21. Serenata de media noche
Wen
Mi hermano está de pie al borde del tejado lanzando un polvo al aire y yo estoy sentada un poco más atrás con el celular en mano. Comencé a escribirle a Dylan Neil lo que había podido conseguir del asunto que me pidió investigar.
No es que yo ande por la vida haciéndole favores a vampiros, pero por lo menos estar concentrada en otros asuntos ayudaba a que me olvidara de mis propios problemas, además... Su hermana Rebekah era mi amiga y si tenía en mi poder ayudarla con algo entonces lo haría. Envié el mensaje y guardé el teléfono dentro de uno de mis bolsillo.
—Solo espero que con esto Dylan me deje en paz y no aparezca nuevamente por acá, lo que menos necesito es que nuestra madre se ponga neurótica.
—Aun no puedo creer que pasaste tu día libre del taller buscando actividad vampira en nuestra zona —Dijo Wael sin voltear a verme—. Y que él vino ayer por la tarde y me lo perdí.
—No te perdiste nada, y era ayudarle o venir a encerrarme en mi habitación con la cabeza comiéndome viva con respecto a lo otro.
Acomodé bien mi abrigo y froté mis manos ya que el frío era bastante intenso. El cielo estaba nublado, era un poco más de media noche y las estrellas apenas eran un destello en el cielo.
—¿Y qué piensas hacer? —preguntó Wael, todavía sin voltearse y lanzando otro polvo al aire.
Le había contado todo.
Bueno, omití el pequeño detalle de Lucas acusándome de haberlo seguido la noche de la fiesta de Becky.
—¿Qué se supone que deba hacer? —cuestioné de regreso—. Ya te diste cuenta de lo intenso y terco que es ese chico.
—Creo que tiene buenas intenciones, pero es algo estúpido.
—¿El qué?
—El que te quiera enamorar, a ti no te gusta, así que solo pierde su tiempo —volteó a verme—. ¿Verdad?
Me quedé en silencio.
—Verdad —asentí.
Wael arqueó una ceja.
—¿Por qué hiciste una pausa tan larga, Wen?
Abrí mi boca para responder, pero un pequeño halo de luz hizo que frunciera el ceño y me pusiera de pie al borde del tejado junto a Wael.
—¿Es Lucas? —susurré, asustada, al verlo caminar con rapidez hasta llegar frente a las rejas de la casa moviendo una linterna de un lado a otro.
—¡Wen Davis! —gritó al verme—. ¿Alguna vez alguien vino a traerte una serenata de medianoche?
—Sí, es Lucas. —Wael contuvo la risa.
—Carajo...
Di un brinco para bajar del tejado cayendo de pie de forma elegante sobre la tierra.
Corrí la pequeña distancia que nos separaba, abrí la puerta de la reja y lo tomé de la chaqueta comenzando a caminar lejos de la casa.
—Que locura el que puedas bajar del techo como un gato. ¡Me encanta!
Estando frente al taller lo solté y me giré para verlo de frente.
—¡¿Quieres despertar a mi mamá y mi abuela?!
—Yo no tengo problema con que se enteren.
Me crucé de brazos.
—Pues yo sí.
Lucas sacó del bolsillo de su pantalón el celular y se fue a una aplicación de música. A los segundos la melodía de una canción comenzó a reproducirse.
Le quité el celular de la mano y puse en pausa la canción.
—¡Oye! —se quejó.
—¡Ve a tu casa! —señalé el sendero detrás de mí—. No deberías estar aquí tan tarde y solo. ¿Dónde está Chris?
Lucas bufó y desvió la mirada hacia otro lado.
—No sabe que estoy aquí —respondió por lo bajo.
Le extendí su celular de regreso y lo aceptó viéndome con atención.
—Por favor, ve a casa. No quiero problemas.
—Pero-
—¡Lucas!
—Me voy bajo una condición —dio un paso al frente.
—¿Qué condición?
—Ven hoy en la tarde a mi juego de béisbol. Sé que no tenemos examen y por lo tanto no tienes necesidad de ir a la universidad, pero ¿puedes hacer una excepción? De verdad quiero que vayas.
—Honestamente prefiero soportar una semana en el foso de castigos con la molesta tía Valezka.
—¿Uh?
Rodé los ojos.
—No iré a tu juego. No me gustan los deportes y no me agradas tú.
—No te creo —Lucas sonrió y dio otro paso al frente.
Yo retrocedí.
No puedo con esto una tercera vez.
—Ya basta.
—No me iré, así sea que reproduzca las treinta y tres canciones que elegí para ti.
—¿Treinta y tres?
Lucas sonrió y me señaló con la linterna justo al rostro.
—Eres 033.
Le di un manotazo.
—¡Deja de alumbrarme la cara! —le di otro manotazo al hombro y él soltó a reír.
—¡Eres preciosa, mujer!
Me crucé de brazos tratando de no sonreír.
Es un idiota.
—Bien, creo que ya terminamos aquí —lo rodeé para hacer mi camino de vuelta a la casa.
Al estar frente a la reja la melodía de la canción comenzó a sonar nuevamente. Volteé a verlo y Lucas estaba con su celular en alto. Me recordó a esa famosa escena de la película Say Anything.
—¡No me iré hasta que tenga un sí! ¡Son treinta y tres canciones, Wen! Y dormí toda la tarde así que no tengo sueño.
Escuché a Wael reír desde el tejado.
Volví hasta Lucas y él puso pausa a la canción.
—De acuerdo... Iré. —murmuré casi inaudible.
—¿Disculpa? —se inclinó en mi dirección poniendo una mano en su oreja—. ¿Qué dijiste? ¿Prefieres una canción más ruidosa? Tengo una perfecta, espera un momento.
Comenzó a deslizar su dedo por la pantalla del celular. Entré en desesperación y tomé el aparato. Sin pensarlo dos veces lo lance lejos por encima de su cabeza.
—¡Ya dije que sí! ¡Vete de aquí!
—¡Wendy! —gritó mi madre a lo lejos y al girar la vi en su ventana observando en mi dirección—. ¡¿Qué está pasando allí, jovencita?!
—Mierda... —dijimos Lucas y yo a la misma vez.
—Corre —susurré, mirando al chico frente a mí.
—¡¿Qué?!
Lo tomé de la mano.
—Joder, Lucas, ¡corre! —Comencé prácticamente a arrastrarlo lejos de la casa.
—Espera, ¡espera! —me detuvo cuando llegamos a su celular. Lo tomó con rapidez y procedimos a correr—. Ugh ¡Wen, rompiste mi pantalla!
—No será lo único que rompa esta noche si no corres más rápido.
—Para ser de tan baja estatura eres demasiado enojona —Lucas se echó a reír—. Oh, ya sé... Es porque las personas pequeñas no pueden alcanzar la felicidad.
Estrellé mi puño libre en su estómago y eso hace que deje de reír ya que comenzó a toser en busca de aire.
Solté su mano y me alejé de él cuando ya habíamos salido de la propiedad y estábamos ahora en la carretera iluminada de postes eléctricos caminando sin rumbo alguno.
—De acuerdo, me lo merecía... —dijo a lo lejos y seguidamente comenzó a trotar para alcanzarme.
Caminamos unos cuantos segundos uno al lado del otro en silencio.
Un rayo eléctrico iluminó el cielo y eso no era buena señal. Al elevar la vista el agua cayó directo a mi rostro ya que la lluvia hizo su aparición. No era fuerte, pero seguramente estaríamos llenos de agua en los próximos minutos.
—Estaré en muchos problemas... —murmuré y limpié mi rostro con mis manos alejando el agua en vano ya que igualmente la lluvia seguía cayendo.
—¡Qué bueno!
Detuve el paso y me giré a verlo.
—¿Qué? —pregunté sin entender.
—Wen, eres un tremendo problema y yo soy bueno en matemáticas.
Sin poder evitarlo solté una risa baja negando.
—Lucas, yo soy imposible de arreglar.
—De acuerdo, a mí me gustan los casos perdidos. ¡Los adoro!
—¿No hay nada que yo pueda hacer para que me dejes tranquila y te olvides de esta estúpida idea? —lo miré cansada.
Lucas negó. Rompió la distancia entre nosotros llevando una de sus manos a mi mentón y me hizo mirarlo, la lluvia había hecho que su cabello se pegara a su frente y sus labios temblaron, seguramente por el frío.
—Si pudiera retroceder el tiempo... —comenzó a decir—. Si tan solo pudiera hacer eso, habría permanecido en esa fiesta y no hubiera salido huyendo de Becky porque así te hubiera evitado más problemas de los que alguna vez has tenido, pero no puedo. Wen, no puedo cambiar el pasado y no puedo cambiar la forma en la que mi mente te piensa... Quizás no me hechizaste o me diste una poción de enamoramiento, pero me hiciste algo peor.
—¿Qué cosa? —susurré sin apartar la mirada de sus ojos.
—Chica extraña, te atravesaste en mi camino. Sí, quizás debería retroceder y no insistir, pero es lo mismo cada día, ¡desde que entraste a mi vida no dejo de pensar en ti! No tienes que creerme, pero más que enamorarte solo para que el plan del jefe elfo funcione, quiero enamorarte para salvarnos y así poder hacer esto bien.
—¿Cómo tienes el coraje para decir todo eso?
—Somos adultos, Wen. Esto no es una fase de adolescentes, sé lo que quiero y es a ti.
Su rostro se acercó más al mío.
Mis lágrimas se confundieron con la lluvia justo en el mismo segundo en que los labios de Lucas atraparon los míos.
Un beso lento, tierno y lleno de confusión.
Llevé mis manos a su cuello y él me aferró por la cintura pegándome a su cuerpo. Al separarnos nuestras respiraciones estaban un tanto aceleradas.
—Lucas, quizás si te hubiese conocido en otra vida, en otras circunstancias...
Lucas volvió a besarme callando así mis palabras por breves segundos en los que el roce de nuestros labios comenzó a acelerar mi corazón.
—No te lamentes por escenarios que no existen, yo elegí esto... —dijo al romper el beso. Llevó sus manos a mis mejillas y limpió con sus pulgares las lágrimas y el agua que bajaban por mi rostro—. Puedes intentar alejarme todo lo que quieras, pero no podrás.
—Lucas...
—Un día miraremos atrás a este momento y nos vamos a reír, Wen, lo sé.
—Conmigo siempre será un paso adelante y tres pasos atrás —respondió con tristeza—. Mi reino prohíbe esto, Lucas... No importa que tanto tú lo desees o que tanto yo lo desee, lo que es prohibido, prohibido es.
—No —negó y tomó mis manos llevándolas por encima de su corazón—. ¿Sientes ese caos?
Su corazón estaba latiendo demasiado rápido.
—Sí —respondí asintiendo.
—Entonces créeme. Wen, créeme cuando te digo que no me rendiré y que lo que siento es real.
Con pesar aparté mis manos y tomé distancia de él.
—No puedo... —retrocedí más—. No puedo condenarte a estar con alguien que solo traerá problemas a tu vida.
Ya no puedo ni verlo.
Comencé a caminar de regreso al sendero que guía a mi casa, con un nudo en mi garganta y mis lágrimas cayendo nuevamente veloces bajo la lluvia.
Se me metió al ojo un *nunca tendrás a un Lucas Zhing en tu vida*
Tengo un montón de sentimientos encontrados gracias a este capítulo, ¿ustedes que tal están del otro lado de la pantalla?
-Cute.
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