole por haberse metido donde no le llamaban.
—Si al final te permiten ir, podríamos ir juntos a tomar algo. Me han comentado que Las Tres Escobas es un buen local.
Allison no entendía si se refería a los tres o solo a ellos dos, porque a la única a la estaba mirando era a ella. Los ojos marrones de Ernie estaban fijos en su rostro, y por alguna razón le puso un poco nerviosa. De cerca, se dio cuenta que Ernie era bastante más guapo de lo que ya pensaba.
—¿A qué te refieres? —le preguntó—. ¿Los tres?
—Me refería más bien a los dos.
Hannah miró boquiabierta a su amigo.
—¿Le estás pidiendo una cita enfrente mío? Soy tu mejor amiga, al menos espera a que me vaya para empezar a ligar —le replicó, pero su cara reflejaba diversión.
Allison no podía estar más confundida. ¿Desde cuándo Ernie se había fijado en ella? ¿O desde cuándo los chicos, en general, lo hacían?
—No sé si me dejarán ir. Pero si al final puedo, supongo que nos veremos en Las Tres Escobas.
Ernie le dedicó una enorme sonrisa, la cual Allison correspondió de buena gana. Hannah, mientras tanto, había decidido fingir que prestaba atención a la planta.
Estuvo pensando bastante en el tema. Era la primera vez en Hogwarts que alguien —que no fueran sus amigos— le prestaba más atención a ella que a su hermano. Siempre se sentía frustrada porque la gente decía cosas como, «Pobres mellizos que no pueden ir a Hogsmade. Es porque Black quiere matar a Harry, para acabar lo que empezó el Innombrable».
¡Igual a la que quiere matar es a mí!, pensaba ella, con total indignación. Parecía que únicamente se preocupaban por Harry y tan solo le prestaban atención a él.
Odiaba sentirse celosa por tonterías como aquella. Pero en tres años, solo sus amigos la llamaban por su nombre y se preocupaban por ella. Todos los demás era como si solo la conocieran por ser la hermana del Niño Que Vivió, y parecía que solo vivía a su sombra o algo por el estilo.
Así que, cuando alguien la notó por encima de Harry, ella se emocionó. Decidió que convencería a McGonagall y que conseguiría ir a Hogsmeade. Tendría una cita, por Godric, una cita. Cuando le contó a Ginny en verano que Ernie era uno de los más guapos de su curso, no se imaginaba que fuera a pasar algo como aquello. Aunque tampoco esperaba que se pusiera aún más guapo durante el verano.
Antes de que McGonagall llegara a clase de Transformaciones, Lavender rompió a llorar de forma repentina. Allison se acercó a su amiga, quien era consolada por Parvati.
—¿Qué ocurre, Lav? —preguntó algo preocupada.
—Esta mañana ha recibido una carta de casa —susurró Parvati—. Se trata de su conejo Binky. Un zorro lo ha matado.
—¡Vaya! —exclamó Hermione—. Lo siento, Lavender.
—Eso es terrible —se apenó Allison, quien no podía soportar la idea de perder a su mascota, Hedwig, y sabía que Lavender debía estar muy triste.
—¡Tendría que habérmelo imaginado! —se lamentó Lavender, alzando la voz—. ¿Sabéis qué día es hoy?
—Eh...
—¡16 de octubre! ¡«Eso que temes ocurrirá el viernes 16 de octubre»! ¿Os acordáis? ¡Tenía razón!
Toda la clase estaba rodeando a Lavender y a Parvati y Allison, que le abrazaban.
—Tú, tú... ¿temías que un zorro matara a Binky? —preguntó Hermione.
—Bueno, no necesariamente un zorro —dijo Lavender, alzando la mirada hacia Hermione, con los ojos llenos de lágrimas—. Pero tenía miedo de que muriera.
—Vaya. ¿Era viejo?
—No... -contestó Lavender, todavía sollozando—. ¡So-solo era una cría!
Parvati le estrechó los hombros con más fuerza, y Allison le apretó la mano para consolarla.
—Pero entonces, ¿por qué temías que muriera? —preguntó Hermione. Parvati la fulminó con la mirada—. Bueno, miradlo lógicamente -añadió hacia el resto—. Lo que quiero decir es que... bueno, Binky ni siquiera ha muerto hoy. Hoy es cuando Lavender ha recibido la noticia... —Lavender gimió—. Y no puede haberlo temido, porque la ha pillado completamente por sorpresa.
—No le hagas caso, Lavender —intervino Ron—. Las mascotas de los demás no le importan en absoluto.
—Deja de ser tan dramático, Ron —intervino Allison, harta de las pullas que le lanzaba a Hermione.
Ron se cruzó de brazos, y estaba dispuesto a responder cuando la profesora abrió la puerta del aula.
Allison decidió volver a sentarse lejos de Ron y Hermione, así que se sentó al lado de Lavender y Parvati con la intención de hacer sentir mejor a la rubia.
Al final de la clase de Transformaciones, Allison quería acercarse a hablar con McGonagall sobre Hogsmeade, pero ella se le adelantó.
—¡Un momento, por favor! —dijo en voz alta, antes de que los alumnos salieran—. Dado que sois todos de Gryffindor; como yo, deberíais entregarme vuestras autorizaciones antes de Halloween. Sin autorización no hay visita al pueblo, así que no se os olvide.
Allison se acercó rápidamente a su Jefa de Casa.
—Profesora McGonagall, maravillosa clase la de hoy —la saludó con su mejor sonrisa.
—No creerás que no te he visto hablar durante toda la clase con tus compañeras, ¿verdad, Potter?
Allison dejó de sonreír e hizo un puchero, no estaba empezando con buen pie.
—Bueno, eso ahora no tiene real importancia. Yo solamente me preguntaba si usted se ha pensado lo de que Harry y yo vayamos a Hogsmeade. Hablé con mi madrina antes de venir y me dijo que Remus y usted podrían permitirnos ir.
Harry llegó justo en ese momento y se puso al lado de Allison.
—Dudo que Maddison dijera exactamente eso. Ella es la que decide si vais o no.
—Pero nos firmó la autorización, y se la dio a usted en persona —afirmó Harry.
—Y también me dijo que no podíais ir hasta que Black no fuera capturado, cosa que todavía no ha sucedido.
—Vamos, profesora, usted sabe que Black no vendría a por nosotros con tanta gente. En Hogsmeade hay montones de brujas y magos, y Remus podría venir con nosotros y pegarse como una lapa. Es como un niño, usted le conoce.
—Allison, ya he dicho que no puedo hacerle nada.
—Pero tenemos la autorización —insistió Harry.
—Y yo tengo una cita, profesora, ¿acaso quiere usted que me quede sola y amargada durante toda mi vida? ¡Necesito socializar!
McGonagall estaba a punto de soltar una sonrisilla, pero se contuvo a tiempo. Harry miró con los ojos muy abiertos a su hermana, dispuesto a bombardearla a preguntas en cuanto salieran.
—Señorita Potter, siento decirle que no podrá asistir a su cita.
—¿Ahora me trata de usted, acaso ha perdido la confianza en mí? —Allison miraba a su profesora con ojos tristes, decidida a convencerla.
McGonagall pareció pensarlo por unos momentos.
—¿Qué dice Remus?
—Que estaría encantado de acompañarnos —respondió rápidamente Allison.
—En realidad me ha dicho que no quiere meterse donde no le llaman —aclaró Harry.
—¡Pero sí que le estamos llamando! —se quejó su hermana—. ¡Es exactamente lo que estamos haciendo!
La profesora ya había dejado de replanteárselo.
—Lo siento de veras, pero visto cómo están las cosas, vais a tener que quedaros en el castillo.
Allison se cruzó de brazos, enfurruñada, y salió del aula con Harry detrás.
—¿Qué es eso de que tienes una cita?
—Pues lo que oyes, Harriet. Me han pedido una cita, no eres el único importante aquí.
Harry pasó por alto el comentario, sin entender lo que su hermana quería decir con eso.
—¿Con quién?, ¿con George?
Allison se paró en seco y miró a su hermano con el ceño fruncido. ¿Qué demonios?
—¿Por qué piensas que es George? ¿Te ha dicho algo él? ¿Te ha hablado de mí?
Espera, ¿por qué ha dicho eso?
Allison no se entendía ni a ella misma.
—No me ha dicho nada, pero siempre sonríes como una tonta cuando se acerca George, aunque tal vez sea Fred... De todas formas, creo que es George el que siempre te anda buscando.
—Porque somos amigos, Harriet. Deja de decir tonterías. Mi cita era Ernie Macmillan.
Harry se quedó algo sorprendido por ello.
—¿Desde cuándo hablas tú con el ampuloso de Macmillan?
—¿Cuántos años tienes para ir diciendo ampuloso? ¿Setenta? ¿Qué diablos significa eso?
—Responde, Allison.
—Desde esta mañana —respondió ella en tono de burla—. Me pidió ir a Las Tres Escobas, pero se ve que no va a poder ser. Estúpido Sirius Black.
—Deberías estar enfadada con él por cosas distintas a tu cita. No necesitarás que te recuerde todo lo que ha hecho.
—Al menos no soy yo la que anda gritando el nombre de Quien Tú Sabes como si tal cosa —rebatió ella.
—¡Remus también lo dice!
—Pero Mad no, y no quiero que se lo pegues a Lizzy. ¡Ni se te ocurra mencionar su nombre cuando estés cerca de ella!
—¿Por qué le temes tanto al nombre? Es solo eso, un nombre.
—Es quien mató a nuestros padres, Harry —le recordó Allison, cruzándose de brazos.
—Pero Remus lo dice, y Dumbledore también.
—Repito, Maddy no lo dice. Mis razones son las mismas que las suyas.
Ese mismo día, a la hora de cenar, Allison se acercó a la mesa de Hufflepuff para hablar con Ernie. Lo encontró charlando con Justin Finch-Fletcher, quien le dio un codazo muy poco disimulado a su amigo cuando la pelirroja se acercó.
—McGonagall no me deja ir a Hogsmeade —le informó, con una mueca de tristeza en la cara, cuando el otro chico ya se había ido.
—Oh. —Ernie parecía decepcionado—. Lamento mucho que vayas a perderte el viaje a Hogsmeade, Allison. Pero no te fustigues, podemos tener una cita en otra ocasión.
Ahora el Hufflepuff sonreía a la chica, esperando su respuesta. Allison seguía sin saber qué significaba ampuloso, pero si era que usaba palabras de un viejo de setenta años —como Harry— le iba muy bien.
—¿De verdad? —fue lo único que dijo Allison, sin creerse todavía que Ernie quisiera una cita con ella después de fracasar el primer intento—. ¿En serio quieres una cita conmigo?
Él soltó una risita, y de repente Allison se fijó que estaba muy adorable. El flequillo le caía por encima de los ojos, que eran del color del chocolate, y tenía las mejillas algo sonrosadas.
—Por supuesto que la quiero, si no fuera así no te la habría pedido dos veces. Aquí en el castillo no hay muchas opciones a donde ir, pero podemos dar un paseo por los terrenos. ¿Te parece bien el día siguiente de ir a Hogsmeade?
—Perfecto —aceptó ella, con una sonrisa de oreja a oreja.
—Estupendo.
Ernie pareció dudar unos segundos, pero se decidió a darle un beso en la mejilla a Allison, antes de despedirse y dirigirse con su amigo de nuevo. Él le hacía gestos con los pulgares levantados, felicitando a Ernie de forma exagerada.
La sonrisa no se borró de la cara de Allison cuando llegó a su mesa, y ni su hermano ni sus amigos entendieron el porqué.
—Estás muy feliz para que no os hayan dejado ir a Hogsmeade —opinó Ron, mientras engullía la cena.
—Ir al pueblo no es lo único guay que puedo hacer el fin de semana, Ronnie.
—¿No estás triste porque no vas a ir a tu cita? —inquirió Harry.
—Acabo de hablar con él. Al final...
—¿Tienes una cita? —preguntó George, quien al parecer estaba espiando la conversación—. ¿Con quién?
—¿Son celos eso que huelo, Weasley? —se burló Allison, riéndose por la cara del chico.
—Dalo por hecho, Potter. Pero no me has respondido.
—Ernie Macmillan —contestó ella, encogiéndose de hombros.
Y, como George no tenía ni idea de quién era, tuvo que señalarle dónde estaba. George murmuró algo de un Hufflepuff y fijó su vista en el plato de comida, decidiendo abandonar la conversación.
vayavaya parece que Allison va a tener una cita, qué cosas :)
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