14. En el laberinto Pt.1

Wen

Beber soda en la madrugada no es recomendable, pero llevé la lata a mis labios y bebí del contenido mientras observaba a mi hermano de pie al borde del tejado.

Wael lanzó un polvo brilloso color naranja y susurró un hechizo. El polvo se convirtió en fuego por unos segundos y se esfumó.

—¿Has hablado con Lucas o Chris? —preguntó Wael al girarse y tomar asiento a mi lado.

—Desde lo que pasó en casa de Lucas, no les dirijo la palabra y ellos tampoco a mí.

—Ya han pasado muchos días, Wen. No creo que contemos con mucho tiempo antes de que la abuela o nuestra madre se enteren de que nos están procesando un castigo en el Fórum.

Estrujé la lata en mis manos ya que había terminado la soda y la arrojé a mi costado.

—¡Esto apesta! —me quejé.

—Lo sé.

—No, hablo en serio —lo empujé por el hombro—. ¿Qué carajos lanzaste al aire? Huele horrible.

—Ah —Wael se echó a reír—. Fuego con olor a azufre, es una nueva mezcla que estoy haciendo.

—Ew. ¿Para qué mierda necesitas una poción que haga eso?

—¿Por qué no? —subió los hombros—. Uno nunca sabe cuando necesitará algo, es mejor estar preparado por si acaso a no estar preparado para nada. 

—Bueno... —bufé y tomé entre mis manos dos nuevas latas de soda frías del balde que tengo a mi costado y le extendí una a mi hermano.

Wael la aceptó y abrió la lata para dar el primer sorbo. Cuando pasó el líquido soltó un suspiro.

—¿Por qué pasamos las madrugadas sobre el tejado? —preguntó casi en un susurro y luego señaló el inmenso campo de limones que se extiende frente a nosotros—. Solíamos pasar mucho tiempo allí.

—No lo sé. Creo que estar sobre el tejado y no entre los árboles de limones le da a la abuela y a nuestra madre tranquilidad. Ya sabes como se ponen de locas cuando nos perdemos por ahí más de la cuenta.

—Ja, sí —mi hermano rió y yo abrí mi lata para beber de la soda.

Contemplé el campo y luego a Wael.

—Vamos —dije y él me miró arqueando una ceja.

—¿Qué?

—Vamos —repetì—, es nuestra propiedad, la conocemos de memoria, ¿que podría pasarnos?

—Eh, no lo sé —dijo con sarcasmo—. ¡¿Qué nos castiguen por andar por allí muy tarde?! Es más de media noche, Wen.

—Pero ya es oficialmente sábado, no es como si tuviéramos que levantarnos para ir a clases en unas horas. Vamos, podemos decirle a Jhilizu que nos acompañe y hacemos una competencia en el laberinto.

Wael ama el laberinto de árboles, no recuerdo la última vez que ambos jugamos allí.

—No sé —dijo y miró en dirección al campo.

—Hermano —puse mi mano libre en su hombro—, debemos hacerlo, no sabemos qué puede pasar mañana. Quizás vengan por nosotros y nos castiguen. Quizás no lo hagan todavía, pero cuando nos llamen puede que nos envíen por el espejo al Reino de los Muertos o nos hagan tragar cenizas por días, así que ¿por qué no tener una noche divertida? ¿Quién sabe cuándo podremos volver a tenerla? Vamos, Wael. 

Wael bebió de un solo trago toda su soda y estrujo la lata cuando terminó. 

—De acuerdo. Vamos a hacer una carrera en el laberinto, el perdedor lava los trastes toda esta semana incluyendo las ollas que usa la abuela para hacer sus pociones.  

—Oh —estiré mi mano en su dirección—. ¡Vas a caer! Mejor que sean dos semanas. 

Wael estrechó la suya con la mía aceptando la apuesta y se rió. 

—Por favor —bufó al ponerse de pie—, no olvides quién de los dos es el que práctica sus pociones y hechizos todas las noches.

Me puse de pie.  

—Que lindo que te sientas en confianza, hermanito, pero yo estaba haciendo pociones y recitando hechizos antes de que tú nacieras. 

—Pues eso es obvio. Eres mayor, pero yo soy mejor. 

Dijo y tomó algunos de sus pequeños frascos de cristal, caminó a la orilla del tejado para saltar y aun desde arriba lo vi abrir la reja y correr en dirección norte del campo.

❁❁❁

Lucas

Alumbré con la linterna y miré los árboles a nuestro paso.

—Esto es una terrible idea, Chris —al escuchar una rama romperse alumbré el árbol de limón que tengo a mi lado derecho—. ¡¿Escuchaste eso?!

—Lucas, cálmate, de seguro solo es un ave.

—¡Son como las una de la mañana! ¡Las aves están durmiendo! —moví mis manos con fuerza—. ¿Seguro que no hay monstruos en este campo? 

—Eres tan paranoico en ocasiones —se burló y detuvo el paso—. Los monstruos no existen.

—Si existen las brujas y hechiceros, entonces puedo creer que existen monstruos come asiáticos en un campo de limones. 

Chris se rió, creo que su risa resonó por todo el campo y me alumbró con su linterna.

—Entonces te comerá a ti y no a mí —dijo entre risas—. ¡Genial, podré salir con vida!

—¡Ugh! —arranqué un limón de uno de los árboles y se lo lance al pecho—. ¡¿Por qué no podemos venir por la mañana cuando hay luz y no hace tanto frío?!

—Ya te lo expliqué, si vengo de día los Davis se darán cuenta. Así que vamos, aún nos queda un buen tramo antes de llegar al refugio de elfos.

Chris reanudó el camino conmigo detrás de él.

—Llevamos un buen rato caminando. ¿Estás muy seguro de que es por aquí?

—Sí. No me he adentrado en este campo en un par de años, pero estoy seguro.

—Esto es terrible, la invasión a la propiedad privada es algo que mi mamá no me enseñó —refunfuñé. 

—¿Dónde mierda estaba esa moralidad en el último año de colegio cuando junto a cinco personas más irrumpimos a media noche en la oficina del director y llenamos todo con crema de afeitar y plumas? 

—Eso fue diferente —respondí, orgulloso—. Era la broma de último año y tenía que hacerse, es la ley estudiantil.

—Ajá.

Me detuve al escuchar otro sonido extraño y apunté la linterna a otro árbol.

—¿Seguro que no hay monstruos de limones aquí?

—Sigue caminando, Lucas —respondió Chris a lo lejos.

—¡Oye! —me quejé al ver lo mucho que había avanzado y dejado atrás.

Así que comencé a correr para alcanzarlo, pero a mitad de camino algo que pasaba corriendo por enfrente mío me hizo tropezar y por algo quiero decir alguien.

Ambos caímos de espalda contra el suelo y yo pegué un grito.

—¡Joder, Lucas, deja de gritar, soy Wael! —dijo y al abrir los ojos lo vi mirándome confuso.

—Oh —sonreí—, creí que eras el monstruo del campo de limones.

—No —Wael se rió y me extendió una mano para ayudarme a levantar—. Tranquilo, Wen no está cerca.

—¡Ja! —sonreí de lado. Aunque por dentro ahora siento vergüenza por haber gritado como imbécil.

—¡¿Lucas?! ¿Qué pasó? —preguntó Chris al llegar hasta nosotros de forma preocupada y al ver a Wael se puso serio—. Oh... Hola, Wael.

El rubio miró a Chris.

—Hola, Chris —respondió serio—. Aunque de verdad me gustaría mucho poder indagar sobre la presencia de ambos aquí, no podré hacerlo porque tengo una carrera que ganar y no hay tiempo que perder.

Wael sacó un frasco pequeño de cristal de su abrigo y se arrodilló sobre la tierra vertiendo un poco de del contenido allí. Era un polvo brilloso color azul.

—Espera —Chris lo señaló y Wael se puso de pie—. ¿Acaso están teniendo una carrera en el laberinto?

—Así es —Wael asintió y lanzó otro poco del polvo a uno de los árboles haciendo que el polvo quedará sobre un par de hojas.

—Oh no —Chris se paró a mí lado—. ¿Estamos afuera o adentro? Creí que el laberinto estaba en el lado norte del campo. 

—Este es el lado norte, Chris y estamos dentro, intenten no caer en las trampas que he dejado a mi paso —dijo y se fue corriendo. 

—Oh, mierda.

—Te dije que este era el norte, nunca me haces caso —golpeé a Chris en el hombro—. ¡¿En qué mierda nos has metido?!

—Lo siento, de verdad creí que era el oeste del campo.

De repente escuchamos una pequeña explosión y a alguien tosiendo.

—¿Qué carajos? —susurré aún sin entender nada.

—Estamos en un laberinto, Lucas. Wen y Wael están teniendo una competencia, el que llegue primero al centro del laberinto gana —señaló el polvo azul a nuestro costado en la tierra—. Ambos se dejan trampas y obstáculos en el camino para así demorar al otro y ganar ventaja. 

Me crucé de brazos.

—Quedar atrapado en un laberinto de limones lleno de trampas no era la manera en la que esperaba pasar mi madrugada —me quejé.

—Entonces, tendrás que esperar a que salga el sol porque si no buscas la salida, aquí te vas a quedar —respondió Wen.

Al girar la veo detrás de mí viéndonos a los dos de forma molesta. En su ropa tiene restos de polvo color morado. Wen tosio y de su boca salió un poco de polvo del mismo color.

—Wen... —Intenté hablar, pero ella subió la mano en mi dirección para que no hablara.

—Ni siquiera quiero saber qué hacen aquí, tengo que encontrar la salida del laberinto. No pienso lavar los trastes dos semanas.

Pasó por nuestro costado y sin darse cuenta pisó sobre el polvo que Wael dejó en el suelo. En seguida un chorro de agua salió disparado desde la tierra y le dio directo al rostro. 

—Mierda —dije entre risas y Wen me miró mal.

—¡Ugh! —Wen notó el árbol donde su hermano también tiró el polvo azul y me tomó de la camiseta estrellándome contra las hojas.

De inmediato salen chorros de agua que me brincan la cara y mi camiseta. 

—¡Oye! 

Wen se echó a reír y salió corriendo.

—No tengo tiempo para oír tu llanto, Zhing, tengo una carrera que ganar.

Miré mi ropa y Chris me alumbró la camiseta con la linterna. 

—Ja, veo que Wael cada vez mejora más con sus pociones.

—¡Sácame de aquí!

—Amigo, me temo que ya lo escuchaste, la única manera de salir es llegando al centro. Estamos atrapados, pero por suerte para ti, pasé años jugando aquí, creo que puedo sacarnos de este laberinto. 

Tomé a Chris de la chaqueta y lo hice pararse sobre lo poco que quedó del polvo en el suelo. De inmediato el chorro de agua le pegó en el rostro y me reí.

—Tu sentido de la orientación es una mierda, así que más te vale sacarme de aquí con vida, Christian Gordon Douglas —lo amenacé y sonreí de lado al ver como escupía el agua y me miraba mal por haber dicho su nombre completo.

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