26. Murmullos
Lucas
El día junto a Wen había sido mejor de lo que imaginé. Solo oírle hablar era increíble, que me contara sobre ella, su hermano, las cosas que le traían recuerdos de su infancia antes del incidente con Chris. Los negocios familiares, sus hechizos favoritos, descubrir que aunque no habla griego fluido se aprendió las palabras necesarias para embrujar cuando lo necesita.
Habíamos desayunado e incluso almorzado en el mismo restaurante porque los temas de conversación eran tan variados que el tiempo se volvió cuestión de nada estando juntos.
Cuando recibimos nuestra orden de café para llevar en los termos que habíamos traído de casa, eran pasadas las seis de la tarde. Decidimos recorrer el bosque detrás del lugar ya que El Valle está rodeado de zonas boscosas transitables y era fácil llegar a mi casa por ahí.
—Hablamos de muchas cosas, pero no de tu infancia ¿puedo saber cómo fue? —Wen preguntó mientras yo recogía una rama seca del camino.
—Mmm, mis padres se divorciaron cuando yo tenía seis años, desde ese entonces veo a mi papá quizás una o dos veces al año. Mi mamá me metió a clases de béisbol para distraerme de los problemas que ellos tenían en casa y de su horrible proceso de divorcio donde todo fue gritos y discusiones —lancé la rama lejos con fuerza y me recosté en un tronco. Wen me imitó y se recostó en uno frente a mí—. Si soy honesto, no recuerdo mucho de mi infancia, por ahí leí que se debe a que nuestro cerebro tiende a olvidar los recuerdos traumáticos como una forma reprimir el dolor.
—¿Y qué es lo que si recuerdas?
—Mi adolescencia —sonreí de lado—. Recuerdo las pijamadas con mi vecino Asher de temáticas extrañas y los partidos de béisbol nacionales que participamos Chris y yo. Mi mamá volviendo a encontrar el amor. Cuando aprendí a tocar la guitarra eléctrica a los catorce. La vez que traje notas perfectas un año entero y mi padrastro me regaló entradas para ir a ver un juego de los Yankees de New York y por pura suerte llegué a conocer al All-Star Mariano Rivera ya que estuvo sentado a poca distancia de mí en las gradas, incluso me firmó una gorra y la camiseta que llevaba puesta.
—Son las que están enmarcadas en tu cuarto, ¿no? —asentí—. Suena como una adolescencia muy buena —Wen también sonrió.
—No tengo queja.
—Si te gusta tanto el deporte, ¿por qué estás estudiando Administración de Empresas?
—No mezclo placer con negocios, Wen. Ser beisbolista nunca ha sido un sueño, es más bien un hobbie. Además, los números se me dan y me gustan mucho las finanzas —la señalé—. Estudias lo mismo, ¿cuál es tu razón?
—No es un secreto que mi madre no será la cabeza de los dos negocios familiares por mucho tiempo, ha dejado claro en repetidas ocasiones que su jubilación está a la vuelta de la esquina y aunque ya sé cómo se lleva todo lo relacionado a la exportación de los limones y el taller de autos, quise estar más preparada para el día que me toque llevar las riendas.
—¿Qué hay de Wael? ¿También va por el mismo camino?
—Wael quiere estudiar medicina —Wen mordió su labio inferior—. Se le da bien eso de ayudar a quienes lo necesitan.
—Vaya que sí.
Miré sobre las copas de los árboles el cielo llenándose de tonos violetas y naranjas, el clima estaba frío, y por alguna extraña razón había estado junto a Wen todo el día sin voltear a ver mi celular. Ella tampoco había visto el suyo y entonces lo comprendí, esta era la clase de relación que quería tener, una que te hace olvidar por completo los problemas y las pequeñeces de la vida.
—Wen... —intenté acercarme, quería besarla con desesperación, pero ella puso una mano en alto y miró con el ceño fruncido a un costado.
—¿Escuchaste eso?
—¿Qué cosa? —también miré a mi costado.
—Murmullos —Wen se alejó de mí buscando la fuente de aquello entre los árboles.
Yo había visto suficientes películas de terror como para saber qué seguir el sonido tenebroso a lo profundo del bosque nunca era buena idea, Pero aún así le seguí.
—No escucho nada.
—Eso es porque no te están llamando a ti —dijo sin voltear a verme.
—Wen, espera —mi corazón estaba tomando un ritmo acelerado. Tomé su mano y la hice frenar—. ¿Qué estás haciendo?
—Me están llamando.
—¿Quién diablos te está llamando? Nadie en su sano juicio sigue murmullos dentro de un bosque.
Wen arqueó una ceja.
—¿Tienes miedo, Lucas?
—Ya dejamos establecido en repetidas ocasiones que tiendo a asustarme fácilmente.
—Nada va a pasarte —Wen apretó mi mano—. Estás conmigo.
Me jaló para seguir caminando conmigo de mala gana. Mi café estaba frío dentro del termo y una mala sensación me estaba llenando el sistema por completo.
Esto no iba a terminar bien. Lo presentía.
De repente nos detuvimos. El césped bajo nuestros zapatos se movía al compás del viento y los árboles chocaban sus ramas unas con otras.
Wen me soltó la mano y dejó su termo caer a sus pies provocando que el líquido saliera de la boquilla y manchara sus Converses amarillas y un poco de mis Air Jordan's.
—Llama a Christian —susurró y eso me tomó por sorpresa.
—¿Qué? —dejé caer también mi termo y procedí a sacar el celular de mi chaqueta, al tomarlo sentí también el frasco que Wael me dio el día de mi juego de béisbol y que ahora cargaba siempre conmigo.
—¡Llama a Christian! ¡Ahora!
Wen comenzó a mirar como una completa loca cada árbol que nos rodeaba y sus ojos se llenaron de lágrimas sin derramar.
Mis dedos temblaban al desbloquear el celular sin entender del todo que estaba sucediendo, pero solo bastó con oír murmullos tenebrosos para saber que no estábamos solos.
—πρόφθασε... πρόφθασε... πρόφθασε.
—Puedo oírlo, ¿qué están diciendo? —dije aún sin apartar la mirada de mi celular yéndome a mis contactos.
Wen volteó a verme y llevó sus manos a su boca ahogando un grito.
Sentí una sombra apareciendo por mi costado derecho y cuando marqué el número de Chris una voz gruesa, espeluznante y con acento arrastrado susurró en mi oído—: hemos dicho... Atrapados.
—¿Hola? ¿Lucas? ¿Dónde estás? Llevo todo el día tratando de... ¡Ah! ¡No! —de repente la voz de Chris se oyó lejos porque mi celular también se resbaló de mis manos.
—¡No lo toques! —gritó Wen cuando rápidamente me tomó del brazo y alejó de...
—¡Oh por Dios! —mis ojos se abrieron y retrocedí dos pasos con Wen ya que la impresión que me provocó ver a la extraña criatura frente a mí fue terrible—. ¡¿Qué carajos es eso?!
¿Cómo podría explicarlo? Lo que estaba viendo era una mezcla antinatural de un humano con un toro. Tenía ojos con pupilas negras, nariz de toro, cuernos en su cabeza, boca de humano y vestía una túnica negra que mostraba lo que en vez de ser pies eran las patas del animal. Sus brazos eran de un humano, pero estaba lleno de... esos extraños diseños que Wen suele dibujar en su agenda y que están pintados en el taller de su familia.
—Son los Recolectores del Forum, están aquí por nosotros, Lucas.
Wen se limpió las lágrimas y volteó a sus costados viendo cómo varios de estos mismos comenzaban a parecer entre las sombras de los árboles y cargaban en sus manos antorchas que ardían con fuego e iluminaban la oscuridad que ya nos estaba cayendo.
—Wendy Némeris Davis. Bruja 033 de la línea Davis —dijo el mismo Recolector que permanecía frente a nosotros—. Estamos aquí reunidos en nombre del Forum, para hacer oficial la retención de poder y establecer el veredicto frente a las autoridades por romper la regla número dos del Reino de las Brujas y exponer frente a un humano la existencia de tu poder junto a Wael Júpiter Davis, Hechicero 023 de la línea Davis y Christian Gordon Douglas, Hechicero 026 de la línea Douglas.
Tragué el nudo en mi garganta cuando el agarre de nuestras manos se hizo más fuerte.
—¿Qué van a hacer con todos ellos? —me atreví a preguntar—. Ninguno tuvo la culpa, ¡yo fui el que lo descubrió porque un vampiro quería matarme!
—¡Lucas! —Wen me regañó.
El Recolector bajó la mirada para verme ya que medía como dos metros de altura. Y aunque yo era alto, me llevaba ventaja.
—La ley número dos del estamento Bruja-Hechicero dice así: La exposición del Reino será penada bajo toda circunstancia, los cómplices o segundos ayudantes serán de igual manera llevados al Forum para mediar ante las autoridades el juicio y castigo a enfrentar comenzando primeramente con la retención del poder —estiró su mano y una red de espinas tomó a Wen como si de una serpiente se tratara y nuestras manos se soltaron.
Ella no gritó cuando las espinas subieron hasta apresarle los brazos contra el cuerpo y la sangre rápidamente comenzó a manchar su ropa y brazos, pero yo me alarmé.
—¿Por qué haces eso? ¡Es inhumano! —intenté acercarme, pero otro Recolector se interpuso en mi camino y me señaló con su antorcha, haciendo que el calor ardiera en mis mejillas.
—Sucio humano, no compares tu especie con nuestro reino. ¡Ella es una bruja! —Exclamó el Recolector principal—. El dolor es natural para ellas. ¿Acaso crees que el veneno dentro de Wendy no arde de vez en cuando? ¡Ser poderosos no viene junto a un camino de rosas!
No sé qué diablos hizo, pero las espinas comenzaron a presionarla con más fuerza y eso provocó que Wen soltara un gruñido, más no una sola palabra.
—¡Deja de lastimarla! —Intenté llegar a ella en vano ya que nuevamente me lo impidieron.
—Oh, ¿prefieres que las espinas cambien de dirección?
Wen fue liberada y las espinas viajaron directo para atacarme, pero subí mi brazo izquierdo con velocidad.
—No puedes hacerme daño, hijo de perra, estoy marcado.
A pocos centímetros de mi cara las ramas con espina se detuvieron y el Recolector arqueó una gruesa ceja en mi dirección.
—¿Qué has dicho?
Ahora que la noche oscura estaba presente la escena se había vuelto más espantosa.
Bajo la atenta mirada de todos, procedí a quitarme la chaqueta y subí la manga de mi camiseta de béisbol mostrando la marca que Chris me había puesto.
El Recolector entrecerró los ojos y miró a Wen.
—¿Tú hiciste esto? ¡Habla!
Wen abrió su boca para responder, pero alguien más lo hizo por ella.
—Ella no lo hizo, fui yo —Chris apareció detrás del Recolector.
Mi mejor amigo estaba lleno de espinas y sangre resbalando por su frente y manchando su ropa igual que Wen, al parecer lo habían ido a buscar ya que una de las extrañas criaturas sostenía la punta de las ramas espinosas que lo tenían preso como un animal.
—Oh, ¿así que la estupidez no sólo recorre a la familia Davis? Sino que también se propaga como virus. ¿Marcar a un humano? Hechicero 026 de la línea Douglas, apuesto que te han enseñado a ser mejor que esto.
—Ellos se marcaron mutuamente cuando eran niños —Me atreví a señalar—. ¿No deberían dejar de lastimarlos?
El Recolector resopló y volvió a verme.
—Te lo dije antes, humano idiota, esto no es nada que no puedan soportar.
—¡Wen! —La voz de Wael puso alerta a su hermana. Ya que sin importarle pasar entre los Recolectores comenzó a buscar a su hermano con rapidez.
—¡Wael!
Wael venía llegando de la misma forma en la que trajeron a Chris. Atado y sangrando.
El Recolector principal comenzó a reír, su risa era tan escalofriante como todo de él.
—¡Perfecto! La fiesta finalmente está completa, ¿deberíamos empezar con la diversión?
Los gritos de Chris y Wael se unieron al murmullo colectivo de los Recolectores y la risa macabra del principal. Wen fue arrastrada por las espinas para ser nuevamente presa y a mí me tomaron de los brazos para atarme con gruesos cables que inmovilizaron mis movimientos.
Había tenido noches extrañas en el pasado, pero esta sin duda era la que se llevaba el premio mayor.
Ver a mis amigos y a la chica que me gustaba siendo lastimados me llenaba de impotencia, porque nada en esta vida me había preparado para algo así.
Estábamos acabados.
Muy acabados.
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