01 | Potter y Lupin

I. POTTER & LUPIN

Todos saben que los hijos, por regla general, se parecen a sus padres. Allison, desde pequeña, ha querido parecerse a ellos. Porque Maddison y Remus siempre les contaban fantásticas historias sobre su época en Hogwarts, y las relataban como si James y Lily Potter fueran las mejores personas del mundo.

Allison no dudaba que lo fueran. Cualquiera que había llegado a conocer a sus padres les había dicho maravillas de ellos. Era normal que ella quisiera ser igual.

La pelirroja disfrutaba cada vez que alguien le decía que tenía el carácter de su padre. Y a Maddy le encantaba recordárselo siempre que tenía la oportunidad.

Aquella casa a las afueras de Wigtown, Escocia, estaba siempre plagada de risas. Viviendo en ella tres niños, era imposible no escuchar sus pisadas corriendo tras los otros.

A los niños les gustaba jugar al pilla pilla, podías oír cómo corrían por todo el jardín dando grititos cada vez que les alcanzaban.

Harry y Allison a menudo volaban en sus escobas y jugaban a pasarse una quaffle. Ambos estaban convencidos de que entrarían en el equipo de quidditch, como su padre.

Eliza, por otra parte, prefería leer antes que subir a una escoba.

Maddy estaba haciendo la comida de aquel día, junto a su hermano, concentrada en la receta para no perderse, cuando un golpeteo en el cristal de la ventana la distrajo. Eran dos lechuzas con una carta cada una.

La mujer dejó rápidamente la varita —con la que estaba echando zanahorias a una cacerola mientras leía el libro de recetas—, sobre la encimera. Abrió la ventana y ambas lechuzas volaron con prisa al interior, depositando los sobres encima de la mesa. Remus cogió algo de comida para las aves, que guardaban en un tarro, y les dio.

Maddison cogió uno de los sobres y lo reconoció al momento, era una carta de Hogwarts. Eran las de sus ahijados. Las lechuzas salieron por la ventana, que después cerró.

Con una enorme sonrisa en la boca, ambos salieron al jardín trasero, dispuestos a darles la gran noticia a los dos niños. Lizzy corría con la quaffle en la mano, siendo perseguida por Harry mientras gritaba que se la devolviera. Allison simplemente miraba a los dos, riéndose, ya que cada vez que parecía que Harry la alcanzaba, Liz misteriosamente cogía más carrerilla y le adelantaba.

—¡Ally, Harry, tenemos algo para vosotros!

Levantó las cartas y las agitó en el aire, y ambos las miraron con la boca abierta desde la distancia. Se acercaron corriendo para cerciorarse de que realmente fueran lo que estaban pensando.

—¡Es la carta de Hogwarts! ¡Es la carta de Hogwarts! —chilló ilusionada Allison, agarrándola y abriéndola en apenas unos segundos con cara de total entusiasmo. Harry hizo lo mismo con la suya, hasta podría jurarse que sus dedos temblaban

—¿Queréis ir al Callejón Diagon? —les preguntó Remus, aun sabiendo que la respuesta era un rotundo

—Tengo toda la tarde libre —informó Maddy.

Ambos gritaron que sí. Eliza prácticamente suplicó ir con ellos, tirándole del delantal que todavía llevaba puesto su madre.

—Claro que vas a venir a comprar —le sonrió su madre, acariciando el pelo azabache de su hija—. Después de comer iremos con los polvos flu. Harry, esta vez tendrás que tener más cuidado. No queremos que...

—Sí, sí —interrumpió Harry, colorado. No quería que le recordara aquella vez.

Allison y Harry nunca habían terminado de comer tan pronto, estaban ilusionados a más no poder. Ally le instaba a Liz para que se diera prisa e ir cuando antes a comprar.

Con rapidez, pero sin accidentes, llegaron por la Red flu al Callejón Diagon. La primera parada fue Gringotts, donde recogieron dinero de la cámara de los Potter.

Fueron a Flourish y Botts para comprar todos los libros, y cuando acabaron se dirigieron a la tienda de Madame Malkin para sus túnicas.

Unas horas más tarde, tan solo les quedaba comprar sus varitas.

Maddy y Remus les habían regalado una lechuza para los dos, que era blanca y preciosa. Harry fue quien la eligió, porque Allison no se decidía entre tantas.

Después de varios intentos de varitas, salieron de Ollivander. Allison no paraba de contemplar la suya, embobada, y repetirle a su madrina:

—Es de madera de cornejo, ¿no te parece súper graciosa esa palabra? Suena a conejo. —Soltó una risita—. ¡Y tiene el núcleo de fibras de corazón de dragón, como la tuya, Mad! ¡De dragón! ¡Los dragones son geniales! Espero ver uno algún día.

Se notaba en su voz que estaba muy emocionada por el hecho de que pronto podría hacer magia en el colegio.

—Es estupenda, Ally. Me encanta. —Maddy le revolvió el pelo y ella se quejó, volviendo a ponérselo bien y peinándose el flequillo con la mano.

De nuevo en la casa, los cinco charlaban muy animadamente a la hora de cenar.

—¿Estáis nerviosos? —preguntó Remus a los mellizos.

—Sí —dijo Harry, al tiempo que Allison negaba con la cabeza.

—¡No lo estoy, voy a quedar en Gryffindor como vosotros y a pasármelo genial! —aseguró ella, poniéndose de pie para darle énfasis. Aunque para ser totalmente sinceros, que estaba algo nerviosa. Un poco, puede ser.

—Ally, no te metas mucha presión con ir a Gryffindor —le recordó su madrina—. Las demás casas están bien, y te querremos aunque estés en Slytherin.

—No pienso quedar con las serpientes. —Hizo una mueca de asco—. ¡Te lo aseguro!

Remus y Maddy sonrieron felices con su entusiasmo.

—Cómo te pareces a tu padre —dijo Remus, con nostalgia.

Ella se sintió orgullosa y lo mostró en su cara. Sus labios se habían curvado en una sonrisa de genuina felicidad por asemejarse a James Potter.

Eliza llevaba mucho tiempo callada, algo inusual en ella. Además, tenía una cara algo afligida.

—¿Estás bien, cielo? —le preguntó su madre.

Eliza cambió su cara rápidamente y sonrió, aunque sus ojos seguían reflejando un poco de tristeza.

—Sí. Es solo... que voy a echar de menos a Harry y a Ally. Yo también quiero ir a Hogwarts —admitió la niña.

Remus apoyó una mano sobre su hombro.

—Liz, no tienes que apenarte, dentro de nada tú también asistirás a Hogwarts. Y estoy seguro de que Harry y Allison te enviarán un montón de cartas.

—¡Por supuesto que sí, Lizzy! ¡Te contaremos todo lo que pase ahí! —le prometió Allison, sonriendo para que no se sintiera mal.

—Y todavía queda mucho verano, no te pongas triste —animó Harry—. Acabarás hartándote de nosotros.

Eliza se rio y abrazó a los hermanos, que le correspondieron aún más fuerte.

Aunque Harry dijo que faltaba mucho verano, a todos se les pasó volando.

Allison leía la Guía de transformaciones para principiantes y El libro reglamentario de hechizos con Eliza todas las noches. Así, a la vez que practicaba para las clases, podría hacer sentir mejor a la pequeña.

Por las tardes, los hermanos volaban con las escobas y se lanzaban una quaffle para practicar al quidditch.

Como era verano, Maddy no tenía que ir tanto a trabajar. Ella era una sanadora en San Mungo, y cuando los chicos eran más pequeños siempre se quedaba Remus a cuidarles. A veces también venía Lyall, el padre de Maddy y Remus.

Cuando quisieron darse cuenta, ya era uno de septiembre y estaban en King's Cross.

—¿Dónde está el andén nueve y tres cuartos, mamá? —le preguntó Eliza, mirando a ambos lados en la estación—. Solo están el nueve y el diez.

—Tonterías —dijo ella, poniendo sus manos sobre las caderas—. Remus, demuéstrale a tu sobrina cómo sí que está el andén.

El hombre sonrió y cogió la jaula de Hedwig —los mellizos habían visto ese nombre en Historia de la Magia y les gustó— para correr hacia la pared que separaba ambos andenes. Los tres chicos quedaron boquiabiertos al ver cómo Remus traspasó la pared y desapareció.

—¿Quién quiere ser el siguiente?

—¡Yo! —chilló Allison, agarrando con fuerza su carrito con el baúl.

Corrió hacia la pared, al igual que Remus, y cerró los ojos antes de llegar. Cuando los abrió, había aparecido enfrente del Expreso de Hogwarts.

—¡Esto es genial! —dijeron asombrados Harry y Allison, a la vez, cuando todos estaban del mismo lado.

Ver el tren de verdad les provocó una sensación de euforia, sabiendo que iban a pasar los años más increíbles de toda su vida.

Se despidieron entre abrazos y algunos lloros de la pequeña Lupin. Los mellizos entraron entusiasmados al tren, buscando algún compartimento que ocupar.

En el último vagón encontraron uno vacío donde dejaron sus baúles y a Hedwig. Allison se tumbó en los asientos de un lado, poniéndose cómoda, mientras que Harry se sentó enfrente.

No pasó mucho tiempo desde que el tren había empezado a moverse hasta que alguien abrió la puerta. Era un niño pelirrojo y con numerosas pecas por toda la cara. Era más alto que los mellizos, pero tampoco parecía más mayor.

—¿Puedo quedarme aquí? Todos los demás compartimentos están llenos.

Harry asintió y el niño pasó.

—¿Eres de primer año? —preguntó Allison.

—Sí. Me llamo Ron Weasley —se presentó—. ¿Y vosotros?

—Harry y Allison. Potter. —La pelirroja pronunció su apellido con orgullo y una sonrisa torcida.

—¿De verdad? —inquirió boquiabierto Ron—. ¿Eres Harry Potter? ¿Y tú eres su hermana?

Ambos asintieron. Antes de que pudieran decir nada más, entraron dos chicos también pelirrojos, que eran idénticos. Allison dio por supuesto que eran hermanos de Ron cuando se dirigieron a él.

—Eh, Ron. ¿Quiénes son tus amigos?

—Harry Potter y su hermana —contestó él sonriente. Allison frunció el ceño. Otra vez el su hermana. ¿Que no tenía nombre ella acaso? Estaba segura de que se lo acababa de decir.

—¿De veras? —preguntó uno, alzando las cejas. Volvieron a asentir. Allison pensó en que a ese paso su cuello iba a acabar con agujetas—. Wow. Nosotros somos George —Se señaló— y Fred Weasley.

—Bueno, Ron —siguió el otro gemelo, Fred—. Nosotros nos vamos a mitad del tren, porque Lee Jordan tiene una tarántula gigante y vamos a verla.

—De acuerdo —respondió Ron.

Ambos chicos se fueron, volviendo a dejarles solos.

—Tus hermanos me caen bien —comentó Allison, mirando sus uñas y pensando en que debería pintárselas de rojo cuando fuera seleccionada en Gryffindor—. Igual voy luego a ver esa tarántula. ¿Alguna vez has visto una tarántula, Ron?

El chico hizo una mueca de asco.

—No me gustan las arañas.

—¿Te dan miedo? No pasa nada, a mí me asustan otras cosas. Por ejemplo, los payasos. Son tremendamente siniestros y aterradores. Me acuerdo que cuando éramos pequeños contrataron a uno para nuestro cumpleaños porque Remus pensó que sería divertido. Yo nunca había visto uno, y casi me hago pis encima.

Allison miraba atentamente a Ron, y pudo notar que se le coloraron algo las orejas mientras le miraba con confusión.

—No me dan miedo las arañas, solo es que no me gustan —se defendió Ron.

Allison se encogió de hombros en su asiento, todavía tumbada. No iba a insistir más si no quería decirlo.

—Harry —llamó el pelirrojo—. ¿Realmente te hiciste eso... ya sabes...?

Señaló la frente de Harry. Él se levantó el flequillo dejando a la vista su cicatriz con forma de rayo. La cara de Ron reflejaba asombro.

—¿Así que eso es lo que Quien Tú Sabes...?

—Sí —dijo Harry—, pero no puedo recordarlo.

—¿Nada?

—Bueno... recuerdo una luz verde muy intensa, pero nada más.

—Vaya —dijo Ron.

—Oye, Ron, ¿tienes más hermanos? —preguntó Allison, viendo que a Harry le costaba entablar conversación. Había oído acerca de los Weasley y sentía curiosidad.

—Cinco, y una chica —señaló Ron. Parecía algo triste, así que pasó a explicarlo—. Soy el sexto en nuestra familia que va a asistir a Hogwarts. Podrías decir que tengo el listón muy alto. Bill y Charlie ya han terminado. Bill era Premio Anual y Charlie era capitán de quidditch. Ahora Percy es prefecto. Fred y George son muy revoltosos, pero a pesar de eso sacan muy buenas notas y todos los consideran muy divertidos. Todos esperan que me vaya tan bien como a los otros, pero si lo hago tampoco será gran cosa, porque ellos ya lo hicieron primero. Además, nunca tienes nada nuevo, con cinco hermanos. Me dieron la túnica vieja de Bill, la varita vieja de Charles y la vieja rata de Percy.

Ron buscó en el bolsillo de su chaqueta y sacó una gorda rata gris, que estaba dormida. Allison se levantó para verla mejor.

Por lo poco que había hablado Ron, Allison supo que le parecía un chico simpático. Pronto, ambos se daría cuenta de que tenían bastantes cosas en común.

—Se llama Scabbers y no sirve para nada, casi nunca se despierta. A Percy, papá le regaló una lechuza, porque lo hicieron prefecto, pero no podían comp... Quiero decir, por eso me dieron a Scabbers.

—Oh, pues me gusta esta rata. Si yo fuera una, también dormiría todo el día. Aunque estaría alerta por si viene algún gato, no querría que me devoraran.

Siguieron hablando y en torno a las doce y media pasó la señora del carrito.

—¿Queréis algo del carrito, guapos?

Allison prácticamente se abalanzó sobre las ranas de chocolate. Esperaba que le tocara algún cromo que no tuviera ya, como el de Artemisia Lufkin, que llevaba tiempo intentando conseguir.

—Yo tengo como quinientos —dijo Ron—, pero no consigo ni a Agripa ni a Ptolomeo.

Se comió la primera rana y le lanzó una a Ron sin preguntarle si quería. Él la miró algo sorprendido pero se comió la rana igual.

—Yo tengo a Agripa repetido, así que si tienes a Lufkin te lo cambio encantada.

Después de que Ron asintiera muy contento y le prometiera hacer el cambio lo antes posible, leyó el cromo que le había tocado.

Albus Dumbledore. Actualmente director de Hogwarts. Considerado por casi todo el mundo Como el más grande mago del tiempo presente, Dumbledore es particularmente famoso por derrotar al mago tenebroso Grindelwald en 1945, por el descubrimiento de las doce aplicaciones de la sangre de dragón, y por su trabajo en alquimia con su compañero Nicolás Flamel. El profesor Dumbledore es aficionado a la música de cámara y a los bolos.

—Creo que tengo cinco de Dumbledore ya. —Allison se guardó el cromo en el bolsillo y abrió otra rana.

Durante el viaje los tres estuvieron comiendo todo lo que Harry y Allison habían comprado, que no era poco. Harry a veces no conocía sus límites. Estuvo a punto de comprar un caldero de oro macizo sin que Maddy ni Remus se dieran cuenta, pero no lo consiguió. A su hermana le habría gustado ver la cara del profesor o profesora de Pociones si Harry hubiera sacado un caldero de reluciente oro en clase.

También le hubiera gustado decir que el resto del camino fue tranquilo y pudo dormir un rato, pero lo cierto es que eso tampoco fue así.

Un niño, Neville Longbottom, vino dos veces buscando su sapo, y a la segunda trajo consigo a una chica algo molesta. Allison y Harry ya conocían a Neville, pues habían coincidido con él en San Mungo en varias ocasiones, y sabían que empezarían el mismo curso.

Después de eso, Draco Malfoy y sus gorilas guardaespaldas, Crabbe y Goyle, les hicieron una visita. Draco era primo segundo de Eliza. Ya le habían visto en alguna rara ocasión, y no le hizo falta intercambiar más de dos palabras con él para saber que era un engreído y un imbécil.

—Potter uno y Potter dos —saludó, fingiendo una sonrisa y con su voz arrogante.

—Bravo, aprendiste a contar hasta dos, te felicito —respondió Allison con sarcasmo, rodando los ojos—. ¿Qué quieres, Malfoy?

Draco observó a Allison con odio. Su mirada pasó después a Ron, que disimulaba mal una risa.

—Te parece divertido, ¿no? No necesito preguntarte quién eres. Mi padre me dijo que todos los Weasley son pelirrojos, con pecas y más hijos de los que pueden mantener.

—¿Por qué no te pierdes, Malfoy? —soltó Allison, cansada de su comportamiento.

—Yo tendría cuidado, si fuera tú, Potter —dijo con calma—. A menos que seas un poco más amable, vas a ir por el mismo camino que tus padres. Ellos tampoco sabían lo que era bueno para ellos. Vosotros seguid con gentuza como los Weasley, y hablándome así, y terminaréis como ellos.

Allison se levantó de golpe, al igual que los otros dos chicos.

—Repite eso —amenazó, muy cabreada.

Nadie, nadie se metía con sus padres.

—Oh, vais a pelear con nosotros, ¿eh? —se burló Malfoy.

—Si no os vais ahora mismo... —dijo Harry, sin total seguridad. Estaba claro que no le apetecía tener que pelear contra los gorilas de Crabbe y Goyle, pero no permitiría que hablaran así de sus padres.

—Pero nosotros no tenemos ganas de irnos, ¿no es cierto, muchachos? Nos hemos comido todo lo que llevábamos y vosotros parece que todavía tenéis algo.

Goyle se inclinó para arrebatar una de las ranas de chocolate que estaban al lado de Ron. El pelirrojo saltó hacia él, pero antes de que pudiera tocar a Goyle, el gorila dejó escapar un grito terrible.

Scabbers estaba colgando de su mano, mordiéndole un dedo. Crabbe y Malfoy retrocedieron mientras Goyle agitaba la mano, gritando, hasta que la rata salió volando y chocó contra la ventanilla.

Los tres huyeron, en la opinión de Ally, como gallinas.

Después de eso, Hermione Granger, la niña algo molesta, volvió a entrar al compartimento.

—¿Qué ha pasado? —preguntó, mirando las golosinas tiradas por el suelo, y a Ron, que cogía a Scabbers por la cola.

—Creo que se ha desmayado —dijo. Miró más de cerca a la rata—. No, no puedo creerlo, ya se ha vuelto a dormir.

Allison agarró a la rata con las dos manos, observándola de cerca.

—Eres una rata estupenda. Dormir y atacar. Es un buen lema.

Le volvió a pasar a Ron su mascota, e iba a dejarse caer de nuevo en su asiento, pero Hermione le dijo que tenían que ir a cambiarse porque estaban llegando ya a Hogwarts.

Por fin su primer curso.







por fin el primer capítulo!! qué ganas tenía de subirlo en serio

parece que por ahora a Allison le cae bien Pet- digo Scabbers, ups. creo que lo único que esa rata ha hecho bien desde que salió de Hogwarts es morder a Goyle

me imagino a la perfección a McGonagall en su forma de gato persiguiendo a la rata-Pettigrew alguna noche durante sus años en Hogwarts

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