02 | Hogwarts

II. HOGWARTS

Después de que Hagrid les llevara hasta Hogwarts, y la profesora McGonagall les indicara que esperaran para hacer la prueba de selección, todos lo alumnos de primero estaban nerviosísimos.

Al final, McGonagall les pidió que entraran, y eso fue lo que hicieron todos.

El Gran Comedor era impresionante. Allison podría jurar que el techo estaba abierto al cielo, porque podía observarse con sumo detalle. Hermione entonces les informó de que era un hechizo.

La profesora sacó un viejo sombrero que colocó sobre un taburete, enfrente de las mesas de las cuatro casas. De repente, al sombrero le apareció una especie de boca y empezó a cantar una canción sobre las casas.

¡Solo había que probarse un sombrero! Maddy y Remus nunca habían querido decirles cómo les seleccionaban en cada casa, Allison tenía la esperanza de enfrentarse a un dragón o algo por el estilo. Tal vez le había puesto demasiadas esperanzas.

—Cuando yo os llame, deberéis poneros el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccionen. ¡Abbott, Hannah!

—¡HUFFLEPUFF!-gritó el sombrero, después de un rato pequeño pensando.

La mesa de la derecha aplaudió mientras Hannah iba a sentarse con los de Hufflepuff.

—¡Bones, Susan!

—¡HUFFLEPUFF! —gritó otra vez el sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.

—¡Boot, Terry!

—¡RAVENCLAW!

La segunda mesa a la izquierda aplaudió esta vez.

Allison se dio cuenta que en algunas ocasiones tardaba más en decidirlo que en otras, y no paraba de preguntarse cuánto tardaría con ella.

En el turno de Draco Malfoy, no le hizo falta ni terminar de colocarse el sombrero para ser seleccionado en Slytherin.

Siguieron diciendo nombres de alumnos hasta que llegó el turno de los mellizos.

—¡Potter, Allison!

La chica caminó con paso seguro mientras los estudiantes cuchicheaban, echando su pelo rojo oscuro, casi marrón, hacia atrás.

Le colocó el Sombrero Seleccionador, que le tapaba los ojos.

Mmm -escuchó una vocecita en su cabeza—. Conque una Potter, ¿eh? Recuerdo a tus padres. Eran unos Gryffindor admirables, de primera, sin duda. No veo ninguna razón por la que tú no lo serías, así que no queda otra opción que ¡GRYFFINDOR!

Ally sonrió enormemente y se dirigió a su mesa, donde la recibieron encantados. Fred y George gritaban «¡Tenemos a una Potter!» una y otra vez, y a Allison eso le encantó.

Se sentó entre Hermione y uno de los gemelos.

—¡Potter, Harry!

Más susurros aún que con Allison acompañaron a su hermano al taburete. El sombrero se tomó unos minutos antes de chillar:

—¡GRYFFINDOR!

Harry prácticamente corrió a la mesa donde estaba su hermana, sentándose enfrente suya. Ahora los gemelos gritaban «¡Tenemos a los dos Potter!» todavía más alto y bastante felices. Allison juraba que le dolían las manos de haber aplaudido tanto a su hermano.

Ron también acabó en Gryffindor y se sentó al lado de Harry.

Después del discurso de Dumbledore, muy entretenido según Ally, empezaron a devorar la comida mientras charlaban.

Harry y ella tenían una animada conversación con los otros niños de primero sobre sus familias.

—Yo soy mitad y mitad —informó Seamus Finnigan—. Mi padre es muggle. Mamá no le dijo que era una bruja hasta que se casaron. Fue una sorpresa algo desagradable para él.

—¿Y tú, Neville? -preguntó Ron.

—Bueno, mi abuela me crió y ella es una bruja —empezó a decir Neville—, pero la familia creyó que yo era todo un muggle, durante años. Mi tío abuelo Algie trataba de sorprenderme descuidado y forzarme a que saliera algo de magia de mí. Una vez casi me ahoga, cuando quiso tirarme al agua en el puerto de Blackpool, pero no pasó nada hasta que cumplí ocho años. El tío abuelo Algie había ido a tomar el té y me tenía cogido de los tobillos y colgando de una ventana del piso de arriba, cuando mi tía abuela Enid le ofreció un merengue y él, accidentalmente, me soltó. Pero yo reboté, todo el camino, en el jardín y la calle. Todos se pusieron muy contentos. Mi abuela estaba tan feliz que lloraba. Y tendríais que haber visto sus caras cuando vine aquí. Creían que no sería tan mágico como para venir. El tío abuelo Algie estaba tan contento que me compró mi sapo.

Un rato después, Harry se llevó una mano a la frente, quejándose.

—¡Ay!

—¿Qué ha pasado? —preguntó Percy Weasley, otro de los hermanos de Ron.

—N-nada.

Allison le miró con el ceño fruncido. Observó cómo su hermano no le quitaba la vista a un profesor que tenía cara de pocos amigos.

—¿Quién es ese? —Señaló por encima de la mesa al profesor de pelo oscuro.

—Ese es el profesor Snape —comunicó Percy—. Su materia es Pociones, pero no le gusta... Todo el mundo sabe que quiere el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras. Snape sabe muchísimo sobre ellas.

—He oído hablar de él. Iba al mismo curso que nuestros padres —reconoció Allison. Harry asintió—. Pero no se llevaba nada bien con papá. Era amigo de mamá hasta que se pelearon. ¿Crees que nos cogerá manía por ello? Aunque a mamá se le daba bien Pociones, seguro que a nosotros también.

—A Snape eso no le importa —intervino uno de los gemelos—. Si sois de Gryffindor ya os tiene manía.

—Pues vaya mierda —soltó Allison, a lo que el chico rio.

Después de otro discurso de Dumbledore y de cantar una canción, siguieron a los prefectos a sus salas comunes. Llegaron a un retrato con una señora dibujada, y Percy Weasley les dijo que era la Señora Gorda.

Tenían que decirle la contraseña correcta para poder entrar.

Caput draconis —dijo Percy, y el cuadro se movió, dejando ver un agujero por el que tuvieron que pasar.

La sala era redonda y parecía muy acogedora. El color rojo predominaba en la estancia, llena de sofás, sillones y demás sitios para sentarse.

Percy condujo a los chicos por una escalera y la otra prefecta subió a las chicas por la otra.

Llegaron a su habitación, que era la que estaba más arriba. En ella había cuatro camas, con los baúles en los pies de cada una. Allison se apresuró a sacar su cepillo de dientes para bajar al baño antes de ponerse el pijama.

—Podría haber un baño por cada habitación, con lo grande que es el castillo —opinó la chica, antes de salir. Dos de sus compañeras de cuarto se mostraron muy de acuerdo con la idea.

—Desde luego. ¿Qué pasa si nos despertamos a mitad de la noche y del sueño nos caemos por las escaleras? —argumentó una de ellas, la que tenía el pelo rubio y muy rizado y los ojos pardos.

La otra chica, de rasgos indios y con el pelo negro recogido en una trenza, asintió a lo que había declarado.

—Pero entonces tendrían que construir la torre mucho más alta, y hacer muchos cambios estructurales —apuntó Hermione, la única que no concordaba con su opinión.

Las otras dos chicas se encogieron de hombros y, tras dedicarse una mirada, comenzaron a bajar las escaleras. Allison les siguió.

Cuando regresaron, las tres hablaban con entusiasmo. A la pelirroja le habían caído bastante bien sus dos compañeras, que ahora sabía se llamaban Lavender Brown y Parvati Patil. Se habían cruzado con Hermione por las escaleras, así que cuando la chica volvió a su cuarto, las demás ya estaban metidas en las camas.

Al día siguiente, Allison escribió una carta contándoles a Maddy, Remus y Eliza cómo le fue el viaje y el Banquete de Bienvenida.

Querida familia Lupin,

¡Ayer fue un día genial! En el tren, Harry y yo hicimos un amigo nuevo, se llama Ron Weasley. Es un chico muy simpático que tiene como seis hermanos, y todos están en nuestra casa. ¡Así es, hemos quedado en Gryffindor, como yo os dije! Es genial, en el banquete comí todo lo que pude y hablé con los demás chicos de Gryffindor, parecían todos muy graciosos.

También me han caído bien mis dos compañeras Lavender y Parvati, ayer por la noche charlamos un rato. Además de ellas, tenemos otra chica más en la habitación. Se llama Hermione Granger, y aunque no me haya llevado todavía muy bien con ella, seguro que nos haremos amigas. Es un poco sabelotodo y habla mucho, pero yo también me paso el día cotorreando (como dice Lizzy), así que en eso nos parecemos.

Ayer, en el tren, Malfoy hizo uno de sus numeritos de «soy mejor que tú» e intentó comerse nuestras golosinas, ¡pero la rata de Ron atacó a uno de sus gorilas (no me acuerdo quién fue, no sé quién es quién, ¿eso está mal?) y salieron huyendo.

P.D: Si me echas de menos, Lizzy, no te preocupes, ¡te mandaré algo chulo en cuanto lo consiga!

P.D.2: Seguro que Harry no os manda ninguna carta hoy porque es un zoquete, tenedlo en cuenta en un futuro cuando os pregunten quién es vuestro favorito de los dos.

Os quiero muchísimo a los tres,

Allison

Le dio la carta a Hedwig para que se la entregara en casa a los tres, y se vistió para bajar a desayunar.

* * *

La chica Potter se dirigía hacia la clase de Pociones, que estaba en las mazmorras.

Ya habían tenido Herbología, Transformaciones, Historia de la Magia y alguna más. La mayoría parecían interesantes, pero Historia de la Magia fue mortal. Aunque por el lado bueno, Allison consiguió dormir una buena siesta mañanera durante la clase. Y el profesor Binns tampoco se enteraba de nada, después de todo era un fantasma. Los gemelos Weasley les habían asegurado que el profesor ni siquiera sabía que estaba muerto, que simplemente un día se levantó de la cama y dejó su cuerpo atrás.

Harry y Ron iban tres pasos por detrás de ella hablando de cualquier cosa, y Allison simplemente miraba las paredes de piedra con cara de asco. Estaban decoradas con animales conservados, flotando en tarros de vidrio. Daba bastante grima, y además hacía mucho frío. Para la próxima clase, traería una bufanda.

Llegaron al aula, y el profesor Snape empezó pasando lista. Cuando llegó a los mellizos hizo un comentario:

—Ah, sí —murmuró—. Allison y Harry Potter, nuestras nuevas... celebridades.

Draco y sus dos gorilas se rieron tapándose la boca, pero a Allison no le molestó el comentario en lo absoluto.

Como ellos tres habían sido los últimos en llegar, Allison tuvo que sentarse al lado de Hermione. La chica parecía mirar muy atentamente todo lo que Snape hacía, como si quisiera retener cada una de sus palabras en su cerebro.

—Vosotros estáis aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de elaborar pociones -comenzó Snape—. Aquí habrá muy poco de estúpidos movimientos de varita y muchos de vosotros dudaréis que esto sea magia. No espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos... Puedo enseñaros cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte... si sois algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.

Allison sinceramente no estaba escuchando mucho que se diga lo que Snape decía, le parecía más divertido ver la expresión de Hermione. Estaba al borde de la silla, y parecía a punto de explotarle el cerebro prestando tanta atención. Estaba claro que quería empezar a aprender y aprender, y enseñarle así a Snape que no era un alcornoque. No tenía claro qué significaba aquello, porque sonaba a nombre de fruta, pero dio por hecho que era un insulto.

—¡Potter! —dijo de pronto Snape, sobresaltando a Allison, que se había puesto a repetir «alcornoque» en su cabeza, porque ahora le sonaba más extraña la palabra—. ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?

Harry y Allison se miraron entre ellos, confusos, sin saber a quién se refería. Pero Snape les observaba a ambos. Hermione movía la mano en el aire.

—¿No se supone que debe enseñarnos eso usted, señor? —se aventuró a responder Allison, que no tenía ni remota idea de la respuesta ni había entendido la mitad de las palabras—. Digo, ya que es el profesor y es su trabajo.

Snape la miró sin expresión en el rostro, pero se notaba que el comentario le había irritado. Algunos alumnos soltaron una risa, que intentaron disimular por el miedo a Snape.

—Un punto menos para Gryffindor por su descaro —declaró—. Es evidente que la fama no lo es todo.

—Pero, profesor, eso no es justo —se quejó Allison, dando un golpe con la palma en la mesa. Hermione la miró mal, advirtiéndole que se callara.

—Otro punto menos, señorita Potter. Le recomiendo no objetar nada sobre mi forma de enseñar, si no quiere ser castigada y perder más puntos. A este paso, se quedarán en números negativos antes de que termine la clase.

Allison se cruzó de brazos indignada, y murmuró un insulto hacia el profesor, que por suerte no lo escuchó. ¿Y dónde ha quedado el sentido del humor? ¿Acaso ese hombre tenía un palo metido por e...?

—Ahora, Potter chico —Snape interrumpió sus pensamientos, de nuevo—. ¿Dónde buscarías si te digo que encuentres un bezoar?

Harry se quedó callado un momento antes de contestar que no lo sabía. Allison quería responder en un diccionario, pero se calló, porque Hermione no dejaba de recriminarle con la mirada.

—Parece que no habéis abierto ni un libro antes de venir, ¿no es así, Potter? —De nuevo, no sabían a cuál de los dos le había preguntado.

—He abierto muchos libros pero no los he leído todos —murmuró Allison, que no quería quedarse callada viendo cómo un profesor literalmente se burlaba de ellos.

—¿Cuál es la diferencia, Potter, entre acónito y luparia? —preguntó, con la diferencia de que esta vez tan solo miraba a Allison.

Ella sonrió, porque se sabía la respuesta. No por nada Remus era un hombre lobo.

—Es la misma planta, profesor —respodió, apoyando los codos sobre la mesa.

A pesar de que había acertado, el rostro de Snape mostraba el mismo desagrado que antes. Incluso más.

—No utilices ese tono de autosuficiencia en mi clase, Potter. —Allison abrió la boca para protestar, pero no le dio tiempo—. Para vuestra información, asfódelo y ajenjo producen una poción para dormir tan poderosa que es conocida como Filtro de Muertos en Vida. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarte de la mayoría de los venenos. Bueno, ¿por qué no lo estáis apuntando todo?

Allison escribió a regañadientes unas palabras sobre el pergamino.

—Y se le restará un punto más a la casa de Gryffindor por tu tono, Potter.

Genial, Allison odiaba las clases de Pociones. Si Snape se envenenaba y ella tenía un bezoar en la mano, se lo comería ella misma.

Snape les indicó que mezclaran una poción curadora de forúnculos por parejas, y a Allison le tocó con Hermione. Ella intentó ayudarle, pero Hermione le echaba la bronca cuando decía algo mal y al final de cansó. Quería llevarse bien con ella, pero no se lo ponía fácil si era tan mandona. Y no se había tomado muy bien su comentario cuando dijo que su pelo había aumentado con el vapor de la poción, ¡pero Allison no lo había dicho con mala intención!

Mientras que Snape halagaba la forma en la que Draco Malfoy había cocinado los pedazos de cuernos, Allison le hacía la burla en voz baja. Se asustó cuando nubes verdes de ácido llenaron la mazmorra.

Neville había convertido el caldero de Seamus en una masa que hervía y se derramaba por el suelo. Allison se subió a su taburete, porque aquella pasta había comenzado a derretir las suelas de los zapatos de los demás alumnos. Neville, el pobre, no había podido salvarse: la poción se había volcado sobre él.

—¡Chico idiota! —gritó Snape, haciendo desaparecer la poción con su varita—. Supongo que añadiste las púas de erizo antes de sacar el caldero del fuego, ¿no?

Neville lloriqueaba, cubierto de pústulas rojas. Snape le ordenó a Seamus que le llevara a la enfermería, y después se acercó a Harry y Ron. Ellos habían trabajado cerca de Neville y Seamus.

—Tú, Harry Potter. ¿Por qué no le dijiste que no pusiera las púas? Pensaste que si se equivocaba quedarías bien, ¿no es cierto? Este es otro punto que pierde Gryffindor por un Potter.

¿De verdad acababa de quitarles un punto por aquello? Allison abrió la boca, estando a la espalda de Snape, pero Hermione se la tapó con la mano.

—No podemos perder más puntos —le susurró.

—Me dan igual los puntos, Hermione —gruñó Allison, en voz baja. Odiaba a Snape y apenas les había dado una clase.









segundo capítulooo qué emocióóón

espero que os haya gustado y que acabéis queriendo a Allison (casi) tanto como yo <3
muchas gracias por votar y comentar, os amooo

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