A veces te despiertas de la nada con historias en la cabeza. Porqués, sí y noes, dudas y a la vez respuestas, confrontaciones internas. Y a veces cuando no puedes dormir, en esa madruga, piensas en cada uno de los rincones los cuales abarca tu insignificante vida (dependiendo de quién seas); en el ayer y el hoy, en el mañana, si es que habrá uno. En los me quedo o me voy y en adsurdas conversaciones en las que consideras que pudiste haber dicho mejores cosas. Piensas y piensas intentando hallar algo, pero algo perdido en otra vida, un propósito o simplemente una razón o un sentido para estar conforme con tu existencia. Sientes un vacío en el pecho al cavilar tanto en sueños, que aunque digan que todos los sueños se cumplen, estos no se pueden cumplir, sientes cosquillas, incómodidad, mareos, sientes incluso en zonas que no sabías que hacian parte de ti.
Y te das cuenta demasiado tarde que a veces es la inspiración tocandote el corazón, la idea parada en la puerta de tu mente. Te das cuenta demasiado tarde que cuando suceden los síntomas estas entrando no a una hora, sino a un lugar.

A tí.