Náufrago en una ciudad
Hoy la querida soledad ya me parece monótona.
Hoy me siento tan solo como un cielo despejado,
como los robots que lanzaron a Marte,
como el cuidador del faro.
Hoy me siento tan solo como las esquinas
y sus tumultos,
como las estatuas sin las palomas,
como la noche en los cementerios
y las tardes en los parques.
Hoy me siento tan solo como las humedas madrugadas,
como el perro cuando voy a trabajar,
como la arena de los desiertos,
como la mesa de noche y la sala de estar.
Hoy me siento tan solo,
como si estuviera en un lugar lleno de personas
que no tienen nada de que hablar
salvo de ellos mismos.
Hoy me siento tan solo
como mi sombra en una cueva.
Hoy, me siento solo, muy solo;
tan solo, que me perdí en la profundidad de mi interior,
donde descubrí cosas que en la superficie de mi pasajera existencia no percibía:
Amor propio, le llaman algunos.
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