En su aposento
Siempre está ahí, despreocupada y sin estar pensando que ropa ponerse hoy. No le importa las noticias, ni la farándula; no le interesan los géneros musicales, ni las orientaciones sexuales; no le agrada el deporte, ni el entretenimiento; no ve colores ni clasificaciones en las personas. Siempre está ahí, despelucada acariciando a su gato, haciéndome saber que me ve observandola todos los días, sonriendo y quitándome toda posibilidad de poseerla de una manera justa: "que su amor es inmortal y el mío el de un ser humano cualquiera" dice, y es cierto.
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